El brutal ajuste fiscal en Grecia, exigido por el capitalismo usurario para «refinanciar» su deuda (en realidad, solo un macro negociado con la crisis) ya se presenta como la mecha de un potencial estallido social en cadena que podría, como emergente principal, desencadenar un proceso de crisis política y de perdida de la gobernabilidad que se proyecte de la eurozona a toda la periferia europea.
Por Manuel Freytas (*)
manuefreytas@iarnoticias.com
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El feroz ajuste fiscal de Grecia está demostrando como, de una forma salvaje, el sistema capitalista europeo (Estado y empresas privadas) descarga el costo del colapso financiero económico (la crisis) sobre el sector asalariado (fuerza laboral masiva) y la masa más desprotegida y mayoritaria de la sociedad (población pobre con limitados recursos de supervivencia), por medio de los despidos laborales y la reducción del gasto social («ajustes»), que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral».
El salvaje plan de ajuste fiscal aprobado por el gobierno griego, por exigencias de la Unión Europea y el FMI, es una catástrofe que se abate sobre los trabajadores y los sectores más desprotegidos, sobre todo para los empleados públicos, que verán caer sus ingresos a la mitad.
«Vamos a responder con un vigoroso plan de protestas que comenzará este martes y culminará, en una primera etapa, con una huelga general». Elias Vetrakos es uno de los principales dirigentes del sindicato de empleados públicos, el más importante y numeroso de Grecia.
Por otra parte, y como consecuencia de la debilidad de su recuperación económica y del efecto contagio de la crisis fiscal que atraviesan algunos de sus integrantes, la Unión Europea transita por el peor momento histórico desde su creación y los peligros de desmembramiento y de ruptura de su moneda ya ocupan el centro del debate.
En general, la sombra de una insolvencia de pago generalizada (producida por los déficit y la baja de recaudación ) ya desató una crisis financiera, devenida en crisis fiscal fiscal, que precipita una embestida del dólar contra el euro creando un escenario de ruptura de la unidad política y económica de la Unión Europea.
En este escenario, el ánimo de los especuladores internacionales pasó del pesimismo frente al dólar al pesimismo sobre el euro, cuya debacle se suma al cuadro de debacle financiera en que se encuentra sumida la segunda economía mundial (en bloque) detrás de EEUU.
El euro, la moneda única, forjada en el seno de la antigua Comunidad Económica Europea, afronta su examen más crítico frente a la embestida del dólar, como vaticinan los especialistas.
Los problemas de Grecia dejaron de manifiesto la fragilidad de la recuperación de la zona euro y cualquier «nerviosismo» sobre la economía y el enorme déficit fiscal estadounidense quedó relegado a un segundo plano.
En este marco, Grecia, coinciden todos los analistas, es la mecha de un potencial estallido económico financiero en cadena que podría, como emergente principal, desencadenar un proceso de crisis social y política en toda la eurozona.
El estallido en números
Las proyecciones de un impacto social de la crisis en la eurozona, no se alimenta de especulaciones sino de números.
La Confederación Europea de Sindicatos (CES) estimó en 19 millones los trabajadores que viven bajo el umbral de la pobreza en el continente y reclamó más empleo y de mayor calidad ante la evidencia de que tener trabajo remunerado no garantiza quedar a salvo de la exclusión social en Europa.
Los cálculos de las organizaciones sindicales apuntan a que las personas en riesgo de exclusión social en Europa rebasan los 80 millones, por lo que llamron a las administraciones de los distintos Estados a “reforzar el papel de los servicios públicos”.
Uno de los responsables del CES, Georges Schnell, afirmó que la estrategia europea de lucha contra la pobreza “ya presentaba problemas antes de la crisis”, pero que la actual situación obliga a “reorientar” las políticas.
La secretaria de Igualdad de UGT de Cataluña, Raquel Gil, recordó que en Cataluña un 42% de los trabajadores tiene un salario inferior a los 1.000 euros mensuales, y que esta precariedad se concentra principalmente en el sector de los servicios y la atención a las personas.
Por otro lado, la contagiosa crisis fiscal, y el ajuste salvaje, que detona como emergente resistencia sindical y estallidos sociales, se alimenta a su vez con los datos negativos de la recuperación económica en la eurozona.
Según el último informe de la Comisión Europea, las expectativas económicas en los 16 países de la zona del euro empeoraron en febrero por primera vez en casi un año, un indicio más de que ha perdido fuerza la recuperación económica.
José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, presentó en frebrero a los dirigentes de los 27 miembros de la Casa Europea un informe que muestra las debilidades de la UE en números concretos.
La economía de la UE cayó en 2009 4%, es el peor dato desde la Segunda Guerra Mundial.
La producción industrial se desmoronó un 20%, conduciendo a la estructura industrial europea a la situación que se encontraba a mediados de los 90 del pasado siglo.
Actualmente hay 23 millones de europeos sin trabajo, 7 millones más que hace 20 meses, y la desocupación seguirá creciendo según todas las estimaciones.
Un 8% de la población europea tiene un empleo que no le permite salir de la pobreza, y 80 millones viven justo en el umbral que marca la pobreza.
No obstante los anuncios de «recuperación», la productividad económica es famélica y hace que el crecimiento estructural europeo sea dos tercios menor que el estadounidense.
Los déficits públicos regionales ya alcanzan una media de 7% del PBI contra el límite de 3% que había impuesto el Tratado de Maastrich. Y la deuda sube hasta el 80%. Los bancos, siguen sin prestar dinero como antes de la crisis, impidiendo el funcionamiento normal de las empresas.
En cuanto a las exportaciones, las exportaciones se reducen año a año ante el empuje de las potencias emergentes. Alemania pelea con China el lugar como segundo exportador mundial, pero el 60 por ciento de las exportaciones alemanas se hacen a la Eurozona.
Menos de un tercio de los europeos entre 25 y 34 años tiene un título universitario. En EEUU esa franja de la población alcanza 40% y en Japón 50%. Uno de cada siete niños deja el sistema escolar sin título alguno. Europa necesitará, en 2020 ‚16 millones de trabajadores altamente cualificados, que a este ritmo no creará, pero sigue cerrando puertas a la inmigración.
Sólo trabaja el 66% de los europeos en edad para ello, frente al 70% de EEUU y Japón. Entre los mayores de 55 años, ese porcentaje cae al 46%.
Estos números ilustran más que nada sobre el declive y el colapso generalizado en la que parece haber ingresado la Unión Europea.
A cambio de los «préstamos» (fondos usurarios para mantener la rentabilidad especulativa con las deudas) de la UE y el FMI, los Estados de la Eurozona deberán ejecutar un durísimo plan de ajuste para reducir su déficit público.
España, este miércoles ya siguió el camino de Grecia lanzando un durísimo plan de ajuste de su economía que baja los salarios públicos, recorta drásticamente las pensiones, e instala una drástica disciplina fiscal que degrada todo todo el escenario de las conquistas sociales.
Detrás de Grecia y España, a su vez, se encuentran los Estados en «zona de riesgo» (como Irlanda y Portugal, o la misma Italia por ejemplo) que alimentan un potencial escenario de escalada indetenible de huelgas y estallidos sociales contagiándose por toda la geografía europea, incluida Europa del Este.
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
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