El tablero del conflicto nuclear de Corea del Norte con EEUU y las potencias sionistas adquiere un nuevo teatro de operaciones con la peligrosa escalada militar entre las dos Corea. Los expertos miran ahora hacia la frontera que separa a Norcorea de Corea del Sur. Se agudiza la tensión por el hundimiento de un barco de guerra surcoreano y ya se habla de un desenlace militar de características imprecisas. En ese tablero, Kim Jong-il y el «club nuclear» podrían encontrar una nueva «salida transitoria» negociada.
Por Manuel Freytas (*)
manuefreytas@iarnoticias.com
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El nuevo enfrentamiento entre Norcorea y Corea del Sur (en el tablero del conflicto nuclear) sobrevino luego del hundimiento de un barco de guerra surcoreano de cuya responsabilidad Seúl acusa a Corea del Norte, comenzó a desarrollar una peligrosa escalada militar entre ambas naciones.
Esta nueva crisis entre los dos países, separados desde el fin de la guerra de Corea (1950−53), se inició la semana pasada, cuando una comisión internacional de investigación atribuyó el hundimiento de la corbeta Cheonan a un torpedo disparado por un submarino norcoreano.
En respuesta, el martes el régimen norcoreano decidió romper relaciones con su vecino del sur, advirtió que las relaciones con Seúl serán tratadas «en el marco de las leyes en tiempo de guerra» y puso en alerta máximo a sus fuerzas armadas para iniciar «acciones militares» si se produce un ataque o una violación a su territorio.
El miércoles, Corea del Norte dio un nuevo paso en la escalada de la tensión al amenazar con bloquear el acceso a un complejo industrial interfronterizo, según la agencia oficial norcoreana KCNA.
Corea del Sur suspendió el intercambio comercial con Pyongyang y dispuso el cierre de todos los corredores marítimos surcoreanos por los que navegan los navíos mercantes de Corea del Norte, un duro golpe para la castigada economía norcoreana.
Por su parte, el Ejército norcoreano anunció este jueves que va a poner fin a un acuerdo que persigue prevenir cualquier confrontación militar con Corea del Sur, según informó la agencia oficial norcoreana KCNA.
El jefe del Estado Mayor de Corea del Norte ha precisado asimismo a las Fuerzas Armadas de Corea del Sur que Pyongyang está preparado para atacar de manera inmediata a Seúl si viola la frontera en el Mar Amarillo (Mar Occidental).
Por su parte, la Marina de Corea del Sur inició unos ejercicios anti-submarinos en su costa occidental, en plena escalada de tensión en la península por el ataque a un buque surcoreano en marzo atribuido a Corea del Norte.
Según informó la agencia local Yonhap, estas maniobras militares de un día cuentan con la participación de unos 10 buques, que incluyen un destructor de 3.000 toneladas y otros tres barcos patrullas.
Máxima tensión
La amenaza norcoreana de atacar Corea del Sur generó una inmediata tensión militar en la península y desató mecanismos de alarma mundial y regional que no había conseguido con el lanzamiento de 7 misiles en 72 horas.
La sola advertencia de Pyongyang de que atacaría Corea del Sur en caso de no ser escuchado, ya movilizó a las potencias capitalistas del «club nuclear» (incluidas Rusia y China) que controlan las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU.
El conflicto se desarrolla en medio de una posibilidad inquietante que los expertos barajan: Una sola bomba nuclear que estallara, además de activar una respuesta atómica devastadora contra Corea del Norte, produciría un efecto encadenado de pánico mundial que derrumbaría los mercados y paralizaría la economía global.
Este jueves, fuerzas combinadas de EEUU y Corea del Sur elevaron su nivel de alerta luego de que Corea del Norte anunciara que no va a respetar el armisticio que se encuentra en vigor en toda la península desde el fin de la guerra entre las dos Coreas en 1953.
Surcorea es un país literalmente ocupado militarmente por el Imperio USA desde el 1953.
EEUU mantiene en Corea del Sur bases militares, submarinos, buques y aviones dotados con poder nuclear, y unos 30.000 efectivos, argumentando un poder de «disuasión» contra el poderoso ejército norcoreano que, en distintas escalas, está en capacidad de movilizar más de un millón de efectivos.
El Ejército Popular de Corea del Norte, por su tamaño, está considerado el cuarto más grande del mundo, con más de un millón de militares en actividad y otros 4,7 millones en la reserva.
Algunos informes afirman que Corea del Norte (un país que vive mayoritariamente de la ayuda internacional) es el país más militarizado del mundo.
Se estima que el gasto militar norcoreano asciende a más de US$ 5000 millones (equivalente al 25% del PIB), de los cuales más de la mitad están destinados a los programas de desarrollo nuclear y de misiles. Corea del Norte podría tener 8 cabezas nucleares y varios centenares de misiles balísticos con alcance superior a los 1000 kilómetros.
Las bases militares, submarinos, buques y aviones nucleares, más los 30.000 efectivos que EEUU mantiene en Corea del Surque se verían obligados a involucrarse en un teatro de guerra convencional en caso de que Norcorea ataque a Corea del Sur.
En 1950, Corea del Norte invadió Corea del Sur contando como aliados poderosos a la ex Unión Soviética (hoy Rusia) y a la China comunista, que hoy han reconvertido sus economías y regimenes políticos al sistema capitalista y mantienen con Pyongyang una difusa relación de apoyo, más diplomática que real.
Hoy, mientras Corea del Sur, la cuarta economía asiática (23 veces más grande que la de Norcorea) se mantiene como un satélite de EEUU en la península coreana, el régimen norcoreano se encuentra aislado y condenado por las potencias capitalistas, incluidas Moscú y Pekín.
De acuerdo con los expertos, un ataque nuclear norcoreano a Corea del Sur difícilmente podría ser interceptado a tiempo por los misiles de Japón y EEUU. Sólo en Seúl, el posible blanco, viven unos 20 millones de personas.
Por el entrelazamiento comercial (a nivel de importación y exportaciones) que mantiene Corea del Sur con el eje China-Japón-EEUU, cualquier proceso desestabilizante en su economía (como puede ser una guerra o un ataque nuclear) se convertiría en una crisis de alto impacto en los mercados internacionales.
La estrategia de Pyongyang
En la post Guerra Fría nadie quiere terminar con el dominio planetario del capitalismo, sino acomodarse y supervivir lo mejor posible dentro del sistema.
En consecuencia, lo que quedan (sueltos) son conflictos intercapitalistas por apoderamiento de los recursos estratégicos del planeta, o conflictos por reivindicaciones y reclamos puntuales como es el caso de Corea del Norte que utiliza su programa y su arsenal nuclear como elemento de presión para obligar a EEUU a negociar a cambio de supervivencia económica.
Condenado por el Consejo de Seguridad de la ONU, presionado y aislado por las potencias mundiales, el régimen de Pyongyang, en total soledad, sigue desafiando al «mundo occidental» con su impredecible arsenal nuclear (por ahora fuera de control), cuya capacidad de destrucción real es tan difusa como la estrategia internacional que lo mantiene como un «gran mendigo asiático» sentado sobre un polvorín atómico.
Más allá de sus estrategias disuasivas de amenazar para negociar, el régimen nuclear encabezado por Kim Jong-il no quiere hacer explotar el planeta capitalista, sino que aspira a que EEUU y las potencias le otorguen asistencia financiera y económica y le dejen un lugarcito bajo el sol con sus ojivas nucleares.
¿Qué son 7 ojivas comparadas con las decenas de miles que acumula el «club nuclear» que controla el Consejo de Seguridad de la ONU?
En octubre de 2006 Corea del Norte hizo explotar su primera bomba nuclear, a pesar de las notables amenazas que en ese sentido había recibido, por parte de EEUU y de las potencias aliadas.
Hay que aclarar que el programa nuclear de Irán o las ojivas en manos de Corea del Norte, no preocupan a EEUU por su capacidad masiva de destrucción sino por el nivel de «crisis nuclear» que puede desatar a escala planetaria.
Irán y Corea del Norte, a diferencia de la antigua disputa de las potencias en la «guerra fría» (EEUU, URSS, China) por la posibilidad de descargar un primer golpe (first strike) contra el enemigo, recrean el peligro de un estallido nuclear «fuera de control» que podría alcanzar a cualquier ciudad europea, estadounidense o israelí.
En julio de 2006, Pyonyang lanzó siete misiles de prueba, incluyendo el Taepodong‑2, que según los analistas, podría hipotéticamente alcanzar la costa oeste de EEUU.
Y hay una posibilidad inquietante que los expertos barajan: Una sola bomba nuclear que estallara en alguna metrópoli occidental, además de activar una respuesta atómica devastadora contra Corea del Norte, produciría un efecto encadenado de pánico mundial que derrumbaría los mercados y paralizaría la economía global.
Ni Kim Jong-il (un estallido nuclear sería su suicidio y el de su pueblo) ni los líderes mundiales, incluidos los de Rusia y China, quieren esa posibilidad que podría colocar al planeta al borde del Apocalipsis.
Entonces ¿Porqué las potencias dejan que Kim Jong-il y su régimen sigan danzando y amenazando con ojivas nucleares en su «villa miseria nuclear» de Pyongyang?
En primer lugar, los movimientos militares nucleares del régimen norcoreano son monitoreados al segundo por los sistemas de vigilancia satelitales, tanto rusos, chinos como occidentales, y posiblemente Kim Jong-il no alcanzaría a apretar el gatillo sin que antes reciba una respuesta nuclear demoledora de los barcos, aviones y submarinos USA estacionados en Corea del Sur.
En segundo lugar, en su estrategia calculada de «amenazar para negociar», Kim Jong-il y su régimen se resisten a desmantelar efectivamente sus centrales nucleares y a revelar su armamento estratégico (la única herramienta disuasiva con que cuenta) como le exige EEUU.
Como reclamo de fondo, lo que busca Corea del Norte es un acuerdo global que le garantice ayuda financiera, energética y alimentaria y que se le reconozca un status aceptado en el club de las potencias nucleares.
Ese acuerdo es inviable: Ni Rusia ni China (supuestos protectores del régimen de Pyongyang), además de EEUU y sus aliados de la UE, quieren una Corea del Norte nuclearizada que rompa el statu quo atómico establecido por las potencias capitalistas del «club nuclear» que controlan el Consejo de Seguridad de la ONU.
Las posiciones son irreductibles: Si bien Corea del Norte no puede disparar una sola ojiva nuclear sin suicidarse, ni EEUU ni las potencias pueden terminar con su arsenal nuclear sin destruirlo por la vía militar.
Y para destruir el arsenal y las centrales nucleares norcoreanas sólo existen dos vías: Un ataque con misiles nucleares o una invasión militar.
Ninguna de esas opciones son válidas: La destrucción nuclear de Corea del Norte (por razones obvias) no está en la agenda de EEUU y de las potencias, y una invasión militar (seguramente con la oposición de Rusia y de China) equivaldría a desatar un conflicto regional de costo impensable para el Imperio y sus socios de las potencias sionistas.
La amenaza norcoreana de atacar Corea del Sur generó una inmediata tensión militar en la península y desató mecanismos de alarma mundial y regional que no había conseguido con el lanzamiento de 4 misiles en 72 horas.
La hora del desenlace
Las nuevas sanciones pondrían la soga al cuello a Norcorea, cuya población padece una crisis y una hambruna sin precedentes, principalmente como consecuencia del bloqueo económico de Europa y EEUU, mientras que las relaciones económicas con el resto del mundo son mínimas y el país subsiste recibiendo ayuda alimentaria de la ONU.
Por lo tanto al régimen de Kim Jong-il se le acaba el tiempo: Si no genera una acción disuasiva creíble en el corto plazo que obligue a EEUU a otorgarle nuevas concesiones en una mesa de negociación, su supervivencia interna estaría comprometida.
En el escenario de enfrente, las potencias de la ONU hasta ahora se mostraron indiferentes a los «ensayos» misilísticos de Pyongyang y no presentan signos de estar dispuestas a entablar negociaciones con el régimen norcoreano sin garantías verificables del desmantelamiento de sus centrales nucleares y la entrega de sus ojivas atómicas.
De cualquier manera, y desde el punto de vista estratégico, parecería que no existe salida militar viable (ni para las potencias ni para Pyongyang), pero nada descarta que en las próximas horas o días, la situacion de tensión derive enfrentamientos militares en la frontera.
El conflicto parece haber llegado a un punto donde se hace inevitable un desenlace militar (por enfrentamiento directo o por escalada) que impulse y justifique nuevas negociaciones entre las partes.
Un conflicto armado convencional en la península coreana abriría un nuevo frente de guerra que a EEUU ‑acosado por la crisis económica y desgasstaado por las ocupaciones militares- se le tornaría muy difícil de sobrellevar.
Ese precisamente, puede ser el talón de Aquiles (a nivel disuasivo) que explote el régimen de Pyongyang (para obligar a EEUU a negociar) realizando alguna provocación por medio de alguna escaramuza con escalada militar en la frontera con Corea del Sur.
Además, por el entrelazamiento comercial (a nivel de importación y exportaciones) que mantiene Corea del Sur con el eje China-Japón-EEUU, cualquier proceso desestabilizante en su economía (como puede ser una batalla militar en la frontera) se convertiría en una crisis de alto impacto en los mercados internacionales.
Los expertos miran hacia la frontera que separa a Norcorea de Corea del Sur.
En ese tablero, Kim Jong-il y las potencias del «club nuclear» podrían encontrar una nueva «salida transitoria» negociada.