Hoy está conmigo y con ustedes, en el programa, uno de los más grandes artistas plásticos, el rey de la colagrafía en Cuba, grabador, pintor, escultor, bueno, es que él lo ha hecho todo y además, es una de las más maravillosas personas que he conocido en mi vida, Eduardo Roca, más conocido por el público y por la firma de sus cuadros como Choco. Bienvenido, Chocolate. Muchas gracias por aceptar estar aquí conmigo. ¿Qué significa para ti especialmente, y para tu generación, Servando Cabrera Moreno?
Choco. La vida, yo creo. Servando, no fue de mis primeros maestros, fue de mi segunda generación de maestros, fabuloso, y que entró profundamente en mi cuerpo y alma, no solamente mía, sino de mi generaciónen total. Nos influenció, nos amó y por tanto pienso que dejó bien firme su obra y que nosotros fuimos, yo pienso, buenos hijos suyos y que hemos continuado con mucho amor.
Amaury Pérez. En tu casa nueva, que está en mi barrio, hay un cuadro inmenso, que preside el gran salón, es como el custodio de la casa, es un cuadro de Servando, ¿cómo llegó a ti?
Choco. Tiene una historia tremenda.
Amaury Pérez. Adelante.
Choco. Primeramente yo vivía en un apartamento en el que vivió Rafael Paneca, mi gran amigo, que formó parte de una frase que nosotros la hemos llevado siempre encima, Los Cuatro Jinetes dela Apocalipsis: Rafael Paneca, Edmundo Orozco, Ernesto García Peña y yo. Ese cuadro presidió siempre ese apartamento. Después Paneca permutó y ese cuadro como pertenecía a él, se fue.
Siempre, nosotros, en mi casa, mi familia, mis hijos, mi esposa, pensábamos que ese cuadro tenía que volver y volvió, no recuerdo bien de qué forma. Yo sé que no se fue nunca. Creo que es, además del cuadro de Servando, la Yemayá de mi casa porque preside los tonos azules. Dicen los religiosos, los de la religión afrocubana, mis amigos, brujeros, babalaos, que yo soy hijo de Yemayá y por tanto ese cuadro tiene que estar en mi casa.
Amaury Pérez. Bueno, normalmente ellos tienen la razón, así que, ¡qué bueno que está en tu casa!
Tú naciste en Santiago de Cuba, eso se sabe, porque cualquiera que averigua de ti sabe que eres santiaguero, y a mi me gusta mucho…
Choco. Y de pura cepa…
Amaury Pérez. Y a mí me encanta Santiago, me encantan los santiagueros. Ahora, ¿en qué barrio de Santiago de Cuba tú naciste?
Choco. Nací en un barrio de Santiago de Cuba, que pudiera haber sido como el barrio aquí en La Habana, que se llamó…
Amaury Pérez. ¿Las Yaguas?
Choco. Las Yaguas. Y mi barrio se llamó La Manzana de Gómez.
Amaury Pérez. ¡Dime tú, La Manzana de Gómez! ¿Así se llamaba el barrio?
Choco. ¡Así mismo!
Amaury Pérez. ¿Pero todavía se llama? ¿Todavía existe ese barrio?
Choco. No. Cuando la Revolución triunfó, recuerdo que una vez, Fidel, en los años 60 ó 61, se apareció en Santiago, a ese barrio, y lo liquidó e hizo el barrio de Vista Alegre Nuevo, porque en Santiago hay un Vista Alegre, que es el viejo que era donde vivían los tipos millonarios, ¡fíjate tú!
Amaury Pérez. Hizo entonces un Vista Alegre nuevo.
Choco. Un Vista Alegre nuevo, precioso, un barriecito precioso.
Amaury Pérez. ¿Pero tu casa no era una casa mala? Tu papá tenía un buen trabajo.
Choco. Mi papá era jefe de obra. Bueno, cuando mi padre muere, yo era muy chico, muy chico, tendría un año, pero sí sé que la gente del barrio, los amigos de él, hablaban siempre, han hablado siempre cosas muy lindas y me ha hablado mi mamá y todos han hablado cosas muy sabrosas de mi papá. Por tanto creo que era una de las pocas casas que estaban hechas…
Amaury Pérez. Como se deben hacer.
Choco. Pero bueno, como el barrio se destruyó completico…
Amaury Pérez. También se fue la casa esa.
Choco. También se fue esa casa.
Amaury Pérez. Ahora, ¿Cuántos hermanos son ustedes, Choco?
Choco. Un mogollón, como dicen los españoles. (RISAS). Somos once hermanos.
Amaury Pérez. Tú. ¿Qué lugar ocupas en el escalafón ese de los once?
Choco. Soy, de los varones, el tercero. Éramos cuatro hombres y siete mujeres.
Amaury Pérez. Una gran familia.
Choco. Era casi un ejército.
Amaury Pérez. ¿Cómo tú mamá se las arreglaba para manejar ese ejército?
Choco. Mi mamá, yo creo que era una campeona. Una mujer con una fuerza tremenda, una mujer fuerte. Recuerdo que a veces cuando salíamos, ella parecía la hermana de mis hermanas, porque ya en aquella época las hermanas mías tenían unos cuantos años.
Fue una mujer muy fuerte que tuvo que lavar y planchar para la calle, para podernos criar. Creo que era una mujer con muchas habilidades, e hizo una pequeña tiendita, que tenía un bar. Entonces todo el familión éramos los que nos ocupábamos de la tiendita.
Recuerdo que yo tendría como 8 ó 9 años y me ponían en una mesita, como especie de un banquillo, a despachar. Con eso cogí mucha habilidad en matemáticas y mis hermanas eran las que un poco se ocupaban del barcito que estaba al lado. Imagínate, en un barrio como ese también, los individuos que iban a tomar un trago allí, se ponían un poco pesados. Había una vitrola que ponía mucha música mexicana y había una cultura de música mexicana increíble. Miguel Aceves Mejías…
Amaury Pérez. ¡Hay un grupo de mariachis santiagueros importantes!.
Choco. Sí. Uno de esos muchachos que después creó ese grupo de mariachis es mi amigo. Bertha Zuno, la mexicana y Pancho, el comandantedespués mantuvieron con mucha fuerza ese grupo.
Amaury Pérez. ¡Cómo no, y los llevaron a México y todo!
Choco. Parecían auténticamente mexicanos, imagínate tú un negro con el sombrerote grande así tocando el violín como si fuera uno de los mexicanos, bueno sería haber escuchado tanta música mexicana de niños.
Amaury Pérez. Tú sabes Choco que yo, desde que te conozco y te conozco hace como 40 años, siempre cuando pienso en ti, cuando veo tus cuadros, incluso los que hay en mi casa, que hay dos, yo miro y veo los cuadros, pero siempre pienso en tu sonrisa, es decir, en una persona que siempre se está riendo, que siempre está buscando ese lado de la vida por el que vale la pena sonreír y ahora que me hablas de tu barrio, lo que tú me estás contando es como para que tú estuvieras siempre serio. ¿Cómo eran tus juegos de niño? ¿Qué cosas hacías en el barrio, que nos han revelado después la gran alegría que tu tienes de vivir?¿cómo era la atmósfera en tu barrio?
Choco. Nosotros jugábamos mucho a los escondidos, veíamos cómo la gente tocaba rumba allí en la esquina, y los borrachines hacían una rueda allí y tiraban los níqueles (monedas de diez centavos) para reunir dinero para tomar. Y nosotros veníamos, como chamacos así, veníamos por detrás a llevarnos algunos níqueles, algunos kilitos, y así. Todos los días tratábamos de inventar algo.
Amaury Pérez. Y ¿quién descubre que tú pintabas?
Choco. Una maestra mía.
Amaury Pérez. ¿Pero de primaria o de secundaria?
Choco. De primaria.
Amaury Pérez. De primaria.
Choco. Ella, las pocas veces que nos hemos visto, se pone muy orgullosa, muy contenta. Como uno siempre ahora está muy enredado, yo quería un poco acercarla. Últimamente no sé en qué estado está, ni dónde está; si sigue en Santiago, si sigue dando clases…
Amaury Pérez. Ya debe ser una persona mayor.
Choco. Sí, pero no tanto. A lo mejor este programa ayudaría…
Amaury Pérez. …a que ella apareciera, ¿no?
Choco. Apareciera y me escribiera.
Amaury Pérez. Bueno, va a salir una dirección a donde se puede escribir al programa. Así que ahí se sabrá. ¿Pero ella lo descubrió porque tú te entretenías en el aula pintando?
Choco. Sí, todas libretas estaban llenas de dibujos y, en fin, tú sabes que a veces uno se entretiene y uno a veces no se quiere aburrir en una clase y como tú…yo siempre digo que todo el mundo tiene dentro un pintor y lo desarrolla ahí, en esa mesa. A mí me da mucha gracia Fabelo, por ejemplo, como en reuniones se pone a pintar, a dibujar y está siempre dibujando. Ya eso no lo puedo hacer, no puedo dibujar, no puedo trabajar muchas veces cuando estoy fuera de Cuba, cuando estoy fuera de La Habana. Tengo que estar por ahí, hablando con la gente, viendo cómo caminan, cómo cocinan…
Amaury Pérez. No pintas, fuera de Cuba no pintas.
Choco. No puedo, pocas veces lo he hecho. Tengo que nutrirme de todo eso y después, cuando llego a La Habana; que realmente te digo que La Habana me encanta. Es el lugar donde quiero siempre estar, donde quiero siempre hacer mi obra.
Creo que mi vida, por lo general, ha sido aquí en La Habana. Santiago para mí, es la vida, y creo que lo conocí con mucha fuerza cuando fui a ser maestro de la escuela José Joaquín Tejada, en Santiago. Santiago está siempre dentro de mí.
Amaury Pérez. ¿Eso fue cuando el servicio social, no?
Choco. Sí. Estuve dos años allí trabajando y realmente conocí Santiago con mucha fuerza.
Amaury Pérez. Ahora, esta maestra te lleva entonces a una convocatoria, según tengo entendido, porque te tiene que haber llevado a algún lado para que de ahí, tú puedas venir a La Habana.
Choco. Sí. Eso salió en el periódico y me dijo: Mira tú que siempre estás garabateando ahí, ¿por qué no haces esa prueba?
Amaury Pérez. ¿Era para Instructores de Arte?
Choco. Para Instructores de Arte y ahí hice las pruebas. Un día llegó un telegrama, dice que me habían aceptado y vine para La Habana solo.
Amaury Pérez. ¿Pero todo eso fue a espaldas de tu mamá?
Choco. Bueno, te puedo decir que mi mamá me apoyó muchísimo, que en aquella época eso era muy complicado, que un negro vaya a estudiar las artes, la gente piensa en otra cosa. Ahora no, ahora todo el mundo, de cualquier color, quiere estudiar arte. (RISAS)
Pero en aquella época eso era muy complicado; y eso que yo no iba a estudiar ballet, si llego a estudiar ballet, a lo mejor mi familia me hubiese cogido y me hubiese ahorcado en la puerta de la casa (RISAS)
Amaury Pérez. Choco, ahora yo tengo una imagen así, veo a ese niño, no sé de qué edad, 12 ó 13 años, que se monta en una guagua en Santiago de Cuba y se baja con una maletica de madera en la Terminal, con un telegrama en la mano y llega aquí, a La Habana, solito.
Choco. Te puedo hablar con mucha fuerza de esa faceta, porque para mí fue una cosa muy extraña. Mi mamá me dio una maletica de palo, de rayitas, un suetercito y cinco pesos. Vine en una guagua Camberra, de esas impresionantes que habían en Cuba. Yo estaba impresionado en aquella guagua y nunca me bajé hasta que no llegué a La Habana.La guagua iba parando en diferentes lugares para orinar, descansar o comer. Y cuando llegué aquí a La Habana, a mí parecía como si hubiese llegado a Nueva York, porque todos aquellos edificios grandotes eran impresionantes para mí, recuerdo que un señor, taxista, me montó en su taxi. Yo le enseñé el telegrama y me dijo: ¡ah sí, te llevo! Me montó en su taxi y cuando pasamos por el cementerio, me dijo: ¿tú debes venir con mucha hambre? Creo que me dio con un palo en la cabeza, porque era exactamente lo que yo tenía. Dobló y paró en la cafetería La Pelota, que en aquella época era una cosa impresionante, con unas luces increíbles, con unos bates y tenía unas fotos de peloteros. Él me invitó, el taxista me invitó.
Amaury Pérez. ¿Te acuerdas a qué te invitó?
Choco. El taxista me invitó a comer, a merendar y me dio un sándwich. En aquella época a ese sandwich que le llamaban “ladrillo”, porque era una tonelada de carne y un trocito de pan así, un sandwich grandísimo, con una latica de jugo. Después me llevó a la escuela, que era en el Hotel Comodoro.
Amaury Pérez. ¿La Escuela de Instructores de Arte estuvo primero en el Hotel Comodoro?
Choco. La escuela de Artes Plástica estaba en el Hotel Comodoro y allí estaba también parte de la gente de música y parte de la gente de teatro.
Amaury Pérez. ¿En qué año sería eso más o menos, Choco?
Choco. En el 62, 63. Me acuerdo que en los primeros meses lloré muchísimo, ¡imagínate!, tenía 13 años, solo, primera vez que me separaba de la familia, pero ya después me fui aclimatando. La gente me cuidaba mucho. Había un compañero mío santiaguero que hace poco me llamó de allá de Santiago, Francisco Revé y toda esta gente que eran mayores y que estaban ahí cuidándome, me pusieron a mí Chocolate. Ahí me pusieron Chocolate y yo cogí mucho gorrión porque, ¡coño!, no me gustaba que me dijeran Chocolate. Y Chocolate para arriba, Chocolate para abajo, hasta el punto de hoy que ya no me acuerdo como yo me llamo. A esta altura, mi mamá, mis hijos, todo el mundo me dice Choco.
Amaury Pérez. ¿Tú mamá también te dice Choco?
Choco. Sí, mis hermanos, todo el mundo y en Santiago de Cuba me decían “Pie” (pay).¡Parece que tengo que ver algo con la dulcería, chico, es una cosa tremenda…! (RISAS)
Amaury Pérez. Entonces, ¿te gradúas de Instructores de Arte y qué, ¿vas para la ENA de maestro?
Choco. No. Me gradúo en la escuela de Instructores de arte y tenía que ir a hacer el servicio social, porque eso era lo que decía el proyecto para ser instructor. Pero no tenía la edad suficiente.
Amaury Pérez. Eras muy niño todavía.
Choco. No tenía edad suficiente para obtener una plaza laboral. Creo que eso fue lo que nos salvó a este grupo de gente, que fuimos directo a la Escuela Nacional de Arte sin hacer pruebas. Luego que me gradúo, en el año 70es que voy a ser maestro en la escuela, allá en Santiago de Cuba.
Amaury Pérez. Y después ya vienes para La Habana.
Choco. Ya vine para La Habana a ser maestro.
Amaury Pérez. ¿Estuviste en la escuela de San Alejandro, no?
Choco. Estuve como tres años, después me dieron posibilidad de ser maestro de la Escuela Nacional de Artes, y allí estuve como siete años.
Amaury Pérez. Llega el 78 y el Choco va para Angola. ¿Quiénes eran del grupo que fue para Angola contigo y a qué fueron?
Choco. Nosotros fuimos como asesores culturales del Ministerio de Cultura o del Consejo de Cultura. Era formar escuelas, formar estudiantes. Hicimos mucho trabajo también con algunas delegaciones culturales. Algo parecido así a la UNEAC. Trabajamos en el incipiente Museo de Antropología, que era muy interesante; hicimos diferentes recorridos tratando de formar eso. Fuimos a Dumbo, a Mosamedes, a muchos lugares en Angola que estaba en guerra.
Amaury Pérez. Todavía el tiro estaba sato en el 78…
Choco. Dificilísimo. Y el grupo estaba formado por Nelson Domínguez, Johannes…
Amaury Pérez. ¿Johannes de danza, no?
Amaury Pérez. Sí. Era un grupo grande, ¿estaba Joaquín Betancourt?
Choco. Joaquín va después, junto con Gloria. Este es un grupo que viene un poco a sustituirnos a nosotros.
Amaury Pérez. Sí, pero están un tiempo juntos.
Choco. Estuvimos juntos un tiempecito que fue maravilloso.
Amaury Pérez. Además había dos personas ahí que estaban solteras, nada más que dos, que eran tú y Gloria. ¿Cómo fue ese encuentro con Gloria? Yo le quiero decir a los televidentes, como este programa no tiene graficación, que Gloria es una de las mujeres más dulces que he conocido en mi vida y una de las mulatas más bellas, el rostro más bello de esta Habana, lo tiene Gloria. ¿Cómo fue que tú pudiste conquistar a ese monumento de mulata?
Choco. Gloria me conocía a mí, dice, porque yo era maestro de la escuela, y ella era estudiante. En fin, ella empezó a decir montones de cosas, porque, mira, el Choco es un tipo tan feo, imagínate tú y al final, nos empatamos ¿Cómo fue? Tú sabes como dice eso, como son las cosas cuando son del alma, aconteció. Creo que todo vino como debía venir.
Amaury Pérez. ¿Tú te enamoraste enseguida de ella?
Choco. Nos enamoramos, nos vimos, nos hablamos y…
Amaury Pérez. …Hasta hoy.
Choco. Tenemos una familia, una familia bien bonita.
Amaury Pérez. Ahora, fíjate qué curioso. Cuando tú me dices eso, pienso de repente en los grandes momentos de tu vida, y pienso: una maestra, un taxista, África, Gloria, o sea, como hay una secuencia, ¿no?¿Cómo tú ves ahora a Gloria?, cómo es ella, tu compañera, la persona que más te defiende en el mundo, la que más te protege nadie te protege como Gloria.
Choco. Gloria. Yo heestado muy lejos de la familia por trabajo, a veces, porque no teníamos donde vivir y he estado a veces solo, después he estado viviendo en diferentes casas, de amigos… y de ahí, poco a poco, he ido haciendo un grupo de gentes, un grupo de amigos, vecinos y siempre la familia. Creo que eso ha sido profundo en mí y para mí, porque sin eso hubiera sido imposible hacer la obra. Gloria es una mujer dura, a veces difícil, pero al final se cuadra como dice la gente. (RISAS)
Amaury Pérez. A mí me parece la mujer más dulce del mundo. Eso de difícil lo dejo para tu matrimonio, conmigo ha sido siempre una princesa.
Tus hijos estudian música ¿ninguno es artista plástico?
Choco. No, yo no quiero competencia en casa (RISAS). Si quieren que le hagan competencia a su mamá, que es la músico. Sandro es músico, está estudiando percusión, buenísimo, vago, como todos, creo que puede que desarrolle un gran talento pero es como todos nosotros.
Siempre dicen: ¡Mira tú, Amaury es tremendo cantante, pero cuando era chama era tremendo descarado y era no sé qué más y no iba a la escuela! (RISAS)A la mayoría de los famosos le ha pasado eso. El Tosco era un tipo increíble. Recuerdo que El Tosco era una cosa impresionante. Y ahora tú dices: ¡coño, qué clase de músico!
Amaury Pérez. Habría que crear una escuela para desaprender.
Choco. Así mismo, pero bueno, parece que eso es parte de las reglas.
Amaury Pérez. ¿De qué se graduó Gloria?
Choco. De dirección coral.
Amaury Pérez ¿Y la ejerce?
Choco. La ejerce, aunque ya últimamente lo que está es apoyándome y hace de vez en cuando, como consejera de grupos de muchachos, de corales, de cantantes. Ella ha ayudado mucho a gentes que hoy son grandes músicos como Lazarito Valdés (Bamboleo), Mayito (Van Van). Yo creo que es una gran maestra.
Amaury Pérez. Espero que también te sirva de educadora en tu propia casa.
Choco. Si.
Amaury Pérez. Porque además es la diseñadora de tu casa nueva.
Choco. Sí, ella es medio arquitecta.
Amaury Pérez. Ahora, vamos a ir de lleno a una cosa que se llama la Colagrafía. ¿Qué cosa es esa técnica? Porque eso es una técnica…¿de dónde sale?
Choco. Chico, la colagrafía es una técnica de grabado, muy contemporánea, surge por la década del 50, la crea un norteamericano de origen francés, de apellido Goethe, que ahora no recuerdo su nombre. En los años 80, nosotros empezamos a trabajar aquí, y yo fui uno también de los primeros. Ahí estaba Alfaro, Oscar Carballo…
Amaury Pérez. ¿Aquí en el Taller de Gráfica de La Habana?
Choco. Sí, y también en Santiago de Cuba, pero la técnica no era universalmente conocida.
Amaury Pérez. Pero, ¿qué incluía? ¿Aquellas cosas que ustedes hacían que tenían trapos y sogas y madera, y todo mezclado en el grabado?
Choco. Te voy a explicar, porque es parte de eso. Después ya empiezo a trabajar inventando, porque viene el período especial, y esa técnica entonces viene como anillo al dedo. No hay que usar grandes recursos.
Recuerdo que mandaba a la gente que trabajaba conmigo a buscar por ahí lo que encontraran, entonces estaban los planes tarecos e íbamos por la calle recogiendo cosas, metidos en los latones de basura, y la gente nos gritaba buzos, cuando estábamos buscando cosas para hacer texturas. Ahí encontré cosas que botan mucho las viejitas, sobrecamas, que tienen unos tejidos maravillosos.
Amaury Pérez. Los mantelitos de las abuelas.
Choco. Exacto, pedazos de blue jeans, playwood, que cuando tú lo metes en agua salen las tiras que tienen una textura maravillosa. Todo esto empiezas en una matriz a pegarse y a componer, a conformar tu obra. Eso te da una textura maravillosa, te da una imagen increíble, que no la notas hasta que no la imprimes.
Siempre que yo imprimo una colagrafía es un misterio. Cuando la sacas y la ves tú siempre haces ¡¡Ay!! te quedas asombrado, cada vez que haces una. No me aburro, porque aquí no hay que medir, aquí no hay que contar, es experimentar.
La colagrafía, a veces se confunde con la litografía en muchas cosas. La colagrafía en muchas cosas se confunde con el grabado en metal, porque hay cosas que salen como si hubieses trabajado con esos otros procedimientos del grabado. Es un procedimiento muy contemporáneo.
Amaury Pérez. ¿Pero no se aceptaba mucho en los concursos?
Choco. No estaba aceptada en aquellos años.
Amaury Pérez. ¿Qué pensaban, que era una cosa menor, que era un arte menor o no lo comprendían?
Choco. No sé. No concursaba. Después empecé a hacer diferentes cursos en España, Japón, en el propio Estados Unidos hice varios cursos en diferentes universidades.
Y aquí había gente maravillosa, como Belkis Ayón, por ejemplo, que desarrolló con mucha fuerza la colagrafía sin utilizar color. Lo hacía en blanco y negro y le daba una riqueza de grises impresionante.
A veces me llamaban de otros lugares diciéndome: ¡Óigame, usted que inventó la colagrafía! ¡No, no, ojalá que hubiese sido yo! Lo que pasa es que como había período especial aquí, yo inventaba cualquier cosa, todo lo que aparecía, que pudiera darle vida a eso, lo usaba.
Cogía arena. Hasta un día fui a buscar arena allá a las playa del este, con mi impresor y cuando estábamos allí cogiendo con una bolsita, llegó un policía y: ¡oiga, que usted no puede coger arena! ¡Ven acá, mi hijo, si lo que quiero es una bolsita!
Amaury Pérez. Sí. ¡No voy a hacer una playa en mi casa!.
Choco. Hasta la arena del mar se puede utilizar para hacer millones de cosas con la colagrafía, es una técnica, un procedimiento muy dócil, muy suave.
Amaury Pérez. Y natural.
Choco. Sí, te da unas posibilidades increíbles.
Amaury Pérez. Pero la gente aquí no te conocía mucho. Aquí no era demasiado reconocida esa técnica hasta que te dan el premio en Japón.
Choco. Sí. Ya casi no hacía otra cosa que la colagrafía. Lo que pasa es que el premio de Japón vino a poner la tapa al pomo.
Fui a Japón a recoger el premio y después tenía que dar unos cursos en Filadelfia, a trabajar en Filadelfia con otra gente, iba Belkis Ayón, en fin.
Fui a Nueva York a un taller donde trabajé con uno de los artistas y de los impresores más grandes que tiene Estados Unidos. Él ya estaba viejito y habían cambiado a mucha gente. Fui al taller y pregunté por Black y me dicen: no, Black está muy enfermito, no está viniendo. Estaba hablando con un puertorriqueño y me dice: ¿Y tú de dónde eres? Le digo: yo soy cubano. Me dice: ¡Ah, oye, los cubanos están haciendo montones de cosas interesantísimas. Allá hay un cubano que ganó un premio muy importante en Japón, que vi en la prensa, un tal Coco, Choco! Yo me quedé así mirándolo y le digo: ¡Ah, mira, soy yo!, él se quedó como si yo le estuviera diciendo una mentira.
Bueno, creo que esto continúa, acabo también de venir de Estados Unidos, porque la Universidad de Carolina del Norte me pidió hacer un curso sobre este procedimiento. Allí fue muy interesante y creo que si las situaciones no se ponen difíciles, podemos establecer un intercambio de estudiantes, que de hecho se está haciendo, de estudiantes, de artistas, que vengan y que vayan. Creo que los norteamericanos, los buenos norteamericanos piensan cosas muy interesantes sobre nosotros y creo que nunca nos han quitado la visión de que en Cuba se están haciendo y que hay muy buenas cosas por hacer.
Amaury Pérez. Ahora, tú sientes, Choco, cuando tú estás solo, cuando no está Gloria ni están los muchachos, ni están los amigos y yo sé que eso es una de las cosas que más tú adoras, estar con tus amigos. He participado alguna vez, más de una vez en esas reuniones y sé que esa es una de las cosas que tú disfrutas.
Pero ¿tú has tenido, dentro de Cuba, por ejemplo, todo el reconocimiento que merece tu talento, tu tenacidad y tu trabajo?
Choco. Mira, no sé si falta un poquito más pero lo que sí te puedo decir de corazón, es que la gente, la gente de pueblo, el cubano común y corriente, como se dice, me reconoce, me mima y me dice muchas cosas lindas y yo siento que ese es el reconocimiento más grande que a lo mejor yo merezca.
Amaury Pérez. Estoy acercándome a la curva final de la entrevista. En tu obra, que la conozco bien, hay la sensualidad de tu raza; seres con grandes labios, muchos elementos religiosos, de la cultura ancestral cubana de la que viene de África. ¿Tú eres una persona religiosa?
Choco. Soy religioso con los hombres. No me gusta que me digan mentiras, no quiero que le digan mentiras a la gente. Respeto muchísimo lo que se llama religión en sí.
Creo que los hombres tienen que creer en algo, si no en los vivos, en los muertos, o en lo que sea. Pero yo no estoy en ninguna religión, me gusta hablar con los balalaos, con los espiritistas; que me miren, que me digan. A veces siento que hay cosas muy misteriosas porque he visto eso en África, en Haití, en Brasil, porque he estado allí. He visto eso de otra forma en algunos pueblos españoles, creo que el hombre piensa en eso.
Yo lo pongo en mi obra porque detrás de la puerta de cada casa, hay algo, un amuleto, cualquier cosita para espantar los malos espíritus. Porque además, la religión afrocubana, yo digo que es la religión cubana, como todos nosotros los cubanos, es parte de nuestra cultura, es parte de nuestra vida, y por tanto, la tengo que reflejar en mi obra de una forma u otra, porque lo he visto en mi casa, lo he visto en mi familia, lo he visto en mis amigos, que con fervor algunos creen en eso y lo practican, entonces eso merece un respeto.
Amaury Pérez. Bueno, igual que hay musulmanes, católicos, religiosos afrocubanos de todas las tendencias, espiritistas. Para terminar ¿tú crees que ser cubano es una religión?
Choco. Yo pienso que sí, y fuerte.
Amaury Pérez. Vamos a creer en ello. Te quiero mucho.
Choco. Igual.
Amaury Pérez. Muchas gracias por haber venido.
Choco. ¡Coño, gracias por invitarme!