El frente español del PSOE-PP, convenientemente orientado por el equipo del sr. Rubalcaba, tenía el calendario escrupulosamente elaborado. Una vez reducido el problema político de Euskal Herria, ante una parte importante de la opinión pública, a simple problema anti-terrorista, había que promover la ilegalización de la izquierda abertzale. Y tras el consiguiente pucherazo electoral, han logrado alcanzar al fin la mayoría en el Parlamento vascongado. Una vez eliminada la oposición política más importante, procedía a iniciar una campaña sin parangón para impulsar la rápida y segura asimilación de las «provincias del norte» a las esencias españolas, en la línea de la desvasquización seguida en los últimos diez años en Nafarroa y utilizando para ello la tergiversación en EiTB y el adoctrinamiento en la escuela. La segunda fase de esta rápida «reconquista ideológica» consistiría en aplicar el mismo esquema del «frente español» en las diputaciones y cuantos ayuntamientos puedan para posteriormente proceder a rematar el proceso de integración de la mayoría de la población vasca. Ésa es la agenda de Rubalcaba.
La valiente iniciativa promovida de manera unilateral por parte de la izquierda abertzale de impulsar ‑en momentos realmente difíciles pero claves en el devenir de Euskal Herria- un proceso democrático que abrirá un nuevo ciclo político, les ha cambiado su calendario. Una vez encarcelada la gran mayoría de los dirigentes de los distintos organismos del amplio espectro de la izquierda abertzale, los partidos que configuran el bloque españolista no contemplaban la posibilidad de una reacción de tanto calado por nuestra parte. Daban por sentado que no habría capacidad de iniciativa y menos de una propuesta de tanto alcance. Con nuestra iniciativa, la agenda de Rubalcaba ha quedado gravemente trastocada.
Estaban seguros de gozar de varios años para llevar adelante el plan de «reconquista ideológica» de las tierras vascas. Su sorpresa fue mayúscula cuando las fuentes policiales les informaron, a finales de verano, de que, a pesar de todas las medidas adoptadas, había un plan muy avanzado que en caso de llevarse a cabo les distorsionaba completamente lo diseñado por su parte. Alarmados, dieron órdenes expresas a la judicatura pertinente para cortar de raíz dicho proyecto. Y así procedieron a la redada del 13 de octubre con la detención y encarcelamiento de Arnaldo, Rafa, Sonia, Arkaitz y Miren, seguido a los pocos días de una nueva razia contra 36 jóvenes que formaban parte de organizaciones juveniles. Parece que pensaron: encarcelada la mayoría de los promotores y supuestos dinamizadores, el plan fracasará.
No contentos con los encarcelamientos, el sr. Rubalcaba impone en los medios de comunicación la directriz de silenciar la propuesta de la izquierda abertzale. Medida que se complementa con una orientación cursada a todos los partidos políticos para que ninguneen nuestra iniciativa política con valoraciones negativas o evitando cualquier tipo de opinión positiva. Y en caso de que alguien se saliera del guión, como ha sido el caso de EA, se les ejerce una presión sin precedentes. Y al mismo tiempo, trata de crear en la sociedad una psicosis de inminentes atentados y supuestos secuestros de ETA. El objetivo es, evidentemente, seguir manteniendo a la opinión pública enquistada en parámetros policiales.
El PP y la derecha española andan especialmente furiosos desde que la izquierda abertzale retomó la iniciativa política con la llamada Declaración de Altsasu. Les produce pánico el camino que nos conduce a un nuevo ciclo político, por lo que ejercen una presión constante ante la opinión pública al objeto de evitar que situemos las claves del enfrentamiento entre Euskal Herria y el Estado español en términos estrictamente políticos y democráticos. Y así, en un intento vano de reventar el proceso y mantener el calendario represivo diseñado contra nuestro pueblo, sin vergüenza alguna una y otra vez sentencian: «la izquierda abertzale no va a estar en las próximas elecciones».
Actúan como si fueran la personificación de la democracia y ellos marcaran las reglas de juego. Como si fueran al mismo tiempo el parlamento, el gobierno y los jueces. Es decir, desde un descarado planteamiento totalitario. Y así, hoy dicen que para presentarse a las elecciones tenemos que condenar a ETA, mañana que no podemos mientras no desaparezca ETA y pasado mañana que no es posible participar porque no hemos pedido perdón a determinadas víctimas. Y claro, algunos medios de comunicación subrayan dichos titulares obviando que quienes hablan de esa manera nunca han condenado los crímenes franquistas y, no contentos con burlarse de sus víctimas, siguen persiguiendo a sus hijos y nietos.
Rubalcaba marca la agenda, pero es tan calcada a los intereses del PP que da la impresión de que son los populares los que tienen la batuta. Ante cualquier requerimiento de Mayor Oreja, Basagoiti o Barreda, corren los del partido socialista a dar una nueva vuelta de tuerca. ¿Que Mayor Oreja ‑nervioso ante la declaración realizada en Bruselas por los observadores internacionales en favor del proceso impulsado por la izquierda abertzale- muestra su preocupación…? El Gobierno de Zapatero les promete endurecer la ley para ilegalizar partidos y poner dificultades ante las próximas elecciones. ¿Que Basagoiti pone el grito en el cielo porque a Rafa Diez le han concedido la libertad provisional o a Otegi le han trasladado a Martutene para poder visitar a su padre gravemente enfermo, dentro de la más estricta legalidad…? Pues el fiscal recurre la libertad del primero y el ministro del Interior sale inmediatamente a la palestra para tranquilizarles: «Otegi no se quedará en Martutene». Entre los españoles, la sintonía es perfecta.
Evidentemente, en la agenda de Rubalcaba la centralidad no la ocupa la presencia o no de la izquierda abertzale en las próximas elecciones municipales y forales, la agenda tiene un recorrido más largo que las citas electorales. Es una estrategia orientada a la progresiva desaparición de Euskal Herria, para lo cual es fundamental la desactivación global de la izquierda abertzale. Y es por ello que urge elaborar y consensuar con el máximo de fuerzas sociales, sindicales y políticas el camino a seguir y las prioridades a marcar para desbaratar los planes y la agenda marcada desde los servicios de inteligencia de Madrid.
Desbaratar los planes del sr. Rubalcaba significa situar el problema político de Euskal Herria para con el Estado español en claves políticas, en clave de derecho a decidir, en términos de confrontación democrática. Y para ello es necesario elaborar la agenda propia de y para Euskal Herria. En ese sentido, en la izquierda abertzale hemos realizado un debate serio y amplio. Los resultados formulados en el documento «Zutik Euskal Herria» nos indican el camino a seguir. En las encrucijadas es normal que haya dudas, que se tenga miedo a no acertar plenamente. Pero al caminante no le queda más remedio que apostar por uno, el más seguro, el que marca la gran mayoría de los acompañantes. Una vez elegido, no hay otra opción que caminar con fuerza y determinación.
Puesto en marcha el proceso democrático, urge activar la sociedad. Hay iniciativas importantes puestas en marcha, como Independentistak o Adierazi EH, pero todavía son embriones de lo que pueden ser amplios movimientos populares. El Aberri Eguna, a pesar de sospechosos desmarques de partidos que lo habían impulsado en años anteriores, supuso un hito en el camino por aunar fuerzas. Pero todavía la sociedad vasca tiene una actitud de espera, pasiva diría yo.
Y necesitamos ofrecer a todos los sectores populares mecanismos para participar, ser sujeto activo en este proceso tan ilusionante como difícil y costoso. La activación popular de manera plural, amplia e imaginativa es la base del futuro. Impulsar un proceso democrático no es responsabilidad exclusiva de la izquierda abertzale, sino sueño de la sociedad vasca y, por lo tanto, la participación activa de todos y todas es la máxima garantía para el éxito del proceso.