La furia de la fran­ja indus­trial de Esta­dos Uni­dos- Noam Chomsky

El 18 de febre­ro, Joe Stack, un inge­nie­ro en compu­tación de 53 años de edad, se sui­ci­dó estre­llan­do su peque­ño avión con­tra un edi­fi­cio en Aus­tin, Texas, des­tru­yen­do una ofi­ci­na del Ser­vi­cio de Recau­da­ción Fis­cal (IRS, por sus siglas en inglés), matan­do a otra per­so­na y lesio­nan­do a varias más en el acto.

Stack dejó un mani­fies­to con­tra el gobierno que expli­ca­ba sus accio­nes. La his­to­ria empie­za cuan­do él era un ado­les­cen­te que vivía en la penu­ria en Harris­burg, Pen­sil­va­nia, cer­ca del cora­zón de lo que algu­na vez fue un gran cen­tro industrial.

Su veci­na, una octo­ge­na­ria que sobre­vi­vía con ali­men­to para gatos, era la viu­da de un obre­ro meta­lúr­gi­co reti­ra­do. Su espo­so había tra­ba­ja­do toda su vida en las fun­di­do­ras del cen­tro de Pen­sil­va­nia, con­fia­do en las pro­me­sas de las gran­des empre­sas y del sin­di­ca­to de que, por sus 30 años de ser­vi­cio, ten­dría una pen­sión y aten­ción médi­ca duran­te su retiro.

“En vez de ello, fue uno de los miles que no reci­bie­ron nada por­que la incom­pe­ten­te admi­nis­tra­ción de las fun­di­do­ras y el sin­di­ca­to corrup­to (por no men­cio­nar al gobierno) incur­sio­na­ron en sus fon­dos de pen­sio­nes y roba­ron su reti­ro. Lo úni­co que ella tenía para vivir era la segu­ri­dad social”.

Podía haber aña­di­do que los muy ricos y sus alia­dos polí­ti­cos siguen tra­tan­do de aca­bar con la segu­ri­dad social.

Stack deci­dió que no podía con­fiar en las gran­des empre­sas y que empren­de­ría su pro­pio camino, sólo para des­cu­brir que tam­po­co podía con­fiar en un gobierno al que no le intere­sa­ba la gen­te como él, sino sólo los ricos y pri­vi­le­gia­dos; o en un sis­te­ma legal en el cual “hay dos ‘ inter­pre­ta­cio­nes’ de cada ley, una para los muy ricos y otra para todos nosotros”.

El gobierno nos deja con “el chis­te al que lla­ma­mos sis­te­ma de salud esta­dou­ni­den­se, inclui­das las com­pa­ñías far­ma­céu­ti­cas y de segu­ros (que) están ase­si­nan­do a dece­nas de miles de per­so­nas al año”, pues racio­nan la aten­ción en gran medi­da con base en la rique­za y no la necesidad.

Stack remon­ta el ori­gen de estos males a un orden social en el cual “un puña­do de rufia­nes y saquea­do­res pue­den come­ter atro­ci­da­des impen­sa­bles … y cuan­do es hora de que su fuen­te de dine­ro fácil se ago­te bajo el peso de su codi­cia y su abru­ma­do­ra estu­pi­dez, la fuer­za de todo el gobierno fede­ral no tie­ne difi­cul­tad en acu­dir en su ayu­da en cues­tión de días, si no es de horas”.

El mani­fies­to de Stack ter­mi­na con dos fra­ses evo­ca­do­ras: “El cre­do comu­nis­ta: de cada quien según su capa­ci­dad, para cada uno según su nece­si­dad. El cre­do capi­ta­lis­ta: que cada cual dé según su cre­du­li­dad, que cada cual reci­ba según su codicia”.

Estu­dios con­mo­ve­do­res de las zonas indus­tria­les aban­do­na­das de Esta­dos Uni­dos reve­lan una indig­na­ción com­pa­ra­ble entre los indi­vi­duos que han sido des­pla­za­dos a medi­da que los pro­gra­mas cor­po­ra­ti­vo-esta­ta­les cie­rran plan­tas y des­tru­yen fami­lias y comunidades.

Una agu­da sen­sa­ción de trai­ción se per­ci­be en la gen­te que creía que había cum­pli­do su deber con la socie­dad en un pac­to moral con las empre­sas y el gobierno, sólo para des­cu­brir que fue­ron ins­tru­men­tos del lucro y el poder.

Exis­ten seme­jan­zas asom­bro­sas en Chi­na, la segun­da eco­no­mía más gran­de del mun­do, inves­ti­ga­da por la exper­ta de UCLA Ching Kwan Lee.

Lee ha com­pa­ra­do la indig­na­ción y deses­pe­ra­ción de la cla­se obre­ra en los dese­cha­dos sec­to­res indus­tria­les de Esta­dos Uni­dos con lo que ella lla­ma la zona indus­trial de Chi­na: el cen­tro indus­trial socia­lis­ta esta­tal en el nores­te, aho­ra aban­do­na­do por el desa­rro­llo de la zona de rápi­do cre­ci­mien­to en el sudeste.

En ambas regio­nes, Lee encon­tró pro­tes­tas labo­ra­les masi­vas, pero dife­ren­tes en carác­ter. En la zona indus­trial aban­do­na­da, los obre­ros expre­san la mis­ma sen­sa­ción de trai­ción que sus con­tra­par­tes en EE.UU.; en su caso, la trai­ción de los prin­ci­pios maoís­tas de soli­da­ri­dad y dedi­ca­ción al desa­rro­llo de la socie­dad que ellos con­si­de­ra­ban un pac­to social, sólo para des­cu­brir que fue­ra lo que fue­ra, aho­ra es un amar­go fraude.

En todo el país, vein­te­nas de millo­nes de millo­nes de tra­ba­ja­do­res sepa­ra­dos de sus uni­da­des de tra­ba­jo “están embar­ga­dos por una pro­fun­da sen­sa­ción de inse­gu­ri­dad” que engen­dra “furia y deses­pe­ra­ción”, escri­be Lee.

El tra­ba­jo de Lee y estu­dios de la zona indus­trial aban­do­na­da de Esta­dos Uni­dos ponen en cla­ro que no debe­ría­mos sub­es­ti­mar la pro­fun­di­dad de la indig­na­ción moral que radi­ca detrás de la amar­gu­ra furio­sa, a menu­do auto­des­truc­ti­va, hacia el gobierno y el poder empresarial.

En Esta­dos Uni­dos, el movi­mien­to popu­lis­ta lla­ma­do Tea Party –y aun más los círcu­los más amplios a los que lle­ga– refle­ja el espí­ri­tu de la des­ilu­sión. El extre­mis­mo anti­fis­cal del Tea Party no es tan inme­dia­ta­men­te sui­ci­da como la pro­tes­ta de Joe Stack, pero no obs­tan­te es suicida.

Actual­men­te, Cali­for­nia es un ejem­plo dra­má­ti­co. El mayor sis­te­ma públi­co de edu­ca­ción supe­rior del mun­do está sien­do desmantelado.

El gober­na­dor Arnold Sch­war­ze­neg­ger dice que ten­drá que eli­mi­nar los pro­gra­mas esta­ta­les de salud y bene­fi­cen­cia a menos que el gobierno fede­ral apor­te unos 7.000 millo­nes de dóla­res. Otros gober­na­do­res se le están uniendo.

Mien­tras tan­to, un pode­ro­so movi­mien­to recien­te por los dere­chos de los esta­dos está deman­dan­do que el gobierno fede­ral no se meta en nues­tros asun­tos, un buen ejem­plo de lo que Orwell lla­mó “doble pen­sar”: la capa­ci­dad para tener en men­te dos ideas con­tra­dic­to­rias mien­tras se creen ambas, prác­ti­ca­men­te un lema de nues­tros tiempos.

La situa­ción de Cali­for­nia es el resul­ta­do, en gran par­te, de un fana­tis­mo anti­fis­cal. Es muy simi­lar en otras par­tes, inclu­so en subur­bios ricos.

Alen­tar el sen­ti­mien­to anti­fis­cal ha sido carac­te­rís­ti­co de la pro­pa­gan­da empre­sa­rial. La gen­te debe ser adoc­tri­na­da para odiar y temer al gobierno por bue­nas razo­nes: de los sis­te­mas de poder exis­ten­tes, el gobierno es el úni­co que en prin­ci­pio, y en oca­sio­nes de hecho, res­pon­de al públi­co y pue­de res­trin­gir las depre­da­cio­nes del poder privado.

Sin embar­go, la pro­pa­gan­da anti­gu­ber­na­men­tal debe ser mati­za­da. Las empre­sas, por supues­to, favo­re­cen un esta­do pode­ro­so que tra­ba­je para las ins­ti­tu­cio­nes mul­ti­na­cio­na­les y finan­cie­ras, e inclu­so las res­ca­te cuan­do des­tru­yen la economía.

Pero, en un ejer­ci­cio bri­llan­te de doble pen­sa­mien­to, la gen­te es lle­va­da a odiar y temer al défi­cit. De esa for­ma, los aso­cia­dos de las empre­sas en Washing­ton podrían acor­dar la reduc­ción de bene­fi­cios y dere­chos como la segu­ri­dad social (pero no los rescates).

Al mis­mo tiem­po, la gen­te no debe­ría opo­ner­se a lo que en gran medi­da está crean­do el défi­cit: el cre­cien­te pre­su­pues­to mili­tar y el sis­te­ma de aten­ción médi­ca pri­va­ti­za­do com­ple­ta­men­te ineficiente.

Es fácil ridi­cu­li­zar cómo Joe Stack y otros como él expre­san sus inquie­tu­des, pero es mucho más apro­pia­do com­pren­der lo que está detrás de sus per­cep­cio­nes y accio­nes en una épo­ca en que las per­so­nas con ver­da­de­ros moti­vos de que­ja están sien­do movi­li­za­das en for­mas que repre­sen­tan un gran peli­gro para ellas mis­mas y para otros.

Noam Chomsky es pro­fe­sor emé­ri­to de lin­güís­ti­ca y filo­so­fía en el Ins­ti­tu­to Tec­no­ló­gi­co de Mas­sa­chu­setts en Cam­brid­ge, Massachusetts.

Fuen­te: http://​www​.jor​na​da​.unam​.mx/​2​0​1​0​/​0​5​/​0​9​/​i​n​d​e​x​.​p​h​p​?​s​e​c​t​i​o​n​=​o​p​i​n​i​o​n​&​a​r​t​i​c​l​e​=​0​2​8​a​1​mun

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