Las mujeres que murieron, sufrieron y lucharon por sobrevivir en el marco de la represión franquista fueron ayer las protagonistas del segundo aniversario de la inauguración del Parque de la Memoria.
Unas 450 personas se acercaron a este especial paraje de Sartaguda para honrar la memoria de los fusilados en el 36 y para alzar la voz y recordar el lema del parque: «Nunca más y para nadie aquellos horrores». La lluvia, prácticamente presente en todos los actos celebrados en el Parque de la Memoria hasta la fecha, no amilanó el espíritu de los familiares de los represaliados, que emocionados, aplaudieron los diferentes discursos, poemas y canciones que compusieron el acto central.
El primero en tomar la palabra fue Carlos Martínez, coordinador del proyecto del Parque de la Memoria, quien se encargó de incidió en euskera y castellano en que miles de personas fueron «cazadas como conejos» por pensar diferente y luchar por sus ideales. La sartagudesa Luci Moreno Garatea, y los poetas del grupo de Arnedo Miguel Correas y Augusto Olarte pusieron la nota artística con sus poemas sobre la dignificación de las víctimas de la Guerra Civil.
Julio Sesma, presidente de la asociación sartagudesa Pueblo de las Viudas, explicó que «casi siempre hemos estado homenajeando a nuestra gente asesinada en un tono masculino, por lo que este año queremos hablar del sufrimiento doble de las mujeres». «Cuando un marido era fusilado, a parte de sufrir su pérdida, su mujer veía como además le arrebataban tierras y enseres. Pese a las vejaciones a las que fueron sometidas, torturas, violaciones, cortes de pelo, sus aceites de ricino y sus paseos para burla y humillación, nadie les ha pedido perdón, nadie les ha reconocido como víctimas, nadie las ha escuchado e incluso la Ley de Memoria Histórica también se olvidó de ellas», expresaba Sesma. El sartagudés también quiso recordar la historia de mujeres como Maravillas Lamberto o Matilde Landa, asesinadas en el 36.
Del silencio a la voz Raquel Larraondo Navascués, tesorera de la Asociación de Familiares de los Fusilados Navarros en el 36 y nieta del alcalde republicano de Cintruénigo asesinado, Victoriano Navascués, también quiso homenajear con sus palabras a las miles de mujeres para las que «el horror no acabó con el tiro en la nuca y la paletada de tierra en una cuneta escondida». «Los asesinos no se conformaron con acabar con nuestros seres queridos. El horror se trasladó a sus viudas, hijas y madres. Mujeres que se vieron encarceladas en sus propios pueblos y a las que no se les permitía guardar el luto de sus muertos. Y esta es una historia que nosotras, sus hijas y sus nietas, queremos contar. No podemos ser cómplices de ningún silencio. Queremos decirles allí donde estén que su silencio ha dado paso a nuestra voz», apuntaba Raquel Larraondo.
Los cantautores Mitxel y Alicia pusieron el broche final a las intervenciones con la canción Al alba, de Luis Eduardo Aute, entonada por los cientos de asistentes entre lágrimas y aplausos de reconocimiento.