Aralar acaba de celebrar 10 años desde la escisión protagonizada dentro de la izquierda abertzale. Desde entonces el camino andado ha sido significativo, por lo menos en lo referente a las posiciones de algunos de sus máximos dirigentes.
Su dirección sigue insistiendo públicamente en una doble falacia: el único elemento discordante con la izquierda abertzale es la posición entorno a la lucha armada, y la trayectoria de Aralar estos últimos años ha posibilitado el escenario actual.
Sin embargo en el discurso oficial se obvia el alejamiento de cientos de militantes fundacionales. Todos aquellos que de buena fe actuaron creyendo que una decisión como la de hace 10 años fortalecería a corto plazo el proceso de liberación nacional y social.
A la par, la dirección de Aralar se ha caracterizado a menudo por sus declaraciones peyorativas y arrogantes hacia el sector independentista, el mismos que errónamente han pretendido suplantar. En Nafarroa Txentxo Jiménez ha sido un personaje brillante en este sentido, tanto en los teje manejes internos de lucha de poder como en la batalla sin cuartel en contra de la izquierda abertzale (la última perla tuvieron oportunidad de presenciarla las casi doscientas personas que abarrotaban el Hotel Tres Reyes en la mesa redonda organizada por Hamaika Bil Gaitezen, para sonrojo de los propios votantes de Aralar presentes: “esperemos que como consecuencia del proceso democrático las personas de la izquierda abertzale oficial vuelvan a hablarnos, pero poco a poco, para que podamos acostumbrarnos).
Los portavoces de Aralar mienten conscientemente cuando asemejan la práctica política de Aralar a la de la izquierda abertzale: nosotros/as no hubiéramos aprovechado años de ilegalización para copar ciertas instituciones, no tenemos un doble discurso sobre temas sociales en Nafarroa y la CAV como en el caso del TAV, no hemos apoyado a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a escasas fechas de salvajes torturas públicas de la Guardia Civil como en el caso de Portu y Sarasola, no hemos dado nuestro apoyo en el Congreso de Madrid a la inyección de millones de euros a la banca, no hemos estado de vacaciones en el Himalaya durante el curso parlamentario…).
Sin embargo, la sintonía con las bases de Aralar es prácticamente total. En lo social, en lo económico, en lo nacional. Muchos/as votantes y militantes de Aralar se han acercado a las asambleas recientes de la izquierda abertzale. La demanda de cambio político y social y la necesidad de articular el espacio de izquierdas e independentista es compartida. En cambio, la dirección de Aralar habla de compartir mesa y mantel.
La ambición de la izquierda abertzale va mucho más allá. La mesa y el mantel de los últimos treinta años ya no sirven. Son los mismos del verano del 2007. Los mismos en los que se negocian los despidos de la clase trabajadora de Nafarroa y se criminaliza el euskera y la cultura vasca.
La mesa y el mantel los van a poner las clases populares de este país y los partidos políticos debemos estar a la altura de las circunstancias. ¿Zabaleta, Ezenarro, Jimé