I. LAS CARACTERÍSTICAS DE CHINA Y LA GUERRA REVOLUCIONARIA
La tarea central y la forma más alta de toda revolución es la toma del Poder por medio de la lucha armada, es decir, la solución del problema por medio de la guerra. Este revolucionario principio marxista-leninista tiene validez universal, tanto en China como en los demás países.
No obstante, ateniéndose al mismo principio, el partido del proletariado lo aplica de distinta forma según las distintas condiciones. En los países capitalistas, cuando éstos no son fascistas ni están en guerra, las condiciones son las siguientes: en lo interno, no existe el sistema feudal, sino la democracia burguesa; en lo externo, esos países no sufren la opresión nacional, sino que ellos mismos oprimen a otras naciones. Debido a estas características, la tarea del partido del proletariado en los países capitalistas consiste en educar a los obreros, acumular fuerzas a través de un largo período de lucha legal, y prepararse así para el derrocamiento final del capitalismo. Allí la cuestión es sostener una larga lucha legal, utilizar el parlamento como tribuna, recurrir a las huelgas económicas y políticas, organizar sindicatos y educar a los obreros. Allí las formas de organización son legales y las formas de lucha, incruentas (no de guerra). En lo que se refiere a la cuestión de la guerra, los Partidos Comunistas de los países capitalistas se oponen a las guerras imperialistas de sus propios países; si se producen tales guerras, su política se orienta a la derrota de los gobiernos reaccionarios de sus propios países. La guerra que quieren emprender dichos Partidos no es otra que la guerra civil para la cual se están preparando [1] . Pero mientras la burguesía no esté realmente reducida a la impotencia, mientras la mayoría del proletariado no esté decidida a emprender el levantamiento armado y la guerra civil, y mientras las masas campesinas no estén dispuestas a ayudar voluntariamente al proletariado, este levantamiento y esta guerra no deben realizarse. Además, llegado el momento de iniciar tales acciones, el primer paso será ocupar las ciudades y después avanzar sobre el campo, y no al revés. Todo esto es la manera como han actuado los Partidos Comunistas de los países capitalistas, y la Revolución (le octubre en Rusia ha confirmado su justeza.
El caso de China es diferente. La particularidad de China es que no es un país independiente y democrático sino semicolonial y semifeudal, donde no hay democracia, sino opresión feudal, y que en sus relaciones exteriores no goza de independencia nacional, sino que sufre la opresión imperialista. Por o tanto, no tenemos parlamento que utilizar, ni derecho leal de organizar a los obreros para realizar huelgas. Aquí la tarea fundamenta del Partido Comunista no consiste en pasar por un largo periodo de lucha legal antes de emprender el levantamiento y la guerra, m en apoderarse primero de las ciudades y luego ocupar el campo, sino en todo lo contrario.
Cuando los imperialistas no realizan ataques armados contra nuestro país, el Partido Comunista de China, o bien sostiene junto con la burguesía una guerra civil contra los caudillos militares (lacayos del imperialismo), como las guerras en Kuangtung [2] y la Expedición al Norte ocurridas entre 1924 y 1927, o bien se une con los campesinos y la pequeña burguesía urbana para sostener una guerra civil contra la clase terrateniente y la burguesía compradora (también lacayos del imperialismo) como la Guerra Revolucionaria Agraria de 1927 – 1936. Pero cuando los imperialistas lanzan ataques armados contra China. el Partido se une entonces con todas las clases y capas sociales del país que se oponen a los agresores extranjeros, para emprender una guerra nacional contra el enemigo exterior, como la actual Guerra de Resistencia contra el Japón.
Mao en Shensi del Norte, 1936
Todo esto muestra la diferencia entre China y los países capitalistas. En China, la forma principal de lucha es la guerra, y la forma principal de organización, el ejército. Todas las demás formas, como las organizaciones y luchas de las masas populares, son también muy importantes y absolutamente indispensables, y de ningún modo deben ser dejadas de lado, pero el objetivo de todas ellas es servir a la guerra. Antes del estallido de una guerra, todas las organizaciones y luchas tienen por finalidad prepararla, como en el periodo que va del Movimiento del 4 de Mayo (1919) al Movimiento del 30 de mayo (1925). Después del estallido de una guerra, todas las organizaciones y luchas se coordinan de modo directo o indirecto con la guerra. Por ejemplo, en el período de la Expedición al Norte, todas las organizaciones y ludas en la retaguardia del ejército revolucionario se coordinan en forma directa con la guerra, en tanto que aquellas en las regiones dominadas por los caudillos militares del Norte se coordinaron con ella en forma indirecta. Asimismo, en el periodo de la Guerra Revolucionaria Agraria, todas las organizaciones y luchas dentro de las zonas rojas estuvieron coordinadas en forma directa con la guerra, mientras que las de otras zonas lo estuvieron de manera indirecta. v finalmente, en la actual Guerra de Resistencia contra el Japón, todas las organizaciones y luchas en la retaguardia de las fuerzas armadas antijaponesas yen las zonas ocupadas por el enemigo también están coordinadas de manera directa o indirecta con la guerra.
«En China, la revolución armada combate a la contrarrevolución armada. Tal es una de las peculiaridades y una de las ventajas de la revolución china.» [3] Esta tesis del camarada Stalin es enteramente correcta y válida por igual para la expedición al Norte, para la Guerra Revolucionaria Agraria y para la actual Guerra de Resistencia contra el capón: codas éstas son guerras revolucionarias, dirigidas a combatir a la contrarrevolución, y en ellas participa principalmente el pueblo revolucionario. Las únicas diferencias entre ellas son las mismas que existen entre una guerra civil y una guerra nacional, entre una guerra sostenida por el partido comunista solo y una guerra realizada conjuntamente por el Kuomintang y el Partido Comunista. Está claro que estas diferencias son importantes, pues indican la amplitud de la fuerza principal de la guerra (si es una alianza de los obreros y los campesinos o una afianza de los obreros, los campesinos y la burguesía) y el blanco al que está dirigida la guerra (si contra un enemigo interno o un enemigo exterior, y en el primer caso, si contra los caudillos militares del Norte o contra el Kuomintang); también indican que la guerra revolucionaria de China presenta un contenido diferente en las distintas etapas de su desarrollo histórico. Pero todas estas guerras representan la lucha de la revolución armada frente a la contrarrevolución armada, todas son guerras revolucionarias, y todas muestran las peculiaridades y ventajas de la revolución china. La tesis de que la guerra revolucionaria es una de las peculiaridades y una de las ventajas de la revolución china» concuerda perfectamente con las condiciones de China. La tarea principal del partido del proletariado chino, tarea que tiene ante sí casi desde el comienzo mismo de su existencia, es la de unirse con el mayor número posible de aliados y organizar- la lucha armada para combatir, de acuerdo con las circunstancias, a la contrarrevolución armada interna o externa, y para lograr la liberación
nacional y social. En China, sin lucha armada no habría lugar, para cl proletariado y el Partido comunista, ni podrían éstos realizar ninguna tarea revolucionaria.
Nuestro Partido no comprendió plenamente esta verdad en los cinco o seis años transcurridos desde su fundación en 1921 hasta su participación en la Expedición al Norte en 1926. En esa época no entendió la extrema importancia de la lucha armada en China, ni se ocupó con seriedad de la preparación para la guerra ni de la organización de un ejercito, ni confirió la debida importancia al estudio de la estrategia y la táctica militares. en el curso de la expedición al Norte, no se esforzó por ganarse a las fuerzas armadas y concentro unilateralmente su atención en el movimiento de masas; como resultado de ello, todo este movimiento se derrumbó en cuanto el Kuomintang se volvió reaccionario. Aun después de 1927 y durante largo tiempo, muchos camaradas continuaron tomando como tarea central del Partido la preparación para el levantamiento en las ciudades y el trabajo en las zonas blancas. Sólo después de nuestra victoria sobre la tercera campaña enemiga de «cerco y aniquilamiento» en 1931, algunos camaradas cambiaron radicalmente su actitud al respecto. El cambio, sin embargo, no se produjo en todo el Partido y todavía quedaban camaradas que seguían pensando en forma diferente a lo que más arriba queda expuesto.
La experiencia nos enseña que los problemas de China no pueden solucionarse sin la lucha armada. comprender esta verdad nos ayudará a sostener con éxito, de ahora en adelante, la Guerra de Resistencia contra el Japón. El hecho concreto de que en esta Guerra todo el pueblo se esté levantando para hacer la resistencia armada, enseñará a todo el Partido a comprender aún mejor la importancia del problema. Cada uno de sus militantes debe estar dispuesto a tomar las armas y a marchar al frente en cualquier momento. Además, la presente sesión ha decidido que las principales esferas de trabajo del Partido estén en las zonas de guerra y en la retaguardia enemiga, dando así una orientación más precisa a este respecto. Esto será un excelente antídoto contra la tendencia de algunos militantes que están dispuestos sólo a hacer trabajo de organización del Partido o a trabajar en el movimiento de masas, pero no quieren estudiar la guerra ni participar en ella así como contra la actitud de algunos centros docentes que no estimulan a los estudiantes a ir al frente, y otros fenómenos parecidos. En la mayor parte del territorio chino, el trabajo de organización del partido y el trabajo en el movimiento de masas están directamente vinculados con la lucha armada; no hay ni puede haber labor del Partido ni movimiento de masas independientes o aislados. incluso en algunas regiones de la retaguardia relativamente alejadas de las zonas de guerra (como Yunnán, Kuichou y Sechuán) y en lugares dominados por el enemigo (como Peiping, Tientsín, Nankin y Shanghai), el trabajo de organización del partido y el movimiento de masas también están coordinados con la guerra, y sólo pueden y deben someterse a las exigencias del frente. En una palabra, el partido entero debe prestar seria atención a la guerra, estudiar los asuntos militares y prepararse para combatir.
II. LA HISTORIA MILITAR DEL KUOMINTANG
Es útil que echemos una ojeada a la historia del Kuomintang para ver qué atención ha prestado a la guerra.
Desde el momento en que organizó un pequeño grupo revolucionario, Sun Yat-sen realizó varias insurrecciones armadas contra la dinastía Ching [4]. El período de la Tungmengjui (Liga Revolucionaria) fue aún más rico en insurrecciones armadas [5], que se sucedieron sin cesar hasta que la dinastía Ching fue derrocada por la fuerza de las armas en la Revolución de 1911. Durante el período del Chungjua Kemingtang (Partido Revolucionario chino), se efectuó una campaña militar contra Yuan Shi-kai [6]. Los acontecimientos posteriores tales como el trasladó de la flota al sur [7], la marcha al Norte desde Kuilin [8] y la fundación de la Academia militar de Juangpu [9] fueron también actividades militares de Sun Yat-sen.
A Sun Yat-sen sucedió Chiang Kai-shek, quien llevó el poderío militar del Kuomintang a su apogeo. Para Chiang Kai-shek, el ejército es su vida. Ha vivido con él la Expedición al Norte, la Guerra Civil, y continúa con él en la Guerra de Resistencia. En los últimos diez años, Chiang Kai-shek no ha dejado de combatir a la revolución. Para combatirla, ha creado un gigantesco «Ejército Central». Quien tiene ejército tiene poder, y la guerra lo decide todo; a este punto vital él se ha atenido firmemente. En este aspecto debemos aprender de él. Tanto Sun Yat-sen como Chiang Kai-shek son en eso nuestros maestros.
Después de la Revolución de 1911, todos los caudillos militares se han aferrado a sus tropas como a su propia vida, y han dado siempre gran importancia a este principio: «Quien tiene ejercitó tiene poder”.
Tan Yen-kai [10] fue un burócrata inteligente. Ocupó en varias ocasiones el cargo de gobernador de la provincia de Junan; nunca quiso ser pura y simplemente gobernador civil, e insistió siempre en ser gobernador militar y civil a la vez. Incluso cuando más tarde llegó a ser presidente del Gobierno Nacional, primero en cantón y luego en Wuján, fue al mismo tiempo jefe del 2.f Cuerpo de ejército. En China hay muchos caudillos militares así, que entienden esta característica de nuestro país.
En China ha habido también algunos partidos que no han intentado tener un ejército; entre ellos el principal es el Partido Progresista [11]. Pero aun éste comprendió que no podía conseguir posiciones en el gobierno sin el respaldo de algún caudillo militar Y así buscó sucesivamente la protección de Yuan Shi-kai, Tuan Chi-yui [12] y Chiang Kai-shek (a quien se ha adherido el Grupo de Ciencias Políticas [13], formado por una fracción del Partido Progresista).
Algunos partidos pequeños creados no hace mucho, como el Partido de la juventud [14], no tienen ejército y, por consiguiente, no han podido llegar a ninguna parte.
En otros países, los partidos burgueses no necesitan disponer cada cual de fuerzas armadas bajo su mando directo. Pero el caso de China es distinto. Debido a la división feudal del país, cualquier bloque o partido de terratenientes o burgueses que posea fusiles posee también poder, y el que tenga más fusiles tiene mayor poder. Hallándose en estas condiciones, el partido del proletariado debe ver con claridad el fondo de la cuestión.
Los comunistas no luchan por un poder militar personal (jamás deben hacerlo y que nadie siga el ejemplo de Chang Kuo-tao), sino que deben luchar por el poder militar para el Partido, por el poder militar para el pueblo. Como ahora se desarrolla una guerra nacional de resistencia, también deben luchar por el poder militar para la nación. sin lugar a duda, la ingenuidad respeto al poder militar no puede conducir a ningún resultado. Como el pueblo trabajador ha sido, durante miles de años, víctima del engaño y la intimidación por parte de las clases gobernantes reaccionarias, muy difícilmente puede darse cuenta de la importancia de tener fusiles en sus propias manos. Ahora que la opresión del imperialismo Japonés y la resistencia armada a escala nacional han empujado al pueblo trabajador a la arena de la guerra, los comunistas deben convertirse en los dirigentes políticamente más conscientes de esta guerra. Todos los comunistas tienen que comprender esta verdad «El Poder nace del fusil.»
Nuestro principio es: el Partido manda al fusil, y jamás permitiremos que el fusil mande al Partido. Pero también es cierto que, teniendo fusiles, podernos crear organizaciones del Partido tal como el VIII Ejército ha creado una poderosa organización del Partido en el Norte de China. De la misma manera, podemos formar cuadros, crear escuelas, desarrollar la cultura y organizar movimientos de masas. En Yenán los fusiles lo han creado todo. Todo nace del fusil. Según la teoría marxista del Estado, el ejército es el principal componente del Poder estatal. Quienquiera que desee tomar el Poder estatal y retenerlo, tiene que contar con un poderoso ejército. Hay quienes se ríen de nosotros como partidarios de la «teoría de la omnipotencia de la guerra». Si, somos partidarios de la teoría de la omnipotencia de la guerra revolucionaria; eso no es malo; es bueno, es marxista. Los fusiles de los comunistas rusos crearon el socialismo. Nosotros crearemos una república democrática.
La experiencia de la lucha de clases en la época del imperialismo nos enseña que sólo mediante la fuerza del fusil, la clase obrera y las demás masas trabajadoras pueden derrotar a la burguesía y la clase terrateniente armadas; en este sentido cabe afirmar que sólo con el fusil se puede transformar el mundo entero. Somos partidarios de la eliminación de la guerra; no deseamos la. guerra. Pero sólo mediante la guerra se puede eliminar la guerra. Para acabar con los fusiles, hay que empuñar el fusil.
III. LA HISTORIA MILITAR DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHINA
Durante un período de tres o cuatro años, desde 1921 (en que fue fundado el Partido comunista de China) hasta 1924 (en que se celebró el I Congreso Nacional del Kuomintang), nuestro Partido no comprendió la importancia de ocuparse directamente de los preparativos para la guerra y de la organización de un ejercito, y en el período de 1924 – 1927 e incluso durante algún tiempo más, siguió careciendo de una comprensión suficiente al respecto; sin embargo, con su participación en 1924 en la fundación y el trabajo de la Academia militar de Juangpu, entró en una nueva etapa y comenzó a comprender la importancia de los asuntos militares. Ayudando al Kuomintang en las guerras en Kuangtung y participando en la expedición al Norte, consiguió controlar una parte del ejercito [15]. Habiendo sacado una amarga lección del fracaso de la revolución, organizó el Levantamiento de Nanchang, el Levantamiento de la Cosecha de Otoño y el Levantamiento de Cantón, con lo cual entró en el nuevo período de creación del Ejército Rojo. Ese fue el período crucial en que nuestro Partido llegó a comprender a fondo la importancia del ejército. Si no hubiera existido en aquella época el Ejército Rojo, ni hubiera éste sostenido ninguna guerra, es decir, si el Partido Comunista hubiese adoptado la línea liquidacionista de Chen Iu-siu, serían inconcebibles la actual Guerra de Resistencia contra el Japón y su prosecución durante largo tiempo.
La reunión de emergencia del Comité Central del Partido celebrada el 7 de agosto de 1927 combatió el oportunismo de derecha en el terreno político, lo cual permitió al Partido dar un gran paso adelante. En enero de 1931, la IV Sesión Plenaria del Comité central elegido en el VI congreso Nacional, si bien nominalmente combatió el oportunismo de “izquierda» en el terreno político, en realidad volvió a incurrir en ese error. Estas dos reuniones fueron diferentes en cuanto a su contenido y su valor histórico, pero ninguna abordó seriamente los problemas de la guerra y de la estrategia. Este hecho mostró que, en aquel entonces; el Partido no había hecho todavía del problema de la guerra el centro de gravedad de su trabajo. Después que la dirección central se trasladó a las zonas rojas en 1933, la situación experimentó un cambio radical, pero en el problema de la guerra (y en los demás problemas de importancia) se volvieron a cometer errores de principio, que ocasionaron graves pérdidas a la guerra revolucionaria. [16].
La Reunión de Tsunyi de 1935 combatió principalmente el oportunismo en la conducción de la guerra y colocó el problema de la guerra en el primer plano, lo que fue reflejo de la situación de guerra. Hoy podemos decir con seguridad que, en las luchas de los últimos diecisiete años, el partido Comunista de China ha forjado no solamente una firme línea política marxista, sino también una firme línea militar marxista. Hemos aprendido a emplear el marxismo para solucionar tanto los problemas políticos como los de la guerra. Hemos preparado, como fuerte columna vertebral no sólo un gran número de cuadros capaces de dirigir el Partido y el Estado, sino también un gran número de cuadros capaces de dirigir el ejército. Estos logros son la flor de la revolución, regada con la sangre generosa de innumerables mártires, gloria que no sólo pertenece al Partido Comunista de China y al pueblo chino, sino también a los partidos comunistas y a los pueblos del mundo entero. Hasta hoy, en el mundo sólo hay tres ejércitos que pertenecen al proletariado y al pueblo trabajador: los dirigidos, respectivamente, por los partidos Comunistas de la Unión Soviética, China y España; los partidos Comunistas de los demás países no tienen aún experiencia militar. Por lo tanto, nuestro ejército y nuestra experiencia militar tienen un valor especial.
A fin de conducir victoriosamente la actual Guerra de Resistencia contra el Japón, es de suma importancia ampliar y consolidar el VIII Ejército, el Nuevo 4.f Cuerpo de Ejército y todas las fuerzas guerrilleras dirigidas por nuestro Partido. Conforme a esto, el Partido debe enviar al frente en número suficiente, a sus mejores militantes y cuadros. Todo debe servir a la victoria en el frente, y la tarea de organización debe estar subordinada a la tarea política.
IV. LOS CAMBIOS DE LA ESTRATEGIA MILITAR DEL PARTIDO DURANTE LA GUERRA CIVIL Y LA GUERRA NACIONAL.
Vale la pena estudiar los cambios de estrategia militar de nuestro Partido. Vamos a examinarlos separadamente en los dos procesos: la guerra civil y la guerra nacional.
Mao escribiendo sus obras (Foto publicada en 1966)
El curso de la guerra civil puede dividirse. a grandes rasgos, en dos periodos estratégicos. En el primer periodo, lo principal fue la guerra de guerrillas, y en el segundo, la guerra regular. Pero la guerra regular aquí mencionada era de tipo chino, regular tan sólo por la concentración de las fuerzas para hacer una guerra de movimientos y por cierto grado de centralización y planificación en el mando y en la organización. En los demás aspectos, conservaba aún el carácter guerrillero, constituía un tipo inferior y no podía equipararse con la de los ejércitos extranjeros; también presentaba alguna diferencia con la del ejército del Kuomintang. Así, en cierto sentido, este tipo de guerra regular representaba sólo una guerra de guerrillas elevada a un nivel superior.
El curso de la Guerra de Resistencia contra el Japón, en lo que concierne a las tareas militares de nuestro Partido, también puede dividirse, a grandes rasgos, en dos períodos estratégicos. En el primer período (que comprende las etapas de defensiva estratégica y de equilibrio estratégico), la guerra de guerrillas ocupa el lugar principal, en tanto que en el segundo (la etapa de contraofensiva estratégica), ese lugar lo ocupará la guerra regular.
Pero la guerra de guerrillas del primer período de la Guerra de Resistencia difiere considerablemente, en su contenido, de la del primer período de la guerra civil, porque ahora empleamos al VIII Ejército regular (regular en cierta medida) para realizar en orden disperso las tareas guerrilleras. Igualmente, la guerra regular del segundo período de la Guerra de Resistencia será distinta de la del segundo periodo de la guerra civil, ya que podemos suponer que, una vez pertrechado de armamento moderno, tanto el ejército como sus operaciones experimentarán un gran cambio. El ejército alcanzará entonces un alto grado de centralización y organización; sus operaciones adquirirán un elevado nivel de regularidad y perderán mucho de su carácter guerrillero; lo inferior se transformará en superior, y la guerra regular de tipo chino pasará a ser de tipo universal. Esta será nuestra tarea en la etapa de contraofensiva estratégica.
De esta manera vemos que a lo largo de los cuatro períodos estratégicos de las dos guerras – la guerra civil y la Guerra de Resistencia contra el Japón –, se producen tres cambios de estrategia. El primero fue el paso de la guerra de guerrillas a la guerra regular en la guerra civil. El segundo fue el paso de la guerra regular en la guerra civil a la guerra de guerrillas en la Guerra de Resistencia. Y el tercero será el paso de la guerra de guerrillas a la guerra regular en la Guerra de Resistencia.
En el primero de los tres cambios tropezarnos con grandes dificultades. Nos vimos enfrentados a una doble tarea. Por una parte, tuvimos que combatir la tendencia derechista al localismo y al guerrillerismo que consistía en aferrarse a lo guerrillero y negarse a pasar a la regularidad, tendencia que surgió debido a que algunos cuadros subestimaron los cambios producidos en la situación del enemigo y en nuestras propias tareas. En la zona Roja central, por ejemplo, esta tendencia fue corregida gradualmente sólo después de un duro trabado de educación. Por otra parte, también tuvimos que combatir la tendencia «izquierdista» que acentuaba en demasía la regularización y se manifestaba en la centralización excesiva y el aventurerismo, tendencia nacida a causa de que parte de los cuadros dirigentes sobrestimaron los cambios en la situación del enemigo, se plantearon tareas demasiado amplias y aplicaron mecánicamente las experiencias extranjeras sin tener en cuenta las condiciones reales. Durante tres largos años (hasta la Reunión de Tsunyi), esta tendencia costó enormes sacrificios en la zona Roja Central, y sólo se corrigió a través de lecciones pagadas con sangre. Su rectificación fue un logro de la Reunión de Tsunyi.
El segundo cambio se produjo en el otoño de 1937 (después del incidente de Lukouchiao), en la coyuntura entre dos guerras diferentes. En aquel entonces enfrentábamos a un nuevo enemigo, el imperialismo japonés, y teníamos como aliado a nuestro anterior enemigo, el Kuomintang (que seguía siéndonos hostil), y el campo de batalla era la vasta extensión del Norte de China (que, luego de haber sido temporalmente nuestro frente, se convertiría en retaguardia enemiga para serlo durante largo tiempo. El cambio de nuestra estrategia, efectuado en esas circunstancias especiales, fue sumamente serio. En tales circunstancias especiales, tuvimos que transformar el ejército regular del pasado en ejército guerrillero (en cuanto a su utilización en orden disperso, no a su sentido de organización y disciplina) y transformar la guerra de movimientos del pasado en guerra de guerrillas, ya que sólo esto respondía a la situación del enemigo y a nuestras tareas. Pero este cambio, según todas las apariencias, significaba un paso atrás y, por ende, fue necesariamente muy difícil. En ese momento, podían aparecer tendencias como la subestimación del enemigo por una parte, y el terror enfermizo al Japón por la otra; una y otro se produjeron efectivamente en el Kuomintang. Cuando éste pasó del teatro de la guerra civil al de la guerra nacional, sufrió muchas pérdidas innecesarias, debido principalmente a su subestimación del enemigo y, al mismo tiempo, a su temor enfermizo al Japón (por ejemplo, los casos de Jan Fu-ch, y Liu chi [17]). En cuanto a nosotros, hemos efectuado de manera bastante feliz el cambio y, en vez de sufrir pérdidas, hemos alcanzado grandes victorias. Esto se debe a que la gran mayoría de nuestros cuadros aceptaron a tiempo las correctas instrucciones del Comité Central e hicieron una apreciación flexible de la situación, no obstante haber surgido serias controversias entre el Comité Central y una parte de los cuadros dirigentes del ejército. Este cambio tiene gran importancia para el mantenimiento, desarrollo y triunfo de la Guerra de Resistencia en su conjunto, así como para el futuro del Partido Comunista de China; esto se comprende fácilmente si pensamos en la importancia histórica que la guerra de guerrillas antijaponesa tiene para el destino de la lucha por la liberación nacional de China. Por su extraordinaria amplitud y duración, la guerra de guerrillas antijaponesa de China carece de precedentes no sólo en Oriente, sino probablemente en toda la historia de la humanidad.
En cuanto al tercer cambio, el paso de la guerra de guerrillas a la guerra regular en la Guerra de Resistencia, pertenece al desarrollo futuro de la guerra. Como es de presumir que surgirán entonces nuevas circunstancias y nuevas dificultades, no hablaremos de ello por el momento.
V. EL PAPEL ESTRATÉGICO DE LA GUERRA DE GUERRILLAS ANTIJAPONESA
En lo que respecto a la Guerra de Resistencia en su conjunto, la guerra regular, juega el papel principal, y la guerra de guerrillas, el auxiliar, porque únicamente la guerra regular puede decidir el desenlace de la Guerra de Resistencia. En lo que respecta al país en su conjunto, de las tres etapas estratégicas de todo el proceso de la Guerra de Resistencia (la defensiva, el equilibrio y la contraofensiva), la primera y la última son etapas en las que la guerra regular juega el papel principal, y la de guerrillas el auxiliar. En la segunda etapa, como el enemigo tratará de consolidar el territorio que haya ocupado, y nosotros todavía no nos encontraremos en condiciones de lanzar la contraofensiva aunque nos estaremos preparando para ella, la guerra de guerrillas pasará a ser la forma principal, y la guerra regular, la auxiliar. Pero ésta constituirá sólo una de las tres etapas de toda la guerra, aunque puede ser la más prolongada. Por lo tanto, en lo tocante a la guerra en su conjunto, la guerra regular jugará el papel principal, y la guerra de guerrillas, el auxiliar. Si no entendemos esto, si no comprendemos que la guerra regular es la clave para decidir el desenlace de la guerra, y si no prestamos atención a la construcción de un ejército regular ni al estudio y a la dirección de la guerra regular, no podremos derrotar al Japón. Este es un aspecto de la cuestión.
Mao aplaudiendo a los Guardias Rojos, 1967
Sin embargo, la guerra de guerrillas desempeña un importante papel estratégico en toda la guerra. Si no hacemos la guerra de guerrillas, si no nos preocupamos de la organización de unidades y ejércitos guerrilleros, así como del estudio y la dirección de la guerra de guerrillas, tampoco podremos derrotar al Japón. La razón es que, como la mayor parte de China se convertirá en retaguardia del enemigo, si no se desarrolla la más amplia y tenaz guerra de guerrillas y se permite que el enemigo se atrinchere tranquilamente sin temor a un ataque desde su retaguardia, nuestras fuerzas principales que luchan en el frente sufrirán inevitablemente grandes pérdidas y el enemigo lanzará sin duda ofensivas aún más violentas. Será entonces difícil lograr un equilibrio, y la continuación de la resistencia armada podrá verse en peligro. Incluso si las cosas no ocurren de este modo, surgirán condiciones desfavorables tales como la insuficiente preparación de fuerzas para nuestra contraofensiva, la ausencia de acciones de apoyo en la retaguardia enemiga cuando lancemos la contraofensiva, y la posibilidad de que el enemigo se recupere de sus pérdidas. Si se presentan tales condiciones y no desarrollamos a tiempo una amplia y tenaz guerra de guerrillas para superarlas, nos será asimismo imposible derrotar al Japón. Por lo tanto, si bien la guerra de guerrillas representa sólo un papel auxiliar en la guerra en su conjunto, tiene de hecho una considerable importancia estratégica. Es sin duda un grave error descuidar la guerra de guerrillas en la Guerra de Resistencia contra el Japón. Este es el otro aspecto de la cuestión.
Para que la guerra de guerrillas sea posible, basta una sola condición: un país extenso. De ahí que en los tiempos antiguos también hubiera guerra de guerrillas. Pero ésta no puede llevarse hasta el fin sino bajo la dirección del Partido Comunista. Por eso, las guerras de guerrillas de los tiempos antiguos terminaron generalmente en la derrota. La victoria de la guerra de guerrillas sólo es posible en los grandes países de los tiempos modernos donde existen Partidos Comunistas, como en la Unión Soviética durante la guerra civil y en la China actual. En la Guerra de Resistencia, desde el punto de vista de las condiciones actuales y de las generales, es necesaria y conveniente la división del trabajo entre el Kuomintang y el Partido Comunista en lo que respecta a las operaciones militares: el Kuomintang efectúa frontalmente la guerra regular, y el Partido Comunista, la guerra de guerrillas en la retaguardia enemiga. Es una cuestión de necesidad para ambos, de coordinación y ayuda mutuas.
De este modo, puede comprenderse cuán importante y necesario era que nuestro Partido cambiara su línea estratégica militar, pasando de la guerra regular del segundo periodo de la guerra civil a la guerra de guerrillas del primer periodo de la Guerra de Resistencia contra el Japón. Los efectos favorables de este cambio pueden resumirse en los dieciocho puntos siguientes:
§ 1) reducción del territorio ocupado por las fuerzas enemigas;
§ 2) expansión de las bases de apoyo de nuestras fuerzas;
§ 3) en la etapa de defensiva, distracción de las fuerzas enemigas en coordinación con las operaciones frontales;
§ 4) en la etapa de equilibrio, firme mantenimiento de las bases de apoyo en la retaguardia del enemigo, a fin de facilitar el adiestramiento y la reorganización de las tropas regulares que operan en el frente;
§ 5) en la etapa de contraofensiva, coordinación con las operaciones del frente para recuperar el territorio perdido;
§ 6) engrosamiento de nuestras fuerzas del modo más rápido y eficaz;
§ 7) desarrollo máximo de las organizaciones del Partido Comunista, de manera que se pueda establecer una célula del Partido en cada aldea;
§ 8) desarrollo del movimiento de masas en el mayor grado posible, de modo que se pueda organizar a todos los habitantes de la retaguardia del enemigo, excepto a aquellos que viven en sus puntos de apoyo;
§ 9) creación de órganos del Poder democrático antijaponés en la escala más amplia posible;
§ 10) desarrollo máximo del trabajo cultural y educacional antijaponés;
§ 11) mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo en la mayor extensión posible;
§ 12) creación de las condiciones más favorables para desintegrar las tropas enemigas;
§ 13) impacto sobre los sentimientos de todo el pueblo y estímulo a la moral de todos los ejércitos del país con los efectos más amplios y duraderos;
§ 14) impulso al progreso de los ejércitos y partidos amigos en la escala más amplia posible;
§ 15) adaptación a las condiciones en que el enemigo es fuerte y nosotros débiles, a fin de sufrir menos pérdidas y alcanzar más victorias;
§ 16) adaptación al hecho de que el país enemigo es pequeño y el nuestro, grande, a fin de que el adversario sufra más pérdidas y obtenga menos victorias;
§ 17) preparación de gran número de cuadros dirigentes de la manera más rápida y eficaz, y
§ 18) creación de las condiciones más favorables para solucionar el problema del avituallamiento.
No cabe duda alguna de que, en el largo transcurso de la lucha, las unidades guerrilleras y la guerra de guerrillas no deben estancarse en su estado inicial sino desarrollarse para pasar a una fase superior, convirtiéndose gradualmente en un ejército regular y en una guerra regular. Por medio de la guerra de guerrillas, acumularemos fuerzas nos convertiremos en uno de los factores decisivos para el aplastamiento del imperialismo japonés.
VI. PRESTAR ATENCIÓN AL ESTUDIO DE LOS PROBLEMAS MILITARES
La solución de todos los problemas que hacen enfrentarse a dos ejércitos depende de la guerra, y la misma existencia de China, del desenlace de la guerra actual. Por lo tanto, nuestro estudio de la teoría militar, de la estrategia y la táctica y del trabajo político en el ejército no admite ninguna demora. Si bien nuestro estudio de la táctica es insuficiente, los camaradas dedicados al trabajo militar han logrado muchos éxitos en los últimos diez años y, sobre la base de las condiciones de China, han aportado muchas cosas nuevas; el defecto reside en que no se ha hecho una síntesis de las experiencias. El estudio de los problemas de la estrategia y la teoría de la guerra ha estado limitado hasta ahora a muy pocas personas. En el estudio del trabajo político, hemos alcanzado éxitos de primer orden y, tanto por la riqueza de experiencias como por la cantidad y calidad de las innovaciones en este dominio, ocupamos en el mundo un lugar sólo inferior al de la Unión Soviética; aquí también nuestro defecto reside en la insuficiencia de sinterización y sistematización. Para satisfacer las necesidades de todo el Partido y el país entero, la popularización de los conocimientos militares es una tarea urgente. De ahora en adelante, debemos prestar atención a todas estas cosas, y la teoría de la guerra y de la estrategia en la base de todo estudio militar. Estimo necesario despertar el interés por el estudio de la teoría militar y llamar a todos los militantes del Partido a prestar atención al estudio de los problemas militares.
6 de noviembre de 1938