“El hombre moderno está desgarrado, obedece a dos lógicas
totalmente contrapuestas, una más poderosa que la otra:
la lógica cualitativa del mundo de la vida
y la lógica abstracta y cuantitativa del valor.”
(Bolívar Echeverría, 2007)
B olívar Vinicio Echeverría Andrade era antes que nada un humanista, un marxista atípico, un fino traductor y en último lugar un filósofo profesional. En plena barbarie posmoderna, tratando de no desarbolar los valores universales de la Modernidad, siguió pensando críticamente a contra corriente las vasta cuestiones del hombre, más allá de las modas académicas. Aunque ecuatoriano de nacimiento, su aporte, junto a otros inmigrantes ilustres en la solidaria tierra mexicana, como Wenceslao Roces o Adolfo Sánchez Vázquez, han hecho posible la lenta maduración un pensamiento crítico latinoamericano.
Creo que su obra más madura y compleja, aunque no coincida con lo cronológico, es sin lugar a dudas su libro El discurso crítico de Marx, de 1986. [1] Un libro raro, subestimado, silenciado por los círculos académicos, que reunía una colección de ensayos que abarcaba la reflexión de Echeverría entre los años 1974 y 1980. Allí se posicionaba con firmeza, en pleno inicio de la borrachera ideológica de la globalización y el fin de la historia, afirmando que el siglo XX no era otra cosa que mera barbarie de egoísmo y explotación, “un cuento incoherente y violento”. No se quedaba en lo testimonial, en su mismo prólogo defendía al pensamiento de Marx como una “presencia real de un proyecto de sentido o, mejor, de contra-sentido para la Historia contemporánea: El Comunismo; a la materialización de éste en una entidad sociopolítica peculiar: la Izquierda; a su manifestación en conceptos mediante un discurso propio: el Marxismo.” Echeverría, tan atento a la escritura y los signos del lenguaje (muchos de sus ensayos hay que cribarlos de la excesiva carga semiológica muy de moda a fines del siglo XX), le colocaba estratégicamente las mayúsculas a la vapuleada tríada, “fuente del discurso de la rebeldía”. No tenía ninguna hipoteca institucional o ideológica en defender a Marx de los ataques superficiales, construidos a bases de malas lecturas y distorsiones ideológicas, de Nietzsche, Heidegger o Foucault. Tampoco dudaba a la hora de remarcar la patética tosquedad del mal llamado “Materialismo Dialéctico”, una ciencia de la legitimación del estado stalinista. Siempre defendió un marxismo abierto, una teoría que debe respetar una “búsqueda inacabada de unificación que conecta entre sí a los distintos esbozos espontáneos de identidad que hay en el propio Marx”. Recuperaba para el pensamiento crítico los marxismos olvidados, perdedores, marginales, (y Echeverría traía a primer plano a Luxemburgo, consejistas como Hermann Goerter, Korsch, Lukács, filósofos alejados del DiaMat stalinista, como Karel Kosik o líderes de la nueva izquierda europea como Rudi Dutschke) que superaban al “marxismo demasiado realista”. Si el marxismo tiene una “encomienda” en la Historia, señalaba en su “Presentación”, debe romper los límites de la versión falseada y predominante, debe quebrar el corset sociologista, estatalista y progresista. Tan atípico que para él era central para renovar el filo crítico de la vulgata marxista, recuperar “el teorema crítico central de El Capital”, se trata de recuperar la idea de que “todos los conflictos de la sociedad contemporánea giran… en torno a una fundamental contradicción entre Valor de Uso y Valor de Cambio, entre dos ‘Formas de Existencia’ del proceso de reproducción social: una, ‘social-natural’, trans-histórica, que es determinante, y otra históricamente superpuesta a la primera, parasitaria pero dominante, que es la forma de “Valor que se Valoriza”, de acumulación del capital.” El libro era curioso porque cruzaba los sacrosantos campos profesionales: era a la vez, un libro de crítica de la economía política y de contra-filosofía. Se hablaba de filosofía en un grado de abstracción altísimo desde el corazón mismo de la producción de plusvalor. Se profundizaba sobre el Materialismo de Marx y sobre su carácter científico, que implicaba para Echeverría “la des-construcción crítica del discurso científico espontáneo, al desquiciamiento sistemático de su horizonte de inteligibilidad, como la estrategia epistemológica adecuada para un discurso cuya producción de conocimiento debe cumplirse cuando la Historia que ha culminado en el capitalismo transita hacia una nueva historia.” Pero lo más atrayente y novedoso en lo teórico seguía siendo su recuperación en valencia crítico-política de Das Kapital, y en particular su puesta en primer plano del “Valor de Uso”, devolviendo al centro de gravedad de la lectura de Marx la Ley del Valor y con ella de la crisis como cortocircuito permanente del modo de producción de mercancías. Era obvío que para Echeverría existía una necesidad para la Teoría de “volverse Teoría de la Revolución, y la necesidad, para la Revolución, de ampliarse como Revolución en la Teoría.”
Su integral humanismo seguramente se retroalimentó de su trabajo como sensible traductor, de Sartre a Habermas, pasando por el propio Karl Marx y sus Manuscritos de París de 1844, Horkheimer, Musil, Brecht y Benjamin. Su talento era reconocido además internacionalmente, había sido elegido miembro del Comité Científico junto a grandes intelectuales para asesorar los contenidos de una de las obras enciclopedias multinacionales más ambiciosas sobre Marx, el Historisch-kritisches Wörterbuch des Marxismus, un Diccionario total histórico-crítico sobre el Marxismo. [2] El epígrafe de su obra, todavía por difundirse, todavía por conocerse, seguirá siendo el planteamiento del dilema mortal que acecha al pensamiento de Marx: “el discurso del Comunismo sólo puede ser tal, si es estructuralmente crítico, es decir: si vive de la muerte del discurso del Poder: de minarlo sistemáticamente…”
[1] Echeverría, Bolívar; El discurso crítico de Marx, ed. Era, México, 1986.
[2] Haug, Fritz Wolfgang (Hrg.); Historisch-kritisches Wörterbuch des Marxismus, Band 1, Abbau des Staates bis Avantgarde, Argument, Berlin, 1994. Es un proyecto editorial en proceso, que reunirá un total de 1500 conceptos centrales del Marxismo, una obra colectiva en quince volúmenes, de los cuales en la actualidad se ha publicado hasta el tomo 7, correspondiente a las voces “Kaderpartei bis Klonen”.
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