El Estado español se resquebraja. La crisis capitalista mundial ha golpeado todas sus débiles estructuras sobremanera, provocando una crisis económica y política sin parangón desde los tiempos de la transición. Mas sus gobernantes se aferran a la represión pura y dura y a medidas económicas y sociales claramente involucionistas para mantener su status quo vigente.
Frente a las izquierdas oficiales y las burguesías nacionales domesticadas, son los pueblos oprimidos y las izquierdas progresistas y revolucionarias de las naciones oprimidas quienes están cogiendo las riendas de la lucha, la resistencia y la creación de otro modo de sociedades.
Galiza ha sido un ejemplo de luchas clasistas, y la reivindicación por su lengua y su tierra también se hace notar.
Andalucía es un hervidero; las distintas huelgas generales convocadas al margen de los sindicatos del régimen han parado comarcas enteras.
En Castilla la conciencia comunera es un hecho, y en Madrid el sindicalismo alternativo y las izquierdas combativas están respondiendo conjuntamente a las envestidas del capital.
En Aragón, la lucha por su identidad cultural, lingüística, ambiental y nacional se mantiene viva, al tiempo que el independentismo se hace poco a poco más visible, dotándose de organizaciones útiles forman parte o colaboran con el anticapitalismo y el sindicalismo de clase que se organiza en plataformas unitarias contra la crisis.
En los Països Catalans, centenares de miles de ciudadanos están mostrando públicamente su posición a favor de la independencia. Este movimiento y el secuestro del “Estatut” por parte del Tribunal Constitucional y el ejecutivo de Madrid, están evidenciando los límites del modelo político y administrativo español.
Euskal Herria, con su marco político agotado, se encuentra en el transito a otro marco democrático donde la materialización del respeto a su territorialidad y el derecho de autodeterminación sean realizables.
Todos estos procesos tienen un denominador común: se están gestando al margen y en contra del Estado español, y los movimientos independentistas de izquierdas y las izquierdas revolucionarias tiene un papel preponderante.
La colaboración de estos movimientos viene de antiguo. Dinámicas como los encuentros internacionales de Sokoa o las últimas elecciones europeas van en ese camino. Dando continuidad a esto, hemos decidido juntarnos de nuevo y sentarnos para reflexionar, coordinar y potenciar las luchas de cada nación en función de sus decisiones soberanas y ritmos propios. Además, su vocación trasciende el ámbito estatal situándose en una reflexión europea con la perspectiva de abrirse y aumentar. Las luchas unitarias de Lisboa y la lucha de los trabajadores griegos son un ejemplo en ese aspecto.
En primera instancia, cada movimiento presentará su propia reflexión a modo de análisis acerca de la situación política, donde sin prisas pero sin pausas se irá contrastando con los demás grupos, y así mismo perfilando y dando forma a esa realidad compleja para transformarla de raíz.
Esta coordinación de las naciones oprimidas tiene como objetivo hacer más eficaces las luchas diarias desarrolladas en cada nación, conscientes de que estas dinámicas debilitan al Estado opresor y acercan a las naciones oprimidas y sus clases trabajadoras a su liberación y emancipación.