Cómo íbamos a saber, aquella tarde soleada y calurosa, con la fiesta recién estrenada, que aquél 8 de julio cambiaría la historia toda de los sanfermines.
Cómo íbamos creer al que primero llegó a la calle Jarauta, casi silenciosa en aquellas
horas en que los toros habían arrastrado a la plaza a las peñas y la calle se limitaba a esperarlas vacía aún, tranquila, a contarnos que la policía había entrado en la plaza de toros, que había cargado con saña, que había disparado, que había heridos, muchos; que alguien había muerto. Hasta viniendo de “ellos” resultaba dificil de creer. En la Plaza de toros?! fuego real en una jaula. Pero claro que era cierto. Iruñea quiso vestirse un día más de blanco y ellos la habían vestido de gris, del oscuro color de sus uniformes, del color oscuro del dolor, y también del color oscuro de la impunidad.
Aquél 8 de julio de 1978 había sido designado para demostrar que muerto el perro, no se acabó la rabia. Que “cambio” y “democracia” solo eran dos muñequitos de guiñol para los crédulos que se sentaban encantados ante el teatrillo desvencijado de cartón que se había montado apenas tres años atrás y aplaudían y se entusiasmaban cuando los buenos de ahora garroteaban a los malos de siempre. Frente a ese teatrillo, ante la mirada ilusionada de tanto espectador, asesinaron a Germán. Y nadie pagó por ello.
Aquella tarde nacían otros sanfermines. Los del día 8.
Y aquél día 8, nuestras fiestas populares empezaron a apagarse. Claro que entonces tampoco lo sabíamos. Cuando quisieron darnos una lección, aprendieron otra: no se puede ser tan brutos, que hay mucho guiri y luego todo se sabe. Además, suspender los sanfermines no deja dinero. Así que no han vuelto a disparar. Una excavadora por aquí, unas choznas por ahí, una prohibición por allá, subvenciones por el medio, denuncias a medio lado… Y a los entusiastas del teatrillo, les enseñaron a gritar “San Fermín, San Fermín!!” en cuanto una reivindicación popular salta a ocupar el espacio que le corresponde. Despacito y buena letra. Sin ruido, que total llegando el 6, todo se olvida.
No siempre funciona. Y no todo se olvida.
Hoy es 8 de julio. Ha hecho calor, Iruñea huele fatal. Los guarros de turno, que como es sanfermín no ven la necesidad de acercarse a los baños a mear y el exceso de alcohol desalojado en esquinas y aceras colaboran estrechamente con el olor a rancio del programa oficial. Ya lo decía una camiseta: “Iruñea, apesta”. Llega un airico fresco desde el negro sin dibus de las pancartas de las peñas. Y el “momentico” está hoy en la estela de Germán.