Terminó el circo del fútbol y ahora queda darse cuenta de lo difícil que es comer, vivir, pagar la hipoteca, buscar un trabajo, tener un servicio público de calidad y para todos, la eventualidad laboral…
Ahora que la bandera y los colores (no de un régimen legal como fue la República), se dejarán de venderse o regalarse en el Burguer, que Manolo el del Bombo volverá a ser lo que era, un personaje triste el resto de temporada, o que en las colas del INEM los miles de seres humanos verán que la estupidez humana también tiene su tiempo, el silencio de las vuvuzelas hará oír mas alto si cabe el enfado de millones de seres de todo el mundo, ante la desinformación impuesta.
El acto deportivo de una competición, bien utilizado y manipulado sin control, ha pretendido incluso que el ¡Adeu Espanya! de los Paisos Catalans o el Nazioa gara , autodeterminazioa! en Euskal Herria hayan sido interesadamente tratados en un segundo plano por los unionistas.
El fútbol y una selección vendida como la salvación de todo el universo español, concepto ideológico en crisis, ha logrado que la mueca-sonrisa de Zapatero fuera no la de Yocker perdido y noqueado por la actualidad a la que últimamente nos tenía habituados, sino que ahora es la de un ser que sabía que en esos días y con un poco de suerte el balón iba a robar el protagonismo a la realidad de la crisis, de situaciones de padecimiento de muchas personas, de incapacidades, etc, por la mala gestión de su gobierno.
Lo que no logra el circo, lo hace la fé en unos ritos de convulsión generalizada que impulsados adecuadamente desde el poder logran el efecto deseado. El mismo poder consciente de momento, que ha tenido un balón de oxígeno ante la situación angustiosa que han creado ellos.
Efectivamente, la saturación mediática de la «roji-gualda» y sus seguidores afines nacionalistas ha llevado al éxtasis a miles de personas acostumbradas a que les dirijan a gusto y a que les dejen poco margen al pensamiento de lo que se esconde tras ese mundial; la crítica por los fastuosos gastos de propaganda, los millones de coste del evento, el uso que hacen los gobernantes de unos Estados con realidades más o menos diferentes de sus símbolos patrios y del pensamiento imperante para acallar la diversidad, la diferencia o toda disidencia, es decir que hay mucho que hurgar y poca claridad en todo ello.
Estos son los fines que ha posibilitado el resurgir de personasque mantienen intacta su ideología pese a la depuración con una supuesta democracia, porque ¿que supone el canto de «soy español, español, español» en Euskal Herria? ¿«mola, mola, mola Bilbao Española»? ¿acaso tiene problemas de aceptar y respetar la identidad de la mayoría de los habitantes de esta tierra? ¿qué se oculta tras estos lemas? ¿de dónde tanta rabia en mensajes y gestos? ¿Qué intentan reclamar a cambio de una supuesta afición deportiva? Por cierto, sólo hay que leer los titulares de la prensa de derecha española ¿alguien duda del fin? Se les ve muy eufóricos, porque términos como «raza», «únicos», «Unidad», «nación», son utilizados con normalidad tras el velo de una victoria inocente y deportiva. Para ellos estar en contra de eso es política, lo que hacen o digan ellos, sólo afición. ¿Nos lo creeremos?
En Euskal Herria se han vivido desde diferentes realidades este evento deportivo. Para mí ha sido descarada la utilización de términos y símbolos de otros tiempos, hasta el abuso, llegando a ocupar casi toda la atención informativa en los medios. Pero reconozco el arduo y astuto trabajo que ha hecho que algunos se enganchen al mensaje «nacional» español.
Queda por lo tanto el trabajo de informar y hablar claro de la ideología impuesta. No todo es deporte, hay mucho circo y objetivos ideológicos como han demostrado desde sus medios y el abuso que han hecho de los mismos; tras la euforia por una supuesta victoria deportiva en la que están inmersos, les llegará la realidad de saber que Euskal Herria quiere hacer su futuro.