Mi1 interés en la Aste Nagusia bilbaína nació en agosto de 2008. Por aquel entonces visitaba Bilbao por segunda vez, y habían transcurrido casi quince años desde mi primer encuentro con la capital vizcaína. Invitada por una querida amiga algorteña que había conocido en Estados Unidos, e impulsada por la curiosidad y el cariño por la tierra y la cultura de mis bisabuelos, ese agosto decidí abandonar el bochornoso verano neoyorquino. No fue éste, claro está, un sacrificio; los correos de mi amiga prometían comida casera, olor a mar y brisa fresca, y días, tardes y noches de fiesta.
Las fiestas del entrañable Puerto Viejo algorteño fueron, sin duda, un necesario —aunque insuficiente— entrenamiento. Ninguna experiencia, ningún augurio, logró prepararme para lo que observaría en la Aste Nagusia bilbaína: la multitud en la calle, las actividades y conciertos, la música y los bailes, la decoración de las txosnas, y los comparseros —esas coloridas “tribus festivas” — . Algunos meses más tarde —tras cientos de horas en bibliotecas neoyorquinas, largas charlas con entusiastas profesores, y decenas de preguntas a infatigables amigos, y amigos de amigos, vizcaínos— comenzaba a tomar forma mi proyecto de tesis.
Convencer a mis directores acerca de la relevancia del tema no resultó una tarea particularmente ardua. Aste Nagusia constituye un evento cultural que —para nuestra sorpresa— permanecía largamente inexplorado. La singularidad del “modelo festivo bilbaíno” facilitó, también, la justificación de la tesis. Aste Nagusia es la única fiesta vasca co-gestionada por el colectivo de comparsas y el Ayuntamiento —es decir, por los partidos políticos representados en el mismo — ; ambos participan en su diseño, financiamiento y ejecución. Asimismo, en 2009 Aste Nagusia fue declarada “Patrimonio Cultural Inmaterial” de España por la UNESCO. Ese mismo año las celebraciones recibieron amplia cobertura mediática, implicaron un presupuesto de 3 millones de Euros, incluyeron 300 espectáculos y actividades culturales totalmente gratuitos, y convocaron a más de 460.000 participantes —80.000 de ellos turistas—
Figura 1. Decoración de la txosna de la comparsa Kobeta Mendi, Aste Nagusia 2008.
Nota: Esta foto de la txosna de la comparsa Kobeta Mendi, ligada al barrio de Altamira, fue tomada durante Aste Nagusia 2008. En esta decoración se pueden distinguir dos partes principales. En la parte inferior de la decoración, Marijaia es quemada en una hoguera atizada por hombres de cierta edad en atuendos que remedan los de la Inquisición Española (nótese que uno de ellos lleva, además, una cruz en su mano izquierda). A la cabeza de los Inquisidores se encuentra Iñaki Azkuna, Alcalde de Bilbao y miembro del PNV. Mientras tanto, a la derecha de Marijaia, jóvenes vascos intentan extinguir el fuego; uno de ellos lleva una Ikurriña. Esta parte de la decoración podría interpretarse como una representación de los ataques que –desde la perspectiva de las comparsas— son perpetrados por “la vieja guardia” del Ayuntamiento contra el “modelo festivo co-gestivo, plural y popular”, y su defensa por parte de las juventudes vascas. La parte superior de la decoración representa, a su vez, el “ritual festivo” de la “Guerra de Banderas”. Nótese el personaje que baja la bandera española del mástil ubicado en la cúpula del edificio del Ayuntamiento bilbaíno, y el que escala el edificio para emplazar, en su lugar, una Ikurriña. La “Guerra de las Banderas” es un ritual de enfrentamiento que se desarrolló desde los inicios de Aste Nagusia hasta el año 2001, cuando se creó el acto de homenaje a la Ikurriña durante el Día Grande de la semana de fiestas. Es importante mencionar que algunos meses antes de Aste Nagusia 2008 el Tribunal Supremo había ordenado, por primera vez, que en los edificios gubernamentales de la Comunidad Autónoma Vasca debía flamear la bandera española junto a la Ikurriña. Finalmente, arriba, a la derecha del domo del Ayuntamiento, se observa una pancarta con el logo de “Etxera” — organización de la Izquierda Abertzale que aboga por los derechos de los presos “políticos” vascos. A la izquierda de la cúpula se encuentra una pancarta con el logo del movimiento en contra del Tren de Alta Velocidad (TAV) en Euskal Herria.
La relevancia sociológica de Aste Nagusia excedía, no obstante, ese galardón y esas impactantes cifras. La extensa literatura sobre fiestas populares en Euskal Herria insistía en su importancia dentro de la cultura vasca, y describía de manera detallada y exhaustiva sus múltiples rituales y características.2 Sin embargo, muy pocos autores reparaban en un aspecto que me había resultado particularmente omnipresente aquel verano de 2008: su dimensión socio-política.3 Debido a su carácter “mixto” o co-gestivo, el modelo festivo de Bilbao resultaba un escenario inusualmente fecundo para explorar este tema, hasta ahora desatendido por la literatura científica. La composición de la federación de comparsas —muchas de ellas ligadas, directa o indirectamente, a partidos políticos, sindicatos, y organizaciones de movimientos sociales (ej. feminista, ecologista, por la normalización del euskara, etc.) cercanos a la izquierda estatal o nacionalista— aportaba, sin duda, otra importante “cuota” de interés. La convivencia de estas comparsas con otras asociadas a colectivos barriales de carácter cultural y recreativo, volvía el tema aún más cautivante.
Poco a poco fui comprendiendo que dentro de esta multiplicidad de “actores festivos” existían acuerdos de vital importancia pero, también, numerosos y notables ejes de disenso. La página web de la federación Bilboko Konpartsak revelaba una profunda heterogeneidad dentro del colectivo, y dejaba traslucir divergencias en torno a los significados asociados a la fiesta, y a la “identidad” de comparsero. Asimismo, un análisis preliminar de la prensa online me permitió identificar algunos ejes de tensión entre las comparsas y el Ayuntamiento; los mismos atañían, principalmente, a la gestión del modelo festivo. Los “Carnavales paralelos” originados tras un duro enfrentamiento discursivo entre concejales, fuerzas de seguridad y comparseros en Carnavales de 2003, y las recientes sanciones administrativas a las comparsas Kaskagorri y Txori Barrote bajo el cargo de “apología del terrorismo” constituyen, probablemente, sus indicadores más nítidos. La historia de este complejo e intrigante “caleidoscopio identitario” —y no ya Aste Nagusia— se convirtió, rápidamente, en el objeto de mi tesis.
Mi proyecto pretende investigar las “batallas identitarias” que los distintos propulsores de Aste Nagusia —el colectivo de comparsas, el Ayuntamiento, y los partidos políticos representados en el mismo— han librado en torno a la fiesta desde su nacimiento a fines del régimen franquista4 hasta la actualidad. Más específicamente, me pregunto: ¿Cuáles son las distintas “narrativas” que estos organizadores han construido acerca del pasado, presente y futuro de Aste Nagusia?5 ¿Cuáles son sus ideas y opiniones acerca de las características inherentes a Aste Nagusia, es decir, cuáles son sus definiciones del “modelo festivo bilbaíno”? ¿Cuáles son sus percepciones acerca de las trayectorias y los roles desempeñados por los diferentes “actores festivos”? ¿Cuáles han sido las distintas estrategias que los mismos han desarrollado para “defender” o modificar el modelo festivo, y para mantener o disputar posiciones de protagonismo dentro del mismo? Y, finalmente, ¿cómo se han plasmado estas percepciones y estrategias —a través del discurso, los rituales y los símbolos desplegados— en el “espacio festivo”?6 Las figuras incluidas al final de este artículo pretenden ejemplificar esta última dimensión socio-semiótica.
Siguiendo las últimas “tendencias” dentro de la sociología de la cultura, mi tesis investiga las “batallas identitarias” libradas por los propulsores de Aste Nagusia desde una doble perspectiva: histórico-comparativa y “relacional” (relational sociology)7. Mi proyecto se inserta, así, en una innovadora corriente sociológica que aborda la interacción entre procesos culturales y políticos en el espacio público —en este caso, el espacio festivo.8 Parto de la idea de que las “identidades colectivas” deben ser entendidas como un “proceso social”, es decir, como algo construido y negociado a lo largo del tiempo, en una interacción constante y dialéctica con los eventos históricos.9 Así, mi proyecto analiza la evolución de dichas “batallas identitarias” a la luz de las oportunidades y limitaciones impuestas por el sistema político institucional (political opportunity structure) de la Comunidad Autónoma Vasca desde los inicios de la denominada “Transición Española” hasta la actualidad.10 Sostengo que, desde entonces, la sociedad y la esfera política vascas han sufrido grandes transformaciones y que, sin lugar a dudas, éstas han tenido un importante impacto sobre el formato y contenido de la fiesta, y sobre las dinámicas y la correlación de fuerzas entre los principales “actores festivos”.11
Figura 2. Bajada de la comparsa Txori Barrote, Carnavales 2010.
Nota: Estas cuatro fotos fueron tomadas durante la “Bajada” (desfile) de Carnavales de la comparsa Txori Barrote, ligada a la organización de la Izquierda Abertzale Gestoras Pro-Amnistía. En su bajada, Txori Barrote teatraliza la situación que atraviesa desde fines de agosto de 2009, cuando el Ayuntamiento de Bilbao la sancionó por exhibir fotos de presos en su txosna y, así, violar la Ordenanza Municipal de Fiestas aprobada en 2004. La sanción administrativa –aplicada también a la comparsa Kaskagorri— determina que ninguna de las dos comparsas podrá montar txosna durante los años 2010 y 2011. En la teatralización carnavalesca de Txori Barrote, los guardias del “Reino de Bilbao” (ver escudos) transportan a Txori Hood en una jaula. Siguiendo la orden de captura emitida por el sheriff Azkuna, Txori Hood ha sido apresado por (el crimen de) “demostrar solidaridad” (con los presos): “Wanted for Elkartasuna Adierazteagatik”. Con el apoyo del pueblo, los jóvenes seguidores de Txori Hood atacan el castillo-Ayuntamiento, se enfrentan exitosamente a los guardias del reino bilbaíno, y logran rescatar a su compañero. Una vez liberado, Txori Hood es finalmente capaz de participar en la fiesta. (Fuente de la interpretación: conversación informal con una miembro de la comparsa Txori Barrote, 19/07/2010).
Afirmo, también, que estas “identidades colectivas” deben ser entendidas como algo construido y negociado mediante la constante activación y desactivación de vínculos (ties) entre los actores del “campo festivo”. A diferencia de los análisis tradicionales centrados en identidades “categóricas” (p. ej. identidad nacional, generacional, de género, clase social, etc.) el “enfoque relacional” que utilizo destaca la inserción(embeddedness) de las identidades colectivas en redes de relaciones sociales que sufren constantes modificaciones a través del espacio y a lo largo del tiempo.12 Así, mi proyecto analiza la evolución de las “batallas identitarias” libradas por los propulsores de Aste Nagusia a la luz de los cambios producidos en el entramado de redes socio-políticas y culturales de amigos (cuadrillas), vecinos, técnicos y militantes vinculados a las comparsas, los partidos políticos en posiciones de gobierno y el Ayuntamiento bilbaíno.13Parto de la hipótesis de que durante los últimos treinta años estas redes han experimentado importantes transformaciones internas, y se han visto envueltas en alianzas y conflictos que, muchas veces, se han visto reflejados en el ámbito festivo.
Desde noviembre de 2009 me encuentro en Bilbao, realizando el trabajo de campo para mi tesis. Actualmente estoy llevando a cabo observaciones etnográficas en eventos organizativos (asambleas de la federación Bilboko Konpartsak, reuniones de la Jai Batzordea y las distintas comparsas), de coordinación (“Primer Congreso de Fiestólogos de Euskal Herria”, y primer “Día de las Fiestas Populares de Euskal Herria” realizado en los últimos Sanfermines) y, por supuesto, en eventos festivos (Santo Tomás, Carnavales,Konpartsero Eguna, y dentro de muy poco, finalmente, Aste Nagusia 2010). Por otro lado, he diseñado una encuesta online para comparseros, y estoy realizando entrevistas en profundidad con miembros de las distintas comparsas, técnicos del Área de Fiestas y Turismo del Ayuntamiento, y espero poder hacer lo mismo con miembros de la Comisión Mixta de Fiestas que representen a los partidos políticos. Asimismo, he empezado a recolectar y analizar datos secundarios: estatutos, actas de reuniones, manifiestos, ordenanzas municipales, sanciones administrativas, “memorabilia” personal, entradas en blogs, páginas web, cuentas de Facebook, y cientos de artículos periodísticos. Mi proyecto emula, de esta manera, el difícil “oficio” del bricoleur, quien utiliza múltiples herramientas y estrategias para arribar a representaciones polifacéticas de fenómenos sociales complejos.14 Para mi sorpresa —una más— mis “sujetos de estudio” parecen estar “infiltrados” en prácticamente todos los círculos que frecuento: universidad, bares, manifestaciones, casas de amigos. Esto hace que mis “jornadas de bricolaje” sean indefectiblemente largas e intensas, pero que mi trabajo sea muy gratificante y, sobre todo, entretenido.
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Ignacia Perugorría es Licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires y Master y Candidata al Doctorado (Ph.D.) en Sociología por Rutgers University (Estados Unidos). Ha sido Becaria Fulbright y del Institute of International Education. Actualmente se desempeña como Investigadora Visitante en el Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea. Para más información, dirigirse awww.iperugorria.com. La autora agradece muy especialmente al Prof. Josu Amezaga por su apoyo y guía intelectual desde su llegada a Bilbo, y a Xabier Mendiguren por la lectura y crítica de este artículo.
Jimeno Aranguren y Homobono Martínez (2004); Homobono (2009).
Ahedo Gurrutxaga (2004); López Romo (2008).
Somers (1994); Polletta (1998a y 1998b).
Para mencionar sólo algunos ejemplos, la decoración de las txosnas (ver Figuras 1 y 2) y las pancartas desplegadas en el recinto festivo constituyen “soportes” privilegiados de discurso y de símbolos; “La Bajada” de las comparsas y la antigua “Guerra de las Banderas” son, por otro lado, excelentes ejemplos de “ritos festivos”.
Siguiendo a Melucci (1995; 1996), parto de la noción de que las “identidades colectivas” constituyen definiciones cognitivas interactivas, elaboradas y compartidas por varios individuos o grupos. Estas definiciones están asociadas tanto a la orientación de la acción —es decir, a sus fines y sus medios— como al campo de oportunidades y limitaciones en el cual ésta se inserta. Las mismas implican la identificación y delimitación de un “nosotros” y un “ellos”, e involucran una inversión emocional (emotional investment) que suele generar un sentimiento de pertenencia a una unidad común (Aminzade 2001; Goodwin, Jasper y Polletta 2001). Ver también Polletta y Jaspers (2001).
Mische y White (1998); Mische y Pattison (2000); Mische (2008); Ikegami (2000).
Ellingson (1997); Freidin y Perugorría (2007).
Meyer (2004); Della Porta (2005).
La Aste Nagusia fue “inventada” en 1978, época en el cual el País Vasco comenzó su “construcción autonómica” y España inició formalmente su transición democrática luego de cuarenta años de dictadura militar y virtual ausencia de “fiestas populares” en algunas capitales como Bilbao (Hobsbawm y Ranger 1983.). En este contexto, la Aste Nagusia fue percibida y sentida como un sinónimo de libertad y espontaneidad, disfrute y alegría, y como la mejor forma de recuperar los espacios públicos que habían sido “expropiados” por la dictadura Franquista. Desde entonces, la sociedad y la esfera política vasca han sufrido grandes transformaciones. Las cuadrillas de amigos y las asociaciones culturales y recreativas barriales han perdido importancia como ámbitos de sociabilidad y agentes de formación y reclutamiento político (Pérez-Agote 2006). La disolución del frente anti-Franquista ha dado lugar a la división del campo político en partidos estatales y nacionalistas vascos de izquierda y de derecha. Asimismo, han variado los niveles de censura y represión de movimientos sociales por parte de los gobiernos nacional, regional y local —siendo los principales afectados los sectores nacionalistas vascos de orientación independentista — . Estas modificaciones han tenido un considerable impacto en Aste Nagusia y, fundamentalmente, en los actores del “campo festivo”.
Emirbayer y Goodwin (1994 y 1996); Emirbayer (1997).
Estas redes poseen, actualmente, el nada irrelevante número de aproximadamente tres mil miembros. Ver Ansell (2003); Diani (2003); Osa (2003).