La sentencia del Tribunal Constitucional con respecto al nuevo Estatuto Catalán y las resoluciones antipopulares de los gobiernos estatal y “autonómicos” frente a la crisis, han subrayado los límites infranqueables de la supuesta “democracia española” y han dejado al descubierto la falacia de las teorías gradualistas de pseudo-nacionalistas y socialdemócratas con respecto a la posibilidad de avances sustanciales hacia formulas “federalistas” y/o más “sociales” dentro del “marco constitucional”. Tanto la resolución sobre el Estatuto como las disposiciones adoptadas frente a la crisis, son sendas demostraciones de las bases constitutivas de los estados españoles: unidad impuesta y servidumbre ante el Capital. España, no oprime y explota circunstancialmente, como consecuencia de formas de Estado, sus características, legislaciones o la adjetivación de quienes detenten el poder. España es, en sí misma, opresión y explotación. Para eso se creo y es mantenida. Ningún Estado Español ha reconocido ni reconocerá los derechos de los pueblos y los trabajadores, porque supondría el fin de toda España. España siempre se ha mantenido mediante coacción y como herramienta de expolio.
El reconocimiento de un pueblo y una nación debe conllevar, ineludiblemente, el de sus derechos y su libertad colectiva: el de su soberanía. Sin posesión y ejercicio de la misma, toda nación permanece negada y todo pueblo oprimido. La soberanía es el origen, no la consecuencia de la existencia de una democracia. Sin la previa posesión y ejercicio de las libertades individuales y colectivas no hay democracia. Solo desde la ignorancia o la traición se puede defender como democrático un régimen de negación de su libertad a los pueblos, de secuestro de sus derechos individuales, cívicos y sociales. Los tribunales políticos y de excepción, las leyes restrictivas a la libre opinión, la imposibilidad del pleno ejercicio de la disidencia política y social, o la aplicación de las medidas del FMI, son pruebas del carácter autoritario y antipopular del Estado. No se pude participar ni propugnar una acción institucionalizada en tales circunstancias. Este continuismo neo-franquista requiere adoptar una actitud de no colaboración, resistencia y lucha por su derrocamiento. En este sentido, reiteramos la necesidad prioritaria de coordinación de esfuerzos de las izquierdas independentistas, en torno al objetivo de alcanzar la ruptura democrática y la devolución de soberanía a los pueblos.
Nación Andaluza quiere patentizar su plena e incondicional solidaridad con el Pueblo Trabajador Catalán y apoyar su inalienable derecho a decidir, por sí mismo y en exclusividad, su presente y futuro, así como idénticos derechos a todos los pueblos bajo yugo español. Que se pisotee y menosprecie la voluntad de un pueblo demuestra la mentira autonómica y democrática española. Ante las próximas acciones de reafirmación nacional y en defensa de su soberanía por parte del Pueblo Trabajador Catalán, además de congratularnos por su conformación, queremos expresar nuestro apoyo al bloque unitario independentista y hacer un llamamiento a los andaluces de conciencia residentes en Cataluña a participar en sus manifestaciones, cortejos, y en todos aquellos actos que convoquen. Luchando por la libertad de un pueblo luchamos por la de todos. Luchando por la libertad catalana también luchamos por la andaluza.
¡Estados españoles: cárceles de pueblos!
¡Por la independencia y el socialismo para todos los pueblos!
Nación Andaluza – Comisión Permanente