El represor de la disidencia política en el Estado Español se vuelve a presentar en Argentina como defensor de los Derechos Humanos.
Nuevamente el juez Baltasar Garzón visita Argentina y otra vez nos vemos en la obligación, como argentinos solidarios con la lucha del pueblo vasco, de advertir quién es en realidad este siniestro personaje que hace de los derechos humanos un slogan oportunista para ganar amistades internacionales y de lo mediático, una fórmula para atesorar más y más prestigio personal.
Durante toda la trayectoria en que Garzón fungió como juez en ese tribunal de excepción franquista que es la Audiencia Nacional española, se dedicó a perseguir implacablemente a los independentistas vascos y a otros luchadores anticapitalistas y antiimperialistas del Estado español. Su empecinamiento sentó doctrina y ésta se convirtió en una fórmula sistemática para favorecer la tortura de presos y presas vascas. ¿Cómo es esto? Veamos:
En su actividad diaria al frente del Juzgado especial que dirigió todos estos años, y con la excusa de «combatir al terrorismo», Garzón ha firmado numerosas órdenes de detención contra personas y las ha colocado bajo el régimen de incomunicación, verdadero espacio de impunidad en el que se producen brutales torturas. Cientos de ciudadanos vascos y españoles que sufrieron apaleamientos, violaciones y sevicias como “el submarino”, “la bañera”, la aplicación de electrodos o “la bolsa” denunciaron de viva voz frente al juez Garzón estas tangibles violaciones de los derechos humanos, y siempre recibieron su silencio, su mirar a un costado y su implacable decisión de dictar condenas brutales a militantes populares.
Garzón, que en su afan de exportar la doctrina represiva, aconsejó en ese rubro al colombiano Uribe Vélez, sabe, mejor que nadie, que su política de incomunicar a los detenidos durante días, sirve para montar el escenario donde monstruos policiales se ceban con los cuerpos de jóvenes detenidos.
Garzón no desconoce que Cuarteles policiales como el de Ia Guardia Civil de Madrid, el de Barcelona o el de Intxaurrondo en el País Vasco, se parecen mucho, en su afán de destrucción de los detenidos, a los campos de exterminio promovidos por las dictaduras latinoamericanas, y sin embargo jamás ha levantado una acusación contra sus gestores y promotores.
Organismos como el Comité para la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa ‑CPT‑, el Comité contra la Tortura ‑CAT-español o diferentes Relatores Contra la Tortura del sistema de Naciones Unidas han reclamado reiteradamente la abolición de esta modalidad de detención, cuya aplicación lleva la rúbrica de este magistrado.
En el colmo de la hipocresía y la mentira, quienes lo apadrinan en este nuevo viaje a nuestro país, definen a Garzón como un abanderado de los derechos humanos, pero además lo convierten en un adalid de la defensa de la libertad de expresíón. ¿Libertad para quién? Sin duda que para los poderosos, porque desde su cargo en la Audiencia Nacional, clausuró al dario vasco «Egin» (uno de los de mayor venta en Euskal Herria y de gran distribución en el Estado español). Numerosos periodistas de «Egin» fueron detenidos en esa oportunidad, y no contento con ello, procedió a clausurar también «Egin Irratia», una radio de gran audiencia en todo el territorio vasco. Luego, como parte de estas mismas maniobras represivas contra la libertad de opinión, clausuró la revista «Ardi Beltza» e hizo detener a su director, el conocido periodista Pepe Rei (denominado «el Rodolfo Walsh del País Vasco»), arremetió también contra la revista «Kale Gorria», y generó toda una campaña de «caza de brujas», clausurando finalmente el diario en lengua vasca «Egunkaria». Su director Marcelo Otxamendi y otros periodistas sufrieron salvajes torturas por parte de la policía española. Recientemente, otro Tribunal absolvió a los acusados y reconoció que no había pruebas para semejante procedimiento. Tarde, porque «Egunkaria» nunca más pudo volver a sus lectores.
En Argentina, de la mano del Sionismo
Esta vez, el llamado «super juez» llegó al país apadrinado por el Sionismo. El pasaje y la invitación corrieron por cuenta de otro personaje que bien baila en las lides de embestir contra los pueblos que luchan, el super millonario empresario periodístico y rabino ultrasionista Sergio Spolsky, propietario, entre otros bienes, de los medios oficialistas, revista «Veintitres», del diario «Tiempo Argentino», de la revista «Miradas al Sur», del diario gratuito «El Argentino» y además, enterrador, tiempo atrás, del Banco Patricios, y de la agencia periodística Infosic, dejando a numerosos trabajadores en la calle.
Apenas arribado al país, Garzón no perdió oportunidad de embestir contra la República Islámica de Irán, su pueblo y su gobierno. Así lo hizo en su visita a la embajada de Israel, a la DAIA o en su alocución como orador central en el acto por el atentado en la AMIA, y en sus manifestaciones a la prensa. Su anfitrión Spolsky, aplaudía rabiosamente al nuevo pupilo internacional de quienes bombardean, bloquean y masacran al pueblo palestino.
Cumpliendo prolijamente con un guión que seguramente fue escrito en Washington y en Tel Aviv, el juez echó más gasolina al fuego a la agresión bélica ya en marcha y denunciada profusamente por el comandante Fidel Castro, y que podría derivar en una agresión militar de gran envergadura contra Irán.
Como antes hiciera en Venezuela, donde Garzón acudió invitado por la oposición derechista al presidente Hugo Chávez para reivindicar la «libertad de expresión» en defensa de la cadena golpista RCTV, ahora intenta en Argentina generar un clima de acorralamiento y criminalización de la colectividad árabe y persa, con falsas acusaciones. En Caracas, la jugada le resultó un boomerang, ya que el gobierno y el pueblo venezolano lo repudiaron una y otra vez. Aquí, abrazado por el Sionismo, recibe aplausos, premios y mucha cobertura mediática, de aquellos que no entienden (o se hacen los que no entienden) que a los derechos humanos hay que reivindicarlos en cualquier país y en cualquier circunstancia.
Todo esto, repetimos, se da en un momento en que la tensión internacional es indisimulable. Fidel Castro señala, con toda propiedad y basándose en informaciones fidedignas, que la escalada bélica de Israel y EEUU contra Irán, puede terminar en un cataclismo nuclear. De hecho, sólo basta ver lo ocurrido días pasados en Gaza, en Líbano y en el propio territorio iraní, para tener una idea de que no es exagerada la advertencia cubana.
Por todo ello, en nombre de los que han sufrido su accionar represivo como juez, que siempre estuvo al servicio de los sectores más beligerantes del Estado español, repudiamos la presencia de Baltasar Garzón en suelo argentino, y también su complicidad con el sionismo que asesina y ocupa Palestina.
Agradecemos, por otra parte, la permanente solidaridad del pueblo argentino con el pueblo vasco, hermanados desde siempre por lazos indestructibles.
AMIGAS Y AMIGOS DEL PUEBLO VASCO, Capítulo Argentina
(EUSKAL HERRIAREN LAGUNAK)