El imperialismo norteamericano desde hace ciento y decenas de años acometió actos de agresión militar a Corea como un eslabón de la realización de su estrategia de dominación del mundo. Cuando se evidenciaba la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial y el tratamiento del problema coreano después de la guerra se sometió a la discusión en la arena internacional. EE.UU. aprovechó esta oportunidad para ocupar Corea. En la Conferencia de El Cairo convocada en noviembre de 1943, en cuanto a Corea después de la guerra, puso la condición de que se le permitiría la independencia en el “tiempo oportuno” en vez de la independencia inmediata. En la Conferencia de Yalta de febrero de 1945 intentó obtener el derecho de dominación monopolista de Corea so color de la dominación tutelar, insistiendo en la necesidad de 20 – 30 años de protección de Corea. Al ver que la situación se tornaba desfavorable por la ofensiva general del Ejército Revolucionario Popular de Corea y la participación del Ejército Soviético en la guerra contra Japón, quiso ocupar siquiera la mitad de la Península Coreana.
EE.UU. pensó que por poco podría perder por completo el derecho de dominación de Corea, y convocó el 10 de agosto de 1945 la reunión del comité de coordinación de tres departamentos de Estado, fuerzas terrestres y navales para deliberar el problema relacionado con la capitulación de Japón y fijar en la zona adecuada de la Península Coreana la “línea de repartimiento” entre Norteamérica y la URSS para la aceptación de la capitulación de Japón. Así que el Paralelo 38˚ de la latitud norte fue delimitado como línea de división del Norte y el Sur de Corea.
Las tropas estadounidenses, que no tomaron parte en la guerra de liberación de Corea, entraron en el Sur de Corea bajo el pretexto del “desarme del ejército japonés”, el 8 de septiembre, más de 20 días después de la derrota de Japón. Y reprimieron cruelmente la lucha del pueblo surcoreano por la construcción de la nueva sociedad, y disolvieron a la fuerza los comités populares, partidos y las organizaciones democráticas, en todas partes del Sur.
En la Conferencia de cancilleres de tres países que tuvo lugar en Moscú en diciembre de 1945 EE.UU. propuso practicar la administración militar de Corea y después establecer el organismo de administración por cuatro países: URSS, EE.UU., Inglaterra y China, con la ambición de tomar los “derechos de administración, legislación y jurisdicción” de Corea, y trató de imponer nueva forma de dominación colonial bajo el rótulo de sistema de tutela, por un período de 10 años.
EE.UU. intenta perpetuar su ocupación de Corea del Sur en flagrante violación de la resolución de las Naciones Unidas aprobada en 1975, en el XXX período de sesiones de su Asamblea General, la cual consiste en disolver la “Comandancia de las tropas de ONU” en Sudcorea, y retirar las tropas norteamericanas de esta parte de Corea. Fraguó varios “acuerdos” y “pactos” de carácter desigual, que privaron al pueblo surcoreano de sus derechos democráticos y a la existencia.
Entre ellos figura el “acuerdo de administración” Surcorea-Estados Unidos. Al comienzo fue el “acuerdo del derecho de la administración de las tropas norteamericanas estacionadas en Corea del Sur” concluido en forma del cambio de mensajes entre EE.UU. y Sudcorea en julio de 1950, al comienzo de la guerra coreana. A través de este documento el imperialismo norteamericano, con ambición de la ocupación prolongada de Corea del Sur, legalizó la extraterritorialidad de sus tropas al estipular que el ejército surcoreano no puede ejercer la jurisdicción de juicio penal de los crímenes cometidos por los militares norteamericanos en las “circunstancias especiales” que es período de guerra. En virtud de este “acuerdo” fueron toleradas las atrocidades bestiales de los agresores norteamericanos no solo en el período de la guerra sino también después del cese del fuego.
Ante el creciente ambiente antinorteamericano lo transformaron en el “acuerdo de administración” Surcorea-EE.UU., “acuerdo de la posición de las tropas estacionadas”, a fin de engañar la opinión pública de la población surcoreana. El documento dio el privilegio unilateral a la parte del ejército norteamericano desde la primera cláusula hasta la final, que estipulan la “jurisdicción del caso penal”, “el uso de tierras e instalaciones”, “Administración de la salida y entrada al país”. Según el artículo sobre la jurisdicción de asuntos penales del ejército norteamericano, los derechos de pesquisa, arresto y juicio de los crímenes norteamericanos pertenecen solo a la parte del ejército estadounidense. Las autoridades surcoreanas no pueden detener, investigar, ni castigar a los militares norteamericanos que cometieron delitos en “medio del cumplimiento de deberes oficiales”.
Al amparo de este “acuerdo” fueron toleradas y estimuladas todas las atrocidades criminales de las tropas norteamericanas durante varios decenios. Por ejemplo los criminales norteamericanos que al atropellar con carro blindado asesinaron a dos estudiantes secundarias en pleno día en la calle en junio de 2002, fueron absueltos.
En varias décadas después de la conclusión del “acuerdo” en cuestión el asesinato, violencia, rapiña y otros crímenes de las tropas norteamericanas alcanzan a cinco casos en promedio diario y cerca de dos mil al año.
Hoy Corea del Sur con muchas bases del ejército norteamericano, se ha convertido en el máximo arsenal atómico del Extremo Oriente, lleno de armas nucleares y otros medios sofisticados.
Ya en 1957 el imperialismo norteamericano declaró oficialmente el armamento nuclear de sus tropas en el Sur de Corea y en enero de 1958 introdujo armas nucleares en Corea del Sur. El número de artefactos atómicos superó un mil en la década de 1970. Corea del Sur ocupa el primer lugar del mundo en la densidad de armas nucleares dispuestas, con más de una para cada 100 kilómetros cuadrados de la superficie.
La retirada de su ejército de Corea del Sur constituye la piedra de toque que hace ver que si EE.UU. tiene o no la voluntad de revocar su política hostil a Corea. Si las tropas norteamericanas se retiran de Corea del Sur, desaparecería la causa raigal de la guerra y la tirantez y se creará la coyuntura favorable para la paz y la seguridad en la Península Coreana y el Noreste asiático.
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Juan Nogueira López
Secretario de Comunicaciones
Asociación de Amistad con Corea en el Estado Español