La primera referencia que recuerdo haber tenido sobre Málaga es la canción que le dedicara Ernesto Lecuona a las mujeres de la ciudad andaluza y que llegó a ser interpretada hasta por los Beatles. Luego supe que allí nació Pablo Picasso y también que es uno de los lugares de España más cercanos a África.
Fundada por los fenicios, está ubicada en las costas del Mediterráneo, y posee importantes huellas de la presencia árabe en la península ibérica. Lugar de tradiciones republicanas, Málaga fue una de las plazas más castigadas por el franquismo. Los falangistas fusilaron allí a más de diecisiete mil personas y las enterraron en fosas comunes. La ciudad recibe, desde fines del siglo XX, un importante flujo migratorio que contabiliza más de 40 000 residentes extranjeros –fundamentalmente marroquíes, colombianos, argentinos y subsaharianos- sobre una población de menos de 600 000 habitantes.
Precisamente de Andalucía viene uno de los núcleos más importantes que construyó la nacionalidad cubana. No es necesario haber estado allí para imaginarnos una ciudad de mestizajes, que se abre al forastero con hospitalidad, sobre todo si proviene de culturas que le son cercanas.
Pues a Málaga han arribado varios de los expresos contrarrevolucionarios cubanos y al parecer no se sienten a gusto. Según un reporte de Europa Press, los excarcelados califican las condiciones allí “como poco ideales para llevar una vida relativamente cómoda porque deben compartir la mayoría de los espacios con personas de otras regiones del mundo y porque no tienen la posibilidad de seleccionar su alimentación”. Han criticado además, “la ausencia de personal para atenderles en situaciones de enfermedad o cuando tengan alguna necesidad especial”.
Cualquiera que conozca Cuba sabe lo bien que se relaciona su pueblo con personas de cualquier parte. Nadie más ajeno que los cubanos a una actitud xenófoba. Somos un país en que no sólo los extranjeros han sido acogidos en condición de iguales, sino que han llegado a ser líderes, como Máximo Gómez y Ernesto Guevara. La Revolución potenció ese sentimiento formando en Cuba decenas de miles de estudiantes de todas las regiones del mundo y enviando numerosos destacamentos de médicos y maestros que conviven con sus comunidades en los lugares más humildes de Asia, África y América.
Por eso, el comportamiento de los recién llegados a Málaga quizás ayude a comprender a muchos cuáles son las diferencias de los “disidentes” con el proyecto humanista de la Revolución Cubana. Ese que es capaz de preocuparse por propios y extraños, y hasta a sus enemigos atenderles exquisitamente sus necesidades de salud; a tal extremo que estos lo exigen como un derecho a donde quier