Recriminaron al juez español, su permisividad con las torturas en Euskal Herria
Numerosos integrantes de Jóvenes contra la Tortura (una agrupación que reúne a estudiantes, trabajadores e hijos de desaparecidos) y del Movimiento Patrióitico Revolucionario Quebracho y de la CTD, aprovecharon la presencia del juez Baltasar Garzón en el acto de la Comisión Provincial por la Memoria, realizado en La Plata, para denunciarlo públicamente como represor del pueblo vasco y de otras nacionalidades del Estado español.
El acto central se realizó en el auditorio del Pasaje Dardo Rocha de La Plata, con la participación de los integrantes del Comité contra la Tortura, Adolfo Pérez Esquivel, Hugo Cañón, Alejandro Mosquera y Roberto Cipriano, quienes presentaron el informe anual sobre la situación de las personas alojadas en cárceles, comisarías e institutos de menores en la provincia de Buenos Aires durante 2009.
Dicho informe constata el estado de emergencia carcelario que se vive en el país y se dan cifras desoladoras del trato que reciben los presos.Hasta allí, la reunión caminaba por un andarivel lógico, ya que los exponentes y el propio Comité contra la Tortura Provincial, tienen méritos de sobra para que lo expuesto en sus respectivos relatos goce de total credibilidad. Sin embargo, como viene ocurriendo en estos últimos días, apareció un inmenso nubarrón en el horizonte, precisamente cuando se le concedió la palabra a uno de los invitados «de honor», el mediático juez Garzón.
A la hora de dirigirse al público, como orador de cierre, Garzón dijo sentirse «impresionado» y no comprender «cómo puede haber, a estas alturas, comisarías que sean centros de detención cuando deberían ser lugares donde las personas no estén más de dos o tres días en función de la legislación que prevea la detención preventiva antes de ser expuesto a la disposición judicial». Asimismo, con tono autocrítico, consideró que «lo que tenemos que hacer es exigirle al sistema, a aquellos que tienen que promover y conceder los medios necesarios y aquellos que tenemos la responsabilidad, que el enjuiciamiento se produzca con garantías, en tiempo razonable y con el debido proceso sentenciar, si hay que sentenciar, y absolver, si hay que absolver. Y ahí sí se producirá lo que la Constitución y los principios básicos del derecho establecen».
Realmente hay que tener sangre de pato para no indignarse frente a semejantes declaraciones. No por lo que el juez describe de las cárceles argentinas, sino porque es precisamente Garzón el menos indicado en hablar del tema, viniendo como viene, de un país que no sólo no respeta los derechos de los presos, sino que lo ha tenido al propio Garzón, como una pieza fundamental del entramado represivo contra estos mismos presos.
Expresar a boca suelta, y sin inmutarse ni titubear, que no puede comprender como es que aquí las comisarías son centros de detención, justamente él que ha convertido, gracias a sus recomendaciones «especiales», a los cuarteles de la siniestra Guardia Civil franquista en centros de tortura, amedrentamiento y exterminio de los presos y presas vascas que han pasado por su jurisdicción, es algo más que una infamia, sino que se parece a una provocación.
Que Garzón ‑quien a diferencia de otros jueces, se deleitaba con ir al frente de los escuadrones policiales que allanaban, golpeaban y secuestraban a ciudadanos vascos- exprese la verdad incontestable, de que aquí no se respetan los derechos de los presos, y a la vez oculte a su respetable audiencia que él ha permitido que los prisioneros políticos sean maltratados hasta un grado superlativo, tanto que varias comisarías y cárceles españolas son denominadas como «sucursales de Abu Graib» o figuran en los listados de Amnistía Internacional o la comisión sobre tortura de Naciones Unidas. Si las consecuencias de ese comportamiento no provocara tanto dolor y sufrimiento a las víctimas, el relato del juez se podría confundir con una broma pesada. Pero así como duelen estas falacias, también es cierto que ofende tanto silencio local frente a las mismas.
NO TODAS FUERON ROSAS PARA GARZON
Así como la casi totalidad de los asistentes pudieron enterarse a través de los volantes repartidos por los Jóvenes contra la Tortura, de quien era el personaje al que homenajeaban y aplaudían a rabiar, fue el propio juez quien se topó cara a cara con la protesta en su contra. Mientras, el sonriente magistrado firmaba autógrafos a sus fans, una joven militante que portaba varios libros sobre «Tortura en el País Vasco» se le puso a la par, con tan buena suerte que coincidió con el hecho de que el juez en su euforia por firmar, se vio necesitado de un apoyo para los papeles que le alcanzaban. La joven le cedió el libro de marras, señalándole «apoye aquí, doctor».
Garzón empalideción al ver el nombre del texto que se refería al Macrosumario 18⁄98 por el cual gracias a su gestión represora fueron injustamente enviados a la cárcel acusados de «terroristas» numerosas personalidades, intelectuales, trabajadores y jóvenes vascos.A partir de ese momento, y durante 15 minutos, los jóvenes anti-tortura lo estuvieron cuestionando de frente, recordándole las denuncias por tortura en la que él intervino y archivó los casos de común acuerdo con los policías victimarios. La discusión subió de tono, y algunos medios se acercaron y pusieron el micrófono, mientras algunos escribas tomaban nota que jamás fueron publicadas.
Con total precisión y cargados de datos que no faltan, los jóvenes rebatieron una a una los intentos de defensa que hizo el super juez. Acorralado y con cara de pocos amigos, el «homenajeado» fue rescatado por los organizadores del acto y tuvo que retirarse apresuradamente, recorriendo el largo pasillo del Centro Dardo Rocha, escoltado por las banderas de solidaridad con los presos y presas vascas. Ya no sonreía como al principio, no era para menos. Afuera, un amplio cordón policial, cerraba la puerta del Centro Cultural, mientras los militantes de Quebracho y la CTD agitaban la bandera vasca y reclamaban por la libertad de los 760 presos políticos de ese país que se encuentran en cárceles españolas y francesas.