Asumo como propio el manifiesto del Colectivo “Cádiz Rebelde” (el titular de este escrito es autoría de dicho colectivo) respecto a la necesidad de secundar la huelga del 29‑S. Como bien dicen hay que transformarla “más allá de consignas oficialistas, en un eslabón del combate que nos espera por superar la actual crisis a favor del conjunto de los trabajadores y trabajadoras y en contra del sistema capitalista que la ha producido”
“No cabe reformismo ni vuelta a un supuesto Estado de Bienestar que, además de que sólo afectó a una pequeña parte del pueblo, fue en parte resultado de la expoliación histórica del Tercer Mundo. Precisamente esta crisis ha estallado con retraso en nuestros países tras haberla exportado allí durante décadas (…) acabar con tanto retroceso, producto también de un colaboracionismo sindical que ahora ve peligrar su estatus. No dejemos a nadie en la estacada: ni a las personas paradas, ni al colectivo más precarizado y sin defensa sindical. Ni a nuestra ciudadanía inmigrante… Somos una misma clase (…) Ningún recorte pero ni siquiera en nuestras miras”
A nivel personal comprendo que surjan contradicciones por el hecho de que la huelga la convoquen CCOO y UGT, pero creo que hay que aprovechar la capacidad de convocatoria de esos sindicatos (poderoso caballero es don dinero) de la que carecen los grupos antifascistas por razones obvias. ¿Quizás los revolucionarios no acudieron a las manifestaciones que esos mismos sindicatos realizaron (para salvar la cara como ahora) contra las reconversiones industriales, o en los casos de Sintel y Delphi? Ir juntos, pero separados en la acción. Que CCOO y UGT lleven sus silbatos y banderitas, que los revolucionarios y sindicatos combativos se encargarán de perturbar el acontecer capitalista.
Una última cuestión. Los sindicatos vascos, hicieron la huelga solos tras apelar, sin resultado, a otras organizaciones, pero en el País Vasco, por circunstancias conocidas, están varios escalones por encima del resto del Estado en organización y conciencia política. No obstante, resulta decepcionante el argumento de que como ciudadanos de otro país (que lo son), hacen lo que creen conveniente, porque, por encima está el internacionalismo proletario. Ojalá en el futuro, organizaciones obreras de muchos países tengan la capacidad organizativa para realizar no una, sino dos, tres, mil huelgas simultáneas. Es momento, también, de dar un paso adelante y empezar a reivindicar el poder obrero ¿No hicieron eso los burgueses polacos con el sindicato Solidaridad?
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