En el curso de las transiciones socialista del siglo XX predominó el modelo estadista burocrático con un sistema político altamente centralizado, caracterizado por la vigencia del partido único, la fusión de partido – estado y organizaciones sociales, y por la negación progresiva de la democracia participativa y el poder popular.
A eso se le llamó “socialismo real” o “socialismo de Estado” y esa experiencia hizo crisis y finalmente colapsó en la URSS y en toda Europa oriental.
Las críticas a esa formación económica-social y política, que mas que avanzar hacia el socialismo terminó negando importantes valores socialista, tuvieron lugar mucho antes, pero sobre todo, después del llamado derrumbe.
La necesidad de un cambio modelo en Cuba ‑dado que ese proceso perdió originalidad y transplantó no pocas estructuras del sistema euro-oriental- ha sido planteada desde que tomó cuerpo el proceso de sovietización de esa revolución.
En mi caso, estas inquietudes y sus expresiones públicas datan de varias décadas atrás, pero ahora quiero trascribir aquí los planteamientos que sobre ese tema hice en la primera edición de mi libro “Rearmando la Utopia.- Del Neoliberalismo Global al Nuevo Socialismo” (Editora Tropical, Diciembre 1999):
“En el caso cubano y en el de los demás procesos de tránsito al socialismo resulta además imprescindible superar todo lo semejante a esos modelos fracasados que influyeron en sus crisis, con claras conciencia de que fueron y son, en comparación con un autentico desarrollo socialista, valores antisocialista, deformaciones de proyecto original.”
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“Esto implica asimilar también la lección soviética en cuanto a la errática conducción y evidente traición de Gorbachov en los momentos en que la necesidad de la renovación y de la democratización tocaron las puertas de la URSS y sobre todo en cuanto al proceso degenerativo que sufrió la Perestroika, dando paso a una tortuosa liberación pro-capitalista y a una vergonzosa subordinación a EE.UU. y a las demás potencias imperialistas.”
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“En el caso cubano ‘volver a America Latina’ no debe entenderse como reproducir el sistema político y las estructuras sociales capitalistas que predominan en nuestros países, estremecidos por la peor crisis de sus historias…”.
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“Cuba necesita identificar a mayor profundidad todo lo negativo trasplantado del modelo burocrático soviético y asumir su superación progresiva…”
Eso implica profundizar el proceso de rectificación e impulsar el esfuerzo hacia un modelo de transito al socialismo netamente cubano y esencialmente capaz… de garantizar el predominio de la propiedad social y de la propiedad pública socialmente controlada y democráticamente gestionada, así como un proceso de mayor socialización del poder y participación popular.
* Del retraso y el estancamiento a la movilidad
Las estructuras estatistas trasplantadas se prolongaron demasiado tiempo y solo recientemente se están haciendo limitados intentos de reformarlas y readecuarlas, sin que todavía esos cambios apunten hacia la socialización de lo estatal.
Ahora Fidel le ha dado una estocada al modelo económico vigente en Cuba al declarar ante el mundo que éste ya no funciona. Esto ha desatado un remolino por el poder amplificador de la voz del líder histórico de la revolución cubana, sin que por el momento se haya formulado una propuesta alternativa que defina las características del nuevo modelo a implantar.
En verdad no se trata únicamente de un modelo económico, sino de algo mucho más integral y multifacético, de estructuras económicas, políticas y sociales- y formas de pensar y gestionar el tránsito al socialismo- que han dado claras señales de agotamiento.
A nuestro juicio en Cuba no se ha agotado el socialismo, sino la falta de socialismo en el camino hacia él.
Está en crisis la falta de socialismo expresada en la estatización y burocratización de la economía y de los mecanismos de poder.
Hay quienes apuesten al reemplazo del estatismo por un modelo capitalista a lo Occidental: a imagen y semejanza del capitalismo dependiente neoliberal y de las seudo-democracias liberales-representativas del continente.
Y los también hay que procuran reformas económicas y modernizaciones pro-capitalistas al “estilo chino”, para establecer un modelo en que el estatismo modernizado se combine con la privatizaciones en diferentes escalas y sectores y con la ampliación de la presencia del capital transnacional y las empresas mixtas.
Ambas propuestas serian fatales.
La primera es sencillamente re-colonizadoras, catastrófica, sumamente traumática. Pero bastante improbable, salvo una eventual coyuntura interna e internacional más favorable; y siempre con escasas posibilidades de transitar sin guerra civil.
La segunda es menos traumática, más nacional y desarrollista, aunque conducente a una especie de Capitalismo de Estado ( en el mejor caso neo-keynesiano, con incremento inicial dramático de las desigualdades sociales. Esta con mayores probabilidades de ser acogida por ciertos estamentos burocráticos, tecnocráticos y militares inclinados al pragmatismo y, en general, con menos poder traumático.
Hay otro camino hacia otro modelo capaz de darle nuevos aires y continuidad a la revolución y capaz de revitalizar la vía socialista: socializar lo estatal, abrirle causes a la autogestión y cooperativizacion de la economía, impulsar formas asociativas del cuenta-propismo y de la pequeña propiedad, crear nuevas formas de propiedad social y de gestión y co-gestión democrática, estimular la economía de equivalencias, descentralizar y democratizar el sistema político hacia una democracia participativa. En fin, avanzar progresivamente hacia el nuevo socialismo participativo y hacia la democracia socialista.
* Debate trascendente y perspectivas por definir
.El debate entre las posibles opciones, aunque con medios desiguales, está en marcha y ha debilitado sensiblemente el inmovilismo estatista-burocrático, colocándolo a la defensiva y con escasas probabilidades de sostener su ”status quo”.
Fidel no ha hablado de cómo superar el modelo existente. Posiblemente eso sea objeto de otras reflexiones y planteamientos
Pero de todas maneras este puntillazo de Fidel acelera la tendencia al movimiento, aun sin rumbo y metas públicas claras y precisas; pero con algunas señales no del todo positiva del mando gubernamental.
Yo aprecio ‑y quisiera equivocarme- que el equipo de gobierno encabezado por Raúl tiende a inspirarse bastante, aunque no categóricamente, en la actual experiencia de China Popular. Las recientes medidas anunciadas apuntan en esa dirección, aunque no todo se ha dicho mientras siguen predominando las indefiniciones y el pragmatismo militar.
Fidel apunta más al rol del líder del proceso que al del estadista que recientemente dejó de ser. Eso explica también sus nuevos énfasis en el plano internacional y el positivo giro respecto al espinoso tema colombiano.
Ahora incursiona en una cuestión crucial de la política interna y habrá que ver en que dirección logra influir sobre el trascendente debate para el destino futuro de la Cuba de Martí.
Lo importante de todas maneras es que en nuestra querida Cuba avanza la autocrítica y la critica superadora al interior de un proceso cuyos enemigos aspiraron a su muerte por anquilosamiento y que por el contrario hoy exhibe una relativa vitalidad para decidir su renovación y el sentido de la misma: si la reforma y modernización hacia un futuro híbrido (Estado re-distribuidor y benefactor más capital privado local y transnacional y régimen político fuerte y centralizado) o si socialización de lo estatal más democracia participativa; esto es: si una vía reformista hacia un capitalismo de Estado más o menos social-democratizante, o si la ruta hacia nuevo socialismo con vocación latino-caribeña y mundial; sin descartar los riesgos de la contrarrevolución imperialista, sobretodo si se le da chance y cambian a su favor las condiciones continentales.
Ante esas disyuntivas apostamos con firmeza al nuevo socialismo.
9-09-2010, Santo Domingo.
narcisoisaconde@gmail.com
La Haine