El régimen sionista de Israel se ha negado a las peticiones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para que permita que inspectores internacionales examinen su programa nuclear y firme el pacto de no-proliferación de armas atómicas, que Irán si ha rubricado.
Teherán aceptó en su momento que la OIEA realizara esa inspección a la que se opone Tel Aviv. Resultado: “La OEIA no encontró nada grave en sitio nuclear de Irán” (Mohamed El Baradei, ex Director General de la Organización Internacional de Energía Atómica). Es decir, la OEIA reconoció los fines pacíficos del programa iraní.
Por su parte Israel tiene centenares de bombas que, hasta ahora, no ha utilizado porque no ha tenido necesidad. Medios occidentales justifican una tenencia responsable de esas armas, sobre la base de un supuesto sistema “democrático” en contraposición con otro teocrático, como definen al régimen de Irán. Pero si esa apreciación la tomamos al pie de la letra, no existirían notables diferencias con un país inventado por el sionismo (ideología nazi de conquista y expansión) que se considera el pueblo elegido de Dios.
Dos paises, dos situaciones. Uno no admite inspecciones, el otro sí. Uno está inmerso en continúas guerras y agresiones, el otro sólo estuvo en una guerra pero no la empezó: fue agredido por Iraq con el visto bueno de Estado Unidos; sin embargo uno es sancionado y el otro se ríe de las resoluciones en su contra de la ONU. Así aplican el Derecho Internacional los países que hablan de libertad y justicia. Claro que estamos hablando del Derecho Internacional burgués. No hay otro… por el momento.