Introducción
Todo esfuerzo serio por comprender la extraordinaria influencia de la configuración del poder sionista sobre la política exterior de EE.UU. debe examinar la presencia de operadores claves en posiciones estratégicas en el gobierno y las actividades de organizaciones sionistas locales afiliadas a organizaciones judías dominantes y órdenes religiosas.
Hay por lo menos 52 importantes organizaciones judías estadounidenses involucradas activamente en la promoción del orden del día de la política exterior, la economía y la tecnología de Israel en EE.UU. (vea el Apéndice). Los miembros de base varían entre varios cientos de miles de militantes en las Federaciones Judías de Norteamérica (JFNA, por sus siglas en inglés) y cien mil acaudalados donantes, activistas y traficantes de influencias en el Comité EE.UU.-Israel de Asuntos Públicos (AIPAC). Además numerosas fábricas de propaganda, denominadas think tanks, han sido establecidas con subsidios de millones de dólares de sionistas multimillonarios, incluidos el Brookings Institute (Haim Saban) y el Hudson Institute entre otros. Numerosos comités de acción política (PAC) financiados por los sionistas han intervenido en todas las elecciones nacionales y regionales, controlando candidaturas e influenciando los resultados de las elecciones.
Fanáticos sionistas se han apoderado literalmente de editoriales, incluidas prensas universitarias; el ejemplo más indignante es Yale University, que publica los folletos más tendenciosos que repiten como loros parodias sionistas de la historia judía (sección de crítica literaria del Financial Times 28⁄29 de agosto de 2010). Nuevos proyectos sionistas con considerable financiamiento, hechos para capturar a jóvenes judíos y convertirlos en instrumentos de la política exterior israelí incluyen “Taglit-Birthright” que ha gastado más de 250 millones de dólares durante la última década enviando a más de un cuarto de millón de judíos (entre 18 y 26 años) a Israel durante 10 días de intenso lavado de cerebro (Boston Globe 26 de agosto de 2010). Multimillonarios judíos y el Estado israelí pagan la cuenta. Se somete a los estudiantes a una fuerte dosis de militarismo al estilo israelí ya que son acompañados por soldados israelíes como parte de su adoctrinamiento; en ningún momento visitan Cisjordania, Gaza o Jerusalén Este (Boston Globe, 26 de agosto de 2010). Se les insta a convertirse en ciudadanos de doble nacionalidad e incluso se les alienta a servir en las fuerzas armadas israelíes. En resumen, las 52 organizaciones miembros de las Principales Organizaciones Judías Estadounidenses en cuestión constituyen sólo la punta del iceberg de la Configuración Sionista del Poder: tomadas en conjunto con los PAC, las fábricas de propaganda, las editoriales comerciales y universitarias y los medios de masas, nos vemos ante una estructura de poder para comprender la tremenda influencia que tienen en la política exterior e interior de EE.UU. en la medida en que afectan a Israel y al sionismo estadounidense.
Mientras toda su actividad se dedica antes que nada a asegurar que la política de EE.UU. en Oriente Próximo sirva a la expansión colonial de Israel en Palestina y sus objetivos belicistas en Oriente Próximo, lo que B’nai B’rth llama eufemísticamente “foco en Israel y su lugar en el mundo”, muchos grupos se ‘especializan’ en diferentes esferas de actividad. Por ejemplo, los “Amigos de la Fuerza de Defensa de Israel” [ejército israelí, N. del T.] se preocupan primordialmente, según sus propias palabras, “de velar por las FDI”, en otras palabras proveer recursos financieros y promover voluntarios estadounidenses para un ejército extranjero (una actividad ilegal, excepto cuando se trata de Israel). Hillel es el brazo estudiantil de la configuración del poder sionista que afirma que está presente en 500 colegios y universidades, con afiliados que defienden todos y cada uno de los abusos contra los derechos humanos del Estado israelí y organizan giras con todos los gastos pagados para estudiantes reclutas judíos para que viajen a Israel, donde se les somete a una fuerte propaganda y se les alienta a ‘migrar’ o a convertirse en ‘ciudadanos de doble nacionalidad’.
Método: Estudiando el poder sionista
Hay diversos métodos para medir el poder del conjunto de organizaciones sionistas e influyentes que ocupan posiciones estratégicas en el gobierno y la economía. Incluyen (a) el método basado en la reputación (b) sus propias afirmaciones © el análisis de la toma de decisiones (d) inferencias estructurales. La mayoría de estos métodos suministran algunas pistas sobre el potencial poder sionista. Por ejemplo, expertos en la prensa y periodistas se basan frecuentemente en personas informadas de Washington, personal del Congreso y notables para concluir que AIPAC tiene la reputación de ser uno de los grupos de presión más poderosos en Washington. Este método apunta a la necesidad de examinar empíricamente las operaciones de AIPAC en la influencia de votos en el Congreso, la presentación de candidaturas, la derrota de los que ocupan cargos y no apoyan incondicionalmente la línea israelí. En otras palabras, el análisis del proceso de toma de decisiones del Congreso y del ejecutivo es una clave para medir el poder sionista. Pero no es la única. El poder sionista es el producto de un contexto histórico, en el cual la propiedad de los medios y la concentración de la riqueza y otras palancas institucionales del poder tienen un papel y conforman el actual marco de la toma de decisiones. El poder acumulativo con el transcurso del tiempo y a través de las instituciones crea un fuerte prejuicio en los resultados políticos favorables a los agentes organizados de Israel en EE.UU.
Una vez más, la mera presencia de judíos o sionistas en posiciones de poder económico, cultural y político no nos dice cómo utilizarán sus recursos y si tendrán el efecto deseado. El análisis estructural, la ubicación de sionistas en la estructura de clase, es necesario pero insuficiente para comprender el poder sionista. Hay que proceder y analizar el contenido de decisiones hechas y no hechas respecto al orden del día de los patrocinadores de Israel que operan en EE.UU. Las 52 principales organizaciones sionistas son muy francas respecto a sus reivindicaciones de poder, su lucha por la agenda de Israel y su servilismo respecto a todos los regímenes israelíes sin excepción.
Los que niegan el poder sionista sobre la política exterior en Oriente Próximo de EE.UU. son sionistas de izquierda, como Noam Chomsky y sus acólitos. Nunca analizan el proceso legislativo, la toma de decisiones del poder ejecutivo, las estructuras y actividad de la base sionista de un millón de miembros, y los nombramientos y antecedentes de responsables políticos clave que deciden políticas estratégicas en Oriente Próximo. En su lugar recurren a generalizaciones superficiales y a demagogia política, imputando la política al “Gran Petróleo” y al “complejo militar-industrial” o al “imperialismo de EE.UU.”. Categorías carentes de contexto empírico y de contexto histórico sobre la política realmente existente respecto a Oriente Próximo.
La construcción del poder sionista en el gobierno de EE.UU.
Para comprender la sumisión estadounidense a las políticas belicistas israelíes en Oriente Próximo hay que mirar más allá del papel de lobbies que presionan al Congreso y del papel de comités de acción política y de donantes sionistas acaudalados en las campañas electorales. Un fundamento muy descuidado pero absolutamente esencial del poder sionista sobre la política exterior, económica, diplomática y militar de EE.UU. es la presencia sionista en posiciones políticas cruciales, incluyendo los Departamentos del Tesoro y de Estado, el Pentágono, el Consejo Nacional de Seguridad y la Casa Blanca.
Operando desde las máximas posiciones de decisión política, los funcionarios sionistas han mantenido consistentemente políticas alineadas con las políticas militaristas de Israel, orientadas a debilitar y eliminar a cualquier país que cuestione la ocupación colonial de Palestina por el Estado Judío, su monopolio nuclear regional, su expansión de asentamientos sólo para judíos y sobre todo sus estridentes esfuerzos por seguir siendo la potencia dominante en el Oriente árabe. Los responsables políticos sionistas en el gobierno están en constantes consultas con el Estado israelí, asegurando la coordinación con el comando militar israelí (FDI), ministerio de exteriores y su policía secreta (MOSSAD) y el cumplimiento de la línea política del Estado Judío. Durante los últimos 24 meses ni un solo responsable político sionista ha expresado alguna crítica de los más horrendos crímenes de Israel, que van desde el feroz ataque contra Gaza a la masacre de la flotilla humanitaria y la expansión de nuevos asentamientos en Jerusalén y en Cisjordania. Un récord de lealtad a una potencia extranjera que sobrepasa incluso el servilismo de los compañeros de ruta estalinistas y nazis en Washington durante los años treinta y cuarenta.
Los responsables políticos sionistas en posiciones estratégicas dependen del respaldo político y del trabajo en estrecha colaboración con sus contrapartes en los “lobbies” (AIPAC) en el Congreso y en las organizaciones judías sionistas nacionales y locales. Muchos de los principales responsables políticos sionistas llegaron al poder mediante una estrategia deliberada de infiltración en el gobierno para conformar una política que promueve el interés de Israel más allá de los intereses de la población de EE.UU. Aunque un grado de cohesión resultante de una lealtad común hacia Tel Aviv puede explicar un presunto nepotismo y selección, también resulta que los poderosos lobbies judíos pueden jugar un papel en la creación de posiciones claves en el gobierno y asegurar que uno de los suyos ocupe esas posiciones e impulse la agenda israelí.
Stuart Levey: El principal operador de Israel en el gobierno de EE.UU.
En 2004, AIPAC presionó exitosamente al gobierno de Bush para que creara la oficina del Subsecretario para Terrorismo e inteligencia financiera (UTFI) y que nombrara a su protegido, el graduado de Princeton Stuart Levey para ese puesto. Antes, pero especialmente después de su nombramiento, Levey colaboró estrechamente con el Estado israelí y fue conocido como un insuperable fanático sionista con ilimitada energía y una adoración ciega por el Estado israelí.
Dentro de los confines de sus anteojeras ideológicas sionistas, Levey aplicó su inteligencia a la singular tarea de convertir su oficina en un importante emplazamiento para el establecimiento de la política estadounidense hacia Irán. Levey, más que cualquier otro funcionario nombrado en el gobierno o legislador elegido, formula e implementa políticas que influencian profundamente las relaciones económicas de EE.UU., de la UE y de la ONU con Irán. Levey elaboró las políticas de sanciones que Washington impuso a la UE y al Consejo de Seguridad. Levey organiza a todo el personal bajo su control en el Tesoro para investigar políticas comerciales y de inversión de todas las principales corporaciones manufactureras, bancarias, navieras, petroleras y comerciales del mundo. Luego viaja por todo EE.UU. y presiona exitosamente a fondos de pensión, firmas de inversión, compañías petroleras e instituciones económicas para que desinviertan de cualquier compañía que tenga que ver con la economía civil de Irán. Ha globalizado sus actividades, amenazando con sanciones y exclusiones a compañías disidentes en Europa, Asia, Oriente Próximo y Norteamérica que se niegan a renunciar a oportunidades económicas. Todas han comprendido que Levey opera por cuenta de Israel, servicios que Levey ha rendido con orgullo.
Levey coordina su campaña con los dirigentes sionistas en el Congreso. Obtiene legislación de sanciones en línea con sus campañas. Sus políticas violan evidentemente el derecho internacional y la soberanía nacional, presionando los límites de la imposición extraterritorial de sus órdenes administrativas contra una economía civil. Su violación de la soberanía económica está en un plano paralelo con el anuncio de Obama de que las Fuerzas Especiales de EE.UU. operarán en violación de la soberanía política en cuatro continentes. Desde todo punto de vista, Levey formula la política de EE.UU. hacia Irán. En cada caso establece la escalada de sanciones y luego la pasa a la Casa Blanca, que la impone al Consejo de Seguridad. Una vez que se fijan nuevas sanciones aprobadas por Levey su personal está ubicado para imponerlas: identificando a los quebrantadores e implementando penalidades. El Tesoro se ha convertido en un puesto avanzado de Tel Aviv. Ni una sola publicación izquierdista, liberal o socialdemócrata destaca el papel de Levey o incluso el terrible dolor económico que este fanático del Antiguo Testamento inflige a 75 millones de trabajadores civiles y consumidores iraníes.
Por cierto, como los rabinos judeofascistas de Israel que predican una “solución final” para los enemigos de Israel, Levey anuncia nuevos y más duros “castigos” contra el pueblo iraní (Stuart Levey, “Iran’s New Deceptions at Sea Must be Punished” [Los nuevos engaños de Irán en el mar deben ser castigados] FT 16/08/2010, p. 9). Puede que el Estado Judío bautice en el momento apropiado una importante avenida en Cisjordania con su nombre por sus extraordinarios servicios para ese Estado racista extremadamente perverso.
El papel estratégico del poder local
El Archivo del Lobby de Israel publicó recientemente documentos desclasificados del Consejo Sionista Estadounidense (AZC) obtenidos por emplazamiento legal durante una investigación del Senado de EE.UU. entre 1962 y 1963. Los documentos revelan cómo el Estado israelí a través de sus conductos judíos estadounidenses –las organizaciones sionistas dominantes– penetró los medios de masas de EE.UU. y propagó su línea política, sin conocimiento del público estadounidense. Historias escritas por un sinnúmero de periodistas y académicos judíos sionistas fueron solicitadas y colocadas en medios nacionales como The Readers Digest, The Atlantic Monthly, Washington Post, entre otros, incluyendo periódicos y estaciones de radio regionales y locales (Israel Lobby Archive, 18 de agosto de 2010). Mientras las organizaciones sionistas nacionales procuraban los periodistas y los escritores y editores académicos, los afiliados locales transmitían el mensaje e implementaban la línea. El nivel de infiltración revelado por los documentos sionistas obtenidos por el Senado en los años sesenta se ha multiplicado por cien durante los últimos 50 años en términos de financiamiento, funcionarios pagados y militantes comprometidos y sobre todo en poder estructural y capacidad coercitiva.
Mientras los dirigentes nacionales, en estrecha consulta con funcionarios israelíes, reciben instrucciones sobre cuáles temas son de alta prioridad, la implementación sigue una ruta vertical hacia dirigentes regionales y locales, políticos, y notables que por su parte se dirigen a los medios locales y religiosos, académicos y a otros dirigentes de la opinión. Cuando dirigentes nacionales aseguran la publicación de propaganda pro israelí, los locales la reproducen y circulan a los medios locales y a personas influyentes no sionistas en su “periferia”. Campañas de cartas, orquestadas desde arriba, son implementadas por miles de doctores, abogados y empresarios sionistas militantes. Elogian a escribidores pro israelíes y atacan a los críticos; presionan a periódicos, editoriales y revistas para que no publiquen a los disidentes.
Los dirigentes nacionales y locales promueven reseñas hostiles de libros que no van en la línea israelí, influencian decisiones de las bibliotecas para que llenen sus estanterías con libros pro israelíes y censuren y excluyan historias más equilibradas o críticas. Militantes locales en coordinación con cónsules israelíes saturan al público con miles de reuniones públicas y oradores apuntando a iglesias cristianas, audiencias académicas y grupos cívicos; al mismo tiempo militantes sionistas locales y especialmente millonarios influyentes, presionan a sitios locales (administradores de universidades, autoridades eclesiásticas y asociaciones cívicas) para que no inviten a ningún crítico de Israel y sus partidarios para que hable. En última instancia, sionistas locales exigen que se otorgue el mismo tiempo a un propagandista pro israelí, algo inaudito cuando se programa que hable un apologista de Israel.
Organizaciones sionistas locales hacen valiosos esfuerzos para reclutar a alcaldes, gobernadores, celebridades locales, editores, eclesiásticos y promisorios jóvenes dirigentes étnicos y de minorías ofreciéndoles giras de propaganda a Israel con todos los gastos pagados para que luego escriban o den entrevistas repitiendo lo que aprendieron de los funcionarios israelíes. Dirigente locales movilizan a miles de activistas sionistas militantes para que ataquen a judíos antisionistas en público y en privado. Exigen que se les excluya de cualquier mesa redonda mediática sobre Oriente Próximo.
Funcionarios sionistas locales forman comités de reacción rápida para visitar y amenazar a cualquier editor local y personal editorial que publique editoriales o artículos que cuestionen la línea oficial israelí. Dirigentes locales controlan (“monitorean”) todas las reuniones locales, invitaciones a oradores, así como los discursos de comentaristas públicos, dirigentes religiosos y académicos para detectar cualquier “alusión antisionista” (que etiquetan de “antisemitismo encubierto”). La mayoría de las principales órdenes religiosas judías están alineadas como la espina dorsal de la recolección de fondos israelí local, incluyendo el financiamiento de nuevos asentamientos “sólo para judíos” en la Cisjordania palestina.
Funcionarios locales están en la vanguardia de campañas para negar a académicos independientes especializados en Oriente Próximo y en política pública, titularidad o promoción, independientemente de su erudición. Por otra parte, escritorzuelos académicos que acatan la línea pro israelí y publican libros con ataques generalizados contra críticos de Israel entre cristianos y musulmanes y países como Turquía, Irán o quienquiera sea un objetivo de la política israelí, son promocionados, elogiados y colocados en la lista de éxitos editoriales. Cualquier libro o escritor crítico del poder sionista o de Israel es colocado en un “índice” local y nacional y sometido a una inquisición mediante calumnias por una manada de Torquemadas judíos.
Conclusión
El poder de Israel en EE.UU. no reside sólo en la influencia y liderazgo de poderosos “lobbies pro israelíes” basados en Washington, como AIPAC. Sin los cientos de miles de dentistas, podólogos, corredores de bolsa, agentes inmobiliarios, profesores y otros, el “lobby” sería incapaz de sostener e implementar su política entre cientos de millones de estadounidenses fuera de las principales metrópolis. Como hemos visto en los documentos desclasificados del Senado, las organizaciones sionistas locales comenzaron hace medio siglo una campaña sistemática de penetración, control e intimidación que llegó a su apogeo en la primera década del Siglo XXI. No es por accidente o mera coincidencia que funcionarios universitarios en el norte de Minnesota o en el norte del Estado de Nueva York sean objeto de campañas para excluir a oradores o despedir a miembros de la facultad críticos de Israel. Los sionistas locales tienen bases de datos informatizadas que operan con un índice de oradores prohibidos, como admiten y alardean los propios sionistas en contraste con sionistas “liberales” que tienden a etiquetar como “antisemitas” o “teóricos de la conspiración” a escritores que citan documentos oficiales sionistas que demuestran su sistemática perversión de nuestras libertades democráticas.
Durante decenios, ha desaparecido virtualmente la distinción entre el poder sionista ejercido por un “lobby” fuera del gobierno y operadores “dentro” del gobierno. Como hemos visto en nuestro análisis, AIPAC obtuvo el puesto del subsecretario en el Tesoro, dictó el nombramiento de un operador sionista clave (Stuart Levey) y acompaña su cruzada global para sancionar a Irán hasta la hambruna y la pobreza. La colocación de operadores dentro de posiciones claves para Oriente Próximo en el gobierno no es el simple resultado de decisiones de carrera individuales. El ascenso de tantos sionistas pro Israel a puestos en el gobierno forma parte de su misión de servir el interés de Israel durante por lo menos unos pocos años de sus carreras. Su presencia en el gobierno obvia toda investigación por el Senado o el Congreso de organizaciones sionistas que actúan como agentes de una potencia extranjera como las que tuvieron lugar en los años sesenta.
La oposición pública aumenta ante la acumulación de poder y el abuso del ejercicio del poder por las principales organizaciones y personajes influyentes sionistas, por cuenta de un Estado racista cada vez más ensangrentado que alardea de su dominación sobre las instituciones públicas de EE.UU. La campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones gana en fuerza incluso en EE.UU. (vea desinversión de Harvard en compañías israelíes). El apoyo público a Israel en EE.UU., desde todo punto de vista, ha disminuido a menos de un 50%, mientras los sondeos en Europa Occidental muestran un pronunciado aumento de la hostilidad hacia el régimen ultra derechista de Israel. Los judíos antisionistas aumentan su influencia especialmente entre jóvenes judíos que están horrorizados ante la matanza israelí en Gaza y el ataque contra la flotilla humanitaria. De igual importancia es la presencia de judíos antisionistas en paneles y foros que ha dado aliento a numerosos no judíos otrora intimidados quienes hasta ahora temían que los calificaran de “antisemitas”.
La configuración del poder sionista se fundamenta en una base cada vez más débil en la población: la mayoría de los jóvenes judíos se casan fuera de los confines del nexo etno-religioso judío-israelí y es muy probable que muchos de ellos no formen la base para campañas fanáticas por cuenta de un Estado racista. La alta intensidad y el esfuerzo fuertemente dotado de la dirigencia sionista por cercar a jóvenes de ascendencia judía a través de escuelas privadas, “programas de verano” subvencionados en Israel, etc., tienen tanto que ver con miedo y reconocimiento del alejamiento del chovinismo clerical como con un intento de reclutar una nueva generación militantes de “Israel Primero”.
El peligro es que el apoyo sionista en EE.UU. para el régimen ultra derechista y racista en Israel los lleve a unir sus fuerzas con la extrema derecha en EE.UU. Actualmente los patanes judíos y cristianos de Manhattan hacen fermentar el odio masivo contra los musulmanes (la llamada “controversia por la mezquita”) como distracción de las crisis económicas y del aumento del desempleo. La promoción sionista de la islamofobia masiva tan cerca de Wall Street, donde muchos de sus ricachones se benefician con el saqueo de los activos de EE.UU., es un juego peligroso. Si las mismas masas enfurecidas alzan la vista hacia los ricos y poderosos en lugar de mirar hacia abajo a los negros y musulmanes, podrían tener lugar algunas sorpresas desagradables e imprevistas, no sólo contra los operadores de Israel, sino contra todos a quienes se identifique erróneamente como relacionados con una patria judía malinterpretada.
Artículo original: http://petras.lahaine.org/articulo.php?p=1820 – Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Apéndice
Conferencia de presidentes de las principales organizaciones judías de EE.UU.
Organizaciones miembro
1. Ameinu
2. American Friends of Likud
3. American Gathering/Federation of Jewish Holocaust Survivors
4. America-Israel Friendship League
5. American Israel Public Affairs Committee
6. American Jewish Committee
7. American Jewish Congress
8. American Jewish Joint Distribution Committee
9. American Sephardi Federation
10. American Zionist Movement
11. Americans for Peace Now
12. AMIT
13. Anti-Defamation League
14. Association of Reform Zionists of America
15. B’nai B’rith International
16. Bnai Zion
17. Central Conference of American Rabbis
18. Committee for Accuracy in Middle East Reporting in America
19. Development Corporation for Israel/State of Israel Bonds
20. Emunah of America
21. Friends of Israel Defense Forces
22. Hadassah, Women’s Zionist Organization of America
23. Hebrew Immigrant Aid Society
24. Hillel: The Foundation for Jewish Campus Life
25. Jewish Community Centers Association
26. Jewish Council for Public Affairs
27. The Jewish Federations of North America
28. Jewish Institute for National Security Affairs
29. Jewish Labor Committee
30. Jewish National Fund
31. Jewish Reconstructionist Federation
32. Jewish War Veterans of the USA
33. Jewish Women International
34. MERCAZ USA, Zionist Organization of the Conservative Movement
35. NA’AMAT USA
36. MCSK” Advocates on behalf of Jews in Russia, Ukraine, the Baltic States & Eurasia
37. National Council of Jewish Women
38. National Council of Young Israel
39. ORT America
40. Rabbinical Assembly
41. Rabbinical Council of America
42. Religious Zionists of America
43. Union for Reform Judaism
44. Union of Orthodox Jewish Congregations of America
45. United Synagogue of Conservative Judaism
46. WIZO
47. Women’s League for Conservative Judaism
48. Women of Reform Judaism
49. Workmen’s Circle
50. World ORT
51. World Zionist Executive, US
52. Zionist Organization of America