Viendo las circunstancias, ella junto a doña Catalina Gonzales, compañera y amiga, acercándose al general Bravo, le dice: «Venimos porque hemos hallado la manera de ser útiles a nuestra Patria. ¡No podemos pelear, pero podemos servir de alimento! He aquí nuestros cuerpos que pueden repartirse como ración a los soldados.» Esta actitud hace que los soldados recuperen el ánimo y vuelven a la lucha, con las mujeres armadas de machetes y garrotes para enfrentar al enemigo.
Cabe mencionar también a mujeres como a doña Rafaela López Aguado, madre de los Rayones, a doña María Petra Teruel de Velasco, digna protectora de los insurgentes presos; a doña Ana García, esposa del patriota Coronel José Félix Trespalacios, a quien acompañó en una travesía de ciento sesenta lenguas y lo salvó de dos sentencias de muerte que contra él condenara el Partido Realista; a las hermanas González de Pénjamo, quienes sacrificaron su fortuna y tumbaron su casa para unirse con los insurgentes; a las hermanas Moreno, que dieron incontables pruebas de abnegación y de patriotismo, junto a don Pedro Moreno y de Mina; y a las hermanas Francisca y Magdalena Godos, que durante el sitio de Coscomatepec, hacían cartuchos y cuidaban a los enfermos.
Y podemos seguir mencionando, por ejemplo, a aquellas mujeres sin nombre, que por este motivo son dignas de rescatarse en la memoria; mujeres a quienes la historia sólo conserva el recuerdo ínfimo de sus participaciones. La esposa de don Albino García, pobre y humilde de origen, montada en su caballo, con espada en mano entraba adelante a los ataques al tiempo que alentaba con su voz y su ejemplo a los insurgentes.
Y lo mismo en la revolución destacan mujeres por su ocupación. Están las periodistas y escritoras:
* Las periodistas formaron parte de un grupo de mujeres en la actividad política y social.
* Fundaron periódicos de oposición al régimen y en defensa de las clases desvalidas.
* Juana Belén Gutiérrez de Mendoza dirigió el periódico Vésper, dedicado a defender a los mineros y a combatir la dictadura.
* Guadalupe Rojo, viuda de Alvarado, directora del periódico Juan Panadero, fue presa en la cárcel de Belén por defender a los campesinos de Yautepec. Este Periódico se difundió en Guadalajara y después en México.
* Emilia Enríquez de Rivera, “Obdulia”, tuvo ideas renovadoras en la revista Hogar; mientras que Julia Sánchez, “Julia Mata”, fulminaba con sus críticas a la oligarquía en El látigo justiciero.
* Desde la Sierra de Guerrero se lanzó el Plan Político y Social, cuya redacción se confió a Dolores Jiménez y Muro, quien había sido redactora de El Diario del Hogar; en este documento —escrito por revolucionarios de cinco entidades de la República— se desconoció el régimen porfirista por “haber suprimido la prensa independiente, cerrado clubes, prohibiendo toda manifestación reveladora de la opinión pública y llevando a las cárceles, sin respetar a las mujeres… y se propuso modificar la ley de imprenta, proteger a los indígenas, aumentar los jornales de los trabajadores de ambos sexos y reducir a 9 las horas de trabajo”.
* María Hernández Zarco se hizo notable porque en 1913, cuando todas las imprentas de la capital se negaron a imprimir el discurso del Senador Belisario Domínguez —en donde condenaba el régimen de Huerta — , ella lo hizo a escondidas, por las noches, en el taller de Adolfo Montes de Oca, donde trabajaba.
En los complots, paso de armas, correos y difusión de noticias, sobresalieron Carmen Serdán, hermana de Aquiles Serdán; Carmen Alatriste, su madre; y Francisca del Valle, su esposa; también se involucraron Guadalupe, Rosa y María Narváez, quienes coordinaron las operaciones en el estado de Puebla, imprimieron y repartieron proclamas, así como distribuyeron armas, para luchar contra el régimen de Díaz.
Independientemente de las tropas a las que pertenecían, agarraron sus armas y combatieron al lado de los hombres; alentaron los ánimos de la tropa, caminaron en la retaguardia, buscaron alimento, lo prepararon y distribuyeron, parieron a sus hijos, se desempeñaron como espías, lloraron sus muertos y también murieron. Las mujeres soldaderas fueron:
* Soldaderas del Ejército Federal.
* Zapatistas que pelearon al lado de Emiliano Zapata y sus generales, mujeres campesinas.
* Las Adelitas que pelearon en el norte con el general Villa.
“Junto a las grandes tropas de Francisco Villa, Emiliano Zapata y Venustiano Carranza, más de mil novecientos líderes lucharon en bandas rebeldes. Las soldaderas pululan en las fotografías. Multitud anónima, comparsas, al parecer telón de fondo, sólo hacen bulto, pero sin ellas los soldados no hubieran comido ni dormido ni peleado” (Elena Poniatowska, 1999).
Y Las coronelas que jugaron un papel importantísimo:
* Carmen Alanís se levantó en armas en Casas Grandes Chihuahua y participó en la toma de Ciudad Juárez con 300 hombres a su mando.
* Juana Gutiérrez de Mendoza y La China comandaron un batallón formado por las viudas, hijas y hermanas de los combatientes muertos.
* Dolores Jiménez y Muro, coronela redactora del Plan Político y Social, desconoció al régimen Porfirista.
La historia ha sido ingrata con las mujeres que han contribuido con acciones importantes en la independencia y en la revolución de este país. mujeres que después de 200 años de independencia y 100 de revolución, siguen pugnando por tomar posición importante en los avances que va teniendo la sociedad. Poco se ha escrito sobre las que lucharon, poco se sabe de las Coronelas, de las Soldaderas, incluso de la participación de los niños en las tropas. No se han escrito historias sobre ellas, no hay tantas heroínas como héroes; todo lo que se sabe es por testimonios y un testimonio es-como lo manifiesta un estudio titulado “Las mujeres en la revolución mexicana: un protagonismo silenciado” de Alessandra Sutter: “Al igual que la historia, el testimonio encierra ciertos elementos de poder, ya que se escoge lo que se va a exponer. Una de las limitaciones del testimonio es que se pueden cuestionar los elementos de la verdad en el mismo, pero como a ciencia cierta no se sabe cuál es la Verdad, se puede tomar como referencia”. Y existe un testimonio del señor Felix Molina Lara, quien convivió con la tropa desde la edad de 4 años, fue miembro del batallón “Fieles de Huiviris” y se retiró del ejército con el grado de Sargento 1º; que menciona el desempeño de la mujer, un testimonio que según Sutter “muestra otra perspectiva sobre la participación de la mujer en la Revolución Mexicana. Aunque Molina reconoce la temeridad de la mujer, es evidente que en el interior del testimonio se muestra cierto machismo cuando se dice que la mujer ha peleado “cuando las circunstancias la obligan». En este caso se excluyen las mujeres que han luchado por algún ideal sin que las circunstancias las obliguen.” Y aquí el testimonio de Molina Lara:
“Un toque de corneta se oyó a lo lejos pidiendo contraseña. El eco difundió el sonido del instrumento de guerra y el comandante del campamento instruyó a la corneta de órdenes para que contestara. Una vez confirmado que se trataba de fuerzas amigas, se esperó su llegada. Por otra parte, se tenían noticias de que pronto atacaría el enemigo, por lo que se preparó la defensa del lugar. El comandante dispuso la distribución de los elementos a sus órdenes. De pronto, una Soldadera llegó a todo correr agitando un trapo
mientras a gritos avisaba que el enemigo estaba cerca. Desde luego el comandante, como buen militar, alertó a la tropa indicándoles que esperaran su señal para disparar. Efectivamente, cuando la fuerza contraria se encontraba a la distancia convenida, él dio la
orden disparando su 45 sobre el enemigo que se acercaba: ¡FUEGO!…Una descarga cerrada recibió a los atacantes y aunque eran superiores en número, la tropa no se arredró y sostuvo durante 48 horas el combate. Soldado que caía, era sustituido por una soldadera, quien con su arrojo demostraba mas audacia que los hombres, los que viéndose alentados por aquél ejemplo, derrotaron al enemigo. Es justo aclarar que también participaron en aquel combate muchachos de entre 9 y 11 años, ellos tomaron las armas para defender la parte que les correspondió. ¡Fue dura la jornada! En el campamento, sumido en la oscuridad de la noche, la «juanada» descansaba. Únicamente se oían los pasos de los soldados del rondín que vigilaban el sueño de sus compañeros: jefes, oficiales y tropa. Todos agotados, ¡No habían comido ni dormido en las 48 horas que duró la refriega! Alrededor del campamento quedaron diseminados muchos cadáveres que fueron incinerados por montones con gasolina. Solamente se dio sepultura a los 27 soldados que murieron en combate. La superioridad ordenó que a sus viudas e hijos, se les expidieran pasajes para su lugar de origen. La mujer Mexicana siempre ha dado muestra de arrojo y temeridad cuando las circunstancias la obligan, muchas obtuvieron grados militares durante la revolución, algunas se hicieron famosas como coronelas, otras como soldados rasos… ¡La mayoría, como verdaderas Soldaderas!”
En un sondeo que se realizó para este reportaje, en las calles de la ciudad se le preguntó a 100 personas si conocía heroínas de la independencia y de la revolución mexicana. El 90% no mencionó más que a las que menciona la historia oficial y el otro 10% conocía vagamente algo sobre las que hemos mencionado.
Gracias a la participación de la mujer es que la sociedad ha tenido logros significativos y logros para ellas mismas, pero desgraciadamente aún estamos conviviendo con hombres misóginos, retrógradas y “machos” que menoscaban los avances que la mujer quiere lograr para el bien del país, para mejorar la interacción entre ambos sexos y lograr la equidad. Para ello es necesario que los que gobiernan el país, tomen en serio la historia y que incluyan a las verdaderas heroínas en la “Historia Oficial” que carece de mucho.
Festejar la independencia y la revolución, debe tener un enfoque dirigido también a todas las que fueron protagonistas en ambas luchas y darle un sentido de verdadera equidad reconociendo en valor de la mujer a través de la historia del país.
Viendo las circunstancias, ella junto a doña Catalina Gonzales, compañera y amiga, acercándose al general Bravo, le dice: «Venimos porque hemos hallado la manera de ser útiles a nuestra Patria. ¡No podemos pelear, pero podemos servir de alimento! He aquí nuestros cuerpos que pueden repartirse como ración a los soldados.» Esta actitud hace que los soldados recuperen el ánimo y vuelven a la lucha, con las mujeres armadas de machetes y garrotes para enfrentar al enemigo.
Cabe mencionar también a mujeres como a doña Rafaela López Aguado, madre de los Rayones, a doña María Petra Teruel de Velasco, digna protectora de los insurgentes presos; a doña Ana García, esposa del patriota Coronel José Félix Trespalacios, a quien acompañó en una travesía de ciento sesenta lenguas y lo salvó de dos sentencias de muerte que contra él condenara el Partido Realista; a las hermanas González de Pénjamo, quienes sacrificaron su fortuna y tumbaron su casa para unirse con los insurgentes; a las hermanas Moreno, que dieron incontables pruebas de abnegación y de patriotismo, junto a don Pedro Moreno y de Mina; y a las hermanas Francisca y Magdalena Godos, que durante el sitio de Coscomatepec, hacían cartuchos y cuidaban a los enfermos.
Y podemos seguir mencionando, por ejemplo, a aquellas mujeres sin nombre, que por este motivo son dignas de rescatarse en la memoria; mujeres a quienes la historia sólo conserva el recuerdo ínfimo de sus participaciones. La esposa de don Albino García, pobre y humilde de origen, montada en su caballo, con espada en mano entraba adelante a los ataques al tiempo que alentaba con su voz y su ejemplo a los insurgentes.
Y lo mismo en la revolución destacan mujeres por su ocupación. Están las periodistas y escritoras:
* Las periodistas formaron parte de un grupo de mujeres en la actividad política y social.
* Fundaron periódicos de oposición al régimen y en defensa de las clases desvalidas.
* Juana Belén Gutiérrez de Mendoza dirigió el periódico Vésper, dedicado a defender a los mineros y a combatir la dictadura.
* Guadalupe Rojo, viuda de Alvarado, directora del periódico Juan Panadero, fue presa en la cárcel de Belén por defender a los campesinos de Yautepec. Este Periódico se difundió en Guadalajara y después en México.
* Emilia Enríquez de Rivera, “Obdulia”, tuvo ideas renovadoras en la revista Hogar; mientras que Julia Sánchez, “Julia Mata”, fulminaba con sus críticas a la oligarquía en El látigo justiciero.
* Desde la Sierra de Guerrero se lanzó el Plan Político y Social, cuya redacción se confió a Dolores Jiménez y Muro, quien había sido redactora de El Diario del Hogar; en este documento —escrito por revolucionarios de cinco entidades de la República— se desconoció el régimen porfirista por “haber suprimido la prensa independiente, cerrado clubes, prohibiendo toda manifestación reveladora de la opinión pública y llevando a las cárceles, sin respetar a las mujeres… y se propuso modificar la ley de imprenta, proteger a los indígenas, aumentar los jornales de los trabajadores de ambos sexos y reducir a 9 las horas de trabajo”.
* María Hernández Zarco se hizo notable porque en 1913, cuando todas las imprentas de la capital se negaron a imprimir el discurso del Senador Belisario Domínguez —en donde condenaba el régimen de Huerta — , ella lo hizo a escondidas, por las noches, en el taller de Adolfo Montes de Oca, donde trabajaba.
En los complots, paso de armas, correos y difusión de noticias, sobresalieron Carmen Serdán, hermana de Aquiles Serdán; Carmen Alatriste, su madre; y Francisca del Valle, su esposa; también se involucraron Guadalupe, Rosa y María Narváez, quienes coordinaron las operaciones en el estado de Puebla, imprimieron y repartieron proclamas, así como distribuyeron armas, para luchar contra el régimen de Díaz.
Independientemente de las tropas a las que pertenecían, agarraron sus armas y combatieron al lado de los hombres; alentaron los ánimos de la tropa, caminaron en la retaguardia, buscaron alimento, lo prepararon y distribuyeron, parieron a sus hijos, se desempeñaron como espías, lloraron sus muertos y también murieron. Las mujeres soldaderas fueron:
* Soldaderas del Ejército Federal.
* Zapatistas que pelearon al lado de Emiliano Zapata y sus generales, mujeres campesinas.
* Las Adelitas que pelearon en el norte con el general Villa.
“Junto a las grandes tropas de Francisco Villa, Emiliano Zapata y Venustiano Carranza, más de mil novecientos líderes lucharon en bandas rebeldes. Las soldaderas pululan en las fotografías. Multitud anónima, comparsas, al parecer telón de fondo, sólo hacen bulto, pero sin ellas los soldados no hubieran comido ni dormido ni peleado” (Elena Poniatowska, 1999).
Y Las coronelas que jugaron un papel importantísimo:
* Carmen Alanís se levantó en armas en Casas Grandes Chihuahua y participó en la toma de Ciudad Juárez con 300 hombres a su mando.
* Juana Gutiérrez de Mendoza y La China comandaron un batallón formado por las viudas, hijas y hermanas de los combatientes muertos.
* Dolores Jiménez y Muro, coronela redactora del Plan Político y Social, desconoció al régimen Porfirista.
La historia ha sido ingrata con las mujeres que han contribuido con acciones importantes en la independencia y en la revolución de este país. mujeres que después de 200 años de independencia y 100 de revolución, siguen pugnando por tomar posición importante en los avances que va teniendo la sociedad. Poco se ha escrito sobre las que lucharon, poco se sabe de las Coronelas, de las Soldaderas, incluso de la participación de los niños en las tropas. No se han escrito historias sobre ellas, no hay tantas heroínas como héroes; todo lo que se sabe es por testimonios y un testimonio es-como lo manifiesta un estudio titulado “Las mujeres en la revolución mexicana: un protagonismo silenciado” de Alessandra Sutter: “Al igual que la historia, el testimonio encierra ciertos elementos de poder, ya que se escoge lo que se va a exponer. Una de las limitaciones del testimonio es que se pueden cuestionar los elementos de la verdad en el mismo, pero como a ciencia cierta no se sabe cuál es la Verdad, se puede tomar como referencia”. Y existe un testimonio del señor Felix Molina Lara, quien convivió con la tropa desde la edad de 4 años, fue miembro del batallón “Fieles de Huiviris” y se retiró del ejército con el grado de Sargento 1º; que menciona el desempeño de la mujer, un testimonio que según Sutter “muestra otra perspectiva sobre la participación de la mujer en la Revolución Mexicana. Aunque Molina reconoce la temeridad de la mujer, es evidente que en el interior del testimonio se muestra cierto machismo cuando se dice que la mujer ha peleado “cuando las circunstancias la obligan». En este caso se excluyen las mujeres que han luchado por algún ideal sin que las circunstancias las obliguen.” Y aquí el testimonio de Molina Lara:
“Un toque de corneta se oyó a lo lejos pidiendo contraseña. El eco difundió el sonido del instrumento de guerra y el comandante del campamento instruyó a la corneta de órdenes para que contestara. Una vez confirmado que se trataba de fuerzas amigas, se esperó su llegada. Por otra parte, se tenían noticias de que pronto atacaría el enemigo, por lo que se preparó la defensa del lugar. El comandante dispuso la distribución de los elementos a sus órdenes. De pronto, una Soldadera llegó a todo correr agitando un trapo
mientras a gritos avisaba que el enemigo estaba cerca. Desde luego el comandante, como buen militar, alertó a la tropa indicándoles que esperaran su señal para disparar. Efectivamente, cuando la fuerza contraria se encontraba a la distancia convenida, él dio la orden disparando su 45 sobre el enemigo que se acercaba: ¡FUEGO!…Una descarga cerrada recibió a los atacantes y aunque eran superiores en número, la tropa no se arredró y sostuvo durante 48 horas el combate. Soldado que caía, era sustituido por una soldadera, quien con su arrojo demostraba mas audacia que los hombres, los que viéndose alentados por aquél ejemplo, derrotaron al enemigo. Es justo aclarar que también participaron en aquel combate muchachos de entre 9 y 11 años, ellos tomaron las armas para defender la parte que les correspondió. ¡Fue dura la jornada! En el campamento, sumido en la oscuridad de la noche, la «juanada» descansaba. Únicamente se oían los pasos de los soldados del rondín que vigilaban el sueño de sus compañeros: jefes, oficiales y tropa. Todos agotados, ¡No habían comido ni dormido en las 48 horas que duró la refriega! Alrededor del campamento quedaron diseminados muchos cadáveres que fueron incinerados por montones con gasolina. Solamente se dio sepultura a los 27 soldados que murieron en combate. La superioridad ordenó que a sus viudas e hijos, se les expidieran pasajes para su lugar de origen. La mujer Mexicana siempre ha dado muestra de arrojo y temeridad cuando las circunstancias la obligan, muchas obtuvieron grados militares durante la revolución, algunas se hicieron famosas como coronelas, otras como soldados rasos… ¡La mayoría, como verdaderas Soldaderas!”
En un sondeo que se realizó para este reportaje, en las calles de la ciudad se le preguntó a 100 personas si conocía heroínas de la independencia y de la revolución mexicana. El 90% no mencionó más que a las que menciona la historia oficial y el otro 10% conocía vagamente algo sobre las que hemos mencionado.
Gracias a la participación de la mujer es que la sociedad ha tenido logros significativos y logros para ellas mismas, pero desgraciadamente aún estamos conviviendo con hombres misóginos, retrógradas y “machos” que menoscaban los avances que la mujer quiere lograr para el bien del país, para mejorar la interacción entre ambos sexos y lograr la equidad. Para ello es necesario que los que gobiernan el país, tomen en serio la historia y que incluyan a las verdaderas heroínas en la “Historia Oficial” que carece de mucho.
Festejar la independencia y la revolución, debe tener un enfoque dirigido también a todas las que fueron protagonistas en ambas luchas y darle un sentido de verdadera equidad reconociendo en valor de la mujer a través de la historia del país.