Los firmantes de este artículo hemos sido mencionados en un auto de la Audiencia Nacional con apelativos como «dirigentes del frente político institucional de ETA» o «claramente vinculados con el entramado de la organización terrorista ETA». Esa terminología, empleada por un tribunal que tiene carta blanca para ordenar detenciones con incomunicación incluida, imponer prisión preventiva hasta un límite de cuatro años, suspender actividades transparentes y celebrar juicios sumarios sin garantías, no puede hacer menos que aterrarnos. Sí, reconocemos que ese fue el primer sentimiento que tuvimos al encontrar nuestro nombre en el listado del órgano antiterrorista.
Cierto que estuvimos o estamos sometidos a procedimientos judiciales ante ese tribunal. En el caso de otros, ni siquiera se da esa circunstancia, pero aparecen igualmente mencionados para instigar aún más esa atmósfera asfixiante de criminalidad. A quienes hemos sido absueltos en dichos procedimientos nos protege el efecto de cosa juzgada. A los que no han sido aún juzgados, la presunción de inocencia. En el caso de quienes no están sometidos a proceso, el derecho al honor y buen nombre es su refugio. Todo esto se echa por los suelos en un solo auto de este tribunal. No descartamos tomar acción legal ante este atropello.
Y, precisamente, porque tenemos más apego a la Justicia ‑con mayúsculas- que este tribunal que se jacta de administrarla, y porque vemos que nuestros derechos más elementales de expresión y asociación se vieron un día y se ven en el presente censurados, diezmados, liquidados, nos vimos y nos vemos en la necesidad de denunciarlo. De expresarlo. Nadie mejor que quien ha sufrido una arbitrariedad, un agravio en propia carne y en la de otros compañeros, puede reclamar su reparación. Eso, y únicamente eso, es lo que nos animó a aportar nuestro granito de arena en Adierazi EH.
Quienes desde sectores varios han compartido trabajo ‑en tenaz discusión o profundo consenso- con nosotros y nosotras pueden acreditar que nuestra única razón, que el único dictado, la única directriz que seguimos es la de nuestra conciencia. Conciencia que nos hace reclamar con absoluta determinación que nadie más vea ni uno solo de sus derechos restringidos en este país. Que nadie más se encuentre envuelto en una acusación infundada, en una detención arbitraria, en una suspensión de sus derechos más básicos, en un proceso injusto. Que nadie más sufra por lo que piensa y porque lo expresa. En pos de ello seguiremos.
No podemos acabar esta carta sin hacer una mención a los medios de comunicación que han ocultado en todo momento la virtualidad de Adierazi EH y solamente se han hecho eco de esta plataforma plural cuando ha sido atacada por la Audiencia Nacional. Sería demasiado, a estas alturas, pedirles rigor informativo. Simplemente, sabiendo además que estas letras estarán vetadas en sus publicaciones ‑ojalá nos equivoquemos; en sus manos está que nos tengamos que tragar estas palabras‑, les pedimos que reflexionen. Porque si bien los medios son instrumento de la libertad de expresión, para disfrutar de ella es necesario que todos los ciudadanos y ciudadanas estén en posesión de todos sus derechos. Hecho que a día de hoy, como es evidente, no se da.
(*) Además de Karmelo Landa y Amaia Esnal, también firman este artículo Unai Beaskoetxea, Julen Arzuaga, Eli Zubiaga, Oiakue Azpiri, Agurtzane Solaberrieta y Olatz Karro.