En palabras de Paulo Freire en su obra «Pedagogía del Oprimido»(Siglo veintiuno Editores, 1.998)cito…» La sectarización es siempre castradora por el fanatismo que la nutre. La radicalización por el contrario es siempre creadora, dada la criticidad que la alimenta.
En tanto la sectarización es mítica, y por ende alienante, la radicalización es crítica y, por ende, liberadora…ya que al implicar el enraizamiento de los hombres en la opción realizada, los compromete cada vez más en el esfuerzo de transformación de la realidad concreta objetiva».
«La sectarización en tanto mítica es irracional y transforma la realidad en algo falso que así, no puede ser transformada».
«No son pocos los revolucionarios que se transforman en reaccionarios por la sectarización en que se dejan caer, al responder a la sectarización derechista…El radical jamás será un subjetivista. Para él, el aspecto subjetivo encarna en una unidad dialéctica con la dimensión objetiva de la propia idea».
«El sectario no percibe, no puede percibir o percibe erradamente en su «irracionalidad» cegadora, la dinámica de la realidad…un reaccionario pretende frenar el proceso, «domesticar» el tiempo y consecuentemente a los
hombres…dejándose caer en posiciones fundamentalmente fatalistas, si es de
derecha…pretende domesticar el presente para que en la mejor de las hipótesis, el futuro repita el presente «domesticado»; si es de izquierda transforma el futuro en algo preestablecido, en una especie de hado, de sino o destino irremediable».
«En ambos casos la sectarización es reaccionaria porque unos y otros se apropian del tiempo y, sintiéndose propietarios del saber, acaban sin el pueblo que no es sino una forma de estar contra él».
«El hombre radical comprometido con la liberación de los hombres, no se deja prender en «círculos de seguridad» en los cuales aprisiona tambien la realidad. Por el contrario, es tanto más radical cuanto más se inserta en esta realidad para, a fin de conocerla mejor, transformarla mejor».
«No teme enfrentar, no teme escuchar, no teme el descubrimiento del mundo. No teme el encuentro con el pueblo. No teme el diálogo con él, de lo que resulta en saber cada vez más de ambos. No se siente dueño del tiempo, ni dueño de los hombres, ni liberador de los oprimidos. Se compromete con ellos, en el tiempo, para luchar con ellos por la liberación de ambos».
…«La radicalización es lo propio del revolucionario».
Reflexionemos todos sobre este planteamiento y el momento en que nos encontramos en el proceso. Criticar para transformar implica comprometernos con una comunicación para la vida.