El bata­llón Comu­ne­ros de Castilla

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ste bata­llón cons­ti­tu­ye, sin duda algu­na, la uni­dad de mili­cias cas­te­llano y leo­ne­sas que, tan­to en su ori­gen y com­po­si­ción ini­cial como en el man­te­ni­mien­to a lo lar­go de toda la gue­rra de cla­ra con­cien­cia de iden­ti­dad regio­nal, pre­sen­ta unas carac­te­rís­ti­cas más níti­das y defi­ni­das como repre­sen­ta­ti­va del com­por­ta­mien­to del volun­ta­ria­do cas­te­llano y leo­nés que pudo ofre­cer resis­ten­cia a la suble­va­ción y par­ti­ci­par acti­va­men­te en la contienda.

A lo lar­go de la gue­rra for­ma­ron par­te de »Comu­ne­ros» un núme­ro de hom­bres supe­rior a los 2.200, man­te­nien­do siem­pre los de ori­gen cas­te­llano y leo­nés un por­cen­ta­je en su com­po­si­ción cer­cano al 70 por 100. Pero qui­zás sea más sig­ni­fi­ca­ti­vo el con­si­de­rar que en el perío­do de los pri­me­ros meses de gue­rra – en que se con­fi­gu­ra como uni­dad típi­ca­men­te mili­cia­na- pasa­ron por la mis­ma 1.503 hom­bres, dos ter­cios de los cua­les eran ori­gi­na­rios y resi­den­tes habi­tua­les en pro­vin­cias cas­te­llano y leo­ne­sas, sien­do de des­ta­car tam­bién el alto por­cen­ta­je de madri­le­ños de pro­ba­ble ori­gen cas­te­llano y leonés.

El ori­gen de »Comu­ne­ros de Cas­ti­lla» se sitúa en los pri­me­ros días de la gue­rra, cuan­do a ini­cia­ti­va de los direc­ti­vos del Cen­tro Abu­len­se, situa­do en la Calle Fomen­to, 11, de Madrid, se difun­de la con­vo­ca­to­ria para for­mar par­te de una »colum­na cas­te­lla­na» para »com­ba­tir con­tra los rebel­des de las pro­vin­cias de Ávi­la, Sala­man­ca, Valla­do­lid y Sego­via”. El Cen­tro Abu­len­se edi­ta unos pas­qui­nes que se dis­tri­bu­yen con pro­fu­sión en las calles madri­le­ñas, al tiem­po que por radio y otros medios alcan­za gran eco el lla­ma­mien­to. En esta publi­ci­dad se hace hin­ca­pié en la libe­ra­ción de Ávi­la y Salamanca.

De mane­ra que en los pri­me­ro días de agos­to ‑el alis­ta­mien­to comien­za el día 10- han fir­ma­do un com­pro­mi­so de com­ba­te un núme­ro de hom­bres y muje­res supe­rior a 200.

Dos son los con­tin­gen­tes ini­cia­les que con­for­man este colec­ti­vo: por una lado un gran núme­ro de eva­cua­dos del valle del Tié­tar y la Sie­rra de Gre­dos; por otra par­te, nume­ro­sos madri­le­ños ori­gi­na­rios de las pro­vin­cias cas­te­lla­nas y leo­ne­sas ‑socios del cen­tro en espe­cial- acu­den a ins­cri­bir­se. Gru­pos de tran­seún­tes de estas pro­vin­cias, como es el caso de los atle­tas sal­man­ti­nos des­pla­za­dos a par­ti­ci­par en la Olim­pia­da Popu­lar de Bar­ce­lo­na, tam­bién for­ma­rán par­te del batallón.

El día 23 de agos­to la Ins­pec­ción de Mili­cias auto­ri­za la for­ma­ción del bata­llón en los tér­mi­nos usua­les, esta­ble­cien­do un habi­li­ta­do y desig­nan­do sus pri­me­ros man­dos. Las labo­res de reclu­ta y orga­ni­za­ción esta­rán en manos del Comi­té de Mili­cias del Cen­tro Abu­len­se, for­ma­do por los com­po­nen­tes de la ante­rior Jun­ta Direc­ti­va. Aval polí­ti­co de estas pri­me­ras ges­tio­nes es el dipu­tado Casa­nue­va, quien man­te­nía amis­tad con el dipu­tado socia­lis­ta por Ávi­la, Gar­cía Muro, fusi­la­do por los rebel­des. El Cen­tro Abu­len­se pro­por­cio­nó tam­bién en un pri­mer momen­to el equi­pa­mien­to bási­co, inclui­do arma­men­to, impren­ta, taller de con­fec­ción, etc. El apo­yo del Cen­tro lle­ga­rá has­ta cons­ti­tuir inclu­so una ban­da de músi­ca que, has­ta su diso­lu­ción el 30 de noviem­bre, dará a la uni­dad un aspec­to de espe­cial­men­te bien equi­pa­da. Con­ta­rá tam­bién con un Bole­tín interno que, con el tiem­po, lle­ga­rá a ser por­ta­voz de la Bri­ga­da Mix­ta en que se inte­gre el batallón.

Duran­te el mes de sep­tiem­bre la uni­dad se orga­ni­za y acre­cien­ta el reclu­ta­mien­to has­ta alcan­zar un con­tin­gen­te de 692 hom­bres. Los man­dos mili­ta­res son Sal­va­dor Bláz­quez y A. Mon­te­qui, como coman­dan­tes, sien­do el res­pon­sa­ble polí­ti­co ante la Coman­dan­cia de Mili­cias Emi­liano Gar­cía. Los dos pri­me­ros coman­dan­tes diri­gie­ron las ope­ra­cio­nes en que inter­vino la uni­dad, a comien­zos de octu­bre, que con­sis­tie­ron en una serie de accio­nes de refor­za­mien­to del fren­te de Toledo-Talavera.

Las pri­me­ras accio­nes sobre los pue­blos de Gri­ñón, Illes­cas y Sta. Cruz de Reta­mar, se sal­da­ron con un fra­ca­so total y el resul­ta­do sería una suce­sión de reti­ra­das ante el avan­ce de las tro­pas marro­quíes. Tras cona­tos de resis­ten­cia en Fuen­la­bra­da, los res­tos de la uni­dad, que que­da muy dis­mi­nui­da, se uni­rán en Cara­ban­chel al esfuer­zo defen­si­vo de la capital.

Esta pri­me­ra fase de actua­cio­nes del bata­llón reve­ló, ade­más de inefi­ca­cia mili­tar e inade­cua­ción para accio­nes mili­ta­res de cier­ta enver­ga­du­ra, la nece­si­dad de dotar a la uni­dad de medios ade­cua­dos. Se pro­du­ci­rán hechos demos­tra­ti­vos de esta nue­va orien­ta­ción: el refor­za­mien­to de efec­ti­vos se hará en gran par­te asi­mi­lan­do mili­cia­nos abu­len­se de uni­da­des meno­res y de nue­vos reclu­ta­mien­tos; así mis­mo se da una cier­ta depu­ra­ción al aban­do­nar el bata­llón cer­ca de cien hom­bres como con­se­cuen­cia del Decre­to de Mili­ta­ri­za­ción de 30 de sep­tiem­bre; supre­sión de algu­nos ser­vi­cios pro­pios como el taller de cos­tu­ra o la ban­da de músi­ca; pro­mo­ción a pues­tos de man­do – tras pro­tes­tas habi­das por el pro­ce­di­mien­to segui­do con ante­rio­ri­dad- de per­so­nas con expe­rien­cia mili­tar o supe­rior de for­ma­ción; crea­ción de una com­pa­ñía de ame­tra­lla­do­ras… Medi­das todas ellas en con­so­nan­cia con el giro de la con­tien­da y los nue­vos dis­po­si­ti­vos mili­ta­res, cuyo para­dig­ma lo cons­ti­tuían en esos días uni­da­des del Quin­to Regimiento.

En la Defen­sa de Madrid el bata­llón “Comu­ne­ros” es des­ti­na­do al fren­te de la Ciu­dad Uni­ver­si­ta­ria, jun­to al Hos­pi­tal Clí­ni­co. Toma­rá el man­do de la uni­dad, tras la muer­te en acción de gue­rra de los dos pri­me­ros coman­dan­tes, un vete­rano mili­tar Julián del Cas­ti­llo, lau­rea­do y con expe­rien­cias en Cuba y Fili­pi­nas, com­ba­tien­te volun­ta­rio des­de julio en el Fren­te de Extremadura.

Con pos­te­rio­ri­dad a la bata­lla de Madrid, el bata­llón per­ma­ne­ce­rá duran­te toda la gue­rra prác­ti­ca­men­te en las mis­mas posi­cio­nes. Inte­gra­rá, con la deno­mi­na­ción de »60 bata­llón», jun­to a los bata­llo­nes »1º de Mayo», »Artes Blan­cas» y »Cór­do­ba» la 40 Bri­ga­da Mix­ta, den­tro de la 7ª. Divi­sión al man­do del Tenien­te Coro­nel Orte­ga. Otra uni­dad con la que man­ten­drá rela­cio­nes per­ma­nen­tes será el bata­llón 58 » Mili­cias Vas­cas», al que refor­za­rá en oca­sio­nes con efec­ti­vos sobrantes.

Lle­va­rá a cabo accio­nes de impor­tan­cia a pri­me­ros del año 1937 en la zona del Par­que del Oes­te, pero fun­da­men­tal­men­te su papel será de guar­ni­ción de la Ciu­dad Uni­ver­si­ta­ria den­tro de la 7ª Divi­sión. A Julián del Cas­ti­lla le suce­de­rá como coman­dan­te Ángel Rillo Ruiz, quien será sus­ti­tui­do ya en 1938 por Gre­go­rio Moro­llón de Cos. Estos últi­mos son de los alis­ta­dos en los pri­me­ros días y rea­li­zan su pro­mo­ción mili­tar den­tro de la unidad.

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