Muchas cosas han sucedido en Honduras durante los últimos 16 meses. Ciertamente estamos frente al periodo más convulso e inestable de la vida política nacional de los últimos ciento cincuenta años. Para esta aseveración no nos apegamos a criterios meramente estadísticos y comparativos, sino más bien al hecho de que esta es la primera vez que una coyuntura describe claramente la posibilidad de un cambio cierto en las estructuras del estado. No podemos predecir como pitonisas el desenlace de todo este complejo asunto, pero podemos tratar de analizar algunos de los factores que rigen las contradicciones del momento histórico.
Por un lado está la derecha que quiere vendernos la idea de que está fraccionada, y que existe un sector recalcitrante de ultraderecha, golpista, que ha perdido el favor de la CIA y de los cubanos miameros. Tratan también de vender una derecha lite, representada por el régimen impuesto por las elecciones más obscuras en la historia del país, que cuenta con el apoyo absoluto del imperio, y, por ende, no va a ser derrocada por los militares controlados directamente por el pentágono y su southcom.
Como quiera que sea, la derecha entiende que no puede extender por mucho más tiempo la inestabilidad del país, especialmente porque, estando la mayoría de la empresa local dedicada a la venta de bienes y servicios, la parálisis en la contratación del estado le hace mucho daño a la economía local. Si bien es cierto que el régimen ha recibido un espaldarazo del imperio, es difícil que le suministre el casi 40% del Presupuesto Nacional que proviene de la ayuda externa, que para 2010 ronda los 50 mil millones de lempiras. En este sentido debemos estar claros que el régimen no es tan débil económicamente, gracias a la ayuda de todo tipo proveniente de los Estados Unidos, ni es lo suficientemente fuerte como para prescindir de la ayuda externa.
La situación, en general, para la derecha no es lo desfavorable que podría ser, en virtud del apoyo que recibe el régimen, y la incapacidad de las fuerzas opositoras reales de asumir un papel beligerante en la problemática del país. No deberíamos dudar ni un segundo que este régimen recibe apoyo de diversas formas, no solo monetaria, y su política de “limpieza” ideológica y destrucción de las organizaciones gremiales es un esquema muy bien montado en el que la población tiene que escoger si se deja vencer por el temor o lucha decididamente por fortalecer su posición en la discusión ciudadana.
Es necesario desenredar este esquema, que hostiga, acosa a la población organizada, con alevosía, pues ya se gesta la aprobación de una Ley Anti Terrorista, en un país donde nunca se ha producido un ataque de este tipo contra el Estado. Es casi ridículo que el ministro de seguridad, sobrino del ejecutor de la Doctrina de Seguridad Nacional en la década de los ochenta, Gustavo Adolfo Álvarez, ante la creciente inseguridad ciudadana responda con una ley de carácter político-represivo.
La historia colombiana de las últimas décadas parece convertirse en paradigma para las derechas del continente que buscan, con un ropaje democrático, y con el aval de los halcones de Washington, liquidar físicamente toda posibilidad de liderazgo progresista en países como Honduras. No es extraño entonces, que Lobo Sosa mienta permanentemente, en un coro mortífero con su canciller, diciendo que todo es bello y justo en Honduras, mientras su ministro de seguridad agrede ferozmente, y con toda alevosía, a la población civil indefensa. No hace mucho, los pobladores de una comunidad rural, se tomaron una calle para llamar la atención sobre problemas domésticos, y fueron reprimidos con lujo de brutalidad, argumentando que eran sediciosos de la resistencia.
En estas condiciones no podemos prever una finalización de la represión por acción del régimen; por el contrario, luce más certero apostar a que el mismo continuara con su diálogo de sordos y ciegos, mientras su órgano represor abate sin contemplaciones a la población definida contra el Golpe de Estado y en pro del retorno de José Manuel Zelaya, y la convocatoria a una constituyente. En razón de la previsible profundización de la estrategia de la CIA y el Pentágono para Honduras, debemos esperar que las autoridades de facto se muestren más altaneras y desafiantes en su avorazada carrera por privatizar hasta los petates de los más pobres.
En contra posición a esta maquinaria bien orquestada desde Langley y Washington, tenemos al frente de resistencia, que cada día que pasa se aleja más y más de las bases resistentes, y ahoga en análisis, correctos o incorrectos, la lucha popular, ya que los mismos no permiten el desarrollo de las contradicciones de la sociedad misma, pues retienen el avance de la respuesta ante la embestida de la clase dominante. Es evidente que las luchas internas del frente, latentes, en posición de abandonar su condición potencial, podrían canalizarse positivamente si las mismas se ventilaran políticamente de frente al pueblo resistente.
Recientemente se ha sentido un agotamiento en el lado de los intelectuales que desde el 28 de junio solamente mostraron tener un papel periférico en relación a la toma de decisiones, y que no son capaces de formular tesis sobre las vías hacia la solución de la crisis, dejando la vanguardia a las meras consignas, en las que predominan las palabras SI y NO. Esto ha encasillado la discusión alrededor de propuestas inmateriales que mantienen al frente y la resistencia enteros al margen de la oposición abierta ante el ataque incesante del enemigo.
El abandono de la creación de discusión fértil y teóricamente consistente ha tenido como resultado inmediato, el incremento de las discusiones absurdas y alejadas de los conflictos, y muy ligadas a nociones ideológicas que la mayor parte de las veces ni siquiera se manejan con suficiente información o criterio. También tenemos un ambiente en el que se imponen fácilmente las citas celebres, y usando las mismas se estigmatiza y calumnia sin escrúpulos a muchas personas que se pretende alejar del mapa principal.
Como es evidente, la falta de orientación en la opinión resistente nos aleja de la parte frontal de la lucha, y evita que identifiquemos en el contexto diario al enemigo principal, que es el eje de ataque contra el pueblo hondureño: el imperio norteamericano y sus aliados locales, que tienen en un ex presidente, dueño de un diario capitalino, a su principal interlocutor. Este señor ha dejado de aparecer en la crítica y el análisis de la resistencia desde hace muchos meses, aunque su presencia conspiradora es permanente y perniciosa.
Sin lugar a dudas la falta de pensamiento crítico produce distorsiones severas de la realidad, y ahora la resistencia se maneja mediáticamente como un juguete de varios colores; se habla de resistencia liberal, de la cual existen, según muchos, al menos 4 facciones. Sin embargo, de las 4 solo una lucha consecuente con el Frente Nacional de Resistencia Popular, las demás, en realidad, ya no son parte de la resistencia, más bien esperan un momento oportuno para entregarse en los brazos de la derecha para servirle de peones. Aquí surge la Resistencia Lite, llena de oportunismo, con mucho pragmatismo, y la que, seguramente, servirá muy bien a los intereses de la derecha y el gobierno norteamericano.
La facción que permanece con el fnrp, es más afín al pensamiento del presidente derrocado Manuel Zelaya, mientras las otras se sirven de él para promover sus propios intereses; contrasta con este mini universo de conspiradores, una enorme base política que aspira de lejos a transformaciones más profundas que las que sus líderes parecen estar dispuestos a dar. Aquí se puede notar el enorme vacío que existe gracias al aislamiento deliberado y planeado de Manuel Zelaya, ya que las cosas se conducen de manera que la derecha pueda entronizarse en el poder por muchos años.
La situación de los movimientos sociales dentro del frente es complicada, y, desafortunadamente, no parece que exista voluntad para destrabar los problemas, mientras tanto se siguen marginando ampliamente grupos consolidados en la vida nacional como el COPINH, el OFRANEH y otros. Al interior de los órganos de dirección del frente se practica la censura, y la página web del mismo, por ejemplo, es el resultado del pensamiento de un reducido grupo que prefiere hacer oídos sordos a la crítica constructiva y oportuna.
Peor que lo anterior es la diseminación de calumnias y rumores, en los que se acusa de “infiltrados”, “agentes”, y muchos calificativos más, a personas de amplia trayectoria en la lucha popular hondureña, en una actitud caza brujista, que deja de lado el elemento principal de toda lucha, que es el debate de las ideas. Es muy claro que falta mucha madurez política, y que los cambios que hayan de suceder no surgirán de este quilombo.
El Comité Ejecutivo, órgano principal dentro de la escuálida estructura organizativa del frente, es bastante frágil en la toma de decisiones, y es aún más débil en el seguimiento de las mismas. Recientemente el Comité decidió llamar a un dialogo interno a todas las organizaciones integrantes del FNRP, para conocer en profundidad las propuestas que, en razón del desorden provocado en la Asamblea del día 19 de Octubre, no pudieron ser analizadas y discutidas apropiadamente. Para el departamento de Francisco Morazán se encomendó la misión del acercamiento a la Comisión Política Departamental; después de una semana no ha sucedido nada.
La estructura, mal interpretada, limita de manera absurda la capacidad de Manuel Zelaya de participar en la toma de decisiones y se deja el manejo real de toda la estructura en manos del grupo que trabaja diariamente en actividades del frente, normalmente integrado por personas allegadas a algunos de los miembros del Comité Ejecutivo, y que se encarga de estipular los tiempos en los que suceden las cosas dentro de la formalidad más o menos existente. Normalmente la difusión de una opinión está sujeta a un proceso largo de aprobación que más parece censura. Aquí es obvio que tantas demoras imposibilitan el accionar ágil y oportuno de todo el FNRP, lo que puede notarse en la velocidad tendiendo a cero, a la hora de reaccionar frente a una derecha mucho más clara en su estructura de guerra.
En la reunión llevada a cabo en Managua, se deliberó por dos días y medio, y se concluyó que es de vital importancia trabajar en la evaluación del asunto relacionado a la toma del poder. En consecuencia, se decidió que se consultaría a la base si estaba de acuerdo con la formación de una Comisión Política Nacional que se encargue de evaluar y proponer la mecánica a seguir para la conformación de una Asamblea Nacional Constituyente, y la posibilidad de crear un brazo político del FNRP.
A pesar de que es casi absurdo que una asamblea discuta sobre la creación o no de un sujeto, el ejercicio democrático de consulta no es negativo, por el contrario valida las posiciones del frente. Sin embargo, resulta que se ha mantenido este asunto en “total” secretividad, y será la asamblea del 20 de noviembre la que apruebe la formación o no de la Comisión Política Nacional. El caso es que este procedimiento es exactamente opuesto al acordado, y margina a todas las organizaciones, no solo de la decisión de formarlo, sino de su integración.
De hecho, la discusión no debe ir en la dirección propuesta, pues la amplia mayoría de los resistentes o están a favor de la participación política activa, o al menos no se oponen. Para ellos, a pesar de las múltiples argumentaciones que se han presentado, la lucha popular debe contemplar la toma del poder. Últimamente se escucharon incluso argumentos que hablan de la vía armada para la conquista del poder, lo que demuestra que el tema es consustancial al Frente Nacional de Resistencia Popular, el problema, entonces está en otra parte. No es la discusión sobre el poder lo que nos frena.
En algunos casos, los menos, el análisis es limitado y se desestima completamente la correlación de fuerzas, y el desarrollo dialectico de las condiciones políticas en el país. En otros casos, el asunto es más delicado, porque se ha estimado que una victoria popular pasa por el desarraigo de Manuel Zelaya y su desconexión del movimiento en resistencia. No vamos a argumentar nada contra este pensamiento, pero aquellos que lo mantienen, deberían tratar de ventilar esta discusión con el resto de las organizaciones, ya que, al no hacerlo, amenazan seriamente la vida del frente.
Los análisis en general tienden al subjetivismo, y muchas veces se hacen clasificaciones inverosímiles de la resistencia, poniendo a los más radicales, los “zelayistas” en Internet; a los sindicalistas o gremialistas en una segunda categoría y a los “Chicos Buenos”, que resultan ser los componedores entre los primeros dos. Con el respeto que me merecen las ideas de todos los compañeros, esto es simplificar lo complejo y complicar lo evidente. No se puede ni se debe distorsionar la realidad de forma tan antojadiza.
En general, se puede afirmar sin ningún temor, que no existe ninguna discusión al interior del fnrp, lo que provoca de inmediato la falta de ascendencia del mismo sobre las bases resistentes, que eventualmente buscaran una forma de canalizar su potencial, aunque esto no signifique necesariamente que rebasan a los dirigentes actuales. Probablemente, lo que no han tomado en consideración los dirigentes es que existe un peligro serio de involución en el pensamiento de la gente, y que esta termine interpretando todo esto como otro fraude, de los muchos a los que ya se ha visto enfrentada por años, y regrese a los circos electoreros a los que ya está acostumbrada.
Es muy importante hacer una valoración histórica correcta de cada coyuntura, y entender que el desgaste político que se produce en un momento no necesariamente generará una condición favorable para opciones ulteriores; si se deja vivir el bipartidismo, las opciones de caminar hacia la toma del poder pueden ser mucho menores de lo que se ha calculado. Los pueblos no responden mecánica o matemáticamente a las condiciones específicas de un momento histórico dado, y 2010 no es, seguramente, 2013. Es importante saber interpretar objetivamente el mundo.
A esta altura, unas horas antes de que Dilma Roussef confirme su victoria en el Brasil, la situación nuestra muestra dos actores bien definidos; en condiciones de desarrollo diferentes, y marcando de forma distinta los tiempos en una lucha entre la impunidad y la justicia, la inequidad y la igualdad, la libertad y el sometimiento, y que afecta estratégicamente a todo el continente.
Para nuestro pueblo resulta imperativo militar más dentro del fnrp, y exigir una participación más clara y determinante en los procesos internos; la dirección debe agilizar la integración y abrir un debate profundo y constrivo para obtener las mejores ideas. A los intelectuales les toca “resucitar”, y producir la teoría que este proceso necesita. A todos les corresponde identificar correctamente a su enemigo y desenmascararlo y oponerse a sus despropósitos.
En este sentido me encontré con las palabras de un hombre que hace 37 años y días, se encontraba al pie del cadalso, era médico, pediatra, se llamaba Salvador Allende, y en su última alocución en radio Magallanes decía, entre otras cosas: “…En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición…”
En un par de líneas, una verdad que nunca ha perdido vigencia para los latinoamericanos, ¿Qué es lo que nos cuesta tanto entender?
rsalgadob@yahoo.com
(*) Miembro Comisión Política
Francisco Morazán
Frente Nacional de Resistencia Popular
30/octubre/2010