Al alcalde de la muy noble, muy leal, heroica, laureada Valladolid, anteriorcapital del Imperio español, los morritos de la nueva ministra Leire Pajín parece ser que a su verga ponen enhiesta y lista para la succión: «Es una chica preparadísima, hábil y discreta. Va a repartir condones a diestro y siniestro por donde quiera que vaya y va a ser la alegría de la huerta. Cada vez que veo esa cara y esos morritos pienso lo mismo pero no lo voy a decir» declaró el pasado miércoles. Francisco Javier León de la Riva lleva por nombre el interfecto y es todo un macho de pelo en pecho, que diría Albert Plá, extraño y curioso.
Lo extraño resulta su presunta debilidad hacia el sexo oral, habida cuenta que resulta ser práctica condenada por la secta religiosa de la que forma parte, aun en forma de pensamiento. Lo curioso es que este macho estepario de la especie humana ejercía, antes de dedicarse a político profesional, la profesión de ginecólogo. Si la simple visión de los labios de la ministra española de sanidad producían pecaminosas fantasías en su imaginativo cerebro que activaban de manera refleja sus hiperdesarrolladas, a lo que se ve, glándulas de Cowper, cómo imaginar qué acontecía en su personalidad ante la visión de sus pacientes acostadas en camilla de examen (posición de litotomía) mostrando las partes de las que se ocupa la ciencia ginecológica.
Qué acontecía en las meninges del doctor al introducir el espéculo con el que abrir las paredes vaginales que facilite la observación a través del colposcopio. ¿Aullaría el matasanos al solo contacto con los labios mayores? ¿Y con los menores? ¿Qué pensamientos construiría su capacidad imaginativa al vislumbrar sus retinas el epitelio del cuello uterino?
Y la mayor duda de todas. Dado que Javier León de la Riva fue el ginecólogo de Ana Botella, qué tipo de impresión causaba en sus neuronas la visión del parrús de la anterior primera dama española, señora de José María Aznar, héroe de las Azores y reconquistador de Perejil; abuelos ambos de Pelayo Agag.
Dice ahora el varonil alcalde que se le malinterpretó, y que los morritos de la ministra le evocaban un dibujo animado. Como, de momento, no hace mención alguna acerca de qué personaje de animación se trata, algunos imaginamos, por la edad en que Francisco Javier presumiblemente visionaría dichos dibujos, que pertenecería a la factoría Walt Disney que tanto mal hicieron en los cerebros de los niños y niñas.
Precisamente, un 24 de octubre como hoy, hace sesenta y tres años, el simpático y por todos querido Walter Elías Disney denunció como comunistas a varios de sus antiguos trabajadores ante el Comité de Actividades Antiamericanas en lo que se llamó la Caza de brujas de Hollywood. No en vano León de la Riva parece compartir la misoginia del que declaró «amo más al ratón Mickey que a cualquier mujer que haya conocido». Lo clarificador es que las damas del PP, mujeres ellas, no hayan dicho esta boca es mía y estos labios también pedazo de unicornio, pues tal parece que tuvieras la cabeza en la polla y la polla en la cabeza.