Arturo Cubillas fue implicado en una causa de terrorismo por un juez español, de acuerdo con las declaraciones ofrecidas por dos presuntos militantes de la ETA, que estuvieron incomunicados durante los cinco primeros días de su detención.
En sus declaraciones ante la policía, estos ciudadanos vascos implicaron a Cubillas de haberles dado entrenamiento militar en Venezuela. Declaraciones que luego fueron negadas cuando tuvieron la oportunidad de presentarse ante un juzgado que les ofrecía garantías legales y protección a sus derechos civiles.
—¿Quién es Arturo Cubillas?
—Arturo Cubillas es un venezolano de origen vasco, que llegó a este país como deportado político vasco. Posteriormente, con el transcurrir de los años adquirió la nacionalidad venezolana. Hoy es un ciudadano más de este país, que tiene derecho a trabajar, a opinar, a soñar, a ser solidario con quienes en cualquier rincón del mundo luchan por la soberanía, por la independencia de los pueblos y en ese otro mundo posible y urgentemente necesario.
—¿Qué sentido tiene la independencia del País Vasco en un tiempo en que los países de Europa más bien se están integrando?
—Si se repasa la historia de Europa, es fácil darse cuenta, es cuestión de números, pues actualmente existen muchas más naciones-estado que hace 30 años. Pero es que, además, independencia no es contraria a integración, al contrario. La única forma posible de integración entre los pueblos es a través del respeto a la identidad y los derechos de cada pueblo. La integración sólo puede ser entre iguales, si no no es integración, es imposición. Eso sucede en Euskal Herria (País Vasco), donde dos imperios, el español y el francés imponen por la fuerza su cultura y sus leyes. No es muy diferente lo que sucede en Euskal Herria, a lo que padece el pueblo palestino. ¿Tiene el pueblo palestino que “integrarse” en Israel para poder vivir en paz?
—¿No es suficiente el nivel de autonomía que tiene actualmente?
—Sólo el Pueblo Vasco debe responder a esa pregunta. De eso se trata, de que se le reconozca al pueblo vasco el derecho a decidir su futuro. No se trata de que nos den autonomía o independencia o un estado federal. Se trata de que Euskal Herria tenga derecho a decidir su futuro y que su decisión sea respetada por los estados español y francés. Se trata de que los estados respeten el derecho de los pueblos a ser libres y dueños de su futuro.
—¿Cómo ve el movimiento por una mayor autonomía que ha venido tomando cuerpo en otros lugares de España, como por ejemplo en Cataluña?
—Cada pueblo tiene el derecho de decidir qué camino quiere recorrer y cómo va a hacerlo. Por cierto, no veo a Cataluña como “otro lugar de España” sino como un pueblo sin estado que como Euskal Herria lucha por recuperar su soberanía.
—¿La lucha por la independencia puede llevarse adelante por medios pacíficos?
—Yo formularía la pregunta de otra forma ¿Hay condiciones para que el pueblo palestino llegue a la independencia sólo por medios pacíficos? ¿Y el pueblo vasco? ¿Y el pueblo kurdo? Una buena pregunta para que la responda el gobierno español sería: ¿Aceptarían ustedes la independencia de Euskal Herria si el pueblo vasco así lo decide?
En Euskal Herria la izquierda independentista está ilegalizada, se han cerrado dos diarios, una radio y dos revistas quincenales de periodismo de investigación. Se han ilegalizado organizaciones juveniles y de derechos humanos, se encarcela a los abogados de los presos políticos, se tortura a los detenidos, se secuestra y asesina a militantes vascos. Esa es la realidad que vive Euskal Herria, no la que cuenta El Mundo, El País, ABC o la televisión española. No somos los vascos los que introdujimos la violencia en el conflicto que nos enfrenta con el estado español, sino el Estado español que ocupó nuestro país por las armas.
—¿Cree en la lucha armada?
—Creo que cada pueblo tiene el derecho a utilizar las formas de lucha que crea necesario para liberarse hace 200 años y ahora. De todas formas creo que es un grave error que se plantee como si fuera una dicotomía: lucha armada si o no. ¿Tú crees que la resistencia en Europa tenía derecho a enfrentarse a los nazis con las armas? ¿Tiene derecho el pueblo iraquí a resistir con las armas la ocupación yankee? ¿Tenía derecho el pueblo sudafricano a enfrentarse al apartheid? ¿Tiene derecho el Pueblo Palestino a resistir la ocupación israelí? Estoy seguro que ningún pueblo recurre a la lucha armada por placer.
Lo que si te puedo decir es que me gustaría creer en un mundo en el que los estados respeten todos los derechos de todos los pueblos. En el que los países inviertan sus presupuestos, y lo que gastan en armas y en reprimir a sus ciudadanos en salud, alimentos, educación. Si esto fuera así, seguro que tu pregunta no sería necesaria.
—¿Las agencias internacionales dicen que usted fue deportado a Venezuela luego de fracasadas las conversaciones de Argel entre ETA y el gobierno español. ¿Por qué fracasaron?
—Por lo mismo que han fracasado todos los intentos de ETA, de superar la fase de enfrentamiento armado porque el estado español siempre ha ido a esas conversaciones sin las ganas ni la capacidad política necesaria para dar ese paso. El gobierno español, no importa sea del PSOE o del PP, sigue apostando única y exclusivamente a la vía represiva.
Según el ex canciller venezolano para la época, Enrique Tejera París, no existe ningún documento que certifique el acuerdo suscrito entre España y Venezuela para su deportación a Venezuela en 1989.
—¿Qué opina usted al respecto?
—No sé si existe acuerdo suscrito o no. Lo que si sé es que nosotros llegamos a Venezuela sin pasaporte, ni ningún documento en un avión Hércules de la Fuerza Aérea española, acompañados de policías españoles. En el aeropuerto nos recibió la Disip, que nos llevó a la Diex y nos dieron cédula de identidad. Evidentemente, cuando alguien entra a un país de esa manera es porque existe un acuerdo entre el país de salida y el de llegada.
—¿Cuáles fueron las razones de Felipe González para pedirle a Carlos Andrés Pérez que lo acogiera a usted y a sus compatriotas en Venezuela?
—Una buena pregunta para Carlos Andrés o para Felipe González, pero no creo que ninguno de ellos quiera responderla. En aquella época no eran un secreto los negocios entre el PSOE y AD. La venta de unos grandes almacenes en España, la compra de Viasa, negocios turísticos. En un libro titulado “Los Sueños de Bolívar en la Venezuela de hoy” se habla un poco de eso. No cabe duda de que lo que allí se dice se acerca bastante a la realidad. Por nuestra parte, no tenemos ninguna duda de que nosotros fuimos una parte de esos negocios.
—¿Cómo interpreta el silencio de Felipe González, Carlos Andrés Pérez y los ex cancilleres de Venezuela y España en torno a su caso?
—Si te soy sincero me importa bien poco que esos señores callen o opinen.
—Hace algunos días Felipe González desmintió que hubiera asistido al matrimonio del multimillonario mexicano Carlos Slim, divulgado por la prensa “seria” de España. Varios medios rectificaron. ¿Usted ha recibido un tratamiento similar?
—No y tampoco lo espero, ni me interesa. Prefiero revisar lo que digan diarios como Ciudad Ccs, el Correo del Orinoco. Como Gara y Berria (diarios de Euskal Herria), o la prensa alternativa.
Por cierto, seguro que si Felipe González no fue a esa boda es porque no le invitaron porque entre ese tipo de gente él se siente bastante cómodo (jeje).
—¿Conoce a Xabier Atristain y Juan Carlos Besance, los vascos que aseguraron que usted les impartió cursillos sobre manejo de explosivos en Guasdualito y que luego, ante el juez, negaron ese señalamiento?
— Para nadie es un secreto que desde hace años Venezuela se ha convertido en una referencia, no para la izquierda independentista vasca, sino para la izquierda mundial. Eso ha hecho que cientos, miles de personas se acerquen a Venezuela para conocer in situ el proceso que se está viviendo. Por eso no es raro encontrarte en un barrio de Caracas o en mitad de Guárico a un grupo de alemanes, ingleses, catalanes, gringos o vascos. En Euskal Herria –desde 1998– el proceso bolivariano ha causado interés por varios motivos: El proceso constituyente que se realizó aquí es algo que la izquierda independentista ya venía trabajando para Euskal Herria, el concepto de democracia participativa, las empresas de propiedad social, el tema de los consejos comunales y las comunas. Euskal Herria, a la vez que lucha por su soberanía, ya se está preparando para el día siguiente y por eso estos temas despiertan un gran interés. Esto te lo digo porque pareciera ahora que la prensa española después de que estas dos personas denunciaron haber declarado bajo tortura han cambiado su estrategia y tratan de convertir en delito el hecho de que supuestamente estas dos personas estuvieron en Venezuela y ahí es donde uno se pregunta: ¿Va a ser ahora delito que un vasco viaje a Venezuela? ¿Va a ser delito que un vasco que vive en Venezuela se reúna con otro vasco que llega al país? Si esa va a ser su estrategia, el Estado español tendría muchos problemas, porque creo que son cientos los vascos que visitan este país. Lo que sí te puedo asegurar es que nunca he dado cursos de manejo de explosivos y, por cierto, nunca he estado en Guasdualito, pero de tanto que lo nombran, tendré que ir algún día.
—¿Qué opina de las denuncias sobre la supuesta relación ETA-FARC?
—Opino que mejor harían los gobiernos de España y Colombia en abrir caminos y espacios de entendimiento hacia la superación de esos conflictos que seguir inventando este tipo de historias.
—¿Cuándo llegó usted exactamente a Venezuela?
—El 29 de mayo de 1989.
—¿A qué se dedican los vascos que llegaron con usted al país?
—Cada uno a cosas diferentes. Pasados los primeros días de “despiste”, poco a poco, cada uno fuimos ubicándonos en diferentes ciudades y trabajos, como cualquier persona que llega a un país. Por cierto, que uno de mis primeros trabajos fue en una empresa de construcción de capital español. Yo trabajaba en el departamento de contabilidad y lo curioso es que uno de los socios de la empresa era el Ministro de la Defensa español y eso no fue un escándalo. Años después, nos dieron la concesión del restaurante del Centro Catalán, que pertenece a algo que llaman Federación de Centros Españoles o algo similar. Por allí pasaron a comer –no sólo una vez– lo mejor de la oposición venezolana, el embajador de España, el cónsul español de la época y eso tampoco fue ningún escándalo. Sabes un asiduo, por ejemplo, era Miguel Henrique Otero. El solía ir con Asdrúbal Aguiar y alguno que otro copeyano. A él le encantaba hablar con nosotros y que nos sentáramos en la mesa y tomarse su “patxaran” (bebida tradicional vasca). Y, ya ves, hace una semana en su periódico me dedicó un editorial que no tiene desperdicio. Lo único que ha cambiado de entonces a ahora es que, en ese momento, yo trabajaba allí y ahora trabajo en una institución del Estado. ¿Será que ése es mi gran delito?
—El Nacional publicó el pasado domingo una entrevista en la que la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) de España hizo señalamientos hacia usted ¿Qué opina de esas acusaciones?
— Creo que no merece la pena entrar en esa polémica. La AVT forma parte de ese entramado de organizaciones de extrema derecha que gravitan en torno al Partido Popular. Cuando ellos hablan de “sus hijos asesinados” se refieren a quienes durante décadas han asesinado, desaparecido, torturado y encarcelado a miles de ciudadanos vascos. La AVT es una de las caras de ese Estado español que no tiene interés por superar la actual fase de enfrentamiento armado y por eso prefieren mantener su accionar político en el plano de la intoxicación informativa y la represión. Por cierto, si la presidenta de la AVT busca castigo para los asesinos de su hija (como dice en la entrevista) que busque en las filas del Partido Popular, porque fueron ellos quienes involucraron al Estado español en la invasión de Irak y esa fue la justificación que utilizaron quienes pusieron las bombas en los trenes de Madrid donde, lamentablemente, falleció su hija. No es en Euskal Herria donde ella tiene que buscar sino mucho más cerca de su casa. Por otro lado, y considero que esto es lo realmente importante, si de verdad lo que se busca es que no haya más víctimas (de ninguna de las partes); si lo que se desea es superar la fase de enfrentamiento armado, mejor harían, en vez de manifestarse frente a la embajada de Venezuela en Madrid, hacerlo frente a la casa de Zapatero para exigirle que su gobierno empiece a dar pasos en esa dirección, en la de abrir nuevos espacios de diálogo que permitan superar esta fase de enfrentamientos. En Euskal Herria, el conjunto de la izquierda revolucionaria e independentista ya comenzó a transitar ese camino hace más de un mes y la respuesta del gobierno español ha sido acentuar la represión. Ese no es el camino para la paz.
—Habiendo obtenido usted la nacionalidad venezolana, la Constitución prohíbe su eventual extradición, como lo dijo la fiscal. Al margen de eso, ¿le gustaría volver al País Vasco?
—Por supuesto que me gustaría y estoy seguro de que lo haré. Como estoy seguro de que lo harán los 800 presos políticos y los centenares de refugiados y deportados.
Eso sí, no sé si volveré para quedarme o simplemente como una especie de acto de reafirmación para decir: ‘Euskal Herria lo consiguió. El futuro es nuestro’. Debo reconocer que Venezuela –país que a mi llegada vi como una especie de cárcel al aire libre– hoy se ha convertido en mi segunda o primera (en este caso no importa el orden) patria. Hoy no es sólo el país en sí, sino el proceso que estamos viviendo, la posibilidad de ser parte de este momento de levantarse todos los días y decir ‘na’ guará, es verdad que otro mundo es posible’ y ver que cada vez, poco a poco, con aciertos y errores, es algo que se está logrando. Eso hace que para cualquier revolucionario de cualquier parte del mundo estar hoy en Venezuela sea un sueño.
—-Usted ha acudido a la Fiscalía para pedirle, de acuerdo con el Código Orgánico Procesal Penal, que lo investigue ante las imputaciones que le han hecho. ¿Qué espera de esa investigación?
— No sólo eso, sino que se investigue si las supuestas declaraciones dadas por los vascos son ciertas y si es cierto que fueron obligados a declarar bajo tortura. Hoy una semana después, pareciera que dos de esas preguntas ya tienen respuesta según lo que ha manifestado el abogado de los dos ciudadanos vascos: Les obligaron a aprenderse de memoria una declaración en la que decían que habían estado en Venezuela entrenando y fueron torturados para que lo hicieran.