El gobierno británico anunció el ajuste fiscal más drástico de la Unión Europea (UE). El ministro de Finanzas, George Osborne, indicó a la Cámara de los Comunes que habrá una reducción del gasto público equivalente a unos 130 mil millones de dólares y una pérdida estimada de medio millón de puestos de trabajo. “El objetivo es equilibrar las cuentas fiscales en cinco años”, explicó Osborne.
Como muchos otros países de la Unión Europea, el Reino Unido tiene una complicada situación fiscal a raíz de la crisis financiera de 2008 y la subsiguiente recesión económica. El déficit fiscal ronda el 11 por ciento, la deuda pública es alrededor de un 70 por ciento del Producto Interno Bruto y el pago de intereses es de unos 190 millones de dólares diarios o unos 70 mil millones al año. La coalición conservadora-liberaldemócrata busca reducir este déficit de alrededor de un 11 a un 2 por ciento en 2015. Según la coalición, la alternativa es Grecia, el fantasma más invocado este año por gobiernos del bloque.
Salud y Ayuda Internacional son los únicos ministerios que quedaron excluidos del ajuste. Cancillería tendrá una reducción del 24 por ciento, con la eliminación de empleos en Londres y en las embajadas. En Defensa, el recorte es del 8 por ciento y contempla la desaparición de 40 mil puestos entre personal civil y militar. En Interior será un 6 por ciento, con una caída anual del gasto policial del 4 por ciento. Ni la BBC ha quedado excluida del ajuste: su presupuesto fue congelado, con una reducción real estimada en un 16 por ciento. Pero el golpe más fuerte fue para el sistema de seguridad social, que consume unos 300 mil millones de dólares anuales. La reducción del gasto en este segmento será de unos 45 mil millones.
En el Parlamento, el ministro de Finanzas en la sombra, el laborista Alan Johnson, condenó el ajuste fiscal. “Están jugando con los puestos de trabajo y poniendo en peligro la incipiente recuperación económica. Es una apuesta temeraria”, dijo Johnson. Los laboristas coinciden con el gobierno sobre la necesidad de recortar el gasto, pero están a favor de una reducción más gradual y con un equilibrio mayor entre reducción del gasto y aumento impositivo. “Me parece que ni el primer ministro ni su ministro de Finanzas se dan cuenta del impacto que esto tendrá sobre la gente”, señaló Johnson. En una reciente investigación, el Financial Times identificó ciudades en el norte y sur de Inglaterra en las que el Estado constituye entre el 33 y el 43 por ciento de la economía.
La clave de esta “apuesta temeraria” de la coalición será la economía misma. Los críticos señalan que esta estrategia llevará a una nueva recesión que hará peligrar el objetivo que se proponía alcanzar –la reducción del déficit– por la inevitable caída de la recaudación impositiva y el aumento del gasto por el desempleo. Por su parte, los economistas ortodoxos estiman que no habrá una nueva recesión y que el sector privado reemplazará al sector público en la generación de empleo.
Políticamente es una apuesta a todo o nada. Si el Reino Unido sobrevive a estos recortes sin una nueva recesión, la coalición podrá llegar a las elecciones en 2015 con un recorte impositivo bajo el brazo para ofrecer al electorado por los sacrificios prestados. Si no, el espejo no será Grecia, sino la República de Irlanda. Hace dos años, Irlanda también decidió que la prioridad era domar el déficit fiscal a toda costa. Hoy se encuentra sumergida en una profunda recesión y anda por su cuarto ajuste fiscal. En este caso la apuesta de la coalición podría terminar con un final anticipado del gobierno.
Página 12