¿En qué se distinguen las tres fórmulas: I, D … D”; II, P … P, y III, M” … M”?
Hemos visto que el tiempo total de circulación de un capital es igual a la suma del tiempo durante el cual describe su ciclo y tiempo de producción. Es el período de tiempo que transcurre desde el momento en que se desembolsa el valor-capital bajo una determinada forma hasta el momento en que el valor-capital en acción retorna a su punto de partida en la misma forma inicial.
El fin determinante de la producción capitalista es siempre la valorización del valor desembolsado, ya se desembolse bajo una forma independiente, es decir, en forma de dinero, o en forma de mercancía, en cuyo caso su forma de valor sólo posee una independencia ideal en el precio de las mercancías adelantadas. Este valor-capital recorre en ambos casos, durante su ciclo, diversas formas de existencia. Su identidad consigo mismo aparece confirmada en los libros del capitalista o en forma de dinero aritmético.
Ya tomemos la fórmula D … D” o la fórmula P … P, ambas llevan implícito, 1) el hecho de que el valor desembolsado funciona como valor-capital y se ha valorizado; 2) el hecho de que, después de desarrollar su proceso, retorna a la misma forma en que lo inició. La valorización del valor desembolsado D y al mismo tiempo el retorno del capital a esta forma (a la forma dinero) aparecen tangibles en la fórmula D … D”. Pero lo mismo sucede en la segunda fórmula, pues el punto de partida de P es la existencia de los elementos de producción, o sea, de mercancías de un valor dado. La fórmula implica la valorización de este valor (M” y D”) y el retorno a la forma originaria, toda vez que en la segunda P el valor desembolsado reviste de nuevo la forma de los elementos de producción en que originariamente se desembolsó.
Más arriba hemos visto que «allí donde la producción presenta forma capitalista, la presenta también la reproducción. En el régimen capitalista de producción el proceso de trabajo no es más que un medio para el proceso de valorización; del mismo modo, la producción es simplemente un medio para reproducir como capital, es decir, como valor que se valoriza, el valor desembolsado» (libro I, cap. xxi, p. 512).. Las tres fórmulas: I, D … D”; II, P … P, y III, M” … M” se distinguen en lo siguiente: en la fórmula II (…P) la renovación del proceso, el proceso de reproducción, se expresa de un modo real, mientras que en la fórmula I sólo se expresa como posibilidad. Pero ambas se distinguen de la forma II en que el valor-capital desembolsado —ya sea en dinero o en forma de los elementos materiales de producción— constituye el punto de partida y también, por tanto, el punto de retorno. En D … D” el retorno es D” = D + d. Si el proceso se renueva en la misma escala, D vuelve a servir de punto de partida y d no se incorpora a él, sino que indica solamente que D se ha valorizado como capital, engendrando, por tanto, una plusvalía, pero eliminándola después de engendraría. En la fórmula P … P, el valor-capital desembolsado en forma de elementos de producción, P, constituye asimismo el punto de partida. Esta fórmula implica su valorización. Si el proceso es de reproducción simple, el mismo valor capital renueva su proceso en la misma forma, P. Si es de acumulación, el nuevo proceso se inicia con P” (que en cuanto a su magnitud de valor = D” = M”) como un valor capital incrementado. Pero vuelve a iniciarse con el valor capital desembolsado en su forma inicial, aunque sea con un valor capital mayor que antes. En cambio, en la fórmula III el valor capital no inicia el proceso como valor desembolsado, sino como un valor ya valorizado, como la riqueza total existente en forma de mercancías y de que el valor capital desembolsado no es más que una parte. Esta última fórmula es importante para la sección tercera, donde el movimiento de los distintos capitales se concibe en conexión con el movimiento del capital social en conjunto. No puede utilizarse, en cambio, para la rotación del capital, que comienza siempre con el desembolso del valor-capital, sea en forma de dinero o de mercancías, y condiciona siempre el retorno del valor-capital en giro en la misma forma en que se desembolsó. De los ciclos I y II debe tenerse presente el primero cuando se trate fundamentalmente de examinar la influencia de la rotación sobre la formación de plusvalía y el segundo cuando se estudie su influencia sobre la formación de producto.