Sí. La Izquierda Abertzale da fe de su compromiso inquebrantable con la lucha por la independencia, el euskara, el socialismo, el feminismo la solidaridad entre los pueblos, la democracia y la conquista de una paz basada en la justicia y en la libertad. Por si fuera poco, lo hace con pleno convencimiento, sin subterfugios o medias tintas, al dictado de su conciencia y de una estrategia política deudora de su propia praxis política, tan firme como adaptable, sin perder por ello su carácter revolucionario.
Es igualmente fehaciente la decisión de no dar ni un paso atrás en la línea política adoptada, porque tan intolerable como ceder al chantaje de la represión, lo es dar la espalda al mandato de nuestra base social o modificar nuestros principios de intervención política en función de la coyuntura. Tras décadas de resistencia a la asimilación, ha llegado el momento de poner en valor nuestro proyecto político y de persuadir al conjunto de la sociedad de que el Estado Vasco es factible y alternativa real.
Y, por último, es irrebatible, obvio y reseñable que los compromisos hechos públicos el pasado sábado en Iruñea tienen un único destinatario: Euskal Herria. Rubalcaba y su departamento, PSOE y PP, podrán seguir recitando hasta la afonía el «mantra» de los pasos insuficientes, pero la determinación de la izquierda abertzale no se modula desde Madrid o París. La legitimidad para estar en las instituciones, manifestarnos en las calles, defender en completa libertad nuestra opción política sólo depende de la voluntad de nuestro Pueblo. Si alguien debe romper con su pasado son quienes niegan ese principio democrático.