[Traducida por La Haine] Ponencia presentada en el III Encuentro Civilización o Barbarie, Serpa, Portugal. 30 de octubre al 1 de noviembre 2010
Introducción
Las sociedades y Estados occidentales se dirigen inexorablemente hacia condiciones que aparentan barbarie; ocurren cambios estructurales que trastocan décadas de beneficios sociales y someten a los trabajadores, a los recursos naturales y a la riqueza de las naciones a explotación, pillaje y robo, bajando el nivel de vida y creando niveles de descontento sin precedentes.
La barbarie se torna más evidente en las guerras genocidas, organizadas y dirigidas por EE.UU. y por Europa Occidental. La destrucción imperial de sociedades enteras es acompañada por la desarticulación, asesinatos y exilio del actual núcleo científico secular y artístico de la sociedad iraquí y por el fomento de conflictos étnico-religiosos retrógrados y sátrapas. La barbarie imperial se manifiesta en la aplicación sistemática de castigos crueles y poco habituales, torturas ordenadas por el Gobierno y asesinatos transfronterizos haciendo parte de la política de Estado. El imperialismo bárbaro es conducido por los militaristas y sionistas que intentan destruir a los adversarios, a sus economías y sociedades, en contraste con los imperialistas tradicionales que procuran controlar y explotar los recursos y los trabajadores especializados. Las prácticas bárbaras son el resultado de los estrategas políticos y sus asesores infiltrados en instituciones bárbaras: médicos y psicólogos aconsejan y participan en las torturas; académicos propagan doctrinas («guerras justas») que defienden guerras bárbaras; responsables militares proyectan y practican crímenes contra la humanidad para garantizar promociones, salarios mayores y pensiones lucrativas. Los grandes medios de comunicación social transmiten los eufemismos triunfalistas oficiales apoyando los traslados en masa de las poblaciones, atribuyendo crímenes de guerra a las víctimas y aplaudiendo a los pelotones de fusilamiento. En suma, la barbarie comienza con la élite urbana y se filtra hasta el trabajador manual provinciano.
Vamos a continuar definiendo los procesos económicos, políticos y militares que impulsan el proceso de declive y descomposición y seguir con un relato de la respuesta popular de las masas a sus condiciones en deterioro. Las profundas mudanzas estructurales que acompañan el crecimiento de la barbarie se tornan la base para analizar las perspectivas del socialismo en el siglo XXI.
La onda creciente de la barbarie
En la sociedad antigua la «barbarie» y sus portadores, «los bárbaros», fueron vistos como amenazas de invasores exteriores de regiones alejadas que descendían sobre Roma y Atenas. En las sociedades occidentales contemporáneas, los bárbaros vienen de dentro, de la élite de la sociedad, empeñados en imponer un nuevo orden que destruya el tejido social y la base productiva de la sociedad, transformando medios de vida estables en un día a día inseguro y en deterioro.
La llave para la barbarie contemporánea se encuentra en las profundas estructuras del Estado y de la economía. Incluyen:
1. La ascendencia de una élite financiera y especulativa que saqueó billones de dólares de los ahorristas, inversores, personas con hipotecas, consumidores y Estados, chupando enormes recursos de la economía productiva destinados a una élite parasitaria infiltrada dentro del Estado y en la economía de papel.
2. Una élite política militarista que se encuentra en un estado de guerra permanente desde mediados del siglo pasado. Guerras interminables, asesinatos transfronterizos, terrorismo de Estado, suspensión de las garantías tradicionales, llevaron a una concentración de poderes dictatoriales, prisiones arbitrarias, torturas y negación de habeas corpus.
3. En medio de una profunda recesión económica, grandes gastos del Estado en la construcción de un imperio económico y militar a costa de la economía interna y el nivel de vida reflejan la subordinación de la economía local a las actividades del Estado imperial.
4. Crímenes y corrupción al más alto nivel, en todas las esferas de la actividad del Estado y negocios – desde las compras del Estado a las privatizaciones, a los subsidios para los super-ricos – estimulan el crecimiento del crimen internacional de arriba hacia abajo, la lumpenización de la clase capitalista y un Estado donde la ley y el orden cayeron en desgracia.
5. Como resultado de los grandes costos de construcción del imperio y del pillaje de la oligarquía financiera, el peso socio-económico recayó de lleno sobre los hombros de los trabajadores asalariados, pensionistas y trabajadores por cuenta propia, creando un descenso social a largo plazo y en gran escala. Con la pérdida de empleos y la pérdida de empleos bien remunerados, la ejecución de hipotecas se dispara y la clase media estable y trabajadora se encoge y es obligada a aumentar sus horas y años de trabajo.
6. À medida que las guerras imperiales se extienden por el mundo alcanzando poblaciones enteras, con bombardeos continuados y operaciones de terror clandestinas, se generan redes terroristas opositoras que también atacan a civiles en los mercados, en los transportes y en los espacios públicos. El mundo parece un mundo Hobbesiano, sin reglas, de «todos contra todos».
En la realidad, el «mundo occidental» (EUA/UE/NATO/Israel y sus satélites) está empeñado en una «guerra total» contra los pueblos del mundo, que resisten el sometimiento imperialista y sionista. La «guerra total» tal como es practicada por Occidente, significa que:
(a) No existe distinción entre blancos militares y civiles – todos son siempre considerados dignos de destrucción en un sentido perverso de ironía totalitaria, al bombardear a los civiles, los poderes imperiales transforman una guerra de guerrilla en una «guerra popular»: guerras totales unen a comunidades, familias, clanes a los luchadores de la resistencia.
(b) Las guerras totales utilizan todos los medios para aniquilar al enemigo – armas de envenenamiento masivo (uranio empobrecido), escuadrones de la muerte, ejecuciones sumarias, bombardeo indiscriminado de aldeas con drones teledirigidos, prisiones en masa de hombres adultos en las regiones de gran conflictividad. Como resultado de la «guerra total» imperial como patrón de conflicto, la la oposición replica alcanzando a civiles, incluyendo profesores, médicos y traductores utilizados por las agencias internacionales.
7. El creciente extremismo étnico-religioso ligado al militarismo existe entre los cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, substituyendo la solidaridad internacional de clase por doctrinas de supremacía racial y penetrando con profundidad las estructuras del Estado y de la sociedad,
Uno de los más flagrantes resultados del período pos 2ª Guerra Mundial ha sido la influencia sin precedentes de la configuración del poder Judeo-Sionista y su papel central dentro del Estado imperial de EE.UU., juntando las bárbaras prácticas imperiales de EE.UU. e israelíes. Estas incluyen torturas sistemáticas, sanciones económicas, bombardeo de civiles y otros crímenes contra la humanidad Las largas guerras de Israel contra los pueblos árabes y musulmanes – por más de 60 años y continúan – se juntan ahora a los estrategas sionistas en Washington que promueven guerras prolongadas, en serie y que siguen la agenda israelí incitando a una islamofobia histérica a través de los grandes medios de comunicación social y la academia. Hoy, el judeo-fascismo está infiltrado en el gobierno israelí (3 ministros), en el ejército, ordenes religiosas y sectores significativos de la población.
8. La desaparición del colectivismo benefactor europeo y asiático – en la ex-URSS y China – quitó la presión competitiva sobre el capitalismo occidental y lo animó a revocar todas las concesiones sociales concedidas a los trabajadores en el período pos 2ª Guerra Mundial.
9. La desaparición del Comunismo y la integración de la social-democracia al sistema capitalista condujo a un severo decaimiento de la izquierda, que las protestas sociales esporádicas de los movimientos sociales no consiguieron reemplazar.
10. Teniendo en vista el actual ataque a gran escala contra el nivel de vida de los trabajadores y de la clase media, existen protestas ocasionales en la mejor de las hipótesis e impotencia política como mínimo.
11. La explotación masiva del trabajo en las sociedades pos-revolucionarias, como en China y Vietnam, incluye la exclusión de centenas de millones de trabajadores emigrantes de los servicios públicos elementales como educación y salud. El pillaje sin precedentes y la confiscación por los oligarcas domésticos y multinacionales de millares de empresas públicas estratégicas lucrativas en Rusia, en las repúblicas ex-Soviéticas, Europa del Este, los Balcanes y países Bálticos representó la mayor transferencia de riqueza pública al sector privado, en el más corto período, de toda la historia.
En suma, la «barbarie» surgió como una realidad determinante, producto de la emergencia en EE.UU. de una clase financiera dominante que es parasitaria, militarista y sionizada. Los bárbaros están aquí y ahora, presentes dentro de las fronteras de las sociedades y Estados occidentales. Son dominantes y persiguen agresivamente una agenda que reduce continuamente el nivel de vida, transfiere la riqueza pública a sus cofres privados, roba recursos públicos, destruye derechos constitucionales en su búsqueda de guerras imperiales, segregando y persiguiendo a millones de trabajadores inmigrantes y promoviendo la desintegración y disminución de una clase media y trabajadora estable. Más que nunca en la historia reciente, el 1% más elevado de la población controla una parte cada vez mayor de la riqueza y los recursos nacionales.
Mitos y Realidades del Capitalismo Histórico
El retroceso, sostenido y a larga escala, de los derechos y disposiciones sociales, seguridad en el empleo, pensiones y salarios demuestra la falsedad de las ideas de un progreso lineal del capitalismo. El retroceso, fruto del mayor poder de la clase capitalista, demuestra la validez de la proposición marxista de que la lucha de clases es la fuerza motora de la historia – por lo menos, en la medida en que la condición humana es considerada el centro de la historia.
La segunda premisa falsa es que los Estados con base en «economías de mercado» necesitan paz, y el corolario de que los «mercados» derrotan al militarismo, es refutado por el hecho de que la economía de mercado principal, los Estados Unidos, estuvo en un estado de guerra constante desde principios de 1940; activamente empeñados en guerras, en cuatro continentes, hasta la actualidad. Con nuevas guerras mayores y más sangrientas en el horizonte. La causa y resultado de la guerra permanente, es el crecimiento de un «Estado de seguridad nacional» monstruoso que no reconoce fronteras nacionales y absorbe la mayor parte del presupuesto nacional.
El tercer mito del capitalismo “avanzado” maduro es que revoluciona constantemente la producción a través de la innovación y de la tecnología Con el crecimiento de la élite militarista y financiera especulativa, las fuerzas productivas han sido arrasadas y la “innovación” se reduce principalmente a la creación de instrumentos financieros que explotan a los inversores, roban los activos y aniquilan el empleo productivo.
A medida que el imperio crece, la economía interna disminuye, el poder se centraliza en el ejecutivo, los poderes legislativos son recortados y se niega a la ciudadanía una representatividad real e inclusive el veto a través de procesos electorales
La respuesta de las masas al crecimiento de la barbarie
El crecimiento de la barbarie en nuestro seno creó una repulsa pública masiva contra sus principales autores. Los sondeos muestran repetidamente:
1. Un disgusto profundo y repulsa contra todos los partidos políticos.
2. Las mayorías sienten una gran desconfianza en relación a la élite empresarial y política.
3. Las mayorías rechazan la concentración del poder empresarial y el abuso de este poder, principalmente por los banqueros y financieros.
4. Existe un cuestionamiento generalizado de las credenciales democráticas de los dirigentes políticos que actúan bajo el mando de la élite empresarial y promueven las políticas represivas del Estado de seguridad nacional.
5. Una gran mayoría rechaza el saqueo de los cofres del Estado para salvar a los bancos y a la élite financiera, al mismo tiempo que se imponen programas regresivos de austeridad en la clase media y trabajadora.
La transición del imperialismo económico al bárbaro
EE.UU. ha estado envuelto en guerras imperiales continuas desde hace más de 60 años. La guerra ha sido endémica al sistema imperial: en la mayoría de los casos ha sido para garantizar recursos económicos, cuotas de mercado y la explotación de mano de obra barata. La dialéctica entre expansión militar y conquista, dominio político a través de regímenes colaboracionistas y acceso económico privilegiado para las corporaciones multinacionales de EE.UU. (CMN) fue efectivamente el carácter definitorio del imperialismo de EE.UU. Hoy, la dialéctica imperial ya no funciona. El crecimiento del capital financiero y la fuga de las CMN de EE.UU. hacia el extranjero, a Estados asiáticos soberanos, deterioró el papel del capital industrial como motor de la expansión imperial. Hoy existen nuevos mecanismos que fomentan las guerras imperiales – militarismo y sionismo – que ven las guerras y conquista militar como «un fin en si mismo». No se apoderan de recursos o cuotas de mercado, los destruyen, como demuestran las guerras de EE.UU. en Iraq, Afganistán, Somalía, Yemen, Honduras y otros países. Estas guerras destruyen la riqueza de las naciones. Agotan el tesoro estadounidense. No enriquecen a las corporaciones (excepto temporalmente a las empresas de mercenarios de guerra) y no repatrian beneficios hacia EE.UU./UE.
Las guerras imperiales, que destruyen la sociedad civil, el Estado y desarticulan las sociedades modernas seculares, crean alianzas con las colectividades clericales y étnicas más retrógradas, que comparten las tendencias asesinas bárbaras de sus avalistas y patrocinadores imperiales.
Perspectivas del Socialismo
Las esperanzas tenues del socialismo existen fuera de Europa y de Estados Unidos. Aún en las regiones de guerra anti-imperialista de gran intensidad como en el Golfo, Asía del Sur, el Cuerno de África, las principales fuerzas de resistencia son dirigidas por movimientos islámicos que rechazan los programas socialistas seculares. Movimientos liderados por el islamismo pueden debilitar al imperio pero también están en contra y reprimen cualquier movimiento obrero abiertamente marxista. En América Latina, los regímenes nacionalistas han atenuado el garrote del imperialismo norteamericano sobre su política externa y crearon oportunidades para que la clase capitalista local ganase nuevos mercados, pero también se han desradicalizado, desmovilizado y han cooptado a los antiguos movimientos de clase independientes y sindicatos dirigidos por los marxistas y socialistas.
En la medida en que el socialismo existe como fenómeno de masas – y no tan sólo entre los académicos y los intelectuales que comparecen unos en las conferencias de los otros – se lo encuentra entre sectores disidentes de los mineros bolivianos, trabajadores industriales y del sector público, sindicatos, sectores de los Sin Tierra brasileños y disperso entre minorías en los sindicatos y movimientos campesinos en toda la región. Solamente en Venezuela, con el Presidente Chávez, un programa socialista tiene apoyo del Estado y de las masas populares, a pesar de coexistir grandes contradicciones entre «Estado» y «régimen».
En Asia, las recientes olas de huelgas de trabajadores, en un cuadro de un pasado revolucionario socialista, da enjundia a la esperanza de un renacimiento socialista de masas basado en la militancia de la clase obrera y del campesinado. Lo mismo se aplica a Vietnam, donde la militancia de los trabajadores busca organizaciones de clase independientes contra la explotación salvaje del capital extranjero y oligarcas locales «comunistas». En India, guerrilleros campesinos controlan vastas extensiones de regiones tribales y establecieron un «poder paralelo» en ciertos dominios, sujetos al cerco militar y misiones de búsqueda y destrucción. Protestas de masas en Grecia, España, Francia e Italia muestran una gran hostilidad de los trabajadores contra los programas de austeridad de clase selectivos. Teóricamente, podrían constituir una base para el renacimiento de una política marxista; pero de momento, ningún partido revolucionario importante o movimiento existe para transformar las huelgas en un proyecto de poder político.
Aunque las perspectivas del socialismo, especialmente en EE.UU., están bastante distantes y actualmente casi invisibles, ciertas situaciones podrían provocar un resurgimiento radical – que infelizmente puede «girar a la derecha» antes de mirar a la izquierda. En cualquier caso, las perspectivas de socialismo en EE.UU. y en Europa Occidental envuelven un proceso largo y difícil, basado en la (re)creación de la conciencia y organización de clase.
La ofensiva capitalista tiene ciertamente un gran impacto en las condiciones objetivas y subjetivas de las clases trabajadoras y medias, aumentado la miseria y creando una ola creciente de descontento personal, pero aún no movimientos anticapitalistas masivos o siquiera una resistencia organizada dinámica
Grandes cambios estructurales requieren un ajuste de cuentas con las actuales circunstancias adversas y la identificación de nuevas entidades y formas de lucha de clases y de transformación.
Uno de los principales problemas es la necesidad de recrear una economía productiva y reconstruir un nuevo proletariado industrial, teniendo en cuenta años de saqueo financiero y de desindustrialización. No necesariamente las industrias «sucias» del pasado, pero ciertamente nuevas industrias que utilicen e inventen nuevos recursos energéticos limpios
En segundo lugar, las sociedades capitalistas altamente endeudadas necesitan un cambio fundamental desde un militarismo y construcción imperial muy costosos hacia una especie de austeridad basada en la clase, que imponga sacrificios y reformas estructurales a los sectores de la banca, financieros y grandes importadores para el comercio minorista, substituyendo por la producción local las importaciones de consumo baratas.
En tercer lugar, la reducción de los sectores financiero y del gran comercio minorista exige mejorar las cualificaciones de los trabajadores y empleados desplazados, así como como cambios en el sector de las TI para adaptarse a los cambios de la economía. Cambios paradigmáticos del salario en dinero al salario social, donde la educación pública gratuita al más alto nivel, la sanidad universal y pensiones adecuadas substituyen el consumismo financiado por el endeudamiento. Estos cambios pueden ser la base para fortalecer la conciencia de clase contra el consumismo individual.
La cuestión es saber cómo transitamos desde movimientos laborales y sociales debilitados, fragmentados, en retracción o a la defensiva, hacia una posición de lanzar una ofensiva anticapitalista.
Tal vez muchos factores subjetivos y objetivos trabajen para ese fin. En primer lugar, existe un rechazo creciente de las mayorías contra los políticos incompetentes y en particular contra las élites financieras y económicas que son claramente identificadas por la quiebra de las condiciones de vida y las desigualdades crecientes. En segundo lugar, existe una opinión popular, compartida por millones, de que los actuales programas de austeridad son claramente injustos – con los trabajadores pagando las crisis creadas por la clase capitalista. Con todo, estas mayorías son más «anti» situación actual que pro transformación. La transición desde el descontento privado hacia la acción colectiva es una cuestión abierta sobre quién y cómo, pero la oportunidad existe.
Varios factores objetivos pueden desencadenar un cambio cualitativo del descontento airado pero pasivo a un movimiento anticapitalista masivo. Una recesión muy acentuada, el fin de la actual recuperación anémica y la aparición de una recesión/depresión más profunda y prolongada, pueden desacreditar aún más a los actuales gobernantes y a sus patrocinadores económicos.
En segundo lugar un período de austeridad interminable y profundo desprestigiaría el lema actual de la clase dirigente de «dolor necesario para beneficios futuros» y abriría las mentes, movilizaría las organizaciones, para buscar soluciones políticas en el sentido de obtener beneficios inmediatos infringiendo dolor en las élites económicas
Guerras imperiales sin fin y no victoriosas que sangran la economía, acaban por crear la consciencia de que la clase dirigente «sacrificó el país» para «ninguna finalidad útil».
Tal vez la combinación de una nueva fase de la recesión, la austeridad perpetua y guerras imperiales irracionales puedan invertir el actual malestar de las masas y llevarlas a lanzar hostilidades contra la élite política y económica, en dirección hacia movimientos, partidos y sindicatos socialistas…
www.odiario.info – Artículo original: http://petras.lahaine.org/articulo.php?p=1827