Alfredo Pérez Rubalcaba, el que muestra permanentemente su intransigencia hacia los vascos, se ha tenido que tragar el sapo de tener que aguantar impertérrito la sarta de mentiras del ministro marroquí del Interior, Taieb Cherkaoui, que en Madrid llegó a decir, a su lado, que la Policía de Rabat desmanteló el campamento saharaui sin violencia y que la culpa de todo era de la prensa española, que miente más que habla. Rubalcaba no condenó lo sucedido, pese a que en el conflicto vasco está todo el día erre que erre pidiendo condenas.
Si se aplicase el mismo criterio que el PSOE emplea con la izquierda abertzale, ya habrían salido voces reclamando al fiscal de turno que ilegalizase inmediatamente la formación de José Luis Rodríguez Zapatero por su complicidad en la masacre que han padecido los saharauis.
Pero el cinismo no es exclusivo en este caso del PSOE, ya que el PP también tiene una buena dosis. Altos cargos del partido derechista, como Esteban González Pons, secretario de Comunicación, tuvieron la cara dura de colocarse en la cabeza de la manifestación que se celebró en Madrid el domingo pasado. Allí estaba el tío, impertérrito compartiendo pancarta con toda la familia Bardem, la misma a la que han criticado hasta la saciedad, y otros miembros de la «cuadrilla de la ceja».
Y también tiene su buena dosis de cinismo e hipocresía Rosa Díez, la líder de UPyD, que también participó en la misma movilización y ha repetido en más de una ocasión que defiende el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Será del pueblo saharaui porque, desde su fundación, la línea ideológica de la formación españolista que preside ha sido negar la voz y la palabra al pueblo vasco.