La ban­ca dic­ta, Euro­pa orde­na y el esta­do espa­ñol aca­ta- LAB Sindikatua

El recor­te más duro en el sis­te­ma de pen­sio­nes ya tie­ne fecha. El Gobierno espa­ñol quie­re tener­lo todo ata­do para el 28 de enero, sea con con­sen­so o sin él.

A pesar de que una de las medi­das más cono­ci­das sea la de el alar­ga­mien­to de la edad de jubi­la­ción, habla­mos de una refor­ma durí­si­ma, que difi­cul­ta­rá el acce­so a una pen­sión dig­na, sobre todo, a las muje­res y a las per­so­nas jóvenes.

Habla­mos de medi­das que recor­tan gra­ve­men­te dere­chos socia­les adqui­ri­dos, medi­das que van des­de ele­var el perío­do de cálcu­lo de las pen­sio­nes, pasan­do por los recor­tes en el caso de las pen­sio­nes de viu­de­dad has­ta la pro­lon­ga­ción de la edad de jubi­la­ción por poner algu­nos ejemplos.

El Esta­do espa­ñol, una vez más sumi­so a los dic­ta­dos del esta­blish­ment euro­peo, con­ti­núa recor­tan­do dere­chos socia­les y labo­ra­les, bajo la jus­ti­fi­ca­ción del peli­gro de la invia­bi­li­dad del sis­te­ma, adop­tan estos recortes.

Pero el pro­ble­ma no es de via­bi­li­dad del sis­te­ma públi­co, sino de prio­ri­dad polí­ti­ca, de volun­tad polí­ti­ca, en defi­ni­ti­va, de cómo dis­tri­buir la rique­za social.

Es decir, mien­tras que al Capi­tal finan­cie­ro y gran­des mul­ti­na­cio­na­les se deri­van ingen­tes apor­ta­cio­nes finan­cie­ras públi­cas para su super­vi­ven­cia, este argu­men­to no sir­ve para finan­ciar la polí­ti­ca social, muy al contrario.

En este caso, el pro­ble­ma de la finan­cia­ción se tras­la­da auto­má­ti­ca­men­te a la par­te del gas­to, y como con­se­cuen­cia, se plan­tean reduc­cio­nes en las par­ti­das pre­su­pues­ta­rias, en las pres­ta­cio­nes y recor­tes de dere­chos brutales.

Hoy, con un sis­te­ma finan­cie­ro en cri­sis, con una exi­gen­cia de liqui­dez por par­te de los ban­cos, no es extra­ño que un día si y otro tam­bién nos hablen del negro futu­ro de las pen­sio­nes públi­cas y se anun­cie un nue­vo recor­te en el sis­te­ma de pro­tec­ción social.

Se tra­ta en defi­ni­ti­va, de arrui­nar el mode­lo públi­co para pri­va­ti­zar el sis­te­ma y poder espe­cu­lar. Pero, con esta ten­den­cia, tene­mos que tener cla­ra una cosa: sólo los más ricos podrán garan­ti­zar una vejez digna.

Esta refor­ma es un retro­ce­so y una vul­ne­ra­ción de dere­chos socia­les, una refor­ma inasu­mi­ble que por supues­to ten­drá respuesta.

Gas­teiz, 16 de diciem­bre de 2010

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