Méxi­co: pasi­vi­dad ante explo­ta­ción sexual infan­til – Red Voltaire

En Méxi­co, entre 16 mil y 20 mil niños, niñas y ado­les­cen­tes son explo­ta­dos sexual­men­te, según cifras de orga­ni­za­cio­nes no guber­na­men­ta­les. El deli­to está entre los tres más lucra­ti­vos del cri­men orga­ni­za­do; sin embar­go, el pro­ble­ma es mino­ri­za­do por el gobierno fede­ral. No exis­ten polí­ti­cas públi­cas, un com­ba­te efec­ti­vo, legis­la­ción armo­ni­za­da, aten­ción a las víc­ti­mas y, ni siquie­ra, datos con­fia­bles. Los espe­cia­lis­tas obser­van que la omi­sión refle­ja que los niños, niñas y ado­les­cen­tes siguen sin ser con­si­de­ra­dos ciudadanos.

La explo­ta­ción sexual de niños, niñas y ado­les­cen­tes (ESNNA) equi­va­le a una for­ma con­tem­po­rá­nea de escla­vi­tud. La Orga­ni­za­ción Inter­na­cio­nal del Tra­ba­jo la defi­ne como una vio­la­ción de dere­chos huma­nos y una for­ma de explo­ta­ción que ocu­rre cuan­do se engan­cha o uti­li­za a los meno­res en acti­vi­da­des sexua­les para satis­fa­cer necesidades.

Las moda­li­da­des de la ESNNA son la pros­ti­tu­ción y la por­no­gra­fía infan­til, el turis­mo sexual, el abu­so sexual y la tra­ta y ven­ta de niños, niñas y ado­les­cen­tes para acti­vi­da­des sexuales.

La aso­cia­ción civil Infan­cia Común expo­ne que la ESNNA ocu­pa el segun­do lugar en gene­ra­ción de recur­sos en Méxi­co, ubi­ca­dos en el orden de los 24 mil millo­nes de dóla­res anua­les por enci­ma de la ven­ta de armas y sólo supe­ra­da por el narcotráfico.

May­ra Rojas Rosas, direc­to­ra de la aso­cia­ción civil que tra­ba­ja con­tra la explo­ta­ción sexual infan­til, seña­la que es un pro­ble­ma poco visi­bi­li­za­do que no se atien­de debi­da­men­te, pese a la gra­ve­dad del fenó­meno, sus víncu­los con el cri­men orga­ni­za­do y las vio­la­cio­nes a los dere­chos de las víctimas.

“No se ha toma­do con sufi­cien­te serie­dad por­que los niños no cuen­tan en el pre­sen­te, cuen­tan como futu­ro. Es una ver­da­de­ra des­gra­cia por­que quien no atien­de a su pre­sen­te, no tie­ne futu­ro. Un Esta­do que no ve por sus niños no tie­ne sen­ti­do de exis­tir; se auto­ani­qui­la. Es absur­do que sea tan cie­go a una pro­ble­má­ti­ca de tales dimen­sio­nes”, seña­la la activista.

Juan Mar­tín Pérez Gar­cía, direc­tor eje­cu­ti­vo de la Red por los Dere­chos de la Infan­cia en Méxi­co (Redim), decla­ra que la ausen­cia de un sis­te­ma inte­gral de pro­tec­ción de los dere­chos de los niños, un Esta­do que no reco­no­ce la voz de niños y niñas, que inhi­be la denun­cia, la impu­ni­dad y actua­ción del cri­men orga­ni­za­do impi­den saber cuál es el esta­do de esta situa­ción, cómo afron­tar­lo, qué ata­car y cómo prevenirlo.

Sin que el Esta­do com­ba­ta un pro­ble­ma que cre­ce, el espe­cia­lis­ta men­cio­na que, pues­to que los meno­res de edad repre­sen­tan al 30 por cien­to de la pobla­ción del país, el Esta­do no con­si­de­ra a la ter­ce­ra par­te de su pobla­ción como ciu­da­da­nos en el ejer­ci­cio de sus dere­chos. “El gobierno no está colo­can­do en el cen­tro de sus deci­sio­nes a los niños. Pare­cie­ra que no existieran”.

Limi­ta­da infor­ma­ción sobre explo­ta­ción sexual infantil

Des­de 2005, se repor­ta un aumen­to visi­ble, pero difí­cil de cuan­ti­fi­car, de la explo­ta­ción sexual en el país, apun­ta la Redim en su infor­me Infan­cias mexi­ca­nas, ros­tros de la des­igual­dad. La razón, atri­bu­ye la orga­ni­za­ción, es la inexis­ten­cia de polí­ti­cas inte­grar­les y de recur­sos públi­cos sufi­cien­tes y espe­cí­fi­cos diri­gi­dos a enfren­tar y com­ba­tir el pro­ble­ma. El repor­te seña­la que la cifra ofi­cial de 16 mil niñas y niños envuel­tos en la ESNNA pre­sen­ta limi­ta­cio­nes y se encuen­tra des­ac­tua­li­za­da y sin estu­dios com­pa­ra­ti­vos recientes.

Datos ais­la­dos pue­den dar una visión par­cial del fenó­meno. El Fon­do de Nacio­nes Uni­das para la Infan­cia (Uni­cef) men­cio­na que en 21 esta­dos del país, se han detec­ta­do acti­vi­da­des de turis­mo sexual infan­til. La Coa­li­ción Inter­na­cio­nal con­tra la Tra­ta de Muje­res y Niñas en Amé­ri­ca Lati­na ubi­ca a Méxi­co en el quin­to lugar a nivel mun­dial en esta modalidad.

Según Infan­cia Común, Méxi­co tie­ne el segun­do lugar en el mun­do en pro­duc­ción de por­no­gra­fía infan­til. Tan sólo en cin­co años, se detec­ta­ron en este país más de 4 mil sitios elec­tró­ni­cos dedi­ca­dos a la por­no­gra­fía infan­til. En Lati­noa­mé­ri­ca, exis­ten, al menos, 100 foros vir­tua­les don­de se inter­cam­bia este tipo de mate­rial; un ter­cio de ellos se ubi­ca en el país.

“La difi­cul­tad de con­tar con cifras más pre­ci­sas del núme­ro de niñas y niños envuel­tos en las diver­sas for­mas de explo­ta­ción sexual tie­ne que ver con las defi­cien­cias en los mar­cos lega­les para tipi­fi­car ade­cua­da­men­te los deli­tos que se come­ten con­tra la infan­cia en este ámbi­to”, des­cri­be la Redim.

Hace 10 años se publi­có el últi­mo infor­me ofi­cial sobre explo­ta­ción sexual infan­til en Méxi­co. El docu­men­to, rea­li­za­do por el Sis­te­ma de Desa­rro­llo Inte­gral de la Fami­lia (DIF), la Uni­cef y el Cen­tro de Inves­ti­ga­cio­nes y Estu­dios Supe­rio­res en Antro­po­lo­gía Social, suge­ría que 16 mil niños, niñas y ado­les­cen­tes son explo­ta­dos sexual­men­te en el país. La mayo­ría se ubi­ca en seis ciu­da­des: Aca­pul­co, Can­cún, Gua­da­la­ja­ra, Ciu­dad Juá­rez, Tapa­chu­la y Tijuana.

La pros­ti­tu­ción, el trá­fi­co y ven­ta de niños, la por­no­gra­fía y el turis­mo sexual pre­do­mi­nan en estos des­ti­nos don­de se cuen­tan 4 mil 600 niños explo­ta­dos. Los meno­res de edad se pros­ti­tu­yen por igual en calles, pla­zas, mer­ca­dos, par­ques, esta­cio­nes de auto­bu­ses, hote­les, mote­les, pros­tí­bu­los, pen­sio­nes, bares, can­ti­nas, cen­tros noc­tur­nos, casas clan­des­ti­nas, lon­che­rías, cer­ve­ce­rías, res­tau­ran­tes, casas de masa­je, esté­ti­cas y agen­cias de mode­la­je y de acompañantes.

En 2000, se atri­buía que el incre­men­to de la ESNNA esta­ba impul­sa­do por el empeo­ra­mien­to de las con­di­cio­nes de vida al inte­rior de las fami­lias; la pro­mo­ción de la pros­ti­tu­ción den­tro del círcu­lo fami­liar; la uti­li­za­ción de acti­vi­da­des sexua­les por par­te de niños que huyen de sus casas; el reclu­ta­mien­to de niños como tra­ba­ja­do­res sexua­les por par­te del cri­men orga­ni­za­do, y el tras­la­do de niños pro­ve­nien­tes de otros países.

Las víc­ti­mas de la ESNNA pro­vie­nen de las pro­pias loca­li­da­des y otros esta­dos de la repú­bli­ca. Úni­ca­men­te se cono­ce la pre­sen­cia de meno­res extran­je­ros en Can­cún y Tapa­chu­la. En la mayo­ría de los esta­dos, los explo­ta­do­res sexua­les son ori­gi­na­rios de los mis­mos esta­dos y de otros paí­ses, mien­tras que por igual clien­tes nacio­na­les y extran­je­ros deman­dan este tipo de “ser­vi­cio”.

May­ra Rojas Rosas, de Infan­cia Común, sub­ra­ya que cual­quier menor de edad es sus­cep­ti­ble de ser suje­to de explo­ta­ción sexual. Lo común en las víc­ti­mas, no obs­tan­te, es la exclu­sión eco­nó­mi­ca, social o afec­ti­va. Los niños son vul­ne­ra­bles a los modos cada vez más sofis­ti­ca­dos de los explo­ta­do­res, como la seduc­ción y el que uti­li­cen las nece­si­da­des indi­vi­dua­les para afi­nar su práctica.

Las for­mas de reclu­ta­mien­to son el rap­to, la pre­sión de los padres, el arre­glo entre padres y tra­fi­can­tes, y la seduc­ción o el matri­mo­nio. En don­de exis­te el mayor núme­ro de casos, las per­so­nas que reclu­tan y obtie­nen bene­fi­cios de los niños explo­ta­dos sexual­men­te son los fami­lia­res, los padro­tes, los due­ños de bares y pros­tí­bu­los, engan­cha­do­res, poli­cías, los pro­duc­to­res y ven­de­do­res de por­no­gra­fía, taxis­tas, recep­cio­nis­tas y meseros.

La direc­to­ra de Infan­cia Común enun­cia que el fenó­meno suce­de en todo el país por­que hay un pro­ble­ma estruc­tu­ral que per­mi­te que esto suce­da. Así, la explo­ta­ción sexual lle­ga a ciu­da­des medias, como León, Pue­bla, Tlax­ca­la, Mon­te­rrey y Saltillo.

Según el estu­dio Infan­cia roba­da, a los prin­ci­pa­les des­ti­nos de la ESNNA se suma la Zona Metro­po­li­ta­na del valle de Méxi­co, con 2 mil 500 meno­res de edad que son explo­ta­dos sexual­men­te, y otros des­ti­nos turís­ti­cos, como Pla­ya del Car­men, Mazatlán, Vera­cruz, Los Cabos, La Paz, Man­za­ni­llo, Ixta­pa y Hua­tul­co, don­de 1 mil 500 niños, niñas y ado­les­cen­tes son suje­tos de todas las moda­li­da­des de explo­ta­ción sexual. Abu­so sexual en silencio

Has­ta el III Con­gre­so Mun­dial con­tra la Explo­ta­ción de los Niños, las Niñas y los Ado­les­cen­tes, se inclu­yó al abu­so sexual como moda­li­dad de la ESNNA. Infan­cia Común indi­ca que, en los últi­mos 30 años, el abu­so sexual se incre­men­tó 200 por cien­to. El 74 por cien­to de las víc­ti­mas es menor de 14 años y el 81 por cien­to es niña. El 93 por cien­to de los casos ocu­rre al inte­rior de la fami­lia. En la mayo­ría, la agre­sión con­ti­núa por meses o has­ta años.

Se con­si­de­ra abu­so sexual a cual­quier cla­se de pla­cer sexual que ejer­ce un adul­to con un niño, uti­li­zan­do su posi­ción de poder o auto­ri­dad. En Méxi­co, seña­la la Redim, es el tipo de mal­tra­to infan­til que menos se ha docu­men­ta­do en los ámbi­tos médi­cos, socia­les y lega­les a pesar de que la fre­cuen­cia de casos es cada vez mayor. Mien­tras no exis­te infor­ma­ción esta­dís­ti­ca sobre la inci­den­cia del deli­to, tam­po­co se cono­ce qué can­ti­dad de niños, niñas y ado­les­cen­tes han sido aten­di­dos y pues­tos a dis­po­si­ción de las autoridades.

El DIF reci­bió 7 mil 283 denun­cias por abu­so y vio­len­cia sexual infan­til entre 2000 y 2005. Lejos de redu­cir su inci­den­cia, el deli­to sigue cre­cien­do. Tan sólo el DIF de Vera­cruz repor­tó, en mayo de este año, haber reci­bi­do 20 lla­ma­das sema­na­les que denun­cia­ban abu­so sexual a meno­res. Datos de la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co seña­lan que el 77 por cien­to de las víc­ti­mas es niña y el pro­me­dio de edad de los afec­ta­dos es de cin­co a sie­te años.

A nivel legis­la­ti­vo, en 25 esta­dos del país no pro­ce­de la acción penal por abu­so o vio­la­ción sexual si se da el matri­mo­nio entre el agre­sor y la víc­ti­ma, “lo que evi­den­cia el alto ries­go para la niña o niño de sufrir nue­va­men­te estos abu­sos como par­te de la con­vi­ven­cia que se esta­ble­ce en el matri­mo­nio”, sub­ra­ya la Redim.

May­ra Rojas Rosas, direc­to­ra de Infan­cia Común, expli­ca que la exis­ten­cia de tabúes alre­de­dor de la sexua­li­dad, el des­co­no­ci­mien­to y la nula edu­ca­ción sobre el desa­rro­llo sico­se­xual de los niños per­mi­ten que se sigan come­tien­do los abu­sos: “Por un lado, el adul­to es quien tie­ne la razón y los niños tie­nen que obe­de­cer­lo, no impor­ta si están sien­do abu­sa­dos. Por otro, los niños no saben ni nom­brar lo que les suce­de por fal­ta de capa­ci­ta­ción de padres y maestros”.

Al res­pec­to, el direc­tor eje­cu­ti­vo de la Redim, Pérez Gar­cía, agre­ga que el deli­to se enmar­ca en una cul­tu­ra social que per­mi­te el abu­so de los niños bajo una visión “adul­to­cén­tri­ca”, don­de todo gira en fun­ción de los adul­tos y ello impi­de que la voz de los niños sea oída cuan­do denun­cian que están sien­do moles­ta­dos. A la can­ti­dad de casos denun­cia­dos, la acti­vis­ta suma la cifra que no se cono­ce por­que los niños no se atre­ven a hablar.

El pro­ble­ma es gra­ve, cali­fi­ca Rojas Rosas. Y es que cada vez que Infan­cia Común impar­te talle­res en las comu­ni­da­des, en pro­me­dio cin­co per­so­nas se acer­can para denun­ciar casos. “El abu­so –enun­cia– pue­de ser la puer­ta a la pros­ti­tu­ción y otras for­mas de explo­ta­ción sexual”.

El 20 de agos­to, se tipi­fi­có el deli­to de pede­ras­tia como gra­ve en el Códi­go Penal Fede­ral. De esta mane­ra, el infrac­tor podrá ser san­cio­na­do con una pena­li­dad de nue­ve a 18 años de pri­sión y una mul­ta de 70 a 2 mil 250 días de sala­rio mínimo.

El artícu­lo 209 bis del Códi­go Penal Fede­ral esta­ble­ce que “será pena­li­za­do quien se apro­ve­che de la con­fian­za, subor­di­na­ción o supe­rio­ri­dad que tie­ne sobre un menor de 18 años, deri­va­da de su paren­tes­co en cual­quier gra­do, tute­la, guar­da o cus­to­dia, rela­ción docen­te, reli­gio­sa, labo­ral, médi­ca, cul­tu­ral, domés­ti­ca o de cual­quier índo­le y eje­cu­te, obli­gue o induz­ca a eje­cu­tar cual­quier acto sexual con o sin su con­sen­ti­mien­to”. Tam­bién se can­ce­la la posi­bi­li­dad de que una per­so­na sen­ten­cia­da por el deli­to acce­da al bene­fi­cio de la liber­tad preparatoria.

Tra­ta con fines de explo­ta­ción sexual

La Redim advier­te que, pese a la fal­ta de infor­ma­ción, hay un incre­men­to en la tra­ta con fines de explo­ta­ción sexual en la medi­da en que Méxi­co es un país que a la vez es fuen­te, trán­si­to y des­tino de diver­sas for­mas de tra­ta. Infan­cia Común cal­cu­la que, en este país, 80 mil per­so­nas de ambos sexos y de todas las eda­des son víc­ti­mas de trata.

El Cen­tro de Estu­dios de Polí­ti­ca Juve­nil de la Uni­ver­si­dad de Pen­sil­va­nia pre­de­cía que unos 2 mil 500 niños, niñas y ado­les­cen­tes de entre 10 y 17 años, cana­dien­ses y mexi­ca­nos, cru­za­rían la fron­te­ra con Esta­dos Uni­dos para fines sexua­les en 2000, y que el esce­na­rio de ries­go poten­cial invo­lu­cra­ba a 231 mil.

Publi­ca­do en junio por el Depar­ta­men­to de Esta­do de Esta­dos Uni­dos, el Infor­me sobre tra­ta de per­so­nas men­cio­na que el trá­fi­co con fines de explo­ta­ción sexual tie­ne con­se­cuen­cias devas­ta­do­ras en los meno­res, tales como trau­mas físi­cos y sico­ló­gi­cos de por vida; enfer­me­da­des de trans­mi­sión sexual, adic­ción a las dro­gas, emba­ra­zos no desea­dos, des­nu­tri­ción, ostra­cis­mo y la muerte.

El Depar­ta­men­to de Esta­do des­cri­be que niñas, niños y muje­res mexi­ca­nas son some­ti­dos al ser­vi­lis­mo sexual den­tro de Esta­dos Uni­dos y Méxi­co, atraí­dos por fal­sas ofer­tas de tra­ba­jo en zonas rura­les, ciu­da­des fron­te­ri­zas y des­ti­nos turísticos.

En el país, la mayor par­te de las per­so­nas extran­je­ras que es víc­ti­ma de tra­ba­jo for­za­do y explo­ta­ción sexual vie­ne de Gua­te­ma­la, Hon­du­ras y El Sal­va­dor, que en su paso hacia a Esta­dos Uni­dos es secues­tra­do por tra­fi­can­tes, espe­cial­men­te en la fron­te­ra con Gua­te­ma­la. Tam­bién, seña­la el repor­te, hay per­so­nas de Sura­mé­ri­ca, el Cari­be, Euro­pa del Este, Asia y África.

Sub­ra­ya que la explo­ta­ción sexual de niños en el turis­mo con­ti­núa cre­cien­do en Méxi­co, espe­cial­men­te Aca­pul­co, Can­cún, Tijua­na y Ciu­dad Juá­rez. Prin­ci­pal­men­te, los turis­tas que bus­can sexo con meno­res en sus des­pla­za­mien­tos pro­vie­nen de Esta­dos Uni­dos, Cana­dá, Euro­pa Occi­den­tal e inclu­so de Méxi­co. Sin embar­go, has­ta junio, el gobierno no había repor­ta­do nin­gún pro­ce­sa­do o dete­ni­do por este crimen.

Para el Depar­ta­men­to de Esta­do, “el gobierno de Méxi­co no cum­ple con los están­da­res míni­mos para eli­mi­nar el trá­fi­co de per­so­nas; no obs­tan­te, está hacien­do esfuer­zos sig­ni­fi­can­tes”. Entre ellos, cuen­ta, la pri­me­ra deten­ción bajo la Ley para Pre­ve­nir y San­cio­nar la Tra­ta de Per­so­nas, que lle­vó a dic­tar una sen­ten­cia de 10 años. Ade­más, resul­ta­do de una inves­ti­ga­ción de la Sub­pro­cu­ra­du­ría de Inves­ti­ga­ción Espe­cia­li­za­da en Delin­cuen­cia Orga­ni­za­da, en diciem­bre de 2009, se detu­vie­ron a cin­co acu­sa­dos de trá­fi­co de niñas y muje­res a Esta­dos Uni­dos con fines de explotación.

El gobierno de Méxi­co infor­mó al Depar­ta­men­to de Esta­do que al momen­to inves­ti­ga­ba 48 casos de tra­ta de per­so­nas; no obs­tan­te, reco­no­ce que dada la mag­ni­tud del pro­ble­ma, el núme­ro de inves­ti­ga­cio­nes y dete­ni­dos es bajo. Por el con­tra­rio, men­cio­na el infor­me, las auto­ri­da­des acep­tan sobor­nos, fal­si­fi­can docu­men­tos, des­alien­tan la denun­cia de las víc­ti­mas y tole­ran la pros­ti­tu­ción infan­til y otras for­mas de explo­ta­ción sexual.

La tra­ta de per­so­nas sigue sien­do un nego­cio, seña­la Ana María Mar­tí­nez Yer­ga, coor­di­na­do­ra del Con­ve­nio de Vio­len­cia y Tra­ta en Cen­troa­mé­ri­ca de Save the Chil­dren en coor­di­na­ción con la Agen­cia Espa­ño­la de Coope­ra­ción Inter­na­cio­nal para el Desarrollo.

Expli­ca que ello se ve alen­ta­do por­que exis­te deman­da y una gran tole­ran­cia social: “Has­ta hace algu­nos años, no se veía como un deli­to y la gen­te con­vi­ve con él con natu­ra­li­dad. Al no iden­ti­fi­car que es un deli­to, no esta­ble­ce medi­das de pre­ven­ción y protección”.

De la lla­ma­da escla­vi­tud del siglo XXI, no exis­ten datos con­fia­bles. Con la clan­des­ti­ni­dad con la que ocu­rre, es impo­si­ble saber si una moda­li­dad pre­do­mi­na sobre otra, men­cio­na en entre­vis­ta con Contralínea.

Mar­tí­nez Yer­ga cali­fi­ca el deli­to como una vio­la­ción al pre­sen­te y al futu­ro de las víc­ti­mas, pues todas sus moda­li­da­des impli­can una pér­di­da de liber­ta­des: “Se desin­te­gra a la per­so­na. Sepa­ra­das de su fami­lia y entorno, son enga­ña­das, secues­tra­das, vio­la­das, for­za­das a usar dro­gas o adquie­ren enfer­me­da­des de trans­mi­sión sexual. Entran en un círcu­lo de vio­len­cia; sus están­da­res de vida son dife­ren­tes a los nues­tros. Su apre­cio por la vida des­apa­re­ce y su vida pier­de todo sentido”.

No obs­tan­te las reper­cu­sio­nes, para la espe­cia­lis­ta, el talón de Aqui­les es la aten­ción a las víc­ti­mas de tra­ta: “Los sis­te­mas nacio­na­les de pro­tec­ción en la región son muy débi­les. Por el nivel de com­ple­ji­dad que tie­ne el deli­to y el nivel de com­ple­ji­dad de las con­se­cuen­cias en las víc­ti­mas, se requie­re dar una aten­ción integral”.

Apun­ta que los mode­los de aten­ción no se dife­ren­cian según lo vivi­do por la víc­ti­ma y el tema de la aten­ción se cru­za con la per­se­cu­ción del deli­to. Las víc­ti­mas, expli­ca, son pues­tas como ele­men­tos pro­ba­to­rios, lo que sacri­fi­ca a los afec­ta­dos en aras de san­cio­nar el deli­to. “Ade­más que­da el pro­ce­so tan com­pli­ca­do que es la res­ti­tu­ción de sus dere­chos”, comen­ta Mar­tí­nez Yerga.

La acti­vis­ta advier­te que la tra­ta de per­so­nas debi­li­ta el teji­do social. El mie­do al cri­men orga­ni­za­do, des­cri­be, des­ar­ti­cu­la a la pobla­ción; en tan­to, la des­con­fian­za en las ins­ti­tu­cio­nes difi­cul­ta las accio­nes para erra­di­car el pro­ble­ma: “La pobla­ción vive ame­na­za­da. Temen invo­lu­crar­se por los peli­gros a su inte­gri­dad y la de su familia”.

Res­pec­to de la res­pues­ta de las auto­ri­da­des, obser­va como un avan­ce que el tema se esté incor­po­ra­do en la agen­da públi­ca y en la legis­la­ción. Por lo que aho­ra sí se le tipi­fi­ca como un deli­to y los paí­ses se coor­di­nan para com­ba­tir­lo. Sin embar­go, men­cio­na que hay una dis­tan­cia entre la fir­ma del Pro­to­co­lo para pre­ve­nir, repri­mir y san­cio­nar la tra­ta de per­so­nas y la ins­tru­men­ta­ción: “Hay que dar el sal­to a la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción, a que las accio­nes se con­vier­tan en polí­ti­cas públi­cas y, sobre todo, que exis­ta una asig­na­ción pre­su­pues­ta­ria para actuar con­tra el cri­men orga­ni­za­do trasnacional”.

El tam­bién cono­ci­do Pro­to­co­lo de Paler­mo com­pro­me­te a los Esta­dos a pre­ve­nir y com­ba­tir efi­caz­men­te la tra­ta de per­so­nas, espe­cial­men­te de niños y muje­res, que inclu­ya accio­nes para san­cio­nar a los tra­fi­can­tes y pro­te­ger a las víc­ti­mas al ampa­rar sus derechos.

El prin­ci­pal fac­tor de ries­go para que los niños sean víc­ti­mas de tra­ta, dice la inte­gran­te de Save the Chil­dren, es el cli­ma de vio­len­cia que están vivien­do. La exclu­sión y la tole­ran­cia de las auto­ri­da­des tam­bién son deter­mi­nan­tes, lo mis­mo la fra­gi­li­dad y los vacíos en los mar­cos legales.

Sub­ra­ya que el pun­to de par­ti­da para erra­di­car la tra­ta de per­so­nas es la pre­ven­ción: “Las estra­te­gias de pre­ven­ción deben estar muy ate­rri­za­das en los terri­to­rios y que los men­sa­jes sean cla­ros y sen­ci­llos. Es muy impor­tan­te invo­lu­crar a dis­tin­tos sec­to­res. Es fun­da­men­tal que niños, niñas y ado­les­cen­tes iden­ti­fi­quen los ries­gos para no caer”.

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