El gobierno del presidente Obama puso en marcha, hace tan solo unas semanas, nuevas medidas destinadas a permitir más viajes desde Estados Unidos a Cuba, generando entre la población todo tipo de reacciones (furibundas entre la mafia de Florida, y más templadas en el resto de la nación), y que de inmediato hizo que me preguntara si entre esos ciudadanos con pasaporte USA (fuesen o no de origen cubano), no intentará colarse en la isla algún sayón con aviesas intenciones, como se viene dando desde 1960, cuando la CIA y el FBI, contando con el apoyo de cientos de mercenarios y terroristas, cometían todo tipo de atentados, tratando en vano de asesinar a Fidel Castro en más de 638 ocasiones*.
El juicio cantinflero contra Luís Posada Carriles (nacionalizado en Venezuela) que viene celebrándose en la ciudad de El Paso (Texas), no deja dudas acerca de la condición de la justicia norteamericana en su inequívoca vocación por remedar la que Fulgencio Batista impulsó en Cuba durante su dictadura, o lo que es aún más terrible, imitar la que estuvo vigente durante el III Reich. Tampoco deja lugar a dudas la parcialidad, subjetividad y arbitrariedad de los jueces, fiscales y demás funcionarios en esa farsa procesal, comenzando con el cargo por el que el terrorista más sanguinario de cuantos protegen los senadores republicanos del estado de La Florida se sienta en el banquillo: simplemente es un mentiroso, que accedió a territorio yanqui falseando documentos y fecha de entrada.
Todo lo que los gobiernos de Venezuela y Cuba han demostrado fehacientemente, no vale para la justicia de Obama, a la hora no ya de juzgar a Posada por crímenes como la voladura del avión de Cubana de Aviación (Vuelo 455, el 6 de octubre de 1976. Barbados, 1976), que costó 73 víctimas inocentes, sino siquiera para extraditar al asesino en cuestión, a quien espera la justicia venezolana desde hace más de una década. No vale igualmente que el propio mercenario ex agente de la CIA, admitiera públicamente el sangriento hecho, en una entrevista publicada por el diario estadounidense The New York Times en Julio de 1998; ni las recientes declaraciones del terrorista salvadoreño Francisco Chávez Abarca*, detenido en Caracas y extraditado a La Habana en 2010. Los magistrados yanquis se niegan a incluir cualquier testimonio contra Carriles. Algo huele a podrido en El Paso.
Volviendo a los viajes de EEUU a Cuba, estoy convencido de que por parte del gobierno de la Revolución, se tomarán las medidas técnicas, aeronáuticas, policiales y de todo tipo, para evitar que entre los tres millones de turistas norteamericanos (que se esperan a lo largo de los próximos años), arribe a territorio cubano un solo visitante con intenciones criminales, o lo que es más correcto, un asesino disfrazado de simpático trotamundos; como también tengo la certeza de que entre las autoridades del gobierno de Barak Obama, existirán funcionarios que traten de que no se exporte más terrorismo hacia la isla, sencillamente porque se pone en juego la vida de sus conciudadanos, aunque este último dato no sea de importancia capital para Ileana Ross Lethinen, alias La Loba, o los hermanos Díaz Balart, Orlando Bosch o cualquiera de los implicados en hechos delictivos contra la isla más digna del globo.
También es cierto que las medidas anunciadas por la administración de Obama el pasado 14 de enero, no implican el levantamiento del embargo estadounidense a la isla, sino que facilitan en parte el turismo estadounidense, así como las visitas organizadas por escuelas, iglesias y grupos culturales, permitiéndoles organizar vuelos chárter como parte de un plan destinado a aumentar los contactos personales entre ambos países. Ese gradual, pero imparable aumento de las visitas de norteamericanos a Cuba, se viene constatando desde hace pocas fechas.
Un visitante que llegó a la misma casa de huéspedes en la que yo mismo me alojé en La Habana, del 5 de noviembre al 20 de diciembre de 2010, me aseguró que en ese último mes del año hubo unos 20 vuelos diarios procedentes de Miami. Ahora, las agencias de viajes podrán organizar vuelos muy económicos con propósitos culturales, que podrían (si la administración Obama interpreta con flexibilidad sus propias reglas) incluir cualquier temática: desde observación del tocororo o el totí, la cría de cocodrilos, o las visitas a los templos de santería en Regla o Guanabacoa.
Sin embargo, los agentes turísticos en la zona (República Dominicana, México, Jamaica, Puerto Rico, etc.) se han mostrado algo preocupados por el más que probable desvío del turismo de los USA hacia la Mayor de las Antillas, en detrimento de otros destinos. “No va a haber una explosión inmediata de turismo estadounidense a Cuba por estas medidas, pero eso eventualmente ocurrirá”, dice Andy Dauhajre, un conocido economista que dirige la Fundación Economía y Desarrollo de República Dominicana, “…pero cuando eso ocurra, va a haber un impacto significativo sobre varios destinos turísticos como Cancún, Bahamas, Jamaica y República Dominicana”. Un estudio del FMI de 2008, titulado Se acabaron las vacaciones: Implicaciones para el Caribe de una Apertura del turismo de Estados Unidos a Cuba, concluía que el levantamiento total de la prohibición a los viajes a la isla produciría un cambio sísmico en la industria turística de aquel área.
A todo esto, lo más importante en torno a las nuevas medidas y su posible alcance, surge de la declaración del Minrex, ese mismo 14 de enero de 2011, publicada, radiada y leída en todos los medios de difusión, con objeto de clarificar la verdadera repercusión social, económica y política de ese decreto del gobierno Obama*.
Por mi parte, bienvenidos sean los ciudadanos norteamericanos honestos y pacíficos que lleguen a Cuba desde los USA. Nadie duda de que ambos pueblos pueden y deben mantener una política común fraternal y de colaboración mutua. La Revolución podría ayudar al presidente Obama en muchas materias, y Barak podría demostrar su inteligencia y coraje tomando algunas valientes decisiones, como las que Carter dictó durante su mandato a finales de los 70.
Es preciso el levantamiento gradual del embargo y la derogación de la ley Helms-Burton. Ah, y una visita oficial a La Habana para charlar con Raúl Castro.
Pero me hago una pregunta: ¿Sabe el presidente de los USA qué es la libertad?
Notas.- (Link de enlace): http://documentalesatonline.blogspot.com/2010/05/638-maneras-de-matar-castro2006.html
(2) El terrorista de nacionalidad salvadoreña, Francisco Chávez Abarca, confesó haber sido contratado por el prófugo Luis Posada Carriles para realizar actos desestabilizadores en Venezuela. Asimismo, Chávez Abarca confesó que recibía instrucciones en clave a través de un correo electrónico donde mencionaba un restaurante ubicado cerca del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, donde se encontraría con tres personas, entre ellos dos venezolanos para iniciar con el plan desestabilizador. Según el terrorista, en esa reunión se buscaba planificar disturbios y evaluar los sitios donde se pudieran iniciar. El terrorista afirmó que los que estaban contratando estas acciones en contra del Gobierno venezolano estaban dispuestos a realizar lo que fuera necesario para lograr su cometido. El detenido confesó, ante las cámaras de TELESUR, que fue enviado a Venezuela para realizar acciones de conspiración y que intentó entrar al país con pasaporte falso, y que participó con la ayuda de Posada Carriles en los atentados contra sitios turísticos en La Habana en 1997, en uno de los cuales perdió la vida el joven italiano Fabio Di Celmo.
(3) DECLARACION DEL MINREX (Ministerio de Asuntos Exteriores de la República de Cuba)
14 de enero del 2011, el Gobierno de los Estados Unidos anunció nuevas medidas sobre Cuba. Aunque habrá que esperar por la publicación de las regulaciones para conocer su verdadero significado, de acuerdo con la información preliminar dada a conocer por la Oficina de Prensa de la Casa Blanca, las medidas consisten en:
- Autorizar los viajes de norteamericanos a Cuba con fines académicos, educacionales, culturales y religiosos.
- Permitir a ciudadanos norteamericanos enviar remesas a ciudadanos cubanos en cantidades limitadas.
- Autorizar a los aeropuertos internacionales de EE.UU. a solicitar permiso para operar vuelos chárter directos a Cuba bajo determinadas condiciones.
La adopción de estas medidas es el resultado del esfuerzo de amplios sectores de la sociedad norteamericana que durante años han reclamado mayoritariamente el levantamiento del genocida bloqueo contra Cuba y la eliminación de la absurda prohibición de los viajes a nuestro país.
Es expresión también del reconocimiento del fracaso de la política de los Estados Unidos contra Cuba y de que busca nuevas vías para lograr sus objetivos históricos de dominación de nuestro pueblo. Aunque las medidas son positivas, se quedan muy por debajo de esos justos reclamos, tienen un alcance muy limitado y no modifican la política contra Cuba.
El anuncio de la Casa Blanca se limita, en lo fundamental, a restablecer algunas de las disposiciones que estuvieron en vigor en la década del noventa bajo el gobierno del presidente Clinton y fueron eliminadas por George W. Bush a partir del 2003.
Las medidas solo benefician a determinadas categorías de norteamericanos y no restituyen el derecho a viajar a Cuba de todos los ciudadanos norteamericanos, que seguirán siendo los únicos en todo el mundo que no pueden visitar nuestro país libremente.
Estas medidas confirman que no hay voluntad para cambiar la política de bloqueo y desestabilización contra Cuba. Al anunciarlas, los funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos dejaron bien claro que el bloqueo se mantendrá intacto y que se proponen usar las nuevas medidas para fortalecer los instrumentos de subversión e injerencia en los asuntos internos de Cuba. Esto confirma la denuncia expuesta en la declaración del MINREX del 13 de enero pasado.
Cuba siempre ha favorecido los intercambios con el pueblo norteamericano, sus universidades, sus instituciones académicas, científicas y religiosas. Todos los obstáculos que entorpecen las visitas de los estadounidenses a Cuba siempre han estado, y siguen estando hoy, del lado del gobierno de Estados Unidos.
Si existiera un interés real en ampliar y facilitar los contactos entre nuestros pueblos, Estados Unidos debería levantar el bloqueo y eliminar la prohibición que hace de Cuba el único país al que los norteamericanos no pueden viajar