Femi­nis­tas vas­cas con­flic­ti­vas y con­flic­tua­das – Gara

El pasa­do 8 de enero, en las calles de Bil­bo, ciu­dad de puen­tes y dis­tan­cias, en este pun­to extra­or­di­na­rio de cir­cu­la­cio­nes y cir­cui­tos, se impu­so una fre­cuen­cia: flu­jos y afec­tos de mate­ria vivien­te y huma­na impo­si­ble de inhi­bir… se tra­ta pues de una meta­mor­fo­sis poten­cial, ya que aque­llo que se pre­ten­de cap­tu­rar huye bajo nue­vas for­mas. Por suer­te, siem­pre hay una dife­ren­cia fun­da­men­tal entre los flu­jos vivien­tes y los axio­mas que pre­ten­den subor­di­nar­los a cen­tros de con­trol. Pero los flu­jos plan­tean algu­nos pro­ble­mas de orga­ni­za­ción que no debe­mos pasar por alto. Los flu­jos hacen que nos mova­mos y actue­mos, pero ¿con quié­nes y hacia dón­de que­re­mos desplazarnos?

Sin duda, para cual­quier suje­to polí­ti­co, y por supues­to, para el suje­to del femi­nis­mo, es impor­tan­te saber cuál es la mejor mane­ra de dis­po­ner la vida polí­ti­ca para que se pue­da pro­du­cir el reco­no­ci­mien­to y la repre­sen­ta­ción. En este sen­ti­do, las femi­nis­tas que desea­mos tomar par­te en la cons­truc­ción de Eus­kal Herria, debe­mos plan­tear nue­vas ideas que pue­dan ser úti­les para una polí­ti­ca demo­crá­ti­ca radical.

En pri­mer lugar, ten­dría­mos que hacer un esfuer­zo por ana­li­zar los tipos de expre­sión posi­bles en los lími­tes del dolor, la humi­lla­ción, la año­ran­za y la rabia, ya que estas expre­sio­nes están vin­cu­la­das a la capa­ci­dad de socia­li­dad y de super­vi­ven­cia. Butler nos ani­ma a recon­si­de­rar la mane­ra de con­cep­tua­li­zar el cuer­po en el ámbi­to de la polí­ti­ca. La crí­ti­ca de la vio­len­cia debe empe­zar por la pre­gun­ta de la repre­sen­ta­bi­li­dad de la vida como tal: «¿Qué per­mi­te a una vida vol­ver­se visi­ble en su pre­ca­rie­dad y en su nece­si­dad de cobi­jo, y qué es lo que nos impi­de ver o com­pren­der cier­tas vidas de esta manera?».

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