Los seres huma­nos como cen­tro de nues­tro socia­lis­mo- Bolpress

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Rese­ña del libro “La alter­na­ti­va socia­lis­ta: el ver­da­de­ro desa­rro­llo humano” de Michael Lebo­witz (Monthly Review Press, 2010)

La lle­ga­da de la cri­sis eco­nó­mi­ca mun­dial a media­dos de 2008, sim­bo­li­za­da por el colap­so de algu­nas de las empre­sas más icó­ni­cas de Wall Street, con­du­jo a un incre­men­to ver­ti­gi­no­so de las ven­tas de El Capi­tal, la obra maes­tra de Car­los Marx, por­que mucha gen­te bus­có una expli­ca­ción de los acon­te­ci­mien­tos apo­ca­líp­ti­cos que se esta­ban desa­rro­llan­do. Aun­que escri­to hace más de 100 años, esta disec­ción pers­pi­caz y demo­le­do­ra de la mane­ra de que fun­cio­na el capi­tal toda­vía es una herra­mien­ta pode­ro­sa para las per­so­nas que pre­ten­den enten­der y trans­for­mar el mundo.

El obje­ti­vo de Marx era pro­por­cio­nar un manual para acti­vis­tas de la cla­se obre­ra que des­ve­ló la lógi­ca del capi­tal y la explo­ta­ción que es inhe­ren­te en su natu­ra­le­za. Marx afir­mó que fue pre­ci­so hacer esto por­que, mien­tras los tra­ba­ja­do­res no enten­dían que el capi­tal era el resul­ta­do de su explo­ta­ción, nun­ca serían capa­ces de derro­tar a su enemigo.

En La alter­na­ti­va socia­lis­ta: el ver­da­de­ro desa­rro­llo humano (Monthly Review Press, 2010), el últi­mo libro de Michael Lebo­witz, él dice que es tam­bién impres­cin­di­ble inves­ti­gar los comen­ta­rios impor­tan­tes que Marx hizo con res­pec­to a la alternativa.

Este libro de fácil acce­so fue escri­to para ofre­cer un arma para su lucha en fun­ción de un mun­do mejor a los acti­vis­tas socia­lis­tas jóve­nes y de la cla­se trabajadora.

Sería muy difí­cil no esta de acuer­do con Bill Flet­cher jr., cuan­do dice que este libro “debe ser el tema de gru­pos de dis­cu­sión de acti­vis­tas cuan­do hacen esfuer­zos para unir su prác­ti­ca radi­cal con la teo­ría de un alter­na­ti­va del futu­ro que es, radi­cal, demo­crá­ti­ca y Marxista”.

Lebo­witz recha­za el vie­jo dicho “si no sabe­mos don­de que­re­mos ir, cual­quier camino nos lle­va­rá allí”. Dice que más bien, si no sabes a don­de vas, no hay camino que te lle­va­rá ahí.

Dice Lebo­witz, “El pro­pó­si­to de este libro es seña­lar un camino alter­na­ti­vo cuyo nor­te es el desa­rro­llo pleno de el poten­cial humano.”

En La alter­na­ti­va socia­lis­ta Lebo­witz, reu­nien­do los hilos dis­per­sos en las obras de Marx don­de este habla del socia­lis­mo y uti­li­zan­do su expe­rien­cia par­ti­cu­lar: sus estu­dios del «socia­lis­mo real y exis­ten­te”; de la social­de­mo­cra­cia; y, esto es lo más impor­tan­te, la lucha en Vene­zue­la para crear un nue­vo socia­lis­mo para el siglo XXI, pre­ten­de “desa­rro­llar una visión gene­ral del socia­lis­mo y rum­bos con­cre­tos para la lucha”.

La idea del socia­lis­mo de Lebo­witz rom­pe con la visión domi­nan­te que pone el acen­to en el “desa­rro­llo de la fuer­zas pro­duc­ti­vas, que, supues­ta­men­te algu­na día pro­vee­rá la abun­dan­cia y per­mi­ti­rá a todo el mun­do con­su­mir según sus nece­si­da­des”. En cam­bio pone a los seres huma­nos en el centro.

El libro no pre­ten­de cen­trar­se en el pro­ce­so boli­va­riano en Vene­zue­la, aun­que Lebo­witz vive en Vene­zue­la des­de 2004, y mucho de las ideas que con­tie­ne el libro serán reco­no­ci­dos por los que son al día con las ideas que actual­men­te deba­te un movi­mien­to de masas don­de la idea del socia­lis­mo se ha apo­de­ra­do de la men­te de esas masas y se ha con­ver­ti­do en fuer­za mate­rial en fun­ción del cambio.

La idea de que la auto-eman­ci­pa­ción y la lucha son ele­men­tos cla­ves para trans­for­mar el mun­do y las per­so­nas es una par­te esen­cial del argu­men­to de Lebowitz.

Citan­do las pala­bras de Frie­drich Engels, Lebo­witz plan­tea que el obje­ti­vo de los comu­nis­tas es “orga­ni­zar la socie­dad de tal mane­ra que cada miem­bro de ella pue­da desa­rro­llar y pue­da usar todas sus capa­ci­da­des y pode­res en com­ple­ta liber­tad, sin por eso infrin­gir las con­di­cio­nes bási­cas de esta sociedad”.

La úni­ca for­ma de hacer esto es a tra­vés de la “prác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria” por­que el desa­rro­llo humano no es un rega­lo des­de arri­ba. Marx expli­có que la lucha revo­lu­cio­na­ria pro­du­ce un cam­bio simul­ta­neo “en la cir­cuns­tan­cias y en la acti­vi­dad huma­na, o sea, la auto-transformación”.

Dicho de otra mane­ra, “Sin el pro­ta­go­nis­mo que trans­for­ma a las per­so­nas no se pue­de pro­du­cir las per­so­nas que per­te­nez­can a la bue­na socie­dad… y no se pue­de enten­der que “el desa­rro­llo de la capa­ci­da­des huma­nas de una par­te no se pue­de basar en la res­tric­ción de este desa­rro­llo de la otra parte”.

El capi­ta­lis­mo no ofre­ce nin­gu­na alter­na­ti­va en este sen­ti­do. Más bien, es un sis­te­ma que se base en “un ciclo vicio­so”. Las per­so­nas tie­nen nece­si­da­des ver­da­de­ras pero no tie­nen los medios para satis­fa­cer­las. Por lo tan­to, están obli­ga­dos a tra­ba­jar para los que si los tie­nen (los capi­ta­lis­tas) y a com­pe­tir con otras per­so­nas en un pro­ce­so labo­ral repe­ti­ti­vo para poder com­prar por lo menos algu­nos de los pro­duc­tos que necesitan.

Dice lebo­witz: “Sume­mos a esto el hecho de que las nece­si­da­des del con­su­mo del los tra­ba­ja­do­res aumen­tan como con­se­cuen­cia de la com­bi­na­ción de la ena­je­na­ción (el empo­bre­ci­mien­to, el “vacia­mien­to com­ple­to”) que carac­te­ri­za la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta, y la gene­ra­ción cons­tan­te de nue­vas nece­si­da­des por par­te del capi­tal, bus­can­do ven­der mas mer­can­cías. Es fácil enten­der enton­ces por­qué los tra­ba­ja­do­res están obli­ga­dos a pre­sen­tar­se con­ti­nua­men­te en el mer­ca­do laboral”.

Este ciclo vicio­so nun­ca para en el capi­ta­lis­mo. El capi­tal exi­ge que los tra­ba­ja­do­res con­si­de­ren al ciclo como una par­te “nor­mal” de sus vidas. “En el trans­cur­so de la pro­duc­ción capi­ta­lis­ta se desa­rro­lla una cla­se tra­ba­ja­do­ra que, por edu­ca­ción, tra­di­ción y hábi­to reco­no­ce las exi­gen­cias de ese modo de pro­duc­ción como leyes natu­ra­les, evi­den­tes por sí mismas”.

Basán­do­se en las ideas del pre­si­den­te de Vene­zue­la, Hugo Chá­vez Frías y lo que este lla­ma “el trián­gu­lo ele­men­tal del socia­lis­mo” o sea, la pro­pie­dad social de los medios de pro­duc­ción, la pro­duc­ción social orga­ni­za­da por los tra­ba­ja­do­res y la pro­duc­ción en fun­ción de las nece­si­da­des socia­les, Lebo­witz expli­ca en tér­mi­nos resu­mi­dos lo que que­da en el cen­tro del esta alter­na­ti­va radi­cal para el siglo XXI.

En lugar de la pro­pie­dad pri­va­da de los medios de pro­duc­ción debe exis­tir la pro­pie­dad social de los pro­duc­tos del patri­mo­nio social y el tra­ba­jo social por­que “la pro­pie­dad social de nues­tro patri­mo­nio social, es la úni­ca for­ma de ase­gu­rar que estos son usa­dos en inte­rés de la socie­dad y no para la ganan­cia privada”.

Sin embar­go, hay que enten­der que la pro­pie­dad social y la pro­pie­dad esta­tal no es lo mis­mo. Una ver­da­de­ra alter­na­ti­va socia­lis­ta nece­si­ta “una pro­fun­da demo­cra­cia des­de aba­jo en lugar de deci­sio­nes por un Esta­do que se ins­ta­la por enci­ma de la socie­dad”; una demo­cra­cia don­de todo tra­ba­ja­dor pue­de desa­rro­llar sus capa­ci­da­des humanas.

Impres­cin­di­ble para esto es el segun­do lado del trian­gu­lo; la pro­duc­ción social.

A dife­ren­cia del lugar de tra­ba­jo don­de rei­na “el man­do y obe­de­cer”, una alter­na­ti­va socia­lis­ta debe basar­se en el fin de la divi­sión de tra­ba­jo entre los que pien­san (el tra­ba­jo inte­lec­tual) y los que hacen (el tra­ba­jo manual).

La mejor for­ma de supe­rar esta divi­sión arti­fi­cial es con un pro­ce­so de toma de deci­sio­nes colec­ti­vo y demo­crá­ti­co en el lugar de trabajo.

Para com­ple­tar el trian­gu­lo de pro­pie­dad social y con­trol obre­ro, dice Lebo­witz, la acti­vi­dad pro­duc­ti­va debe orien­tar­se a las nece­si­da­des de los demás. Es decir, la crea­ción de una socie­dad basa­da en la soli­da­ri­dad don­de hay un inter­cam­bio “no de valo­res de cam­bio pero de acti­vi­da­des deter­mi­na­das por la nece­si­da­des y pro­pó­si­tos colectivos”.

La segun­da mitad del libro habla de cómo lle­ga­mos a nues­tra meta: ”saber hacia dón­de se quie­re ir sólo es la pri­me­ra par­te; no es lo mis­mo que saber cómo lle­gar allí”.

Una vez más, Lebo­witz, hace hin­ca­pié en la prác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria. Dice que el ímpe­tu del desa­rro­llo del socia­lis­mo debe ser “la pro­pia nece­si­dad de desa­rro­llo del trabajador”.

Los tra­ba­ja­do­res no solo tie­nen que “apo­de­rar­se” de la pro­duc­ción en fun­ción de esta­ble­cer el con­trol obre­ro y la pro­duc­ción comu­nal. Tam­bién tie­nen que “apo­de­rar­se del Esta­do” y con­quis­tar el poder político.

Como dice El mani­fies­to comu­nis­ta: “El pri­mer paso de la revo­lu­ción obre­ra será la exal­ta­ción del pro­le­ta­ria­do al poder”.

Des­de su posi­ción de poder, “El pro­le­ta­ria­do se val­drá del poder para ir des­po­jan­do pau­la­ti­na­men­te a la bur­gue­sía de todo el capi­tal, de todos los ins­tru­men­tos de la pro­duc­ción, cen­tra­li­zán­do­los en manos del Estado”.

La expe­rien­cia de la Comu­na de Paris con­ven­ció a Marx y a Engels que los tra­ba­ja­do­res no podían uti­li­zar el esta­do exis­ten­te para sus pro­pios fines; más bien se tie­ne que hacer­lo añi­cos y sus­ti­tui­do por un nue­vo esta­do de “comu­nas que se admi­nis­tran y se gobiernan”.

Enton­ces, la lucha para una trans­for­ma­ción socia­lis­ta debe des­ple­gar­se en dos fren­tes: den­tro del esta­do que es due­ño de los medios de pro­duc­ción y en los cen­tros de trabajo.

Pero la lucha tam­bién ocu­rre en el con­tex­to de una nue­va socie­dad emer­gen­te que, dijo Marx, “en todos sus aspec­tos, eco­nó­mi­cos, moral e inte­lec­tual, lle­va toda­vía el sello de la vie­ja socie­dad [capi­ta­lis­ta], de cuyo vien­tre ha surgido”.

Si esta lucha va tener éxi­to, es impres­cin­di­ble libra la bata­lla cons­cien­te­men­te con­tra “los defec­tos” here­da­dos de la vie­ja socie­dad y subor­di­nar­los en vez de inten­tar apro­ve­char­se de ellos para sus pro­pios fines.

Lebo­witz recha­za la visión del socia­lis­mo que plan­tea que debe pasar por eta­pas dis­tin­tas, don­de pri­me­ro se da prio­ri­dad al desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas para crear un mun­do de abun­dan­cia. Dice que esta no era la opi­nión de Marx. El capí­tu­lo seis, Hacien­do un camino al socia­lis­mo, nos ofre­ce algo pare­ci­do a un pro­gra­ma de tran­si­ción para el socia­lis­mo en el siglo XXI.

El pun­to de par­ti­da de Lebo­witz es que la tran­si­ción hacia el socia­lis­mo debe avan­zar simul­tá­nea­men­te en todos los tres lados del trián­gu­lo socia­lis­ta. Dice que toda medi­da con­cre­ta debe ser­vir para cam­biar las cir­cuns­tan­cias y al mis­mo tiem­po ayu­dar a pro­du­cir suje­tos revo­lu­cio­na­rios y aumen­tar sus capacidades.

“Úni­ca­men­te por medio de una revo­lu­ción”, argu­men­ta­ron Marx y Engels, la cla­se obre­ra “logra­rá salir del cieno en que se hun­de y vol­ver­se capaz de fun­dar la socie­dad sobre nue­vas bases”.

Siem­pre exis­ten ame­na­zas a este pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio de ele­men­tos capi­ta­lis­tas y con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rios, la ten­den­cia de los buró­cra­tas a apo­de­rar­se de la pro­duc­ción y la ten­den­cia de depen­der del mer­ca­do para solu­cio­nar los problemas.

Para com­ba­tir estas ten­den­cias, es pre­ci­so crear “un modo socia­lis­ta de regu­la­ción, para per­mi­tir al socia­lis­mo subor­di­nar a el todo los ele­men­tos de la socie­dad y crear los órga­nos que aún le hace falta.”

Esto abar­ca una lucha ideo­ló­gi­ca con­tra el capi­ta­lis­mo y a favor del socia­lis­mo (La bata­lla de ideas); la crea­ción de los con­se­jo comu­na­les y de tra­ba­ja­do­res don­de las per­so­nas se pue­dan orga­ni­zar en fun­ción de trans­for­mar simul­tá­nea­men­te sus cir­cuns­tan­cias y ellas mis­mas; y “un esta­do que apo­ye esta lucha ideo­ló­gi­ca­men­te, eco­nó­mi­ca­men­te y mili­tar­men­te y de este modo fun­cio­ne como la par­te­ra para el naci­mien­to de la nue­va sociedad”.

Y es aho­ra que Lebo­witz hace una pre­gun­ta cla­ve: ¿Que que­re­mos decir cuan­do deci­mos “el estado”?

“Aquí tene­mos que hablar de dos esta­dos; uno, el esta­do que los tra­ba­ja­do­res cap­tu­ra­ron al prin­ci­pio y que ini­cia incur­sio­nes des­pó­ti­cas sobre el capi­tal, es decir, el vie­jo esta­do; y en segun­do lugar, el nue­vo esta­do sur­gi­do de los con­se­jos obre­ros y los con­se­jos veci­na­les como sus células.”

Pero esto sig­ni­fi­ca que los dos deben coexis­tir e inter­ac­tuar a lo lar­go de este pro­ce­so de devenir.

La ten­sión intrín­se­ca entre estos dos esta­dos; entre la orien­ta­ción de arri­ba hacia aba­jo des­de el seno del vie­jo esta­do y el énfa­sis des­de aba­jo hacia arri­ba de los con­se­jos obre­ros y comu­na­les, es obvia.

“Sin embar­go”, Lebo­witz argu­men­ta cate­gó­ri­ca­men­te, “esa ten­sión no es la prin­ci­pal con­tra­dic­ción”. Dada la pre­sen­cia en el vie­jo esta­do de acto­res revo­lu­cio­na­rios sería un error tra­tar al vie­jo esta­do como si no fue­ra dife­ren­te del esta­do capitalista.

En for­ma simi­lar, sería un error hacer caso omi­so de los vicios del vie­jo esta­do pre­sen­tes en las for­mas embrio­na­rias del nue­vo estado.

La lucha con­tra los buró­cra­tas que quie­ren defen­der sus pri­vi­le­gios y con­tra la iner­cia ideo­ló­gi­ca ten­dría lugar en ambos esta­dos. Lebo­witz dice que “la inter­ac­ción entre los dos esta­dos es imprescindible”.

El vie­jo esta­do tie­ne el ven­ta­ja de poder ver el pano­ra­ma glo­bal y de poder con­cen­trar sus fuer­zas pero tam­bién tien­de a actuar des­de arri­ba y prio­ri­zar la con­ve­nien­cia sobre la prác­ti­ca revolucionaria.

Las célu­las nue­vas pue­dan iden­ti­fi­car “las nece­si­da­des y capa­ci­da­des de las per­so­nas y pue­dan movi­li­zar­las para rela­cio­nar de for­ma direc­ta esas nece­si­da­des y capacidades”.

Pero tam­bién se cen­tran en el loca­lis­mo y el nue­vo esta­do que sur­ge “al prin­ci­pio no es capaz de tomar las deci­sio­nes nece­sa­rias que exi­gen con­cen­tra­ción y coor­di­na­ción de fuerzas”.

De suma impor­tan­cia para todo esto es un ins­tru­men­to polí­ti­co; o sea, un par­ti­do polí­ti­co, que pue­de ofre­cer el lide­raz­go. Se nece­si­ta esto por­que una socie­dad estam­pa­da con los vicios de la vie­ja no pue­de pro­du­cir un pro­ce­so en el cual todos los tra­ba­ja­do­res se vuel­ven socia­lis­tas simultáneamente.

Sin embar­go, se nece­si­ta un nue­vo tipo de lide­raz­go que fomen­ta la prác­ti­ca revo­lu­cio­na­ria sólo apren­dien­do con­ti­nua­men­te des­de aba­jo Hay enton­ces un pro­ce­so de inter­ac­ción, una dia­léc­ti­ca entre el ins­tru­men­to polí­ti­co y los movi­mien­tos populares.

Por sí solos, los pri­me­ros se con­vier­ten en un pro­ce­so de man­do des­de arri­ba; por sí solos, los últi­mos no pue­den desa­rro­llar con­cep­tual­men­te el con­jun­to; es decir, no pue­den tras­cen­der el localismo.

La alter­na­ti­va socia­lis­ta es un apor­te pers­pi­caz y ins­pi­ra­dor a la dis­cu­sión con res­pe­to a la recons­truc­ción del pro­yec­to socia­lis­ta a la luz de fra­ca­sos pasa­dos y los retos actua­les que enfren­tan los acti­vis­ta anti-capi­ta­lis­tas en todas partes.

No cabe duda que en el con­tex­to del boom de recur­sos y la cre­cien­te cri­sis eco­ló­gi­ca, la idea que plan­teo el libro con res­pec­to a la pro­pie­dad social y la nece­si­dad de lucha para la trans­pa­ren­cia “abrir los libros” darán mucho en que refle­xio­na para los eco-socia­lis­tas en las bata­llas que nos esperan.

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