El 10 de enero en la capital de Francia, París, se entregó a la eminente escritora rusa Ludmila Ulítskaya el Premio Simone de Beauvoir. Con este galardón se suele distinguir los méritos de las feministas.
Las feministas plasman la idea de la equidad de hembras y varones, por regla general, con su propio ejemplo. Y lo hacen en ocasiones de una manera impactante, como Simone de Beauvoir, amiga del famoso escritor y filósofo francés Jean-Paul Sartre, la que, en aras de sus credos, se negó a conciencia a tener hijos.
Entretanto, Ludmila Ulítskaya nada tiene que ver con el feminismo militante. Se ha realizado como esposa, como madre, tiene dos hijos, y tan solo a la edad de 40 años debutó como escritora. A propósito, ya su primera novela corta “Sónechka” fue galardonada por los propios franceses con el Premio Médici.
Su siguiente obra, la novela “Medea y sus hijos” obtuvo el Premio Juseppe Acerbi, de Italia. Luego, la novela “Caso Kukotski” fue premiad con el “Booker ruso”. Pues bien, en todas estas obras figuran maravillosas imágenes femeninas, considera la literata Natalia Ivanova. Justo ellas, dijo a La Voz de Rusia, son las que dieron motivo para apreciar altamente la personalidad y la obra de Ludmila Ulítskaya.
A Ulítskaya se la apreció tras la publicación de la novela corta “Sónechka”, recuerda Ivanova. – Sónechka trabaja en una biblioteca, vive en el mundo de los libros. Pese a su casamiento extraño, descabellado, permanece muy generosa, llena de bondad. Esta imagen, esta novela corta en la que hay mucha calidez y humanismo, cautivaron a los lectores. En sus siguientes libros Ludmila Ulitskaya plasma muy minuciosa y puntualmente las imágenes femeninas. Creo, continúa la crítico, que Ludmila Ulítskaya afirma sin duda la independencia y la libertad de expresión de la voluntad de la mujer, del destino femenino.
El Jurad, al entregar a Ludmila Ulítskaya el Premio Simone de Beavoir, realzó asimismo su actividad humanista, su nítida postura cívica, su trabajo para con los niños. La escritora organizó una fundación, “Buenos libros”, que envía obras literarias a orfanatos y colonias para delincuentes menores.
Además de esto, ya durante varios años Ulítskaya realiza otro proyecto “Otro, otros, sobre otros”: autores jóvenes escriben obras para niños que educan la tolerancia para personas de diversas confesiones, nacionalidades y orientación sexual. La tolerancia es una de las palabras principales, clave del nuevo siglo, asevera Ludmila Ulítskaya.
No podemos hacer amarse a la gente, pero su conducta, sus hechos, sus reacciones emocionales han de ser regulados por medio de los conocimientos sobre otros pueblos. Contamos con un amplio rosario de temas sobre los que quisiéramos hablar no para señalar conflictos sin para ayudar a dirimirlos. Es un proyecto de antropología cultural. El hombre está en el centro de todo.
El tema de tolerancia es el leitmotiv de una de las recientes novelas de Ulítskaya: “Daniel Stein, el traductor”, destacado en 2007 con el premio literario ruso “Gran libro”.