Maes­tros del odio lis­tos para apre­tar el gati­llo – Pepe Escobar

na cone­xión espe­luz­nan­te y direc­ta entre la retó­ri­ca del odio que lle­ga a extre­mos de fre­ne­sí en EE.UU., el ata­que con­tra la con­gre­sis­ta de Ari­zo­na Gabrie­lle Gif­fords, los lla­ma­dos a eli­mi­nar al fun­da­dor de Wiki­Leaks Julian Assan­ge y el noveno ani­ver­sa­rio de la infa­me ins­ta­la­ción de deten­ción de EE.UU. en Guan­tá­na­mo, Cuba. Esta inquie­tan­te cone­xión debe­ría pro­du­cir esca­lo­fríos a todo el que se preo­cu­pe, aun­que sea remo­ta­men­te, por los dere­chos huma­nos. Sin embar­go, no es así. Por lo menos no en EE.UU.

Assan­ge vol­ve­rá ante el tri­bu­nal en Lon­dres el 7 de febre­ro para una audien­cia de dos días com­ple­tos sobre su posi­ble extra­di­ción a Sue­cia, en rela­ción con ultra tene­bro­so caso de supues­tos con­do­nes rotos y “sexo por sor­pre­sa”, con la par­ti­ci­pa­ción con­jun­ta de dos gru­pis de Assan­ge en el bochor­no­so Esto­col­mo de agos­to pasado.

Los abo­ga­dos de Assan­ge no per­die­ron tiem­po en lle­gar al cen­tro del pro­ble­ma: si es extra­di­ta­do a Sue­cia, el gobierno esta­dou­ni­den­se hará todo lo posi­ble por extra­di­tar­lo a EE.UU. Assan­ge podría enton­ces enfren­tar la pena de muer­te, o su melli­zo de la “gue­rra con­tra el terror – lan­gui­de­cer eter­na­men­te en el lim­bo legal de Guan­tá­na­mo. Para EE.UU., el hecho de que tra­ta­dos prohí­ban la extra­di­ción bajo esas con­di­cio­nes es un deta­lle que care­ce de importancia.

Almas inge­nuas, bien inten­cio­na­das, recor­da­rán que el pre­si­den­te esta­dou­ni­den­se Barack Oba­ma pro­me­tió cerrar Guan­tá­na­mo. Eso no suce­de­rá. El Con­gre­so de EE.UU. des­trui­rá toda posi­bi­li­dad de trans­fe­rir “com­ba­tien­tes enemi­gos” a EE.UU. con­ti­nen­tal para que pue­dan ser nor­mal­men­te enjui­cia­dos. La Casa Blan­ca está a pun­to de con­de­nar para siem­pre a por lo menos 40 de esos pri­sio­ne­ros a Guan­tá­na­mo- sin acu­sa­ción for­mal, sin jui­cio, sólo un vacío ocul­to, Y Bagram, en Afga­nis­tán, segui­rá el mis­mo camino. Olvi­dad la cons­ti­tu­ción de EE.UU. y el dere­cho internacional.

Los dere­chos huma­nos tenían que ser una par­te cru­cial en la estra­te­gia de defen­sa de sie­te pun­tos de Assan­ge – ya que una posi­ble extra­di­ción vio­la el Artícu­lo 3 de la Con­ven­ción Euro­pea de Dere­chos Huma­nos. Por lo tan­to el equi­po legal de Assan­ge, en su resu­men bási­co de 35 pági­nas de su estra­te­gia, tenía que sub­ra­yar la posi­bi­li­dad con­cre­ta de que Assan­ge sea some­ti­do a una entre­ga ile­gal y del “ries­go real de que pue­da sufrir la pena de muer­te. Es bien sabi­do que per­so­na­li­da­des des­ta­ca­das han impli­ca­do, cuan­do no lo han dicho direc­ta­men­te, que el señor Assan­ge debe­ría ser ejecutado.”

Y para insis­tir ante la opi­nión públi­ca glo­bal, Wiki­Leaks publi­có un comu­ni­ca­do de pren­sa en el que tra­za el inevi­ta­ble para­le­lo entre la retó­ri­ca de “eli­mi­nad a Assan­ge” (la ex gober­na­do­ra de Alas­ka Sarah Palin diría “recar­guen” y lue­go dis­pa­ren) y la narra­ti­va dere­chis­ta gene­ra­li­za­da de maes­tros del odio esta­dou­ni­den­se que cul­mi­nó, por aho­ra, en el aten­ta­do con­tra Gif­fords. Men­cio­nan que Palin ins­tó al gobierno de Oba­ma a “dar caza al jefe de Wiki­Leaks como a los talibanes”.

El camino por reco­rrer augu­ra radi­ca­li­za­ción – ya que el odio se enco­na en una con­fi­gu­ra­ción bre­ve­men­te des­cri­ta por el pro­pio Assan­ge como “orwe­llia­na”. En la medi­da en que los ata­ques con­tra Wiki­Leaksnun­ca han sido más fuer­tes, lo mis­mo ha ocu­rri­do con el apo­yo glo­bal. Y eso nos es todo. Sólo 2017 cables diplo­má­ti­cos de EE.UU. han sido publi­ca­dos has­ta aho­ra (al mis­mo rit­mo todo no será publi­ca­do antes del fin de la déca­da). Bank of Ame­ri­ca es el pró­xi­mo mega-obje­ti­vo. Y toda­vía que­dan las joyas sobre Chi­na, las Nacio­nes Uni­das y, sí, Guantánamo.

Aun­que la cola­bo­ra­ción entre Wiki­Leaks y algu­nos medios glo­ba­les pare­ce haber lle­ga­do a un pun­to de equi­li­brio, en tér­mi­nos perio­dís­ti­cos es pro­ba­ble que se siga des­en­ca­de­nan­do una gue­rra entre los que defien­den a los medios como ‑el tér­mino lo des­cri­be- ins­ti­tu­cio­nes media­do­ras, y los que apo­yan los valo­res carac­te­rís­ti­cos de Wiki­Leaks de des­car­gar tro­ci­tos de reali­dad con una inter­ven­ción míni­ma. Aun­que nada es mejor que la infor­ma­ción en esta­do natu­ral, una cier­ta edi­ción y con­tex­tua­li­za­ción son esen­cia­les. El públi­co lec­tor tie­ne que com­pa­rar las ver­sio­nes ori­gi­na­les con las filtradas.

Mucho más preo­cu­pan­te es el hecho de que el pun­to cru­cial de Wiki­Leaks ‑si los polí­ti­cos y las per­so­na­li­da­des en los medios en EE.UU. pro­mue­ven el homi­ci­dio debie­ran ser pro­ce­sa­dos por haber­lo hecho- no resue­ne en EE.UU. tan­to como en el res­to del mun­do. Inevi­ta­ble­men­te, como argu­men­ta Wiki­Leaks, si el gru­po sigue sien­do estig­ma­ti­za­do como una espe­cie de nue­vo al-Qai­da, es pro­ba­ble que ocu­rran otras tra­ge­dias simi­la­res a la de Tuc­son, Arizona.

No hay evi­den­cia de que los pro­mo­to­res del odio esta­dou­ni­den­ses, que enco­nan el pan­tano entre­cru­za­do de la polí­ti­ca y de los talk shows, vayan a ser cas­ti­ga­dos. No hay evi­den­cia de que los diri­gen­tes del par­ti­do repu­bli­cano adop­ta­rán en públi­co una posi­ción con­tra la retó­ri­ca de “eli­mi­nar”. La masa­cre de Ari­zo­na que mató a seis per­so­nas e hirió a otras 14 ya es des­car­ta­da en su con­jun­to en círcu­los dere­chis­tas, como el acto ais­la­do usual del usual soli­ta­rio desequilibrado.

Por lo tan­to, no hay evi­den­cia de que la carre­ra grá­fi­ca, endé­mi­ca, ace­le­ra­da, hacia el fas­cis­mo en la socie­dad esta­dou­ni­den­se vaya a ser seria­men­te enca­ra­da. Todos los que ansían un deba­te sereno, racial, en la polí­ti­ca esta­dou­ni­den­se, aban­do­nen toda espe­ran­za. Es un asun­to lamen­ta­ble, pre­di­cho por el pen­sa­dor polí­ti­co e his­to­ria­dor fran­cés Ale­xis de Toc­que­vi­lle hace más de un siglo y medio, en La demo­cra­cia en Amé­ri­ca.

Hoy es Gif­fords. Maña­na podría ser Assan­ge. Pero el ver­da­de­ro obje­ti­vo somos todos nosotros.

Tra­du­ci­do del inglés para Rebe­lión por Ger­mán Leyens

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