Mar­tin Luther King: Vio­len­cia-La jornada.

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Habló de pobre­za, de polí­ti­cos que hablan de paz y pro­mue­ven san­gre, que piden tole­ran­cia pero gene­ran odio, fue uno de los dis­cur­sos más peli­gro­sos de la historia.

Un reve­ren­do lle­gó al podio de una enor­me y famo­sa igle­sia a un lado de Har­lem y, con su incon­fun­di­ble voz, su maes­tría retó­ri­ca, y una ira dig­na que sur­ge des­de lo más pro­fun­do del ser humano, habló de la vio­len­cia inaguan­ta­ble en las comu­ni­da­des de su país, de la pobre­za injus­ta que la gene­ra, de inter­ven­ción mili­tar y ope­ra­cio­nes clan­des­ti­nas en paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos, de polí­ti­cos que hablan de paz mien­tras pro­mue­ven la san­gre, que piden tole­ran­cia pero gene­ran odio.

Fue uno de los dis­cur­sos más peli­gro­sos de la his­to­ria moder­na esta­du­ni­den­se, pero casi nun­ca se men­cio­na en los círcu­los del esta­blish­ment en este país, y pocos estu­dian­tes, sol­da­dos, pan­di­lle­ros, y polí­ti­cos lo cono­cen (o muchos lo des­co­no­cen a propósito).

“Sabía que jamás podría ele­var mi voz con­tra la vio­len­cia de los opri­mi­dos en los ghet­tos sin pri­me­ro hablar cla­ra­men­te ante el más gran­de pro­vee­dor de vio­len­cia en el mun­do hoy día, mi pro­pio gobierno”, decla­ró Mar­tin Luther King, Jr. hace casi 44 años, con su voz retum­ban­do con­tra los muros de la igle­sia Riverside.

Ante gue­rras, ante injus­ti­cias, ante vio­len­cia, King advir­tió ese día que no se podía pro­mo­ver un men­sa­je de la no vio­len­cia ante la gra­ve vio­len­cia que pro­mue­ven el gobierno y los pode­res eco­nó­mi­cos: lle­ga un momen­to cuan­do el silen­cio es traición.

Esas pala­bras no serán cita­das en gran par­te de los fes­te­jos ofi­cia­les este lunes, día feria­do fede­ral en honor del nata­li­cio del gran líder del movi­mien­to de dere­chos civi­les. Fue en este dis­cur­so en el que más cla­ra­men­te vin­cu­ló la lucha por la jus­ti­cia racial con la lucha por la jus­ti­cia social y eco­nó­mi­ca, y con­tra las polí­ti­cas bélicas.

Denun­ció la gue­rra de Viet­nam y advir­tió, con ecos que podrían ser apli­ca­dos hoy a las gue­rras en Irak y Afga­nis­tán, sobre “el incre­men­to… de tro­pas en apo­yo de gobier­nos que eran sin­gu­lar­men­te corrup­tos, inep­tos y sin apo­yo popu­lar. Mien­tras tan­to, la gen­te leía nues­tros pan­fle­tos y reci­bían pro­me­sas cons­tan­tes de paz y demo­cra­cia, y refor­ma agra­ria. Aho­ra lan­gui­de­cen bajo nues­tras bom­bas y nos con­si­de­ran… su enemi­go real”.

Agre­gó: Nos obser­van mien­tras enve­ne­na­mos sus aguas, mata­mos un millón de acres de sus cul­ti­vos. Debe­rán llo­rar mien­tras los bull­do­zers des­tru­yen sus árbo­les pre­cio­sos. Lle­gan a los hos­pi­ta­les con por lo menos 20 bajas cau­sa­das por el fue­go esta­du­ni­den­se por cada heri­da infli­gi­da por el Viet Cong. Has­ta aho­ra podre­mos haber mata­do a un millón de ellos, en su mayo­ría niños.

Y acu­só que estas polí­ti­cas de vio­len­cia no son exclu­si­vas a una gue­rra abier­ta. “Duran­te los últi­mos diez años hemos vis­to sur­gir un patrón de supre­sión que aho­ra ha jus­ti­fi­ca­do la pre­sen­cia de ‘ase­so­res’ mili­ta­res esta­du­ni­den­ses en Vene­zue­la. La nece­si­dad de man­te­ner la esta­bi­li­dad social para nues­tras inver­sio­nes expli­ca la acción con­tra­rre­vo­lu­cio­na­ria de las fuer­zas esta­du­ni­den­ses en Gua­te­ma­la. Nos dice por qué los heli­cóp­te­ros esta­du­ni­den­ses se están emplean­do con­tra la gue­rri­lla en Colom­bia y por qué el napalm esta­du­ni­den­se y las fuer­zas de boi­nas ver­des ya han esta­do acti­vas con­tra rebel­des en Perú. Con tal acti­vi­dad en men­te, las pala­bras de John F. Ken­nedy regre­san para espan­tar­nos. Hace cin­co años dijo: ‘Quie­nes hacen impo­si­ble la revo­lu­ción pací­fi­ca harán inevi­ta­ble la revo­lu­ción vio­len­ta’. Cada vez más, por deci­sión o por acci­den­te, este es el papel que ha asu­mi­do nues­tra nación, al rehu­sar ceder los pri­vi­le­gios y pla­ce­res que resul­tan de las ganan­cias inmen­sas de la inver­sión en el exterior”.

Y vin­cu­ló todo esto con lo que ocu­rre aden­tro de este país. Recha­zó limi­tar­se al papel que se le había asig­na­do como voz del movi­mien­to de dere­chos civi­les, afir­man­do que no se podía hablar del racis­mo sin abor­dar los temas de las gue­rras, la injus­ti­cia eco­nó­mi­ca y la vio­len­cia ins­ti­tu­cio­nal. “La gue­rra en Viet­nam es solo un sín­to­ma de una enfer­me­dad mucho más pro­fun­da den­tro del espí­ri­tu esta­du­ni­den­se, y si igno­ra­mos esta gra­ve reali­dad… esta­re­mos mar­chan­do y asis­tien­do a míti­nes sin fin a menos de que se dé un cam­bio sig­ni­fi­ca­ti­vo y pro­fun­do en la vida y polí­ti­ca esta­du­ni­den­se”, dijo.

Lla­mó a una trans­for­ma­ción de fondo:nosotros como nación tene­mos que rea­li­zar una revo­lu­ción radi­cal de valo­res. Cuan­do las máqui­nas y las compu­tado­ras, las ganan­cias y los dere­chos de pro­pie­dad son con­si­de­ra­dos más impor­tan­tes que la gen­te, los tri­lli­zos gigan­tes­cos del racis­mo, el mate­ria­lis­mo y el mili­ta­ris­mo son inca­pa­ces de ser conquistados.

La sema­na pasa­da en Tuc­son, Ari­zo­na, otro gran artis­ta de la retó­ri­ca ofre­ció un dis­cur­so amplia­men­te elo­gia­do por su com­pa­sión, por su lla­ma­do a supe­rar el odio en este país, y para cum­plir con las aspi­ra­cio­nes de las víc­ti­mas de la bala­ce­ra en Tuc­son. El pre­si­den­te Barack Oba­ma logró un dis­cur­so con todas las pala­bras correc­tas, pero no las acom­pa­ñó con nada que se pare­cie­ra a un recha­zo a los tri­lli­zos gigan­tes­cos men­cio­na­dos por King. No abor­dó, como King, si las polí­ti­cas béli­cas que bus­can resol­ver pro­fun­dos y com­ple­jos pro­ble­mas en otros paí­ses con balas, tie­nen algu­na rela­ción con actos vio­len­tos nutri­dos por odio e into­le­ran­cia en una cri­sis eco­nó­mi­ca que anu­la la vida de millo­nes. Tal vez no se pue­den decir esas cosas en Arizona.

Vale recor­dar que Ari­zo­na fue uno de los esta­dos que abier­ta­men­te rehu­só reco­no­cer el Día de Mar­tin Luther King; sus legis­la­do­res, inclu­yen­do el actual sena­dor John McCain, vota­ron en con­tra de apro­bar­lo como día fede­ral (aun­que poco des­pués McCain fue obli­ga­do a rever­tir su posi­ción por pre­sión popu­lar). El día fue pro­mul­ga­do des­pués de años de esfuer­zos en 1983 y fue fes­te­ja­do por pri­me­ra vez en 1986, con la excep­ción de Ari­zo­na y un par de esta­dos más. No fue has­ta 1992 que Ari­zo­na final­men­te apro­bó ofi­cial­men­te el día fes­ti­vo, y eso solo des­pués de un boi­cot turís­ti­co, depor­ti­vo y cul­tu­ral del esta­do por el res­to del país.

David Brooks
(Para leer el dis­cur­so –en inglés– o escucharlo:

http://​mlk​-kpp01​.stan​ford​.edu/​i​n​d​e​x​.​p​h​p​/​e​n​c​y​c​l​o​p​e​d​i​a​/​d​o​c​u​m​e​n​t​s​e​n​t​r​y​/​d​o​c​_​b​e​y​o​n​d​_​v​i​e​t​n​am/)

http://​www​.jor​na​da​.unam​.mx/​2​0​1​1​/​0​1​/​1​7​/​i​n​d​e​x​.​p​h​p​?​s​e​c​t​i​o​n​=​o​p​i​n​i​o​n​&​a​r​t​i​c​l​e​=​0​3​1​o​1​mun

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