Pen­sio­nis­tas y acti­vis­tas – Jesús Valencia

Las pen­sio­nes han sido la nue­va víc­ti­ma de los vam­pi­ros. Estos san­gra­do­res vora­ces van expri­mien­do los recur­sos y borran­do los dere­chos que la cla­se tra­ba­ja­do­ra con­quis­tó. No se sacia­ron con la refor­ma labo­ral, con los tra­ba­jos pre­ca­ri­za­dos, con los des­pi­dos a pre­cio de sal­do… En su obse­sión expo­lia­do­ra van pri­va­ti­zan­do lo que es de todos y cata­lo­gan la edu­ca­ción y la salud como inver­sio­nes, que no como ser­vi­cios. Van esquil­man­do a los más frá­gi­les para trans­va­sar a los acau­da­la­dos has­ta la cal­de­ri­lla que nos roban.

Aho­ra han hin­ca­do su agui­jón suc­cio­na­dor en las debi­li­ta­das pen­sio­nes. Sopor­te eco­nó­mi­co frá­gil y mul­ti­uso que sir­ve para cubrir nece­si­da­des bási­cas, para hacer fren­te al ver­ti­gi­no­so enca­re­ci­mien­to de la vida, para sos­te­ner a otros miem­bros de la fami­lia que se han que­da­do sin tra­ba­jo y sin ayu­das socia­les… Los ahí­tos pre­bos­tes de las finan­zas con­si­de­ran el actual sis­te­ma de pen­sio­nes un des­pil­fa­rro que la «cri­sis» eco­nó­mi­ca no se pue­de per­mi­tir. Sus bien paga­dos e indo­len­tes laca­yos aca­ban de fir­mar la pena de muer­te del actual sis­te­ma de pen­sio­nes. Algo de cul­pa tene­mos todos. A veces, es la socie­dad expo­lia­da la que dig­ni­fi­ca a los polí­ti­cos ser­vi­les y a los gober­nan­tes corrup­tos con­ce­dién­do­les un reco­no­ci­mien­to que no se mere­cen. Otras veces ‑estoy pen­san­do en los jubi­la­dos- gas­ta­mos dema­sia­do tiem­po en ter­tu­lias insus­tan­cia­les o en crí­ti­cas esté­ri­les que no desem­bo­can en la nece­sa­ria movi­li­za­ción social.

El pen­sio­na­ria­do debie­ra echar mano de la expe­rien­cia que acu­mu­la y del poten­cial trans­for­ma­dor que posee. Es por­ta­dor de unos valo­res que siguen tenien­do vigen­cia, tes­ti­go de unas gene­ra­cio­nes aus­te­ras que sobre­vi­vie­ron a con­di­cio­nes de vida muy duras, mere­ce­dor de pen­sio­nes dig­nas que acre­di­ta­ron con sus tra­ba­jos peno­sos. Algu­nos de ellos ‑no todos- hicie­ron fren­te a un capi­ta­lis­mo inva­si­vo (los famo­sos pla­nes de esta­bi­li­za­ción pri­me­ro y de rees­truc­tu­ra­ción indus­trial des­pués). Manos, hoy callo­sas, levan­ta­ron barri­ca­das al fas­cis­mo; algu­nas pier­nas, hoy tor­pes, les per­mi­tie­ron elu­dir los ata­ques de la poli­cía fran­quis­ta. En el camino han ido dejan­do mucha vida, pero no toda. Han per­di­do lige­re­za pero han gana­do en luci­dez y con­cien­cia: «Hemos par­ti­ci­pa­do en las luchar obre­ras y polí­ti­cas- dice la Aso­cia­ción de Jubi­la­dos y Pen­sio­nis­tas Sasoia- con la espe­ran­za de cono­cer una Eus­kal Herría sobe­ra­na y socialista».

Ante los nue­vos ata­ques de los vam­pi­ros, muchos de los cur­ti­dos lucha­do­res no se han que­da­do indi­fe­ren­tes. En Ipa­rral­de han pro­ta­go­ni­za­do nume­ro­sas y nutri­das movi­li­za­cio­nes. En Hegoal­de ‑encua­dra­dos en orga­ni­za­cio­nes pro­pias o en amplias pla­ta­for­mas sec­to­ria­les- tam­bién inten­si­fi­can sus rei­vin­di­ca­cio­nes. El «joven» Peri­ko Sola­ba­rria con­fie­sa que «la vida la tene­mos ente­ra». Y la refe­ri­da Sasoia lan­za una pro­cla­ma reple­ta de vigor: «Nos sen­ti­mos con fuer­za e ilu­sión para seguir activos…Nos plan­tea­mos qué pode­mos hacer para cam­biar esta situa­ción y para con­tri­buir a la cons­truc­ción de un mun­do más jus­to». Segu­ro que mucho y bueno. La lucha del pen­sio­na­ria­do acti­vo y orga­ni­za­do no ha hecho más que empezar.

Fuen­te: Gara

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