Este es uno de los mensajes típicos de las guerras tribales, en las que los más malos recurren a argucias miserables ‑como la de secuestrar al hijo del jefe de la tribu enemiga‑, para ganar la ventaja que en justa lucha directa no son capaces de conseguir.
Y esa es la imagen que se viene a la cabeza al conocer la noticia de la detención de Iker Moreno, acompañada de la foto de su padre, puño en alto y gritando. Era la expresión de quien trata de enviar a su hijo toda la fuerza necesaria para resistir esa detención de la Guardia Civil y sus métodos.
La conclusión política no puede ser más elemental. Esas son las condiciones que pone el estado para la gestión del proceso abierto en Euskal Herría, “si no te avienes a nuestras condiciones, pues que sepas que tenemos a tu hijo”. Y siempre, en estas situaciones, las solidaridades se colocaron del lado del padre, ahora también.
El actual gobierno de la oligarquía tiene decidida su línea de actuación, desde hace tiempo. Ahora que se sienten fuertes su victoria tiene que ser total y con humillación. Se trata de rendir al pueblo vasco. ¿Acaso alguna vez hicieron algo distinto? Nunca.
Por eso, en la actual situación, la lucha no ha cambiado. Solo que el fin de una etapa pone de manifiesto otros aspectos, que en la anterior se mantenían ocultos. Ahora vuelve a manifestarse con más claridad el componente de clase y, quizás, ciertas urgencias de las clases dominantes en resolver el conflicto garantizando su control dentro de los límites preestablecidos.
La inestabilidad producida por la crisis estructural de su sistema les lleva a extremar su violencia, a todos los niveles; y ellos en esta materia no conocen límites. Si a eso se suman incertidumbres sobre posibles protestas descontroladas por el hambre del pueblo, o las preocupaciones por el futuro del anciano Jefe del Estado, todas las tensiones se agudizan. Saben que lo que se disputa es que el futuro sean ellos o seamos nosotros y nosotras.
Por eso la cosa no acaba aquí. También podemos ir a por tu compañera, y a por tus padres… como lo hemos hecho tantas veces.
En un escenario donde todo apunta a una agudización de la lucha, el pueblo tiene que organizar su estrategia en un proyecto fuerte. La lucha por los derechos de los pueblos se resolverá en un contexto de ascenso de la lucha obrera y popular por otro proyecto de sociedad, libre ya del dominio de la oligarquía que ejerce su dictadura como herramienta imprescindible de su antisocial acumulación. En ese proceso imparable gana la clase obrera y ganan los pueblos, construyen un futuro de libertad con justicia social.
Como dice Fidel “el verdadero ser humano no pregunta de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber”. Con Fidel, con tanto pueblo que piensa como él, y ahora con más razón, tenemos que colocarnos del lado del deber. Y el deber es unir todas las fuerzas por la libertad y la justicia social, para los pueblos y para la clase obrera.