No recuerdo si fue en Boyeros o más cerca del espléndido y largo tramo de Paseo (ambas, importantes vías de tránsito en La Habana), pero Luisito, compañero de trabajo, frenó bruscamente, haciéndose a un lado, para no atropellar a una oronda ciudadana de aspecto nada cubano, que se había colocado casi en mitad de la calle, tal vez para comprobar que en la isla más solidaria y pacífica del globo un conductor con plazas libres en el carro (coche), sube a su vehículo a un/a viandante, sin ningún tipo de recelo o desconfianza.
Pasado el susto y ante la sonrisa abierta de la mujer (que resultó ser rusa, casada y residente en la capital), ambos le recriminamos con cierta suavidad, pero con gesto serio, esa peligrosa forma de pedir que “alguien te dé botella”, que es como se dice en la tierra de Martí cuando se habla del auto-stop urbano, tema que es casi imposible se produzca en una ciudad española o francesa, habida cuenta de que los ciudadanos europeos están moralmente convencidos de que una persona que se halla en plena carretera o solicita la ayuda de alguien con coche, es un asesino en potencia, un violador, ratero o cuando menos, drogadicto. Deducciones inherentes a la tranquilidad que produce vivir en democracia.
Puede que a partir de 2012 veamos más rusos/as paseando por las calles de las capitales cubanas. Ya es vox populi que Rusia ha mostrado un interés enorme en el sector petrolero de la isla, tras el reciente anuncio de que la empresa privada Lukoil estudia la posibilidad de construir refinerías en las costas de la Mayor de las Antillas.
Se oye en las calles: “¡Oye, asere, que vuelven los rusos…¡”, además de otras frases que hacen referencia al regreso de técnicos, ingenieros e investigadores de aquella nación, relacionados con la industria del petróleo. Los cubanos saben bromear a cualquier hora, con cualquier tema, incluso con las carencias habituales que acostumbran a pasar, sin que por ello tiemblen los cimientos de su sistema político, merced a la comprensión, serenidad y buen humor de esta sociedad anclada en una solidaridad tan enorme como su pacifismo. Resolver, es un verbo tan repetido como compartir o respetar.
En la española, anclada en un neo franquismo Made In PPSOE, tan enorme como la desinformación, los verbos que se pronuncian en las calles, bares y plazas, suelen aludir a las necesidades fisiológicas más urgentes, y los destinatarios acostumbran a encontrarse en el Cielo, la Iglesia o el gobierno. Sobre todo ahora que nadie puede fumar, mientras se paladea un Ribera del Duero.
No se han hecho esperar los “cuentos” (chistes) acerca del nuevo desembarco ruso en tierras cubanas, que en esta ocasión llegan con tecnología punta, como la que ofrece la compañía Nafta-Sintez, que está a punto de firmar un acuerdo para investigar las perspectivas de depurar el petróleo y los derivados cubanos de combinaciones sulfurosas, lo que permitirá aumentar el empleo de las materias primas nacionales. Por si fuera poco, se estudian diversos proyectos de cooperación ruso-cubana en la construcción de barcos, incluida la fabricación de plataformas flotantes para la prospección y la extracción de crudo y gas en el fondo marítimo.
Yuri Andreiev, experto ruso en temas energéticos, delegado de otra compañía rusa como es la JCS Zarubezhneft, declaró la enorme satisfacción de las autoridades de aquel país, tras la firma con la estatal Cubapetróleo (Cupet) de un convenio, que establece la recuperación de reservas secundarias en el viejo yacimiento de Boca de Jaruco, en el noreste de La Habana.
Item más, esa última empresa, hace ya más de dos años, rubricó con esa misma homóloga cubana, cuatro acuerdos para buscar y explotar petróleo en dos bloques en tierra y otros dos en aguas someras, al este del polo turístico de Varadero, situado como se sabe a unos 140 kilómetros al este de La Habana, los cuales «ya están en ejecución».
Estos convenios, firmados a todo riesgo y por 25 años, fueron los primeros que Cuba acordó con Rusia, tras la desintegración en 1991 de la Unión Soviética, principal aliado económico de la isla durante tres décadas. De acuerdo con el asesor del Ministerio de la Industria Básica, Manuel Marrero, Rusia podría convertirse en el principal socio petrolero de la isla tras la negociación con un consorcio que integran las cinco principales petroleras rusas.
Pero no es eso todo. Además de las citadas, otras empresas rusas como Gazprom y Rosneft Oil C están interesadas en trabajar en 15 lugares estratégicos, en aguas profundas de la ZEE controlada por Cuba, donde expertos internacionales calculan un potencial de 21.000 millones de barriles de crudo.
La isla huele a petróleo por los cuatro puntos cardinales. En la zona cubana del Golfo de México hay lotes contratados por la corporación hispano-argentina Repsol-YPF, por la india ONGC-Videsh, la noruega Statoil-Hydro, la brasileña Petrobras, Petro Vietnam (de aquel país asiático), la malaya Petronas y la venezolana PDVSA.
Sin embargo, existe un poderoso obstáculo para que los proyectos y acuerdos se cumplan en breve plazo y en su totalidad. ¿La causa de ese escepticismo? El bloqueo y embargo del gobierno de Barak Obama, que impide a todas esas compañías emplear navíos, técnica o plataformas construidas con más del 10% de componentes estadounidenses, sean metálicos, informáticos, plásticos o de cualquier otra índole. El caso es hundir la Revolución. Vano intento en el que llevan más de 50 años.
Una vez más, el gobierno USA practica el innoble arte de la amenaza, impidiendo, coartando y chantajeando a sus propios socios y hermanos políticos, en nombre de unas medidas condenadas en Naciones Unidas por más de 187 naciones. Podrían regresar los rusos a Cuba, pero lo malo es que entre ellos no viene ningún Lenin.