117 muni­ci­pios nava­rros recla­man 1.086 bie­nes a la curia española

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Un pue­blo de 32 veci­nos plan­ta cara a la Iglesia

Publico

Des­pués de que el Arzo­bis­pa­do de Pam­plo­na regis­tra­se como pro­pios la casa parro­quial, un huer­to, el atrio, la igle­sia y la casa del cura del peque­ño pue­blo de Garí­soain (Nava­rra), de 32 habi­tan­tes, los veci­nos se apre­su­ra­ron a ins­cri­bir en 2008 al con­ce­jo como pro­pie­ta­rio de la peque­ña ermi­ta del Pilar, teme­ro­sos de que la Igle­sia tam­bién le echa­se el guante.

«Son pro­pie­da­des que se han cons­trui­do, man­te­ni­do y finan­cia­do con el dine­ro de los veci­nos, no de la Igle­sia», sos­tie­ne el que fue­ra secre­ta­rio muni­ci­pal entre 1991 y 2007, Álva­ro Cal­de­rón, que se ente­ró hace tres años por casua­li­dad de las apro­pia­cio­nes que había rea­li­za­do el Arzo­bis­pa­do . Jun­to al alcal­de, Xabier Iltzar­be, y el actual secre­ta­rio, San­tia­go López, Cal­de­rón aban­de­ra la recla­ma­ción de estos bienes.

El Arzo­bis­pa­do, den­tro del pla­zo de dos años que hay para pre­sen­tar ale­ga­cio­nes, lle­vó el caso a los tri­bu­na­les el 24 de febre­ro de 2010. El pasa­do lunes, la jue­za del Juz­ga­do de Pri­me­ra Ins­tan­cia e Ins­truc­ción núme­ro 1 de Este­lla des­es­ti­mó el recur­so de la Igle­sia y reco­no­ció al con­ce­jo como pro­pie­ta­rio legí­ti­mo de la ermi­ta. Nun­ca antes se había emi­ti­do una sen­ten­cia simi­lar en con­tra del clero .

«Sólo quie­ren la propiedad»

«Soy cris­tiano, pero no lo entien­do. Hemos ofre­ci­do a la Igle­sia que impar­tie­se su doc­tri­na en la ermi­ta de por vida… que fir­ma­mos lo que sea nece­sa­rio. Pero ellos sólo quie­ren la pro­pie­dad», denun­cia Cal­de­rón. «Si Cris­to levan­ta­ra la cabe­za, la baja­ría al ver lo que han hecho», afirma.

Los veci­nos gana­ron el jui­cio gra­cias al amplio archi­vo docu­men­tal que guar­dan. En uno de los docu­men­tos pre­sen­ta­dos por el abo­ga­do Jeró­ni­mo Álva­rez, fecha­do el 15 de noviem­bre de 1826, se reco­no­cía a un vecino, Juan Mar­tín Navar­co­re­na, «para el gobierno de dicha ermi­ta y dis­tri­bu­ción de la limos­na que se recau­da­re», ade­más de la «cus­to­dia» de las lla­ves . Entre los fir­man­tes no apa­re­cía nin­gún miem­bro del cle­ro. Ni el párro­co, ni el abad.

Otro infor­me de 1939 deta­lla que, tras el des­tro­zo que sufrió la ermi­ta duran­te la Gue­rra Civil que­dó en rui­nas, el pue­blo de Garí­soain la recons­tru­yó sin finan­cia­ción de la Igle­sia, «en auzo­lan» [en eus­ke­ra, un sis­te­ma de finan­cia­ción comu­nal, no de dona­cio­nes]. El tex­to, pun­ti­llo­so, deta­lla inclu­so el carro de bue­yes y el núme­ro de vigas que se uti­li­za­ron. Del cle­ro, ni rastro .

El ecó­no­mo dio­ce­sano del arzo­bis­pa­do nava­rro, Javier Aiz­pún, ase­gu­ró el pasa­do vier­nes a este dia­rio, tras cono­cer la sen­ten­cia, que impon­drán un recur­so de ape­la­ción ante la Audien­cia de Nava­rra en los pró­xi­mos días. «Ya hemos teni­do cua­tro jui­cios pare­ci­dos con otros muni­ci­pios y los hemos gana­do», cele­bró. A su jui­cio, la ermi­ta corres­pon­de al cle­ro por­que la finan­cia­ron «fie­les del pue­blo de Dios». «Antes, todos eran cató­li­cos. No como aho­ra, que tam­bién hay musul­ma­nes y gen­te de otras reli­gio­nes», agregó.

Ante el anun­cio, Cal­de­rón se mos­tró expec­tan­te: «Entien­do que recu­rri­rán. Es un ries­go que corre­mos . Pero, si pier­den, la sen­ten­cia sen­ta­rá juris­pru­den­cia y podrá ayu­dar a muchos pue­blos más».

El res­to de pro­pie­da­des de Garí­soain envuel­tas en la polé­mi­ca eran depen­den­cias muni­ci­pa­les que, anta­ño, el pue­blo tuvo que habi­li­tar si que­ría que un cura fue­se a impar­tir su doc­tri­na, recuer­dan los veci­nos. «Estas serán más com­pli­ca­das de recu­pe­rar por­que la Igle­sia ya las ha regis­tra­do», lamen­ta Cal­de­rón. Estas ins­crip­cio­nes fue­ros posi­bles gra­cias a la Ley Hipo­te­ca­ria de Fran­co de 1946, que el PP adap­tó en 1998 para que la Igle­sia pudie­se regis­trar pro­pie­da­des sin tener que acu­dir a un poder públi­co, como ocu­rre en el res­to de casos. Así, si un obis­po da fe de que un bien per­te­ne­ce al cle­ro, el Gobierno no le exi­ge la rati­fi­ca­ción de un juez. Con este poder, la Igle­sia ha lle­ga­do a regis­trar cate­dra­les man­te­ni­das con dine­ro de los veci­nos, como la de Pam­plo­na en 2006, por 30 euros.

La Pla­ta­for­ma de Defen­sa del Patri­mo­nio Nava­rro, el colec­ti­vo de 117 muni­ci­pios que agru­pa a la mayo­ría de afec­ta­dos, rei­vin­di­ca la titu­la­ri­dad de 1.086 bienes .

Reco­no­cien­do que se finan­cia­ron con fon­dos par­ti­cu­la­res, el Arzo­bis­pa­do de Pam­plo­na inter­pre­ta que fue­ron una «obra y expre­sión admi­ra­ble de las comu­ni­da­des cris­tia­nas de los pue­blos, que libre y volun­ta­ria­men­te, y con enco­mia­ble esfuer­zo, qui­sie­ron crear y man­te­ner esas ins­ti­tu­cio­nes y ser­vi­cios. La his­to­ria les debe, sin duda, una mere­ci­da gratitud».

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