La mayor fuerza militar extranjera jamás desplegada en Afganistán se halla ya inmersa en el décimo año de una guerra que se ha convertido en la más larga y en la más letal del siglo XXI.
Alrededor de 154.000 soldados ocupantes, casi dos tercios de ellos estadounidenses y el resto de otras cincuenta naciones, han emprendido un conflicto armado que con cada año que pasa se hace más mortífero.
Al principio de este mes, la Agence France-Press calculaba que en Afganistán habían muerto unas 10.000 personas a lo largo de 2010. Basándose en las cifras oficiales del gobierno afgano y en la página en Internet icasualties, ese número de víctimas que alcanza niveles de record aparecía documentado por categorías:
- EEUU y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, junto a otras diversas naciones asociadas con la Organización, perdieron 711 soldados, un incremento notable respecto al año precedente cuando la cifra total de muertos fue de 521.
Los restantes 9.370 muertos eran afganos. Según AFP, se distribuían así:
- 810 soldados del gobierno, 1.292 policías, 2.043 civiles y 5.225 personas a las que se refiere como “militantes”. No se sabe bien cuántos de los muertos de la última categoría deberían estar incluidos, de forma mucho más apropiada, en la categoría precedente. Las Naciones Unidas, por ejemplo, informaron que en los primeros diez meses del pasado año habían muerto asesinados 2.412 civiles, más 3.803 heridos, un incremento de un 20% respecto a 2009.
Los combates y los muertos crecieron en intensidad en la medida en que el año llegaba a su fin, a la vez que se incrementaban los ataques con bombardeos y las operaciones terrestres de contrainsurgencia.
El mes de febrero del pasado año, las fuerzas de la OTAN lanzaron la Operación Moshtarak en la provincia de Helmand, la mayor ofensiva hasta la fecha en la guerra que empezó el 7 de octubre de 2001. Al menos 15.000 soldados extranjeros y gubernamentales afganos perpetraron un desproporcionado atraque contra unos pocos cientos de combatientes talibanes convirtiendo a la población de Marjah en la principal víctima.
Al siguiente mes, las fuerzas de EEUU y la OTAN empezaron la Operación Omaid para conseguir el control de la ciudad de Kandahar, capital de la provincia del mismo nombre, y prepararon la Operación Hamkari para la provincia, que se ha venido repetidamente retrasando debido en gran parte al fracaso de la dilatada e inconclusa ofensiva en la vecina Helmand. La ofensiva Hamkari no se puso en marcha hasta septiembre y en una escala menos ambiciosa que la Operación Moshtarak.
Este mes, una delegación de funcionarios afganos, dirigida por el asesor del Presidente Hamid Karzai Mohammad Sadiq Aziz, afirmó que la aún inconclusa Operación Omaid ha causado 100 millones de dólares de daños en las cosechas de frutales (a punto de empezar la estación de la cosecha), en la ganadería y en las propiedades. “La Operación militar Omajid [Esperanza], que se puso en marcha durante algún tiempo en Arghandab, Zhari y los distritos de Panjwai, ha causado daños muy graves a la gente”, dijo Aziz (1).
El 24 de enero, el mismo Presidente Karzai acusó a la OTAN de haber talado unos 4.000 árboles en la provincia de Ghazni. “El Presidente, al condenar este acto, está haciendo hincapié en que las fuerzas internacionales deben evitar ese tipo de acciones, porque constituyen un crimen contra las propiedades públicas afganas, además de destruir el medio ambiente” (2), se leía en un comunicado emitido por la oficina del presidente. Evidentemente, la única planta que la OTAN no tocó fue la adormidera.
A un ritmo diario, EEUU y la OTAN aumentaron los ataques a tres bandas a ambos lados de la frontera afgano-pakistaní: Un nivel sin precedentes de bombardeos, intensificación de los ataques nocturnos de las Fuerzas Especiales y un aumento espectacular de ataques de misiles desde los letales aviones no tripulados en el noroeste de Pakistán.
La Marina de EEUU anunció el primer día de este año que el 28 de diciembre, desde el inmenso portaviones nuclear USS Abrahan Lincoln situado en el Mar Arábigo, se había lanzado la operación de combate número mil de la guerra en Afganistán. Aviones de combate despegaron desde su cubierta alcanzándose casi las 6.000 horas de vuelo en los últimos cuatro meses de 2010.
El pasado año, la Fuerza Aérea estadounidense duplicó la cantidad de controladores de ataques terminales conjuntos (JTACs, por sus siglas en inglés) a la hora de ordenar ataques aéreos en Afganistán, que sólo en el pasado mes de octubre coordinaron alrededor de 1.000 misiones, la mayor cantidad mensual de la guerra hasta ahora.
La Fuerza Aérea planea gastar más de 23 millones de dólares en la construcción de nuevas instalaciones en Alemania e Italia “para pilotos a los que convocar para los ataques aéreos de las tropas de combate del Ejército en Afganistán”. Se tiene pensado duplicar la cantidad de personal de control aéreo táctico, incluyendo controladores de ataques terminales conjuntos, “los aviadores entrenados para lanzar ataques aéreos contra objetivos enemigos” (3).
Hay planificado un complejo para un Escuadrón de Operaciones de Apoyo Aéreo para la base del ejército estadounidense en Vilseck, Alemania, y otra instalación por valor de 10 millones de dólares para la Base Aérea de Aviano, en Italia.
Vilseck alberga al 2º Regimiento Stryker de Caballería y a una brigada de infantería, y Aviano alberga un escuadrón de operaciones de apoyo aéreo que se dedica a asistir al 173º Equipo de Combate de la Brigada Aerotransportada con base en Vicenza.
Las mejoras son parte de un paquete, por valor de 100 millones de dólares, destinado a importantes proyectos de construcción militar estadounidenses en Europa en apoyo de las guerras emprendidas al este y al sur.
Este mes, los aviones de transporte Globemaster III de la Fuerza Aérea C‑17 de EEUU alcanzaron sus dos millones de horas de vuelo “sólo cuatro años después de pasar su primera marca de un millón de horas, que les costó 16 años alcanzar” (4). Sus misiones se dedican de forma abrumadora a apoyar la guerra en Afganistán.
El 20 de enero, el Pentágono anunció que “las operaciones de lanzamientos aéreos en Afganistán habían alcanzado un nivel sin precedentes el 2010, con un record de 60,4 millones de libras [1 libra = 453 gramos] de carga arrojadas.
“Los 60,4 millones de libras es casi dos veces el record anterior de 2009, de más de 32,2 millones de libras de carga lanzadas, según muestran las estadísticas de la Central de las Fuerzas Aéreas de EEUU.”
“Desde el año 2006, la cantidad anual de suministros y equipamiento arrojado se ha ido prácticamente duplicando cada año. Las estadísticas publicadas ayer por la Central de la Fuerza Aérea muestran que en 2006 se arrojaron desde el aire 3,5 millones de libras en 2006, 8,12 millones en 2007, 16,57 millones en 2008, 32,26 millones en 2009 y 60,4 millones en 2010.”
El lanzamiento aéreo de equipamiento a las tropas de EEUU y la OTAN se hace mediante aviones Globemaster III C‑17, Hercules C‑130 y Super Hercules C‑130, que operan desde los aeródromos de Bagram y Kandahar en Afganistán.
En palabras del director de la División de Movilidad Aérea del Centro de Operaciones Espaciales y Operaciones Aéreas Combinadas: “Toda este sostenimiento continuado de nuestras fuerzas de combate es un elemento clave para las operaciones de contrainsurgencia que requieren de logística y presencia persistentes” (5).
La página en Internet de la Central de las Fuerzas Aéreas de EEUU afirma:
“El Sistema de Armamento del Centro de Operaciones Espaciales y Aéreas Combinadas, (CAOC, por sus siglas en inglés) conocido también como el AN/USQ-163 Falconer Weapon System, dirige y controla el amplio espectro de lo que el potencial aéreo aporta a la lucha: Vigilancia Global, Alcance Global y Poder Global. Localizado en el teatro de Operaciones de la Central de las Fuerzas Aéreas, el CAOC proporciona el mando y control del poder aéreo por todo Iraq, Afganistán y otras 18 naciones… El CAOC es un verdadero equipo conjunto de la Coalición, integrada por la Fuerza Aérea de EEUU, el Ejército de EEUU, la Marina de EEUU, el cuerpo de Marines de EEUU y los socios de la Coalición.” (6)
A mediados de este mes, la OTAN desplegó dos aviones del Sistema de Control y Alerta Aerotransportados (AWACS, por sus siglas en inglés) a Afganistán, “donde las tripulaciones se encargarán de rastrear las misiones de la Alianza contra los insurgentes talibanes” (7).
Este mes se reveló también que EEUU está añadiendo los aviones Gordon Stare a su flota de aviones teledirigidos Predator y Reaper, que son más avanzados en alcance y sofisticación que estos últimos y capaces de transmitir hasta diez videos diferentes en tiempo real. “Los Gordon Stare podrán mirar toda una ciudad al completo, por eso no habrá forma de que el enemigo sepa lo que estamos mirando, pero podemos verlo todo”, afirmó recientemente un oficial del Pentágono (8). No se ha informado si el nuevo avión no tripulado irá equipado con los devastadores misiles Hellfire que se lanzan desde los vehículos aéreos teledirigidos Predator, Reaper y Grey Eagle.
Estados Unidos ha desplegado recientemente tanques Abrams M1 a la provincia de Helmand, los primeros tanques de batalla estadounidenses fuertemente blindados utilizados en la guerra de más de nueve años de duración. La medida permite “que las fuerzas terrestres acierten a los insurgentes desde distancias mayores ‑y con una carga aún más letal- de lo que es posible hacer desde otro vehículo militar estadounidense. Los tanques de 68 toneladas están propulsados por un motor a reacción equipado con un cañón principal de 120mm que puede destruir una casa desde una distancia de casi dos kilómetros” (9).
El General David Petraeus, comandante de todas las fuerzas extranjeras en Afganistán, ha intensificado la guerra de contrainsurgencia en Afganistán hasta niveles de record. Los ataques y asesinatos de las fuerzas de operaciones especiales se triplicaron con creces el pasado otoño.
A primeros de ese mes, el Secretario de Defensa Robert Gates ordenó que se desplegaran 1.400 marines más hacia Afganistán, “temporalmente”, aumentando la cifra de tropas estadounidenses en el escenario de guerra hasta el autorizado nivel actual de 101.000 soldados.
El año pasado, las naciones que oficialmente suministran tropas a la OTAN para sus operaciones de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán alcanzaron la cifra de 48, exactamente la cuarta parte de los miembros de las Naciones Unidas. Ese recuento no incluye a las fuerzas armadas de Afganistán y Pakistán y otros países que han asignado fuerzas a la OTAN para el esfuerzo bélico, entre ellos Bahrain, Colombia, Egipto y Kazajstán.
En total, hay más de 140.000 tropas extranjeras en el país, 130.000 bajo el mando ahora de la OTAN:
El comandante de Misión de Entrenamiento de la OTAN en Afganistán, el Teniente General de EEUU William Caldwell, anunció el 5 de enero que el gasto del bloque militar occidental para construir un ejército-apoderado en Afganistán supondrá un gasto de 20.000 millones de dólares entre el pasado y el presente año.
“Los 20.000 millones de dólares para 2010 y 2011 se están pagando para entrenamiento, equipamiento e infraestructura. La cifra representa un gran aumento sobre los 20.000 millones de dólares gastados entre 2003 y 2009.”
Caldwell confirmó también que la “misión de entrenamiento de la OTAN se prolongará tanto tiempo como sea necesario, pero al menos hasta 2016, cuando se espera que se haya acabado de desarrollar la fuerza aérea”.
“No vamos a marcharnos. En todo caso, puede que nuestra organización crezca un poco más en tamaño.” (10)
El 12 de enero, el presidente de la Junta de Estados Mayores de EEUU, el Almirante Michael Mullen, ofreció una conferencia de prensa en Washington DC en la que dijo que la violencia iba a continuar aumentando durante la primavera en Afganistán a un nivel ya sin precedentes cuando la temporada de los combates empiece de nuevo.
El 24 de enero, en su última conferencia de prensa mensual, el Secretario General de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, manifestó estar de acuerdo al afirmar:
“No creo que 2011 vaya a ser un año fácil. Continuaremos adentrándonos por el territorio de la insurgencia. Y esperamos que continúe la violencia si el enemigo contraataca.”
En su discurso del 25 de enero sobre el Estado de la Unión, el Presidente Barack Obama utilizó un lenguaje similar -”Habrá que seguir luchando duramente”-, a pesar de que enterró el tema de la guerra más grande y más larga al final de su discurso bajo una avalancha de tópicos como familia estadounidense, momento Sputnik, listos para el progreso, el futuro es nuestro para vencer, nuestro sistema de libre empresa es lo que impulsa la innovación, qué hemos hecho los estadounidenses en los últimos 200 años: reinventarnos a nosotros mismos; y otros refinamientos de cara a su campaña para la reelección el próximo año.
Hasta el día 24 de este mes, tradicionalmente tranquilo en el frente de guerra, EEUU y la OTAN habían perdido ya 27 soldados. Un ataque aéreo de la OTAN mató a tres policías afganos a primeros de mes, tras incidentes similares acaecidos el 8 y el 16 de diciembre cuando ocho soldados afganos murieron en dos operaciones de bombardeo. El 15 de enero, un soldado estadounidense disparó y mató a un soldado afgano.
Dos días después, un soldado afgano mató a un militar italiano, resultando herido otro. El soldado italiano era el muerto italiano número 36 en Afganistán. Menos de una semana después, un soldado polaco murió al este de Afganistán, era el soldado polaco número 23 que moría en el país. Un militar francés murió el 8 de enero, el número 53 de ese país.
A primeros de mes, un ataque nocturno de la OTAN en la provincia de Ghazni mató a tres civiles afganos, entre ellos un estudiante, lo que provocó las airadas protestas de cientos de personas.
Sin embargo, según el Almirante Mullen: “Debemos prepararnos para más violencia y más bajas en los próximos meses”.
Mientras, en Afganistán, hace dos semanas, el Vicepresidente Joseph Biden afirmaba que “EEUU está preparado para seguir en Afganistán más allá de 2014, si lo afganos quieren” (11).
Días más tarde, el comandante de la OTAN, el General Petraeus afirmaba: “Algunas tropas internacionales deberían permanecer en Afganistán más allá de 2014″, mientras que la declaración de la última cumbre de la OTAN aclaraba “que el proceso dependería de las condiciones, no del calendario” (12).
“El Vicepresidente de EEUU Joseph Biden, la Canciller alemana Angela Merkel y algunos otros dirigentes mundiales han prometido que sus tropas seguirán en Afganistán aunque se supere la fecha límite acordada.” (13)
El Ministro de Asuntos Exteriores Guido Westerwelle, cuando se encontraba este mes en Pakistán camino de Afganistán, “prometió apoyar a Afganistán a largo plazo, diciendo que su país continuaría allí comprometido incluso después de 2014…” (14)
En palabras de un analista ruso:
“No se ha conseguido ninguno de los objetivos fijados antes del despliegue de tropas a Afganistán. No se ha derrotado a los talibanes, aunque se han extendido las operaciones militares. Las fuerzas de EEUU y la OTAN siguen sin poder acceder a muchas de las regiones del país. Por consiguiente, es incorrecto decir que las fuerzas aliadas controlan Afganistán. En estas circunstancias, las fuerzas de EEUU y la OTAN no pueden retirarse del país porque tal retirada supondría una derrota.” (15)
En entrevistas con la Voice of Russia, el portavoz del Ministerio de Defensa afgano, el General Zahir Azimi, y el científico político Nasrullah Stanakzai, que vive en Kabul, aseguraron: “Es improbable que EEUU y la OTAN retiren sus tropas de Afganistán en 2014″. Azimi añadió: “Las fuerzas de seguridad del gobierno local podrán hacerse con el control de Afganistán en 2014, sin embargo, será muy improbable que veamos la retirada de las tropas de EEUU y la OTAN de este país del Sur de Asia” (16).
No sólo solo las tropas estadounidenses y de la OTAN no van a retirarse de Afganistán, ni siquiera a “reducirse” este año, como el Presidente Barack Obama prometió el 1 de diciembre de 2009, sino que sus efectivos han llegado al nivel más alto hasta la fecha y la guerra se ha expandido mientras tanto a Pakistán.
El Centro de Control del Conflictos, un grupo de investigación independiente que se concentra en el Sur de Asia, reveló en un reciente informe que los ataques con misiles de los aviones no tripulados en territorio pakistaní, descritos como “una campaña de asesinatos que se ha convertido en una campaña de venganza”, se han cobrado la vida de 2.043 personas, “en su mayoría civiles, a lo largo de los últimos cinco años (17).
El año pasado fue el más letal hasta ahora, con 134 ataques de misiles en las Áreas Tribales Federalmente Administradas (abrumadoramente en el Norte de Waziristan), asesinando a casi 1.000 personas.
El informe proporciona estos detalles:
“Las gentes que viven en el cinturón tribal llevan normalmente, como una tradición, armas de fuego y munición. Los aviones teledirigidos estadounidenses identifican como militante a cualquiera que lleve un arma y, en consecuencia, lo matan.”
“Muchas veces, las personas que están actuando en actividades de rescate son objeto también de ataque. La asunción de que esas personas apoyan a los militantes es completamente errónea.” (18)
Los ataques de misiles dirigidos por la CIA el año anterior mataron a 700 personas, lo que significa las tres cuartas partes del total de muertes perpetradas en los últimos dos años. A principios de 2010, Dawn, el principal periódico pakistaní en lengua inglesa, escribió:
“Según las estadísticas recopiladas por las autoridades pakistaníes, los aviones teledirigidos estadounidenses asesinaron a 708 personas en 44 ataques de los Predator contra áreas tribales entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2009.
“Por cada terrorista talibán o de Al Qaeda alcanzado por los aviones no tripulados de EEUU, tuvieron que morir también 140 inocentes pakistaníes. Alrededor del 90% de los muertos de esos letales ataques con misiles eran civiles, afirman las autoridades.” (19)
El último día de 2010, un comentario aparecido en la página de Internet de la agencia de noticias china Xinhua afirmaba:
“La cifra de ataques aéreos se duplicó este año con respecto al año anterior, y la cifra de personas asesinadas en estos ataques también, lo que muestra la creciente influencia y presencia estadounidense en el territorio pakistaní.”
“Las fuerzas de seguridad pakistaníes y los oficiales estadounidenses suelen identificar como insurgentes o sospechosos de pertenecer a la insurgencia a las personas que matan en los ataques de los aviones teledirigidos. Pero los hechos reales se pierden siempre en la distancia. En los medios de comunicación no aparecen nunca detalles tales como los nombres de los asesinados en esos ataques aéreos ni se confirman sus identidades ni se muestran sus rostros. El recuento es siempre inexacto. Junto a esos posibles militantes, una gran cifra de civiles se convierte también en víctima de los ataques de los aviones teledirigidos contra los militantes. Las personas cercanas a las víctimas alzan su voz en protesta, pero la mayoría de las veces todo es en vano.” (20)
Además de las protestas locales, el pasado mes se celebraron manifestaciones en la capital de Pakistán, Islamabad, contra los sangrientos y cobardes asesinatos perpetrados en las áreas tribales. Unas 10.000 personas se manifestaron en Peshawar al comienzo de esta semana exigiendo que pararan los ataques.
Para demostrar cuánto se preocupa EEUU por el rechazo de los pakistaníes ante los ataques de misiles y las víctimas que provocan, la CIA, en las cuatro últimas semanas:
* El 31 de diciembre pasado, lanzaron un misil contra unos vehículos cerca de la ciudad de Ghulam Khan, en el Norte de Waziristan, matando a ocho personas.
* Mataron a 19 personas en tres ataques de misiles en la misma región el primer día del presente año.
* El 7 de enero, masacraron a cuatro personas más en el Norte de Waziristan.
* Cinco días después, mataron a otras seis en cuatro ataques de misiles.
* El 18 de enero mataron al menos a cinco personas más en el Norte de Waziristan, en un ataque contra “una casa en la que se sospechaba que había militantes albergados” (21).
* El 23 de enero lanzaron tres ataques desde aviones teledirigidos que mataron a trece personas en el Norte de Waziristan. Los objetivos incluyeron una casa, una motocicleta y dos personas que iban en motocicleta.
Con 62 asesinatos en 24 días, EEUU todavía está a tiempo de matar también este año a otros mil pakistaníes en lo que Harold Koh, del Departamento de Estado, llama muertes selectivas en oposición a asesinatos selectivos. El uso del último término, aunque no en su práctica, está mal visto por la ley estadounidense.
…
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, al aprobar varias resoluciones sobre Afganistán desde septiembre de 2001 condenando el terrorismo pero no la guerra, se ha erigido en cómplice de la expansión de una guerra que se cobra ya las vidas de 10.000 afganos al año y tres pakistaníes al día. Una guerra que incluye 1.000 salidas aéreas de EEUU y la OTAN (bombardeos, ataques de misiles y de vuelos rasantes con ametralladoras) sobre Afganistán y una media de dos letales ataques semanales con misiles en Pakistán.
A nivel oficial, no existe prácticamente oposición a una guerra que, si calculamos por días, está en su décimo año, y por el calendario en su undécimo. Y podrían contarse con los dedos de una sola mano la cifra de países entre los 192 estados miembros de las Naciones Unidas que de alguna manera se han opuesto a la guerra en Afganistán y Pakistán.
Cuando la Unión Soviética intervino en Afganistán a finales de 1979 (con el apoyo de ambas facciones del gobernante Partido Democrático Popular de Afganistán), EEUU convocó al resto de naciones ‑en la Asamblea General, no en el Consejo de Seguridad- para que condenaran la acción. Se aprobó una resolución que exigía “la retirada total, inmediata e incondicional de las tropas extranjeras de Afganistán”, en una votación de 104 – 18 sólo 18 días después de que las tropas extranjeras llegaran al país. Según destacados funcionarios militares y políticos occidentales, las tropas de EEUU y la OTAN permanecerán en Afganistán al menos quince años tras la invasión de 2001.
Los muyahaidines de Afganistán y del Noroeste de Pakistán suponían una amenaza potencial mucho mayor para la Unión Soviética, que tenía fronteras con Afganistán, que la que los talibanes pueden representar, incluso en teoría, para EEUU, Canadá y sus socios europeos de la OTAN.
Incluso el más fanático defensor de la actual guerra no podría contener la risa cuando se afirma que más de 150.000 soldados extranjeros están en el Centro y Sur de Asia para “cazar a Osama bin Laden” y “combatir a al-Qaida”. Imposible, después de diez años. (Aunque Obama en su discurso sobre el Estado de la Unión persistió en asegurar que “al-Qaida y sus socios sigue planificando ataques contra nosotros”.)
El mundo está acusado ‑y condenado- por tolerar y apoyar activamente una guerra de duración desmesurada con un uso desproporcionadamente bestial de la fuerza por la mayoría de las potencias militares más importantes del mundo (tres de ellas naciones con armas nucleares). Por aceptar el concepto de guerra indefinida, en términos prácticos permanente, como un estado natural de cosas en el siglo XXI, como la prerrogativa exclusiva de la autoproclamada única superpotencia militar del mundo y su falange de socios miembros de la OTAN.
NOTAS:
1) Reuters, 11 enero 2011.
2) Agence France-Presse, 24 enero 2011.
3) Stars and Stripes, 18 enero 2011
4) WAVY, 3 enero 2011
5) Afghanistan Airdrop Levels Reach New Frontier, Departmento de Defensa, 20 enero 2011
6) “U.S. Air Forces Central Combined Air and Space Operations Center”
7) Aero-News.net/Agence France-Presse, 14 enero 2011
8) Daily Telegraph, 26 enero 2011
9) Washington Post, 19 noviembre 2010
10) Associated Press, 5 enero 2011
11) Voice of America News, 11 enero 2011
12) Pajhwok Afghan News, 17 enero 2011
13) Ibid
14) Deutsche Presse-Agentur, 9 enero 2011
15) Yevgeny Kryshkin, “U.S. troops to stay in Afghanistan” Voice of Russia, 12 enero 2011
16) Pyotr Goncharov: US, NATO to stay on in Afghanistan?, Voice of Russia, 31 diciembre 2010
17) Sify News: Conflict Monitoring Center, enero 2011 / 2010, The Year of Assassination by Drones
18) Asian News International, 3 enero 2011
21) Xinhua News Agency, 19 enero 2011
Rick Rozoff vive en Chicago, Illinois. Lleva más de cuarenta años comprometido en diversas tareas y actividades contra la guerra y la intervención militar. Es el director de Stop NATO International.
(Con información de Rebelión. Tomado de Stop NATO. Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández)