Los independentistas y socialistas vasc@s, hemos construido un escenario político nuevo en nuestro País. A pesar de los estériles intentos por tratar de evitarlo, hoy ya nadie es capaz de sostener con rigor, mas allá de la mera propaganda política, que nada ha cambiado.
Quienes están empeñados en sostener posiciones de marcado carácter inmovilista no pueden ocultar su decepción y cada vez mas acentuado nerviosismo. Ahora lo podemos decir; la primera batalla, que con carácter estratégico sabíamos que tendríamos que librar iba a ser la batalla de la credibilidad.
Cuando iniciamos las primeras reflexiones en torno a la necesidad de abordar una profunda revisión autocrítica sobre nuestra estrategia (inmediatamente después del fracaso del proceso de dialogo) éramos conscientes de que las experiencias negociadoras (fundamentalmente Lizarra y la ultima) frustradas habían hecho mella en nuestra credibilidad política entre l@s ciudadan@s vasc@s.
Éramos pues conscientes, de que esa merma era atender a una realidad social evidente. Reconocer esa realidad nos auto obligaba a desechar lecturas autocomplacientes por un lado y a huir de debates entorno a si nuestra perdida de credibilidad era mayor o menor que la del Estado sencillamente porque el Estado puede soportar alguna perdida en ese sentido en la medida en que su estrategia legitimadora no necesita la aceptación popular vasca, mientras que para los que impulsamos el proceso de liberación nacional la legitimación y aceptación popular es sencillamente imprescindible.
La recuperación de nuestra credibilidad era todavía mas urgente, por cuanto que además la apuesta unilateral por abrir un proceso democrático se sustentaba en dos pilares fundamentales: Nuestro Pueblo y la Comunidad Internacional.
Por eso se equivocan de plano aquellos sectores que instalados en el inmovilismo se dedican a decirnos, que, como y cuando debemos plantear nuestras iniciativas y propuestas. Los únicos sujetos habilitados para plantear sugerencias o propuestas a la Izquierda Abertzale en esta fase del Proceso son los agentes sociales, sindicales, políticos e internacionales que están inmersos en la tarea de desarrollar el Proceso Democrático. Todos nuestros esfuerzos han estado dirigidos a ganarnos su credibilidad y a aumentar nuestro mutuo grado de confianza.
Arnaldo Otegi