Según la agencia France-Presse fueron un millar de personas las que se acercaron hasta la verja de la lujosa villa San Martino, que el presidente del Consejo tiene cerca de Milán, gritando “¡Basta!” y “Dimite”: el acceso a la casa estaba bloqueado por decenas de miembros de la policía.
Las pancartas eran mucho más explícitas: “Atención es peligroso”, “Caducado”, “Perjudica gravemente la salud”, “Tu nos “ruby” la dignidad”, “Hagamos limpieza en la putocracia”… Hubo manifestantes disfrazados de Berlusconi y de conejitos rosas; otros llevaban esposas.
La iniciativa, organizada por el movimiento del Popolo Viola y otras asociaciones, a base de sms y correos electrónicos, tuvo dos aspectos: para empezar, el festivo, con música y canciones; después, el de los enfrentamientos con las fuerzas del orden (alguien, algún día, me tendrá que explicar por qué se llaman así), que se saldó con algunos heridos de poca consideración, entre ellos tres agentes de policía, dos carabineros y un periodista, y dos detenidos acusados de violencia y resistencia a un oficial.
En Facebook la página de la manifestación recogió casi ocho mil adhesiones.
Antes, el sábado, varias decenas de miles de personas se concentraron en Milán, delante de la magistratura, para escuchar a personalidades como los escritores Umberto Eco y Roberto Saviano que también piden la dimisión del cavaliere.