El Esta­do dará por cerra­do el «Caso GAL» con el jui­cio a Miguel Plan­chue­lo el 4 de abril – La Haine

La sec­ción ter­ce­ra de la Audien­cia Nacio­nal ha fija­do para los pró­xi­mos días 4, 5 y 6 de abril la cele­bra­ción del ulti­mo caso pen­dien­te sobre los aten­ta­dos de los GAL (Gru­pos Anti­te­rro­ris­tas de Libe­ra­ción) per­pe­tra­dos en 1984 y1986 en los bares Con­so­la­ción y Batzo­ki de San Juan de Luz (Fran­cia) en los que resul­ta­ron heri­das seis per­so­nas. El úni­co acu­sa­do es Miguel Plan­chue­lo, Jefe Supe­rior de Poli­cía de Bil­bao en esas fechas.

La Fis­ca­lía pide la abso­lu­ción para Miguel Plan­chue­lo, que desem­pe­ñó el car­go de res­pon­sa­ble de la bri­ga­da de infor­ma­ción de Bil­bao entre 1984 y 1986. La acu­sa­ción par­ti­cu­lar soli­ci­ta que se le con­de­ne por deli­tos de ase­si­na­to en gra­do de ten­ta­ti­va y estra­gos. Estos dos aten­ta­dos fue­ron come­ti­dos por mer­ce­na­rios a suel­do de los GAL, y Plan­chue­lo está acu­sa­do por la sos­pe­cha de que pudo finan­ciar operación.

El tri­bu­nal, pre­si­di­do por el magis­tra­do Alfon­so Gue­va­ra, ha orde­na­do a la Inter­pol la loca­li­za­ción de dos mer­ce­na­rios por­tu­gue­ses ex miem­bros de las fuer­zas espe­cia­les lusas en el anti­guo colo­nial para que acu­dan como tes­ti­gos para decla­rar por estas dos accio­nes terroristas.

Terro­ris­mo a cuen­ta del Esta­do Español

Duran­te la dic­ta­du­ra de Fran­cis­co Fran­co, a par­tir de 1939, se prac­ti­có el terro­ris­mo de Esta­do, don­de, entre otras atro­ci­da­des, se fusi­ló a más de 50.000 ciu­da­da­nos por dife­ren­cias polí­ti­cas, etc. y encar­ce­la­ron otros cien­tos de miles.

Fina­li­za­da la dic­ta­du­ra se pro­du­je­ron nume­ro­sos casos del deno­mi­na­do terro­ris­mo tar­do­fran­quis­ta has­ta prin­ci­pios de los años 80. Ope­ra­ron bajo diver­sos nom­bres como la Alian­za Apos­tó­li­ca Anti­co­mu­nis­ta (AAA o «Tri­ple A»), Anti­te­rro­ris­mo ETA (ATE), Gru­pos Arma­dos Espa­ño­les (GAE), Gue­rri­lle­ros de Cris­to Rey, Bata­llón Vas­co Espa­ñol (BVE) y otros de menor reso­nan­cia, como los Coman­dos Anti­mar­xis­tas, esen­cial­men­te dedi­ca­dos a la vio­len­cia calle­je­ra con­tra per­so­nas de ideas con­tra­rias. En pala­bras de un anti­guo mili­tar que for­mó par­te de estos gru­pos, «eso sólo son siglas, nom­bres que van salien­do y que se van uti­li­zan­do con­for­me se nece­si­ta». La tute­la de los aten­ta­dos la tenían agen­tes del ser­vi­cio secre­to SECED (Ser­vi­cio Cen­tral de Docu­men­ta­ción), con dine­ro y manos libres para actuar al mar­gen de la ley.[13] Como con­se­cuen­cia de sus accio­nes resul­ta­ron muer­tas entre 15 y 40 per­so­nas, des­de mili­tan­tes de ETA has­ta abo­ga­dos labo­ra­lis­tas de izquier­das (la «matan­za de Ato­cha») o sin­di­ca­lis­tas de la CNT (Caso Sca­la), pasan­do por los car­lis­tas ase­si­na­dos en 1976 duran­te los deno­mi­na­dos suce­sos de Mon­te­ju­rra, y ciu­da­da­nos que no tenían nin­gu­na rela­ción con la polí­ti­ca. Fue­ron jus­ti­fi­ca­dos como medios de acción con­tra orga­ni­za­cio­nes arma­das como ETA o el con­jun­to del Movi­mien­to de Resis­ten­cia Antifascista(principalmente el PCE® y los GRAPO), pero en la prác­ti­ca actua­ron con­tra miles de per­so­nas mili­tan­tes de agru­pa­cio­nes polí­ti­cas de izquier­das o a títu­lo individual.

Estos gru­pos esta­ban cons­ti­tui­dos por ele­men­tos civi­les, poli­cías y mili­ta­res, que afec­tos al régi­men ante­rior, pre­ten­dían ase­gu­rar el cam­bio polí­ti­co en Espa­ña pero man­te­nien­do­se como par­te esen­cial de la estruc­tu­ra del Esta­do, cosa que final­men­te con­si­guie­ron, dado que sus estruc­tu­ras no han sido des­man­te­la­das. Los gru­pos tuvie­ron víncu­los más o menos estre­chos con orga­ni­za­cio­nes terro­ris­tas neo­fas­cis­tas euro­peas y ame­ri­ca­nas y tam­bién con gru­pos dere­chis­tas lega­les como Fuer­za Nueva.

Su obje­ti­vo era eli­mi­nar a quie­nes con­si­de­ra­ban «enemi­gos de la Patria» y quie­nes con­tri­bu­ye­ran a la des­es­ta­bi­li­za­ción de la «nacien­te demo­cra­cia». Con­for­me ésta fue con­so­li­dán­do­se con las estruc­tu­ras fran­quis­tas intac­tas, y tras el falli­do gol­pe de Esta­do del 23‑F, estos gru­pos fue­ron incor­po­rán­do­se pau­la­ti­na­men­te al nue­vo ciclo que el terro­ris­mo de Esta­do iba a pro­ta­go­ni­zar con la asun­ción del PSOE al Gobierno. En 1982 se pue­den con­si­de­rar des­apa­re­ci­dos. Se cree que muchos de los anti­guos mili­tan­tes del terro­ris­mo tar­do­fran­quis­ta fue­ron uti­li­za­dos para cons­ti­tuir los pri­me­ros Gru­pos Anti­te­rro­ris­tas de Libe­ra­ción (GAL), que actua­ron duran­te los gobier­nos de Feli­pe González.

Otros epi­so­dios de terro­ris­mo de Esta­do tuvie­ron lugar el 15 de enero de 1978 en Bar­ce­lo­na. Ese día se pro­du­jo la muer­te de 4 per­so­nas duran­te un incen­dio en una cono­ci­da dis­co­te­ca de la ciu­dad, suce­sos cono­ci­dos como Caso Sca­la, en el cual supues­ta­men­te el Esta­do lle­va a cabo accio­nes para des­es­ta­bi­li­zar el cre­cien­te movi­mien­to anar­quis­ta en Cataluña.

Tam­bién en 1978, Anto­nio Cubi­llo líder del MPAIC, orga­ni­za­ción inde­pen­den­tis­ta cana­ria, resul­tó gra­ve­men­te heri­do en un aten­ta­do en su domi­ci­lio en Argel, la vís­pe­ra de su asis­ten­cia a la ONU para hablar de la cues­tión colo­nial cana­ria. Las dili­gen­cias judi­cia­les sobre dicho aten­ta­do con­si­de­ra­ron pro­ba­do fue orga­ni­za­do des­de ins­tan­cias del Minis­te­rio del Inte­rior español.

Asi­mis­mo, hay cen­te­na­res de casos de ase­si­na­tos que, encua­dra­dos bajo la eti­que­ta de «estra­te­gia de la ten­sión» y que tenían como res­pon­sa­bles a per­so­na­jes y figu­ras rele­van­tes del per­so­nal de segu­ri­dad del Esta­do o de orga­ni­za­cio­nes ultras, nun­ca fue­ron inves­ti­ga­dos a fon­do y en la prác­ti­ca han sido protegidos.

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